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Don't go away por Rui NekoTenshi

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Notas del capitulo:

Bueno, aquí les dejo algo de dulzura de esta pareja. Confieso que es el primer fanfic que publico (pero no el primero que escribo), así que agradecería sus opiniones. Antes de nada debo aclarar que en este oneshot utilizo la idea de que Yaku suele ayudar a Lev con los estudios; por eso aparece en el resumen como "un suceso cotidiano". Para más información, leer las notas finales.

Haikyuu!! Y todos sus personajes le pertenecen a Haruichi Furudate; yo solo los utilizo para mi disfrute personal (y también el ajeno, espero).

Y sin más, los dejo leer

El sonido de la pelota botando resonó en el gimnasio. Un chico alto, de cabello gris y ojos verdes, siguió la pelota con la mirada mientras recibía nuevamente un golpe de cierto pequeño castaño a modo de reprimenda.

-¡Lev! Te tengo dicho miles de veces que tienes que corregir tu posición a la hora de recibir

-Lo siento Yaku-san.

Un aura peligrosa rodeó al castaño al instante y Lev se alejó para evitar las consecuencias de su furia. A pesar de haber mejorado su juego en los últimos meses, sus recepciones seguían siendo las peores del equipo. Ese era el motivo de que se encontrase practicando durante el fin de semana con la ayuda de Kuroo, Kenma y Yaku. Pero en aquel momento había cometido un error distinto, y había sido olvidarse de que Yaku estaba en un curso superior (el castaño seguía sin ceder en eso). Por suerte, Kuroo logró calmarlo y pudieron continuar con el entrenamiento.

A pesar de ser un bloqueador central, los remates de Kuroo eran impresionantes a ojos de Lev, y al ser ambidiestro solo le ponía las cosas más difíciles. Sin embargo, el medio ruso hizo un buen papel al seguir las instrucciones de Yaku al pie de la letra y evitó que casi todos los balones se fueren contra el suelo. Yaku sonrió ligeramente al ver este progreso y Kuroo interrumpió la práctica alegando que ya era suficiente.

-Vaya Lev, parece que estás mejorando. Es probable que puedas jugar el siguiente partido. A este ritmo, incluso podrías superar al enano de Karasuno.-dijo Kuroo haciendo referencia a Hinata (con quien Lev se llevaba de maravilla, a pesar de todo).

-¿De verdad?-los ojos verdes del bloqueador central brillaron por la emoción.

-No le des falsas esperanzas Kuroo, aún le falta mucho para alcanzar el nivel de Shoyo.-dijo Kenma con su tono monótono habitual. Este comentario bajó mucho los ánimos de Lev.

-Aún así es cierto que ha mejorado, ahora al menos escucha lo que se le dice y evita que el balón caiga más que antes.-dijo Yaku por sorpresa. Todos los presentes se le quedaron mirando sorprendidos.

-Yaku, no es propio de ti estar diciendo esas cosas, y menos de Lev. Casi podría considerarse un halago.-comentó Kuroo. El medio ruso aún estaba en shock por el comentario del líbero, pero se lo veía muy emocionado.

-No digas tonterías, solo he dicho la verdad, nada más.-dijo Yaku mientras se alejaba para recoger el gimnasio con un ligero sonrojo que solo Kuroo y Kenma advirtieron. Kenma fue inmediatamente a coger su teléfono y al ver la hora su rostro cambió ligeramente.

-Kuroo.-llamó el rubio haciendo una pequeña señal a su amigo. El mayor asintió y se dirigió a Yaku, pero solo Lev se percató del intercambio de miradas entre sus compañeros de equipo.

-Oye Yaku, ¿te importa si os dejamos solos para recoger el gimnasio? Kenma y yo nos meteremos en problemas si nos retrasamos más.-preguntó el pelinegro a su amigo.

-Claro, no te preocupes.-el líbero había detectado rápidamente la pobre excusa de su compañero; pero realmente él sabía la verdad sobre esos dos, así que no le importó.

Lev juraría haber visto una pequeña sonrisa en el rostro de Kenma antes de que se fuese con Kuroo y eso solo aumentó sus dudas. La verdad era que desde hacía un tiempo, el chico sospechaba de la relación que mantenían su capitán y el armador, y aquella escena solo había servido para alimentar sus sospechas sobre si esos dos no serían más que amigos de la infancia. Apartando esos pensamientos de su cabeza, se apresuró a ayudar al líbero a recoger antes de que el castaño lo volviese a golpear por ignorarlo (Yaku estaba llamando a Lev para que lo ayudase). Tras recoger el gimnasio y cambiarse, Yaku detuvo a su compañero antes de que se fuese.

-¡Lev, espera!

El middle blocker se detuvo y se giró hacia su compañero.

-¿Ocurre algo Yaku-senpai?

-Verás, ayer, cuando fui a ayudarte a estudiar para los exámenes... ¿Recuerdas si me dejé un libro en tu casa?

El medio ruso hizo memoria y recordó que aquella mañana le había parecido ver un libro extraño entre sus cosas.

-Creo que sí, recuerdo haberlo visto.

-Lo sabía...

-Lamento no haberlo traído, pero se lo puedo entregar mañana...

-No, lo necesitaba para hoy... ¿Te importa mucho si voy a tu casa a buscarlo? De verdad que es urgente.

El middle blocker se puso nervioso.

-C...Claro, no hay problema.

El trayecto a casa fue especialmente largo para el chico de ojos verdes, aunque confiaba en que no se le notase. Le asustaba que el castaño se percatase de las reacciones que le provocaba; que supiese lo que sentía a su lado... Por otro lado, el castaño estaba extrañado de lo calmado que iba su compañero; normalmente no perdía su ruidosa alegría, excepto cuando se ponía serio en los partidos; aunque no pensaba decir nada. Para una vez que Lev estaba calmado, no iba a ser él quien arruinarse el milagro. Sin embargo, a medida que avanzaba el tiempo, el castaño fue echando de menos el comportamiento normal del medio ruso; aunque nunca lo admitiría en voz alta. Al llegar a casa del mayor, el castaño estaba seguro de que algo le pasaba al chico de ojos verdes y estaba decidido a averiguar qué era exactamente lo que le tenía de ese modo. Sin embargo, otro asunto ocupó su mente en cuanto entraron en casa del mayor, y era el silencio que reinaba en el hogar. Recordaba que el día anterior también había advertido lo mismo y Lev había dejado caer que sus padres no pasaban mucho tiempo en casa; por lo que la mayoría del tiempo estaba solo con su hermana (quién, por cierto, había aparecido en el momento menos oportuno). Pero aquel día ni siquiera la joven estaba en la casa y Lev supo la razón al entrar en su cuarto: Alisa le había dejado una nota pidiéndole disculpas y explicándole que había salido con unas amigas y pasaría el día con ellas. El rostro del medio ruso se ensombreció aún más al leer la nota. Yaku logró echarle un vistazo furtivo y no pudo evitar sentir un pinchazo en el pecho (no sabía si de pena o de dolor) al comprender que el middle blocker se quedaría en soledad al irse él. Lev hizo la nota a un lado localizó rápidamente el libro de su compañero, entregándoselo al instante; sin embargo, el menor no hizo en ningún momento ademán de coger el libro.

-¿Sabes? La verdad es que tengo algo de tiempo; así que supongo que podría volver a ayudarte, ya sabes, para asegurarnos de que apruebes.-dijo el castaño apartando la mirada y sonrojándose levemente.

El mayor tardó un rato en asimilar sus palabras, pero en cuanto lo hizo volvió a ser el mismo chico excesivamente alegre de siempre.

-¡Muchas gracias Yaku-senpai!-dijo al tiempo que lo abrazaba. El castaño lo empujó para apartarlo, como siempre.

-N-No es necesario que te pongas así. Si suspendieses no podrías jugar y eso reduciría mucho nuestro poder ofensivo; solo lo hago por el bien del equipo.-dijo el pequeño, aún ligeramente sonrojado. A pesar de estas palabras, el ánimo del mayor no decayó ni un ápice. Durante la sesión de estudio, Yaku tuvo que explicarle algunos términos, pero Lev se esforzó en hacer todo lo posible él solo lo máximo posible mientras Yaku estuvo casi todo el tiempo leyendo el libro que había ido a buscar, que se trataba de una novela de la que se examinaría a la semana siguiente. El castaño no se percató, pero Lev le echó miradas de reojo varias veces, pero apartaba la mirada rápidamente, sonrojado. De pronto, se le ocurrió una idea y comenzó a escribir en una hoja en blanco.

Cuando el sol comenzó a ocultarse, Yaku se percató de que tendría que irse en seguida si quería evitarse una bronca de su madre; de modo que el chico ruso lo acompañó a la entrada y lo despidió mientras lo veía alejarse.

Yaku se sintió frustrado. Se había propuesto averiguar qué era lo que hacía actuar de manera extraña a su compañero, pero había terminado por no hacer nada. Se planteó volver y preguntarle para resolver sus dudas; pero realmente le caería una buena bronca como se retrasase más en llegar a casa. Para su sorpresa, su madre no dijo nada sobre su tardanza; simplemente le avisó de que la cena estaba lista. Sin salir de su sorpresa, el castaño fue escaleras arriba para dejar la mochila en su habitación antes de bajar y encontrarse con una estupenda cena en la mesa. Yaku seguía sin entender por qué su madre no estaba enfadada hasta que esta habló justo antes de que él subiese a su cuarto.

-Por cierto, antes ha llamado tu amigo Kuroo.-Morisuke sintió un escalofrío; nada bueno podía salir de una conversación entre el pelinegro y su madre.

-¿En serio? ¿Y ha dejado algún mensaje?-preguntó tratando de ocultar su nerviosismo.

-Bueno, algo así. Me ha pedido que te dijera que te desea mucha suerte con “ese tema”.

Yaku se puso rojo, no sabía bien si de vergüenza o de ira; pero sabía perfectamente que Kuroo lo había hecho a propósito, al igual que sabía cuál sería la siguiente pregunta de su madre.

-¿A qué se refería exactamente cariño?

-A...A nada mamá; ya sabes cómo es Kuroo, le gusta molestar a la gente con sus historias.-se excusó Yaku, sabía que a su madre siempre le valía esa excusa y que nunca hacía más preguntas; pero aquella vez fue la excepción.

-A propósito, creo que Kenma estaba con él; me pareció escuchar que decía algo sobre ti y ese chico ruso... Lev.

Entonces entró en pánico. No le costaba nada hacer que su madre se olvidase de las tonterías de Kuroo, pero Kenma era otra historia. Su madre lo conocía y sabía bien que era un chico muy serio, de modo que tomaría en cuenta lo que el rubio dijese. Para su suerte, su móvil sonó en ese momento y el castaño salió disparado escaleras arriba para contestar sin mirar a quién fuese que lo hubiese salvado de aquella comprometida situación.

-¿Si?

-Vaya, has contestado más rápido de lo que pensaba, Yaku.-le contestó una voz que él conocía demasiado bien. Yaku se irritó inmediatamente al oírla, no se esperaba que la persona que lo salvó de aquel lío con su madre fuese precisamente quien lo metió en aquel lío.

-¿Qué quieres Kuroo?

-Hmmm, suenas enfadado. ¿Será que llamo en un mal momento?-preguntó el pelinegro con sarcasmo. Yaku estaba a punto de explotar, pero alguien más se le adelantó al otro lado de la línea.

-Kuroo...-la voz de Kenma se escuchó muy débil, pero fue suficiente para que ambos chicos se tranquilizasen y pensasen antes de hablar.

-Gracias Kenma...-susurró el castaño, que sabía de sobra que el pelinegro tenía activado el altavoz, por lo que el rubio podía escuchar su conversación y había esbozado una pequeña sonrisa al escuchar sus palabras.-Vale Kuroo, ¿ahora me puedes explicar qué es lo que quieres? ¿Y por qué antes has llamado a mi madre?

-Oh, ¿debo entender que te ha dado mi recado? Eso significa que estás en casa...

-¿Y dónde más iba a estar?

-En casa de Lev.-respondió de nuevo la voz del rubio. Yaku se sonrojó, no podía creer que el menor también lo molestase con eso. Al parecer comenzaban a pegársele alguna de las costumbres de Kuroo. El castaño abrió la boca para soltar la explicación de siempre, pero el pelinegro se le adelantó.

-Espera, ¿vas a volver a excusarte con lo de que no tienes nada que ver con él?-Yaku se sorprendió al oírle decir lo que tenía pensado explicar.-Me has soltado esa excusa demasiadas veces, ya me la sé de memoria. Escucha Yaku, tú nos descubriste a nosotros y nosotros nunca te hemos negado ese asunto; pero tú deberías dejar de negártelo a ti mismo.

-¿A...A qué te refieres?

-Sabes perfectamente de qué estoy hablando. Espero que por una vez sigas mi consejo, pero de ti depende el aprovechar esta oportunidad o no.-Y sin más, Kuroo cortó la llamada.

-¿Crees que estará bien diciéndole solo eso?-preguntó Kenma sin despegar los ojos de la pantalla de su consola.

-Seguramente sí; lo único que necesita es un pequeño empujón, igual que lo necesitamos nosotros en su momento.-respondió Kuroo con tranquilidad.

-No recuerdo que tú necesitases ningún empujón para lanzarte.-dijo Kenma esbozando una pequeña y sospechosa sonrisa.

-Contigo me hacía falta eso y más.-le respondió el pelinegro.

-¿De verdad?-preguntó el rubio apagando la consola y entrelazando las manos por detrás del cuello de su amigo.

-No.-dijo el mayor pegando el cuerpo del menor más al suyo- Te conozco a la perfección, sabía que me aceptarías.-añadió antes de cerrar los labios del rubio con los suyos.

Yaku se quedó en blanco tras la llamada de Kuroo, pero en seguida salió de su estupor y decidió sacar los libros de la mochila. Sin embargo, al sacar sus cosas, un papel cayó de una de sus libretas, captando su atención. El castaño lo recogió y vio que se trataba de una nota dirigida a él, pues en uno de los lados estaba escrito su nombre con una letra que conocía bastante bien; se había pasado la tarde observando cómo se extendía a lo largo de un cuaderno. Curioso, comenzó a leer.

“Yaku-senpai,

Realmente no sé muy bien cómo decir esto; pero no puedo guardármelo más. Desde hace un tiempo me siento extraño cada vez que cierta persona me habla o se acerca a mí, y reconozco que me emociono en exceso cada vez que me dedica algún elogio. Realmente me pongo muy nervioso con esa persona cerca, a pesar de que ella parece no percatarse de mis sentimientos.”

Pero, ¿por qué me cuenta esto a mí? Si yo no tengo nada que ver en esto... pensó Morisuke un poco dolido. A pesar de esto, continuó leyendo.

“Sin embargo ya no puedo ocultarlo más, de modo que aprovecharé para confesarlo ahora que he reunido el valor; antes de arrepentirme por haberlo echado todo a perder. Me gustas. Hace bastante que me di cuenta de que estoy enamorado de ti; pero nunca dije nada por miedo al rechazo. Sin embargo este secreto me estaba pesando demasiado, no podía seguir ocultándote mis sentimientos. No espero una respuesta a esta confesión; lo entenderé si me rechazas y me pides que me aleje de ti, y prometo hacerlo. Juro que me alejaré de ti y no volveré a molestarte con tal de que no me odies, porque eso es algo que nunca podría soportar.

Lev Haiba”

Yaku no pudo apartar la vista de la nota hasta que sintió cómo su rostro se humedecía y se percató de que las lágrimas habían comenzado a caer de sus ojos sin que él se diera cuenta. Tras un momento pensando, alzó la mirada y miró por la ventana: estaba lloviendo a cántaros. Esbozó una sonrisa amarga, al parecer ahora le debía una a Kuroo. Cogió su chaqueta y salió de casa.

Lev cerró la puerta de su cuarto sintiéndose estúpido. Se había empezado a arrepentir de su nota en cuanto perdió de vista al castaño, pero ahora ya no había nada que pudiese hacer al respecto; tendría que resignarse a alejarse del chico. En ese momento oyó cómo alguien tocaba el timbre. Se preguntó quién sería a esas horas y con esa tormenta. Tal vez fuese Alisa, pero eso no tenía sentido porque su hermana tenía las llaves. Cuando abrió la puerta, se sorprendió ante la escena que tenía frente a él. Ahí fuera se encontraba Yaku, empapado de pies a cabeza y casi sin aliento después de haber recorrido corriendo todo el camino hasta el lugar. En la mano derecha llevaba la carta de Lev que, milagrosamente, apenas había sufrido los efectos de la lluvia. El middle blocker se había quedado sin palabras, no comprendía qué estaba pasando, ni porqué estaba el castaño allí. De pronto, el líbero alzó la carta frente al rostro del medio ruso y, aún jadeando debido al cansancio de haber corrido bajo la lluvia, formuló una pregunta:

-¿Es cierto?

-¿Q...Qué?-preguntó Lev aún confundido.

-¿Es cierto lo que dices aquí?

Lev se dio cuanta entonces de que el menor sostenía la carta que él había escrito y le había metido en la mochila aquella tarde y pensó que había venido a reclamarle por lo que le decía en aquel trozo de papel; por lo que bajó la mirada, desanimándose.

-Sí, es cierto. No es necesario que me diga nada; prometo no volver a acercarme y también no volver a molestar.-dijo mientras se daba la vuelta. Sin embargo, Yaku lo agarró de la manga izquierda y él se detuvo al notarlo, mirando hacia atrás. Yaku mantenía la mirada baja y mostraba un ligero sonrojo, casi imperceptible.

-Y...Yo...Yo también.

-¿Qué?-repitió Lev, confundido de nuevo. Yaku alzó la mirada.

-Creo que también me gustas, así que no quiero que te alejes.

Lev abrió los ojos con sorpresa y se dio la vuelta para abrazar al menor y arrastrarlo dentro de la casa. Al castaño le pilló por sorpresa, pero también se aferró a su compañero. El middle blocker se separó por un momento para cerrar la puerta y arrinconar al pequeño líbero contra ella antes de acercar lentamente su rostro al contrario y cerrar los labios del castaño con los suyos antes de que este pudiese emitir alguna queja. El menor se estremeció, pero en ningún momento pensó en alejarse, al contrario, se pegó más al cuerpo contrario y respondió a la iniciativa del mayor mientras se sonrojaba y se dejaba llevar. Lev agradeció el hecho de haber reunido el valor para escribir aquella nota que escondió entre los libros de su compañero y Yaku agradeció en silencio a Kuroo y Kenma, sobre todo al primero; porque de no ser por ellos jamás habría aceptado sus propios sentimientos ni habría tomado la decisión de salir de casa en plena tormenta; y gracias a todo eso su historia había comenzado.

Notas finales:

Espero que les haya gustado este desvarío que pasó por mi mente y que corregí unas 100 veces (exagero, pero en verdad reviso mucho las cosas antes de darlas a conocer). Este oneshot está dedicado a Izzy, una gran amiga mía con la que "conspiro" sobre este fantástico anime y manga. Fue ella la que me pidió esta pequeña historia; pero basta, sé que no quieren que los aburra con mi vida.

Si les gustó dejen sus opiniones, y si no... pues también; soy nueva y necesito crecer a base de reviews (pero solo críticas constructivas, please).

Nos veremos en el próximo fic (porque no duden de que habrá un próximo fic), bye!


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