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Los sueños pueden hacerse realidad por Rui NekoTenshi

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Notas del fanfic:

Nuevo fic!! En esta ocasión es una idea muy random que se me ocurrió mientras estudiaba (a quién no le ha atacado la inspiración en esos momentos?). En principio iba a ser un oneshot, pero me gustó la historia que inventé para explicar cómo llegaban a esta situación y me pareció que sería buena idea extenderlo (también es muy típico, no?). Es mi primer lemon, no me juzgen demasiado.

Notas del capitulo:

Empezamos con un lemon Kagehina; porque la idea original era un oneshot lemon de estos dos. Sin embargo, como dije antes, la "historia de detrás" me gustó y decidí continuarlo. Sin embargo, quiero que la próxima pareja la elijáis vosotros; así que no olvidéis dejar una review.

Haikyuu!! Y todos sus personajes son propiedad de Haruichi Furudate; yo solo los utilizo sin ánimo de lucro para dar forma a las ideas de mi perturbada cabeza.

Se dejó caer pesadamente sobre la cama. Había sido una noche muy larga y solo sentía deseos de meterse bajo las mantas y dormir lo máximo posible. Y de “él”, siempre sentía deseos sobre “él”; pero hacía bastante tiempo que había logrado mantener reprimidos sus deseos sobre aquella persona. También era cierto que cuando tenía que reprimir sus deseos estaba despierto y en pleno uso de sus facultades; no medio dormido y con sus acciones nubladas debido a la cantidad de alcohol que había ingerido. De pronto, sintió un peso extra sobre la cama, justo a su lado. Mirando de reojo, pudo descubrir una silueta que le resultaba muy familiar ahí sentada. Trato de ignorarla, pensando que se trataría de una invención de su ebriedad; sin embargo, al enfocar un poco la mirada, pudo ver con claridad la rebelde cabellera anaranjada  que tanto había observado durante aquellos tres años. Entonces, no tuvo ninguna duda: ahí sentado se encontraba Hinata, en SU cama, en SU habitación. Parecía mentira que una situación con la que tanto había fantaseado por fin se hubiese hecho realidad; aunque en sus fantasías Hinata no estaba precisamente sentado a su lado en el borde de la cama sino en unas situaciones más... Comprometedoras. Por puro instinto, extendió un brazo hacia él y las puntas de sus dedos se encontraron, provocando que una corriente eléctrica sacudiera su cuerpo. Observó que Hinata también se estremeció durante un momento y, tras reaccionar, se dio la vuelta, dejándole ver aquellos ojos en los que tantas veces se había perdido mientras hablaban.

-Oh, de modo que ya estás despierto, Kageyama. Suga se había preocupado mucho por ti, pero yo le aseguré que me encargaría de que llegases a casa sano y salvo; aunque la verdad es que casi te caes un par de veces.-dijo el pelinaranja mientras se sonrojaba avergonzado por la última parte.- En fin, ahora que me he asegurado de que estás bien creo que será mejor que me vaya y te deje descansar.-añadió mientras se incorporaba. Sin embargo, el pelinegro lo detuvo sujetándolo del brazo. Hinata estaba muy sorprendido, pero no dijo nada mientras Kageyama se incorporaba y se posicionaba frente a él. Hinata pudo observar que la mirada del pelinegro era infinitamente más relajada que de costumbre y también apreció un ligero sonrojo, probablemente debido al alcohol. El mayor miró fijamente al pelinaranja mientras su mano se dirigía a su mejilla para acariciar su piel antes de colarse en aquellos rebeldes rizos anaranjados. El menor no hizo el menor movimiento, ese era un gesto típico de Kageyama mientras se encontraban solos. Cuando el pelinegro se había acercado a él de aquella manera por primera vez, hace ya tres años, él se había asustado bastante. Las acciones cariñosas de Kageyama eran algo nuevo para él y no pudo evitar pensar que el mayor pretendía algo más aterrador que simplemente acariciarlo. Aunque él no fuera consciente de ello, aquellos pequeños gestos lograban calmar bastante a Kageyama cuando sentía que los sentimientos que guardaba se desbordaban. Sin embargo, en esa ocasión no fue suficiente. En realidad, nunca era suficiente; pero aquella noche, con el alcohol silenciando su buen juicio, se sentía libre de hacer lo que quisiera. Y sus deseos tomaron el control de sus acciones. Arrinconó a Hinata contra la pared, como tantas veces había deseado hacer mientras guardaban el material del gimnasio y, por tanto, debían quedarse hasta tarde. Porque todas las veces que sus deseos se habían desbordado habían sido en aquellas ocasiones, con ellos dos solos, en el almacén del gimnasio, guardando el material. Y también en la sala del club, mientras se cambiaban. Cuantas veces habría deseado arrinconar a Hinata contra la pared y comenzar a besarlo como estaba haciendo ahora.

Hinata se paralizó. Lo estaba besando. Kageyama lo estaba besando. Y no solo eso, sino que él lo estaba disfrutando. Sabía que aquello no era correcto, ellos solamente eran compañeros, y una especie de amigos. Es cierto que eran muy cercanos y que se sentía a gusto estando al lado de Kageyama; pero eso no significaba que el mayor lo pudiese besar cuando le diese la gana, o que él disfrutase del momento mientras se dejaba hacer. Así que comenzó a resistirse. Trató con todas sus fuerzas de librarse de él, pero Kageyama lo tenía firmemente aprisionado contra la pared y él se desesperaba por momentos. Finalmente, cuando la falta de aire se hizo presente, Kageyama no tuvo más remedio que separarse de Hinata. El pequeño abrió la boca para comenzar a quejarse y a insultarlo, pero el pelinegro se le adelantó y cortó todas sus quejas con un par de palabras:

-Me gustas.-dijo Kageyama, porque en su imaginación también ocurría así: arrinconaba a Hinata contra la pared, comenzaba a besarlo, él se resistía, se detenía un momento a tomar aliento y cortaba todas las quejas del pequeño confesándose. Hinata se quedó en blanco, no supo cómo reaccionar ante eso.

-¿Q...Qué quieres decir?-preguntó dudoso.

-Quiero decir precisamente eso, me gustas. Ya sabes, no como amigo, sino en el sentido romántico. No sé cuándo comenzó esto, probablemente fue desde la primera vez que te vi en aquel campeonato de volley de secundaria; pero hace bastante tiempo que me di cuenta de que estaba completamente enamorado de ti.

Hinata volvió a quedarse en blanco, no sabía cómo reaccionar ante esa confesión.

-N...No sé qué decir.

-Solo dime si sientes lo mismo o no.

-No...No lo sé.

-¿Te disgusta cuando te toco?

-No.

-¿Te desagrada mi presencia constantemente a tu lado?

-No.

-¿Entonces? ¿Qué es lo que sientes?

Hinata no sabía cómo responder. Ciertamente, no le desagradaba la compañía de Kageyama, y se tranquilizaba bastante cada vez que lo tocaba, y en los momentos en los que su confianza flaqueaba, Kageyama siempre estaba ahí para ayudarlo a levantarse. Kageyama le provocaba demasiadas emociones; y por eso no sabía muy bien cómo debía responder a la pregunta.

-Siento muchas cosas. Cada vez que me tocas, me siento feliz y si comienzo a sentirme sin confianza, mi corazón hace “Gwaaaah!” cuando pienso que tú estarás siempre a mi lado; apoyándome. Y me siento muy raro cuando pienso que algún día conocerás a alguien y te irás de mi lado, es un sentimiento que hace que me duela mucho el corazón; es como una mezcla de tristeza y angustia, pero también me siento enfadado...

-Son celos.-sentenció el mayor.

-¿Celos?

-Estás celoso de la idea de que te pueda abandonar por alguien más.

-¿Y qué significa eso?

-Eso significa que me quieres.-dijo Kageyama sonriendo, pero no con una de sus aterradoras sonrisas; como la que ponía en los partidos. No, esta era una sonrisa de verdad, con una expresión muy dulcificada que hizo dar un brinco al corazón de Hinata. En ese momento, el pelinegro le parecía más atractivo que nunca. Hinata extendió el brazo hacia el rostro contrario.

-Me gusta cuando sonríes así.-dijo sin pensarlo. Kageyama se sonrojó un poco más.

-¿Qué más cosas te gustan?

El pelinaranja se lo pensó un momento.

-Me gusta ser el único al que le pasas la pelota de forma especial, me gusta ser el único al que le dejas ver facetas tuyas que nadie se imaginaría que tienes, me gusta saber que te quedarás a mi lado pase lo que pase, me gusta que me toques solamente a mí, me gusta saber que soy la única persona especial de tu vida... Me gustas tú.

La mente de Kageyama colapsó completamente en ese momento, y sus deseos volvieron a tomar el control de sus acciones, ahora sin ninguna limitación que los detuviese. Volvió a hacerse con el control de la boca de Hinata, y comenzó a hacer todas las cosas que desearía haberle hecho en aquellas ocasiones en la sala del club o en el almacén del gimnasio, imaginando que las estaba haciendo precisamente en esos lugares. Deslizó una mano por debajo de la camiseta del menor, para tocar directamente aquella piel tan suave que tanto amaba. Hinata se estremeció ante el contacto y Kageyama no tardó en deshacerse de las camisetas de ambos mientras continuaba recorriendo la piel del menor con sus labios, logrando que de vez en cuando a Hinata se le escapase algún que otro gemido. A Kageyama le encantó escuchar aquellos sonidos en la vida real, eran mil veces mejor que en su imaginación. Quería escuchar a Hinata perder todavía más el control. Palpó por encima de la tela del pantalón y comprobó que, tal y como esperaba (y como tantas veces había fantaseado) el menor ya contaba con un notorio bulto en su entrepierna. Se deshizo del molesto pantalón y dedicó su tiempo a torturar al pelinaranja sobre la tela del bóxer. Hinata suspiraba de placer. Le encantaba lo que estaba experimentando, pero al mismo tiempo quería que el pelinegro detuviese aquel suplicio. Era la primera vez que experimentaba algo tan intenso y eso se reflejaba en sus reacciones. No podía controlar el sonrojo de su cara y, por mucho que lo desease, tampoco podía contener sus gemidos y sus suspiros. Hinata notó el momento exacto en el que Kageyama se detuvo y, aunque molesto por ello, respiró aliviado al verse libre de aquella tortura, relajándose al instante. Sin embargo, el pelinegro lo pilló con la guardia baja y no se percató de la sensación de la tela deslizándose por su piel hasta que estuvo completamente expuesto ante él. El mayor se permitió un momento de descanso para admirar la imagen que tenía delante. Había soñado muchas veces con esa imagen: Hinata, completamente desnudo ante él, con la cara completamente roja debido a la vergüenza y tratando de taparse frente a sus ojos. El pelinegro no le dio tiempo a que cumpliese la última acción y comenzó a masturbarlo, notando cómo su propia virilidad crecía por momentos. El menor se llevó una mano a la boca, intentando por todos los medios contener los gemidos que escapaban de sus labios. Aún así, no pudo contenerse al sentir cómo el mayor comenzaba a prepararlo introduciendo un dedo en su entrada. El pelinegro bajó el ritmo para que su compañero se acostumbrase a la invasión de su virginidad, pero su enorme deseo le hizo introducir un segundo dedo tiempo después. Hinata comenzaba a sentir cierta incomodidad que en seguida se transformaba en placer, pero sabía que el pelinegro se preocupaba mucho por él y que lo trataba con la mayor gentileza posible; razón por la cual se estaba tomando su tiempo para prepararlo, para provocarle el menor daño posible. Kageyama introdujo un tercer dedo al tiempo que volvía a acelerar el ritmo y Hinata sintió que estaba llegando a su límite.

-Ka... Ah... Kageyama, ya no... Aguanto más. Por favor... Para de... Torturarme.

-Dilo claramente, ¿qué quieres?

-Te quiero...  A ti. Quiero sentirte.

El pelinegro retiró sus dedos y Hinata hizo una mueca de dolor al sentirse vacío de nuevo. Kageyama se deshizo de su ropa, y comenzó a introducirse lentamente en el interior del menor. Hinata tuvo que contener el grito al sentir el pinchazo de dolor que recorrió todo su cuerpo en aquel momento. Sus ojos comenzaron a lagrimear y Kageyama empezó a besarlo mientras limpiaba sus lágrimas, tratando de ser lo más gentil posible. Avanzó lentamente mientras besaba al pelinaranja hasta que logró entrar por completo. Hinata todavía tenía los ojos llorosos debido al dolor, pero al pelinegro le parecía que eso solamente acentuaba su belleza. Tras un momento, Hinata movió sus caderas hacia él, indicándole que ya podía moverse. Todavía preocupado por el menor, trató de no forzarlo demasiado y se contuvo, manteniendo un ritmo pausado. Hinata todavía podía sentir algo de dolor atravesando su cuerpo, pero a medida que pasaba el tiempo todo el dolor fue reemplazado por placer y, a través de su cuerpo, urgió al pelinegro a que fuese más rápido. Kageyama fue aumentando progresivamente el ritmo a medida que Hinata se lo indicaba, pero el pelinaranja no se sentía completamente satisfecho. Quería experimentar muchas más cosas con el pelinegro; lo deseaba tanto que no se dio cuenta cuando lo dijo en voz alta.

-Kageyama... Más.

El mayor colapsó durante un momento. Nunca había imaginado al pelinaranja suplicándole así. Se lo había imaginado con los ojos llorosos, llenos de deseo, el rostro extremadamente sonrojado y pronunciando su nombre entre suspiros de placer, pero nunca se había imaginado que Hinata le pediría más. Porque eso para él solo significaba, que el pequeño le dejaría hacer cualquier cosa que desease. Ante este incentivo, Kageyama se dejó llevar completamente por su lujuria y comenzó a embestir sin piedad a Hinata mientras acallaba sus gritos atrapando sus labios con su boca. El pelinaranja dejó de avergonzarse de los gemidos que escapaban cada vez con más frecuencia. Entonces llegó al clímax. Una gigantesca ola de placer recorrió su cuerpo y terminó sobre su abdomen mientras se aferraba todavía más al cuerpo del mayor. Al mismo tiempo, el pelinegro sintió como Hinata lo aprisionaba más estrechamente y no pudo evitar llegar a su límite dentro del menor.

La luz matutina se colaba entre las cortinas e iluminaba directamente su rostro. Kageyama abrió los ojos con un enorme dolor de cabeza y molesto por la luz solar. Nada más despejarse un poco, los sucesos de la noche anterior vinieron a su mente, pero al observar que en su habitación todo seguía tal y como lo había dejado antes de irse a la fiesta, tomó aquellos recuerdos con Hinata como una alucinación provocada por su mente ebria. En ese momento, notó un movimiento en la cama. Al bajar la mirada, observó aquel pequeño cuerpo de desordenada cabellera naranja acurrucarse más junto a él y no pudo contener una sonrisa. Quizá hasta los sueños más ocultos se hacían realidad.

Notas finales:

Gracias por leer! Es mi primer lemon, así que espero haberlo mínimamente bien. No olvidéis dejar review comentando qué pareja queréis en el próximo capítulo. Chau!


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