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Confrontación Milagrosa por Ritsundere

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Kagami se paseaba por el gimnasio, trotando y machacando el balón. Sus recuerdos no evitaron regresar, el pelirrojo había conocido un poco más de Seijuro, y estaba seguro que sin importar qué, él lo ayudaría.

— ¿Qué tienes Kagami?—le preguntó Akira que llevaba buen tiempo observándolo.

— Estas... ¿Estás seguro de lo que quieres hacer?—respondió.

— Escúchame... Solo quiero que la confianza, el valor, y sus lazos se vuelvan más fuertes. Kagami, tengo mi fe puesta en ustedes, sé que son capaces de superar a quien sea que se ponga frente—dijo apretando su puño enojado.

¿No podían confiar en él? La única y exclusiva razón de compartir aquello era por la grandísima confianza que tenía en Seirin.

Kagami no le dio tiempo de responder, pues sus amigos ya habían ingresado al gimnasio preparado físico y psicológico para el arduo entrenamiento que los esperaba.

— ¡Bien! ¡Necesito darles un aviso!—exclamó demasiado -demasiado- feliz la entrenadora.

"Ya valimos"

— Entrenadora, no sea muy dura—rogó Koganei.

— ¡No se preocupen! Solo tendrán un partido de práctica... Con Shutoku—dijo.

Todo mundo calló paralizado, ¿Jugar con el ojo halcón y esos súper tiros de tres de Midorima, otra vez? Vaya problema el que tendrán que enfrentar. Akira meditó un momento, pues vio la oportunidad de alcanzar las nuevas expectativas.

— Akira—le llamó Hyuga. El chico respondió viéndole.

— ¿Sabes cómo detener el ojo de halcón de Kazunari?—preguntó.

El castaño suspiró aburrido. — Bueno, la única forma de detener a Takao es que Izuki domine el ojo emperador, pero la efectividad no será del cien por ciento, pues apenas estamos empezando con las metas—respondió y un foco se prendió dentro de él.

Si las probabilidades son correctas, si Hyuga lo logra pues estarían un paso adelante de ellos. Además, es importante recordar que Shutoku es un equipo, y ahora más fuerte que cuando jugaban individualmente.

— Quieres decir que con el ojo emperador, y el ojo de águila el campo de visión será más alto—afirmó Izuki.

— Así es. Kagami, recuerda que tus saltos ultra y ridículamente altos no son eternos; Kuroko, no eres del todo invisible ante Takao, que ellos ahora son un equipo y trabajan unidos, por lo tanto será difícil ganar, pero no imposible—advirtió preocupado.

— ¡Okey! Capitán, empieza a practicar tiros de tres, cada que logres encestar deberás alejarte diez centímetros de la canasta, de lo contrario empezarás de nuevo—ordenó Riko.

— Teppei, corre alrededor de la cancha durante diez minutos, si paras empiezas a contar desde el principio. Agregaras diez minutos—señaló al dorsal siete.

— Izuki-kun, Kagami-kun, y Kuroko-kun, expandirán sus habilidades. Kuroko observará a Kagami jugar un uno a uno con Izuki, aguardando la información necesaria. Izuki, trata de ver más allá así ejercerás el poder de predecir los movimientos. Kagami... Tú da lo mejor—sonrió la chica con el pulgar hacia arriba.

Todos asustados se organizaron debidamente para mejorar sus habilidades propias, a pesar de que Akira no jugaría muy seguido también quería ejercitar su cuerpo, además de que decidió dar algunos concejos para enfrentar a semejante rival, aunque ya habían ganado contra ellos, una extraña sensación en sus pechos eran alertas de angustia y precaución.

"¡Demonios! La probabilidad de que enceste no siempre es del cien por ciento, pero para alguien como Midorima..." pensaba Jumpei ofuscado, el chico creía que no lograría el objetivo.

— Capitán, no lo piense demasiado. No debería dejarse guiar por malos pensamientos, usted puede hacerlo; después de todo, es mejor fracasar habiéndolo intentado, que fracasar sin haber hecho algo—animó Akira a su senpai.

"Él... Me da miedo. Pero no es mala persona, siempre intentando hacernos ver lo positivo de lo negativo" Hyuga sonrió, inhaló y exhaló.

— Tienes razón... Al final, perder no es algo que tenga en mente, pero necesito tu ayuda—dijo. Akira frunció el ceño, no le molestaba ayudar otro, pero el castaño creía dos cosas; uno, Hyuga en verdad necesita un empuje para el tiro; dos, no existe razón, puesto que Akira sabía que Hyuga Jumpei es apto para el deber que se le encargó y no es precisamente para hablar de eso.

— ¿Cuál es la verdadera razón de que estés aquí? ¿Por qué Kagami te trajo?—preguntó curioso.

Akira suspiró cansado, sin expresión en el rostro, se sentó en el suelo sorprendiendo a Hyuga. El castaño palmo a su lado para que el capitán se sentara a su lado, y así lo hizo.

— La razón es porque creo en ustedes, ya le eh dicho muchas veces... Yo veo un verdadero equipo, y en cuanto a Kagami... No fue precisamente lo que pasó, yo decidí venir por mi cuenta—le respondió mordiendo su dedo pulgar.

— ¿Venir por tu cuenta? Digo, ¿Cómo sabías sobre Seirin si estabas en América?—preguntó confundido.

— Capitán... Los conocí cuando La Generación de los Milagros se baso en un régimen donde ganar era todo, e hicieron aquella bajeza de llegar a jugar de esa "forma" con Ogiwara Shigiro y su escuela. Me sentí bastante asqueado... —suspiró tomando una pausa para continuar. — Pero, cuando los vi jugar a ustedes fue como ¡Boom! Y ¡Bam! En verdad quería jugar con ustedes... Y al verme aquí, se cumplió mi objetivo—dijo sorprendiendo a Hyuga, pues en verdad el chico se veía bastante animado.

Un silencio se formó entre los dos, Hyuga repasaba la información, llegó a pensar que el muchacho estaba loco... Bueno, en verdad parece algo deschavetado sin embargo, luego de un tiempo el de lentes le preguntó si en verdad lograría hacer aquellos objetivos; lo único que respondió antes de irse "Capitán, si no lo intenta jamás lo sabrá... Además no olvide que el que arriesga siempre termina ganando algo".

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— Kagami-kun, ¿Puedo quedarme en tu casa?—le preguntó el fantasmita del otro lado de la mesa.

— Si Tetsu se queda, yo también puedo—ordenó Aomine a su lado.

Kagami tenía un aura bastante pesada con él, ¿Cómo llegó a aquella situación? ¿Cómo fue que Kuroko y Aomine terminaron en su departamento? Bien... Aomine llegó a buscar al pelirrojo a Seirin para arrebatárselo a Kuroko y raptarlo. El peli azul no contó con que Kuroko ya había puesto sus cartas en juego.

A pesar de que Kuroko ya había obtenido la victoria, la terquedad del morenito fue grande, así que como si fuera el rey de saber qué, siguió a la luz y sombra auto invitándose a pasar el tiempo con ellos. Todo sea por el tigre.

"Okey Kagami, respira hondo y relájate, ¿Qué puede pasar? O espera, no olvides que Aomine intentó besarte, y Kuroko anda muy posesivo" se dijo sarcásticamente.

"No pasa nada... Solo tienes dos opciones, o los dejas dormir o les dices que iras a comprar cigarrillos y evitas volver" "¿¡Pero qué jodidos estoy pensando!? A patadas debería sacarlos"

— Bien, pueden quedarse, para mientras iré a preparar futones—dijo "¿Qué rayos Kagami? Eso no fue lo que te dije" Taiga estaba al borde de la locura, se paró del suelo y se fue a arreglar la habitación de huéspedes, su amabilidad es más fuerte que él ¿Cómo no aceptar? Si la pantera y el fantasma lo sobornaron con unas cuantas hamburguesas.

Kagami se levantó del suelo hasta su destino siendo observado muy fijamente por ambos (Kuroko y Aomine) el silencio se manifestó en el ambiente, aquellos dos sabían porqué estaban allí, y ni uno ni el otro iba a ceder.

— Aomine-kun, agradecería que te fueras de aquí—le dijo su antigua sombra de mal humor.

— ¡Ja! Por supuesto que no haré eso, ¿Quién te crees para darme una orden, Tetsu?—le respondió con la frente arrugada por la molestia que le provocaba el hecho de que Tetsuya estuviese allí.

— ¿Quieres una razón? Fácil, Kagami-kun es mío, yo lo vi, yo soy su sombra... Soy la persona en la cual confía—aclaró con deje de arrogancia.

La pantera no supo encontrar una respuesta para eso, pues es verdad. Kuroko Tetsuya siempre había salvado a Kagami, siempre lo resguardó entre las sombras. Su persona de entera confianza.

Por otro lado, ¿Qué era Aomine de Kagami? ¿Su rival? ¿Su amigo? Lo único que sabía el morenito es que Kagami, fue la persona que le devolvió la pasión por el básquet, la persona que le hizo sonreír de nuevo en un partido, y por ello mismo lucharía contra todo para llevárselo.

— Kagami-kun está tardando, iré a ver qué pasa—proclamó Kuroko después de un largo tiempo en silencio. Se levantó de su cómodo lugar para dirigirse a la habitación que suele ocupar el pelirrojo.

— Tetsu, espera—le avisó el moreno siguiendo al muchachito. Al llegar se encontraron con la grata sorpresa de que nuestro amado tigre estaba plácidamente dormido.

— Se quedó dormido...—susurró apenado Tetsuya, habían llegado desprevenidos a su departamento, aún sabiendo que el chico estaba cansado.

Aomine no tardó en escabullirse dentro de la cálida cama del pelirrojo.

— ¿Qué estás haciendo?—preguntó Kuroko susurrando enojado.

— ¿No es obvio? Voy a dormir con el amor de mi vida—dijo acostándose al lado de Kagami.

— ¿El amor de tu vida...? Yo también quiero dormir con mi luz de cada día—susurró metiendo su débil cuerpo al otro lado del pelirrojo.

Ambos, colores fríos decidieron callar y compartir la calidez del pelirrojo. Esa noche Aomine abrazó por el torso a Kagami, dejando su rostro por el hueco de su cuello, deleitándose con su fragancia. Mientras tanto Kuroko, lo abrazó por la cintura, entrelazando sus delgadas y pálidas piernas con el dorsal diez.

 


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