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Confrontación Milagrosa por Ritsundere

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Las cosas para Seirin no marchaban para nada bien, lamentablemente la brecha entre los puntos era grande, sin embargo, aquel espíritu de lucha y sed de victoria jamás abandonaba a aquel equipo.

"Eh... Kagamin tiene problemas"

"¿Pero qué diablos le pasa a Bakagami?"

"Kagamicchi ¿Qué estás haciendo? No lo entiendo"

"Kagami, Oha Asa predijo que este día no seria bueno para Leo ¿Eso te detiene?"

"Taiga..."

— Kagami, te lo advertí —susurró Akira manteniendo la mirada fija en el tablero.

Aomine y Satsuki se sobresaltaron al escuchar el audible susurro del chico, lo vieron y cuando este se dio cuenta.

— ¡La pantera y su niñera!—exclamó al verlos. Ambos, tanto Aomine como su amiga fruncieron el ceño molesto.

— ¿Qué haces aquí, Akira? ¿No se supone que deberías estar allá jugando?—preguntó Aomine al chasquear su lengua molesto.

— Se supone... Me han sacado del equipo.

— ¿Eh? Pero...—logró decir Momoi confundida.

— Si yo juego, sería fácil ganar.

El morenito lo vio por un momento dudando de aquellas palabras ¿Tanta confianza en sí mismo tenía para asegurar tal cosa? El cuello de Aomine se giró para nuevamente observar a Seirin jugar, gracias a que la tarima estaba cerca del campo de batalla las cosas se podían apreciar mucho más.

El muchacho que fue expulsado un día antes de su equipo, observó durante cinco minutos el juego, con ello logro localizar el meollo del asunto. A pesar de que Hyuga no fallaba ninguno de sus tiros, el equipo oponente no se quedaba atrás. Akira se movió entre Aomine y Momoi para ir con el equipo que consideraba buenas personas. Aomine lo detuvo por el hombro.

— ¿Qué rayos vas a hacer?—preguntó él.

— Solo necesito cinco segundos para ganarles —respondió con voz baja, aún así, Aomine logró escucharlo y con un leve asombro dejo ir al muchacho, pues tenía curiosidad que tanto podría hacer el castaño para Seirin.

— Entrenadora—llamó.

— Akira... —dijo asombrada, pero luego se dio cuenta del problema, sus ojos asombrados cambiaron a unos serios.

— Odio decir esto... Pero tienes razón ¿Qué podemos hacer?—preguntó observando la banca donde estaban sus jugadores respirando irregularmente con el sudor recorriendo por sus rostros.

— Hagan otras jugadas, sé que se basan en el corre y tira, pero necesito que cambien las jugadas.

— ¿De qué hablas? No tenemos más —dijo Hyuga.

— Improvisen—les dijo.

— No sé si te has dado cuenta, pero solo quedan diez minutos—dijo Kagami mirándoles dudoso. Teppei le dio un ligero golpe en la cabeza.

— ¿¡Y eso por qué fue?!—preguntó el cejas raras.

— Kagami, no te preocupes, todo irá bien, yo sé que juntos vamos a salir de esta como muchas otras veces—Teppei sonrió.

— ¿Tienes un plan?—le preguntó Hyuga al dorsal número siete.

— Eh... No ¿tú sí?—dijo con el dedo índice rascando su cabeza nerviosamente. El resto solo lo vieron con una vena en la frente, después de todo, Hyuga tiene razón. Kiyoshi Teppei es raro.

Akira suspiro e hizo una leve sonrisa que fue detectada por el hombre fantasma, el cabellos celestes frunció el ceño.

— Akira-kun tiene razón, creo que hay una manera de lograrlo —dijo Kuroko atrayendo la atención de sus compañeros. El que se hacía llamar el sexto sonrió levemente, en el preciso momento en que el chico nuevo sonrió se dio cuenta que no era mala persona, y, que su luz -su amada luz- no estaría en problemas, se atrevería decir que hasta era un ángel que lo cuidaría, sin embargo, los milagros no siempre son el bien, pueden convertirse en tu peor pesadilla.

Akira lo vio por un momento y le devolvió una sonrisa, había intuido los pensamientos de Kuroko, ahora podía confiar en alguien más.

— Bien... ¿Qué haremos?—preguntó suspirando ya la entrenadora.

— Jugar y mentir—respondieron ambos, Kuroko y Akira. Los demás solo podían preguntarse como se suponía hacer eso.

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El muchacho de casi dos metros (vamos... Medir uno noventa y seis, era casi como llegarle a los labios a Murasakibara) se tomo el deber de regresar al lugar junto la afición. Por alguna extraña razón los milagritos se dieron cuenta de ello.

La señal del último cuarto se escucho e inmediatamente el juego comenzó. Los chicos de cabellos "arco iris" curiosos querían saber que era esa nueva aura que emanaba Seirin.

— Eh... ¿Cambió algo? ¿No?—se dijo Takao.

— Desde que entró ese chico ¿Quién es?—preguntó Midorima.

El pelinegro solo atinó a negar, ya que ni él tenía una respuesta para eso.

Kagami maniobraba el balón en sus manos, izquierda derecha, de reversa, fintas y tiros fantasmas movían la emoción entre el público. Al final todos habían logrado el objetivo, Akira sonrió.

— Jugar y mentir—respondieron ambos, Kuroko y Akira.

— ¿Cómo esta eso?—preguntó Izuki.

— Cuando jugaron con Makoto Hanamiya fueron atrapados en su telaraña, básicamente es lo que esta pasando ahora, la diferencia es que probablemente estas personas los investigaron más—respondió Akira viendo de reojo a los oponentes.

— Ya entendí... Deberán jugar como lo hacen, cuando el balón este por hacer pases, Kuroko usará su falta de presencia y cambiará la dirección —dijo Koganai.

— Así es... Solo que hay un problema —dijo Kuroko, el resto espero su respuesta.

— Ustedes no sabrán exactamente en que momento se harán los cambios.

A pesar de los problemas que tuvieron, obtuvieron la victoria. Con Kagami dando los puntos de victoria, todo resulto como era esperado. La entrenadora suspiro y con sonrojo su vista se dirigió a la persona que los llevó a la conclusión de que en verdad seria de excelente ayuda. Asintió y el muchacho le devolvió el gesto.

Estos actos no pasaron desapercibidos tanto para Akashi, como para los otros cuatro milagros. En los vestidores nuestro Seirin ya se ha preparado para salir y tomar un merecido descanso, y por si las moscas, un delicioso aperitivo. Los únicos que quedaban en el vestuario eran Tetsuya y Taiga, pero el once le ofreció amablemente al pelirrojo que lo esperase afuera, éste aceptó.

— ¿Aomine? ¿Qué haces acá?—preguntó Kagami al no mas ver que la pantera lo esperaba afuera, acechándole como deliciosa presa que era. El morenito elevó su rostro y una llama secó su garganta, escuchar la grave voz de Kagami no ayudaba mucho.

Aomine se separó de la pared en la cual estaba apoyada, con su mano empujo a Kagami contra la pared, apoyando así, sus manos a cada lado de la cabeza del pelirrojo.

— ¿Qué... Qué está haciendo?—preguntó Kagami sintiéndose pequeño tan cerca de Aomine, y sobre todo nervioso. Daiki llevó sus labios al oído del tigre.

— Tengo una propuesta para ti—al finalizar llevo su nariz al cuello Kagami y respiro su aroma. El pelirrojo estaba sorprendido, no lograba entender exactamente qué es lo que la pantera quería. Las manos de Kagami ascendieron hasta los hombros de Aomine y lentamente fue separándose de él.

— Escucha Aomine... —Taiga se alejo de la pared para huir de allí, pues la situación se le hacía bastante incómoda. El moreno frunció el ceño esperando el resto de palabras que le diría aquel semejante pedazo de cuero.

Sonrió. — ¡Me voy! ¡Hablamos más tarde... Digo mañana, tal vez el otro mes! ¡Goodbay!—Kagami salió como bala del pasillo, pero desgraciadamente, se topó con cierto supersticioso.

— ¿... Midorima...? ¿Tú qué haces aquí? —preguntó, frunció el ceño, hace un momento preguntó lo mismo a Aomine, sintió un escalofrío recorrer su espalda.

— Vine a verte a ti—dijo ajustando sus lentes.

— ¡Un momento!—la voz de Aomine detuvo las palabras que saldrían de Kagami a respuesta de Midorima. Aomine tomo el brazo de Kagami y lo jalo hacia su lado.

— Yo vine por él —Aomine miro minuciosamente al mégano.

Midorima suspiro cansado, se ajustó sus lentes de nuevo y abrió la boca para decirle unas cuantas palabritas a Aomine, pero fue interrumpido.

— ¡Kagamicchi! ¿¡Qué sucedió!? ¿¡En dónde estabas!?—una cabecita amarilla se apareció con todo y voz chillona, con falsas lágrimas se apoderó de la cintura de Kagami, alejándolo de los brazos de Aomine.

— ¡Kise! ¿Qué... Cómo? Tú...—dijo el pelirrojo colapsando.

"¿¡A caso los milagros caen del cielo!? Espera... Caen del cielo ¿no? ¡Eso no importa! Me van asfixiar" pensó Kagami tratando de sacarse a Kise de encima.

— Kise... Estas molestando a Kagami—dijo Midorima.

El rubio al escuchar la voz de Shintarou, soltó a Kagami y miró desafiante a Midorima, estos tres buscaban pelea.

— ¡Kagamin! ¿Dónde estás?—preguntó una voz linda, con tono aburrido, con la que aparecer estaba ocupada con comida, pues las palabras eran distorsionadas por culpa de ello. Su voz se iba apagando conforme llegaba a los pasillos, al darse cuenta de que el hermano no de sangre de su amigo estaba apresado por tres alfas, no dudó en tomar su lugar también.

— Kagamin... ¿Qué haces aquí, con estos dulces amargos y feos?—preguntó Atsushi acariciando los sedosos cabellos de Kagami.

— ¡Oye!—gritaron.

"¿Qué hago? ¿Qué hago? Dios del baloncesto dame un milagro" pidió Kagami.

— ¡Kagami Taiga! —se escuchó el rugir del rey de la selva. Todos pusieron los ojos en blanco, sabían perfectamente de quien era esa voz de líder.

"Te pedí un milagro... Espera, mierda" Kagami no dudó en darse una cachetada mentalmente, pues como dicen, cuidado con lo que se desea.

Los hermosos ojos singulares de Akashi Seijuro se fijaron en la hermosa figura que tenia frente -claro, quitando los molestos bultos de colores que tenía a su lado- con su escrupulosa mirada mando mil veces al infierno a cada uno de los milagirigillos, se podría decir que escribió sus sentencias de muerte, manipulando la hora, el día, la forma y donde morirían.

La tensión en aquel lugar era asombrosa, el silencio era grande, pero las miradas milagrosas se dirigían entre sí unos a otros. Por suerte (o se cree) Akira pasaba por allí.

"Oh vaya, un tigre enjaulado en el paraíso de los milagros. Bienaventurados sean los dueños de ojos carmín, porque reinaran regocijados en riquezas, pasión y desgracia. Después de todo, casi todos saben querer, pero pocos saben amar" la conciencia de Akira hablaba por sí sola, cuando la suela de sus zapatos de dirigían para cuidar a cierto cachorro tigre, la sombra apareció para reclamar a su luz, la luz que confía en él y que nunca dejaría.

La cabellera color cielo apareció entre las grandes presencias de su ahora enemigos.

— Kagami-kun, debemos irnos, se nos hace tarde para nuestro día juntos—Kuroko tomó la mano de su luz en símbolo de pertenencia.

Aomine tomo una parte de la camisa que llevaba Kagami, Kise se abrazó a su cintura, Midorima tomó su otra mano, Akashi abrió espacio y lo tomo del otro brazo, Murasakibara, quien era el más alto, lo tomo del collar que simboliza el lazo con Tatsuya.

Solo queda esperar, que carta tomara Kagami para librarse de aquellos milagros asfixiantes. La jugada decisiva que el tigre de Seirin tomaría para no morir ahogado de una posible confrontación milagrosa.

 


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