Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Childhood Memories ~ por BicthLVL100

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

POV'S Samuel ~

Empezar el riesgo que trae consigo un romance siempre es sencillo; Tener sentimientos de amor, pensamientos agradables, es fácil para cualquiera. El verdadero reto es mantenerlos a lo largo del tiempo.

La gente se me acerca con rapidez, hasta ahora las mujeres que han tocado a la puerta de mi vida solo han sido unas oportunistas; Perras sedientas que rastrean hasta el más pequeño rastro de mi dinero, con la vida que llevo es fácil darme el lujo de quedármelas un poco tiempo.

Pero pronto (yo diría que demasiado) deciden que estar cerca de mi es demasiado para ellas, porque la energía que irradio, la pasión que entrego de vez en cuando y las caricias falsas pronto se transforman en un fuego que las consumirá hasta morir. Al final no me importará, porque ninguna de ellas significaría nunca nada para mí en realidad, besos vacíos y noches de pasión fingidas...

Pero con él es distinto, perdido, débil y vulnerable pero aun así es tan terco. Ese niño, ese chiquillo... mi mocoso.

Si soy honesto, hubo varias ocasiones en las que de verdad lo intenté, en las que traté de ir más lento para encontrarme de frente con el supuesto "amor" que se decía, era lo mejor del mundo.

Las cosas no fueron sencillas, el dinero cambia a la gente y dentro de este negocio no puedes fiarte de nadie por nada; No podía dejar que nada me detuviera para llegar a la cima y el amor no iba a ponerme las cosas más fáciles, así que solo lo ignoré.

Soy el tipo de persona que se ha tropezado varias veces y se ha tenido que levantar con la cabeza en alto. Un sujeto que no se deja manipular tan fácilmente, que no le gusta que alguien me haga de lado, soy alguien que pelea, amante de las armas y con una puntería perfecta...

Soy el tipo de persona que cuando quiere algo, no le importa mover mar y tierra para alcanzarlo. Y lo que quiero ahora mismo es el amor de este chiquillo, a como dé lugar; Quiero protegerlo, deseo tenerlo a mi lado hasta el resto de mi vida y que, con suerte pueda recordarme, aceptarme y quererme como una vez hace nueve años lo prometió.

− ¿Guillermo?... – aquella mañana desperté solo entre mis sábanas; a diferencia de mis anteriores amantes que esperaban ansiosas para tener mi atención a la primera hora del día.

El sol se asomaba débilmente por entre las cortinas y el golpetear del viento contra los cristales llamaron mi atención; Un mal presentimiento vino a mí al notar que el chiquillo se había ido.

− Joder – extraño, curioso; me levanté de la cama y busqué mis pantalones sobre el suelo para dar un vistazo. Ahora que lo pienso ¿no había pasado esto antes?

Mi precioso y doloroso deja vú; ahí viene la conciencia y el dolor.

Guillermo es uno de mis recuerdos más lindos, esos que no se olvidan; sus ojos, su cara y su voz. Son el tipo de recuerdos que me sacan una sonrisa cada vez que vienen a mi mente, y esos que me hacen sentirlo todo, una vez más. Las risas, las charlas y los momentos.

Sin embargo, también es de mis recuerdos más oscuros, los más dolorosos y tristes; El tipo de secreto que, cuando viene a mi cabeza es inevitable sentir una punzada de culpa atravesar mi mente directo al corazón y lágrima caer sobre mi mejilla. Nostalgia, más culpa de la que podía imaginar; lo que hice con él no tenía perdón.

Guillermo es de esos recuerdos que traen a mi mente cosas del pasado que quisiera tener en este momento; Los amigos, mi viejo hogar... mi vida.

− ¿Qué estás haciendo ahí? – pregunté cuando me topé finalmente con él.

Detrás de mi escritorio, dentro de aquella habitación a la que solía usar como despacho; El piso se encontraba hecho un desastre con todos los papeles y carpetas regados sobre la alfombra, los libros estaban tirados y desordenados sobre la repisa junto con todas mis demás cosas.

Abrió mis cajones de golpe, sin importarle lo que pudiese caer, plumas, lápices y demás objetos fueron revueltos por sus nerviosas manos en su intento desquiciado por encontrar algo para solventar su toxina.

− Buscando, yo... tengo que volver a casa – respondió.

Titubeante, su voz seguía algo tímida y estresada; pero a diferencia de la noche anterior podía verse mucho mejor. Sus ojos aún estaban nerviosos, la manera en que me miró al entrar dejó en claro que aún no estaba del todo bien.

− Dije que quería quedarme contigo, Guillermo... − respondí, intentando acercarme.

Abriéndome paso entre el desastre, por un momento pude ver de nuevo aquella expresión inocente e insegura sobre sus pequeños ojos negros. Temblando, sus ropas estaban puestas de manera torpe, como si apenas pudiera haberse vestido por sí mismo; su sudadera oscura estaba mal cerrada y la tela de sus pantalones estaba al revés.

Se abrazaba a sí mismo, como si intentara protegerse de todo a su alrededor; recargado contra las paredes oscuras, su mirada cayó al suelo sobre sus propios pies cuando mis manos lo volvieran a tocar.

De cierta manera lo logré, volví a tener a ese pequeño niño en mis manos... volví a hacerle temer de mí, conseguí hacerlo temerme una vez más.

 

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

 

Samuel se acercó hasta el más pequeño, tomándolo por sus hombros con suavidad, intentó hacerle mirar a sus ojos. Quiso tomarlo en sus brazos y abrazarlo, tranquilizarlo y decirle que todo iba a estar bien, pero incluso él sabía que a estas alturas aquella "recuperación" no sería nada fácil.

− No lo entiendes, de verdad ¡Tengo que fumar! – entonces él gritó.

Empujándolo nuevamente, haciéndolo a un lado con la brusquedad necesaria para hacerle chocar contra el escritorio y que de este cayera aquella pequeña caja oscura; Tallada en madera de pino, habanos cubanos, costosos donde hacían falta ya unos cuantos.

− ¿Cuántos tomaste? – preguntó, sin respuesta alguna de por medio − Mientras menos estés consumiéndolo más fácil será dejarlo – no era como que le molestara; sin embargo, Guillermo parecía comenzar a alterarse.

− ¿Quién dijo que quería dejarlo? – una mueca se dibujó en sus labios − Me gusta, puedo comprarla y tú me la vendes – y nuevamente ese tono irónico y payaso apareció entre sus palabras hirientes.

Lastimándose a sí mismo con cada comentario, haciéndose a sí mismo de menos, dañaba mucho más que su autoestima; despedazaba las ilusiones del adulto de poder tenerlo finalmente a su lado.

− ¿Siempre compras droga con tu cuerpo? – el criminal preguntó.

Y aquella mirada fría se dirigió a la del chiquillo; era justo, en una forma retorcida y casi enferma, el capo sabía que lo merecía, pero aun así...

Él lo había amado aun después de todo el tiempo, lo había amado en todas las veces en las que le rechazó un beso y la razón por la cual ahora era imposible tomarlo sobre sus brazos como quisiera.

El amor del hombre había sido pobremente escondido dentro de lo más profundo de su alma, detrás de malos recuerdos y cosas que deseaba olvidar; Sorprendentemente aun así había ido creciendo con cada sonrisa plasmada en sus fantasías, en sus memorias... también con cada herida.

− Solo cuando lo necesito – respondió, y relamió sus labios con hipocresía al notar la actitud enfadada de su acompañante − Tu no pareces un buen vendedor... − lanzando aquella mirada venenosa y burlona que despertó a los limites dentro de Samuel.

Sus dedos se aferraron con ira hacia sus hombros, tomándolo con brusquedad para acercarlo de nuevo a él.

− ¡Deja de actuar así! Deja de ser un... − gritó, directo en su rostro, sus ojos histéricos se encontraron con los del pequeño cretino mientras zarandeaba el pequeño cuerpo entre sus manos y estrés.

− ¿Un qué? – Guillermo volvió a retarlo; Samuel sabía que estaba comenzando a alterarse, y que de nada serviría comenzar una pelea, sin embargo, esta vez el adulto simplemente no pudo solo callarse.

− ¡Como un puto egoísta! – y su voz no paró − Tus padres no te criaron para que pagaras así, dejando la escuela, abandonándolo todo por una porquería que no hace más que fundirte el cerebro – no a mucha gente le gusta que le digan las cosas de frente, y para su infortunio, Guillermo era una de esas.

Sacudió sus hombros, el más joven pudo sentir como el calor de sus dedos se marcaba sobre su piel cuando aquel molesto discurso hacia su aparición; Enojado, era molesto incluso para el chiquillo que pensó que era estúpido dejar que un traficante le dijera lo que podía o no hacer con su vida.

− Deja de hablar como si me conocieras, como si de verdad te importara... − fue su única respuesta − Querías mi culo, te lo di ¡Ahora dame algo para fumar o déjame ir! – golpeó con fuerza los brazos que lo sujetaban, retrocediendo con aquella furia defensiva en sus ojos. Su cuerpo finalmente chocó contra el frio de la pared haciendo que le fuese imposible huir.

− No lo entiendes, maldita sea no entiendes nada... − gruñó, dándole la espalda mientras intentaba tranquilizarse solo un poco.

Impotencia, mesclada con ira y la inexperiencia de tener que lidiar con alguien tan terco y testarudo como el pequeño; Samuel sintió su cabeza a punto de explotar, por su mente había pasado simplemente decirle las cosas... pero muy en el fondo él deseaba que no lo pudiese recordar.

Porque recordar el pasado a su lado significaría recordar el daño que le hizo, y eso era algo a lo que Samuel no estaba listo para enfrentar.

− ¡Exacto! – Guillermo dijo − ¡No entiendo un carajo de lo que está pasando aquí! – a estas alturas estaba tanto, o mucho más confundido que el hombre frente a él.

Hacia solo un par de días estaba simplemente en su casa, sin problemas y discusiones, pero ahora... ¿Cómo había logrado meterse en esto?

− Es una lástima, una verdadera lástima... − la voz del adulto volvió a hablar.

Esta vez siguió con su mirada fija hacia la puerta; la presencia indiferente de su espalda hizo que dentro del menor entrara un sentimiento malo, sabía que algo bastante jodido estaba a punto de pasar.

− No voy a darte marihuana, puedes quedarte con esos sí quieres, pero no volverás a tocar un solo pedazo de esa porquería. No mientras estés aquí conmigo, y planeo que eso sea un muy buen rato ¿entendido? – y al igual que un tirano, Samuel dictó aquella sentencia a Guillermo.

− No, espera... − dijo, corriendo tras el hombre después de escuchar aquello.

Tomó su brazo entre sus manos, obligándole así a mirarle nuevamente; fue entonces cuando aquella expresión suplicante volvió a dibujarse en su rostro.

− Samuel, por favor... − al igual que un lobo con piel de oveja. Era casi a propósito, de hecho, le costó no suplicar. No podía pasarle, no podía estar más tiempo sin sus cosas, no sin volverse loco de por medio.

− ¿Por qué tienes que hacerlo tan difícil? – él solo suspiró, y en contra de todos sus pensamientos hasta ahora, Samuel rechazó el toque de su niño con indiferencia.

− Voy a salir un rato, también buscaré algo para tu problema. Intenta no hacer un desastre ¿quieres? – empujándolo de su lado.

Atravesó el resto de la habitación en completo silencio, ni un grito, gruñido o pataleo por parte del joven que solo se quedó estático ante la actitud indiferente del mayor.

¿Qué era lo que estaba sucediendo aquí?

 

POV'S Guillermo ~

Siempre estoy en medio de la nada, siempre he estado solo y aun rodeado de millones de objetos, de dinero y personas no puedo dejar de sentirme como un simple niño abandonado.

Retomemos esto al inicio, cuando todo esto empezó...

Desde que vine a este mundo, dentro de una mujer con una historia demasiado común; Su ambición fue mucho más fuerte que todo el amor y las promesas que alguna vez me hizo.

Un corazón roto, una mujer triste que crio un niño que en realidad solo le recordaba el error que cometió; quizás esa fue una de las razones por las cual, la mayor parte del tiempo se negaba a mirarme, es en esta parte de la historia que entra nuestra verdadera relación.

Mamá siempre fue una mujer directa, su hermosura se volvía siniestra y cruel cuando sus "consejos" y charlas iban hacia mí; me enseñó lo que de verdad era la vida... No confiar en extraños y no creer en la gente, mucho menos si son hombres.

Porque las bestias como esas no tienen vergüenza, ni sentido del cinismo y harán lo que sea para apoderarse de ti y tu cuerpo... triste pero cierto, perturbador y extraño si piensas que me lo dijo cuando tenía unos cuatro o cinco años.

− ¿Qué rayos le sucede? – me pregunté a mi mismo después de terminar solo de nuevo en la habitación.

Samuel había decidido simplemente irse de ahí, ni siquiera me miro o se interesó de nuevo en mi cuando me le insinué hace unos minutos. Mi cabeza dolía, lo suficiente para no saber lo que estaba ocurriendo a mi alrededor, por lo menos no con la claridad necesaria; Sabía que tenía que salir de ahí, pero ¿Cómo?

Yo había pasado la mayor parte de mi vida confinado en un sitio tan parecido a este; gozaba de mi propia jaula, mi preciosa y pequeña jaula de oro en la cual nadie pudo dañarme, en la cual pasé mi vida divirtiéndome con mi soledad...

− Mierda, tengo que salir de aquí... − dije, buscando salir de ese lugar.

Normalmente no paso mucho tiempo en mi casa, no me gusta estar solo ni mucho menos encerrado a cuatro paredes. Rodeado de lujos, atenciones y todo lo que pueda tener, hace que me ponga tenso, ansioso y algo histérico ahora que no he podido fumar.

No es mi culpa estar en estas condiciones, juro por mi vida que en ningún momento planee convertirme en un saco de histeria ambulante.

Pero no es como si pueda hacer algo al respecto; La necesidad vivía en mí, como una constante pero relajante forma en la que todo lo que alguna vez hice mal y de lo que puede llegar a salir mal se borrara y convirtiera en pensamientos agradables de mi pasado.

Al principio no fue nada por lo cual estresarse; sin embargo, conforme pasaba el tiempo, aquellas memorias comenzaban a hacerse más fuertes, y la debilidad de mi mente se hizo de lado para traer consigo pensamientos realmente importantes, y que de hecho me hacían feliz. Sin embargo, como consecuencia aquella droga me arrastró con todas sus fuerzas hacia el fondo de uno océano de perdición en el que cada vez que intentaba llegar a la superficie mi corazón se aceleraba, mi respiración se agotaba y mi cuerpo no quería luchar más... entonces volvía al fondo.

Es fácil para alguien más decirlo; es fácil señalar a alguien y culparlo por verle en donde esta y en las condiciones en las que se encuentra "Pobre desgraciado, él se lo ha buscado". La gente suele hablar como si supiera sobre el dolor de los demás, se dan el lujo de opinar sobre la vida de los otros cuando no pueden con la suya.

− Debe de haber algo por aquí que me ayude a salir, o algo que pueda fumar – apenas y logré volver a la sala principal aquella enorme puerta de madera se presentó ante mí en todo su esplendor.

Sería más que imposible atravesarla si no tenía una motosierra de por medio, así que decidí continuar con mi expedición por la sala y deambular entre los libreros y estantes; hurgando como un vil ladrón entre cada cajón, entre cada lugar.

No sabía a donde había ido ese hombre, tampoco lo que me pasaría cuando regresara; no era como si realmente me importara. Se acostó conmigo, y eso puede darme una idea de lo que pasará de nuevo esta noche si no consigo fumar algo.

Los habanos habían sido de ayuda, solo un poco. Un sabor amargo y fuerte que dejó su olor inmundo en mis ropas y manos; Sin embargo, no eran igual, nada se comparaba con aquella sensación pacífica y relajante, nada a excepción de...

− Samuel... − mis labios susurraron su nombre por sí mismos.

Nunca nadie me había hecho sentir lo que él, la manera en que me besaba; Era pasión combinada con tranquilidad, podía mover mi mundo aburrido y hacer atrás mis comentarios sarcásticos con sólo una mirada y entonces aquietarme con la misma.

Es extraño, pero a la vez tan familiar escuchar su voz decir mi nombre, escuchar todas las palabras que decía, como si de verdad le importara lo que fuera a ser de mi después de irme de su cama.

Cada que toma mi mano, cada que siento su toque en mi piel sentía como si él de verdad... un momento, Guillermo no; es estúpido solo pensarlo, alguien de su tipo es, tonto, demente el solo pensar que pudiese sentir algo hacia mí, es decir.

Lo acabo de conocer hace dos días, estas cosas no funcionan así... no con tipos como él. Sería demasiado pedir algo como un romance de verano con un traficante, aunque debo de admitir que no lo rechazaría.

− ¡Tengo que salir de aquí! – grité, cuando el último libro cayó sobre mis pies y el desorden a mi alrededor se hizo presente.

Ahí estaba yo en medio de una sala desordenada, sin nada más que mi histérica tormenta interna, mientras mis pensamientos nublaban mis acciones; perdido en mis propios pensamientos y sueños de adolescente, soy patético.

Suspiré, dando un último vistazo a mi alrededor, debía de haber algo en algún lugar de esta casa que pudiera utilizar; sin embargo, no podía simplemente andar por ahí haciendo desorden en todos los cuartos, llevaría mucho tiempo, y no se en que momento él vaya a volver a aparecer.

− ¿Su habitación? – a mí vino esa idea, misma que me hizo regresar sobre mis pasos hacia los pasillos a la alcoba donde habíamos pasado la noche anterior; para mi sorpresa, aquella solo era un cuarto de invitados, el verdadero sin embargo no podía estar tan lejos.

Subí por las escaleras, revisando habitación por habitación sin éxito hasta que finalmente diera con aquella alcoba a los finales del pasillo. Oscura, con un olor a pino que venía de las afueras, las ramas de los arboles golpeaban suavemente contra los cristales sellados de las ventanas.

Luz clara, cálida se colaba por las cortinas, dándome una vista clara y bastante amigable de la alcoba; mucho menos horrible de lo que había imaginado y más simple que lo que esperaría de un capo mafioso.

− Veamos... ¿Dónde guarda las llaves? – mi primer movimiento fue revisar la repisa detrás de la cabecera de su cama, sin éxito.

Continúe revisando cada pequeño cajón, sobre el escritorio, detrás de los cuadros e incluso entre las lámparas y dentro del closet de nuevo sin éxito, estaba comenzando a impacientarme.

Arrojé las ropas intentando buscar una puerta secreta detrás de la madera, cinturones, guantes y demás prendas salieron volando por los aires antes de que pudiese encontrarme con algo que de verdad llamara a mi atención de una manera algo más, personal.

− ¿Qué es esto? – encontré una pequeña caja de cartón, vieja y empolvada, en un estado algo deplorable debido al tiempo.

Lo pensé un par de veces antes de hurgar más, podían ser cosas personales, quizás recuerdos, o si tenía mala suerte unas arañas me saltarían encima; de cualquier forma, mi mente se encontraba demasiado concentrada en buscar un método de escape que solo continúe.

Papeles viejos, recortes de periódico y una que otra fotografía de él junto a otros sujetos cuando era más joven. Era extraño, se veía distinto, me atrevería a decir que se encontraba feliz; cuando sonríe incluso parece un buen sujeto.

− Un momento... − había algo más al fondo, un pequeño bulto blanco que sobresalía de entre los papeles.

Tiré de la tela, encontrándome con un peluche; un oso blanco, sonriente y algo sucio. Llevaba una corbata de moño verde adornándole el cuello y una sonrisa de hilo adornaba su rostro de ojos de botón negro.

− ¿Qué? – suave, esa figura es familiar, es casi igual al muñeco que... un momento.

 

"¡Dijiste que íbamos a estar juntos, dijiste que me cuidarías!"

"Tu mamá te extraña mucho y mi amiga va a regresarte con ella"

"Prométeme que te portaras bien..."

"Hasta luego mocoso..."

 

Alguna vez escuché a alguien decir que era conveniente olvidar el dolor, tenerlo presente solo sería angustioso; Sin embargo, recuperar la verdad merece ese sufrimiento. Desde hace mucho tiempo estoy en búsqueda de aquellos recuerdos felices que me hacían regresar al momento en que yo era alegre y nada me preocupaba, deseaba tanto tenerlos conmigo, y ahora finalmente estaban aquí.

Pero esta vez ellos vinieron, se presentaron a mi directamente sin nubes borrosas de por medio; estaban atacándome a la vez, logrando que el dolor en mi corazón volviera y las lágrimas brotaran casi al instante.

− Guillermo – el rechinido de la puerta detrás de mi llamo mi atención − ¿Qué estás haciendo? – ahí estaba él, ahí estaba Samuel.

El hombre que me secuestró, el hombre que tomó mi cuerpo la pasada noche, el hombre que robó mi inocencia; Puede que sea por la falta de la toxina en mi sangre, pero estoy empezando a perder un poco el control, creo que ya recuerdo, recuerdo el porqué de que olvidé todo lo que tenía que olvidar.

Estoy loco, creo que ha sido desde mucho antes de consumir aquella porquería; Me gustaría olvidar todo lo que pasé y esos hombres al igual que Samuel hicieron conmigo, lo he intentado, pero no puedo...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).