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Cautivo por LadyBondage

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Notas del capitulo:

Hola chicas lindas, estoy tan contenta, casi llegamos a la recta final, y quiero agradecer a todas las hermosas personitas que me leen y comentan, incluso a las lectoras fantasma. Gracias miles por darme la oportunidad y gracias por seguir conmigo.

 

Sin más; a leer.

 

Mañana subiré el penultimo capitulo donde por fin se revelará el nombre del secuestrador.

Recuerdos

[1]

 

Sasuke no podía concebir el sueño a pesar de que ya daban las tres de la mañana y aun no se rendía ante los brazos de Morfeo. Cuando giraba sobre la cama podía escuchar el suave crujir de las ramas producto del suave viento que susurraba para ellas, y luego los golpeteos de las gotas de lluvia que se deslizaban contra las ventanas como un rudo recordatorio del clima imperioso a las afueras de la mansión Uchiha.

 

Meditó acerca de lo tarde que era para intentar dormir, no tenía caso cerrar los ojos y fingir que estaba dormido cuando en pocas horas tendría que levantarse para un nuevo día.

 

Entonces los demonios volvían a él, burlones y sádicos riéndosele a la cara. Con sus dientes de humo y ojos negros profundos, Sasuke podía verlos cuando sus ojos se cerraban.

 

Donde hubo unos bonitos azules índigo ahora sólo había un frio vacío obscuro que amenazaba con devorarlo. Su cabello rubio opaco y desparpajado, no era él, su amor de verano, era el invierno que asola y arde como una llama viviente.

 

Él se colaba nuevamente en su cabeza recordándole los errores del pasado, su sonrisa áspera de muerto lo seguía a donde iba.

 

—Nunca vas a perdonarme. —susurra para su silencio, amigo y enemigo. El único testigo mudo de lo que ocurrió aquella noche.

 

 

 

 

 

[2]

 

—Quiero que investiguen a los Uchiha, a todos ellos. —Kushina tiene un tono ácido al hablar, el dolor reverbera en ella pero aun así mantiene su mirada fría y las manos tensas aferrándose a su falda.

 

Kakashi no sonríe, sólo acaricia su cabello de seda y se recuerda así mismo que no debe llevarle la contraria, han sido días muy estresantes entre trámites y visitas al médico.

 

—Abriré un expediente, te juro que esto no se quedara así, —le dice a la pelirroja, pero ella mantenía ese semblante sombrío que opacaba el brillo de sus tiernos ojos verdes. —Pero ahora quiero que te tranquilices, no puedes exponerte demasiado, además… en tu estado no es lo más correcto.

 

Y Kushina inconscientemente acaricia su vientre plano que en siete meses volverá a estar abultado después de doce años. Un proyecto que crece y se alimenta de ella, otro corazón forjándose en sus adentros, una nueva vida que quiere salir a recibir la caricia del sol.

 

No debía estar pasando por esto justo en ese momento, pero el medico que examinó a Naruto tuvo que hacerle análisis de sangre para confirmar lo obvio; que el rubio era su hijo.

 

Pero los resultados arrojaron algo más: un embarazo. Dios, ni ella misma se había dado cuenta de los cambios en su cuerpo debido al estrés, fue tan descuidada que incluso en los momentos que intimaba con Kakashi olvidó por completo protegerse.

—Lo sé, disculpa. Estoy muy preocupada, con lo que me dijiste y lo que está sucediendo no me quedan dudas, estoy segura que los Uchiha tuvieron algo que ver en la muerte de Minato. —afirma, en su mirada no hay cabida para la duda.

 

Kakashi tiene más preocupaciones en su haber. La llegada de su primer hijo, el caso de Naruto no resuelto, las previas averiguaciones a una de las familias más ricas de todo Japón, el escándalo que se avecinaba era inminente.

 

—Todo va a salir bien, lo prometo. Iré a la oficina principal en Iwagakure, Ibiki me espera allá. Tengo que llevarle los informes sobre el caso, y en cuanto tenga autorización comenzaré a llamar a cada uno de los Uchiha.

 

 

 

[3]

 

Fugaku recibe a su primogénito con una sonrisa de oreja a oreja, siempre es bienvenida una visita como esa, Itachi hace una leve inclinación hacia su padre.

 

—No creí verte por aquí, ¿a qué debo tu visita? —Fugaku pregunta con la voz ligeramente añorante trayendo a ellos los recuerdos de adolescencia vividos.

—Me pareció que necesitaba venir un rato, estaba abrumado con la carga de trabajo —dice Itachi.

—Lo olvidaba, tu deber ahora como vicepresidente debe ser extenuante, lo entiendo. Pero algún día tendrás el puesto de Madara. —le recuerda con una sonrisa tenue.

—Tal vez sea Sasuke quien se lo merezca más que yo. —razona Itachi y Fugaku aprieta los labios, frunce el entrecejo como no aceptando tal descabellada idea.

—Sasuke es un niño.

—Un hombre, padre, y tu heredero.

 

Fugaku camina como si flotara, sus movimientos son elegantes y plúmbeos hacia el vitral de la ventana donde la ciudad se asemeja a una maqueta estrictamente diseñada, todos los residentes que cruzan avenidas y calles no son más que hormigas diminutas a sus ojos.

 

—Aun es un niño para mí, Sasuke tiene un carácter imposible de lidiar, se ha peleado contigo en la oficina, y no me digas que no fue así, Madara vino a decírmelo al día siguiente. No tienes idea de lo apenado que estoy por dicho suceso —Fugaku mira a Itachi a través de los cristales de la ventana, ojos negros fríos como la noche.

—Lo pasé por alto porque no tiene importancia para mi —Itachi le sonríe menospreciando el tema, para él no era importante hablar mal de Sasuke.

—Siempre has tenido una sana debilidad por tu hermano, siempre cubriéndolo bajo tu yugo e impidiendo que reconozca sus errores, estoy orgulloso de ti, Itachi, pero Sasuke es distinto a ti. No pretendo morir sin antes verlo con los pies en la tierra, vuela demasiado alto y temo que algún día sus alas se quemaran a las fauces del sol. —el mayor clava los ojos en el cielo pintado de variopintos colores; amarillo, naranja, azul, rojo y blanco.

—Tienes razón, padre.

 

 

[4]

 

Sakura pide permiso para pasar, Sai le ha traído noticias sobre el niño pero no son las que ella esperaba en realidad. Y quería hacerle una amigable visita sólo para saber que su avance estaba teniendo éxito o en todo caso saber si podía ayudar un poco.

 

—Hola, buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarla? —una joven enfermera a cargo de la recepción la recibe con una sonrisa gastada y ojeras cubriendo sus parpados inferiores. Sakura hace un esfuerzo por devolverle el gesto.

—Yo… estoy buscando a un paciente.

— ¿Es familiar suyo? —pregunta en tono áspero con la mirada cansada sobre ella.

—Uhm, no en realidad pero lo conozco de hace tiempo, —miente, no cree que la enfermera con su semblante dude de ella. —sé que está internado aquí, por favor quisiera verlo. Su nombre es Naruto, es un niño de cabello rubio y ojos azules, llegó hace dos semanas.

 

De repente, una mano huesuda y fría se posó sobre la suya, mas calentita y joven, Sakura ladeo su rostro del lado derecho de donde provenía esa esencia gélida como el hielo, ahí estaban dos ojos que la miraban intrigantes. Sakura se sorprendió de aquella mujer de cabellos rojos que la aferró con más fuerza.

 

— ¿Cómo conoces a mi hijo? ¿Quién eres tú? —sus preguntas llegaron con un aliento de miel. Sakura no sabía que decir exactamente, el silencio se empaño sobre las tres mujeres.

—Yo… soy la chica que trajo a su hijo, me llamo Sakura Haruno —le dice en voz queda, Kushina mantiene sus ojos clavados sobre aquella joven de corona rosada, su sonrisa afable le da buena espina así que la suelta.

—Me llamo Kushina Uzumaki.

 

 

 

[5]

 

Naruto se concentra en armar el rompecabezas mientras es observado por los ojos escrutadores de Kakashi, su psicólogo. Según le había dicho, no tenía un tiempo límite para armarlo, sólo quería platicar con él.

 

Pero Naruto ya había soltado todo lo que tenía, y aun así faltaba más, Kakashi lo sospechaba.

 

—Estas muy callado —Kakashi le dice con tono amable. Naruto levanta los ojos en su dirección sin mayor interés, se encoge de hombros restándole importancia a lo dicho.

—Me aburro de estar aquí, ¿cuándo podré irme a casa? —pregunta desesperado. Y Kakashi asume que Naruto no se refiere a Kushina y su gran casa en las colinas altas de Konoha rodeada de hermosos arbustos verdísimos y hierba que huele a tierra mojada.

El menor hablaba de ese lugar obscuro donde estuvo cautivo durante cinco años.

 

—Por ahora te quedarás aquí, en unos días podrás irte con tu má—

—No quiero irme con ella, quiero ir a casa —el niño le interrumpe agrio. Kakashi suspira profusamente.

—Hagamos algo, Naruto —le dice al menor tomando el rompecabezas desarmado con ambas manos, los ojos azules le restriegan una duda impoluta.

— ¿Qué?

—Dibuja a la persona de la que me hablaste y también el lugar que tú llamas casa.

 

Naruto sonríe ampliamente con aquella propuesta, toma de la caja de colores unos lápices y una hoja lustrosa blanca como todo ahí en el hospital y comienza a trazar líneas, semicírculos y a darle color a todo lo que cree necesario. Kakashi ve con interés el trabajo que está haciendo.

 

En el dibujo aparece Naruto y un hombre de cabellos negros y mirada ónice.

 

— ¿Quién es él? —señala el psicólogo.

Naruto reflexiona concienzudamente como llamarlo.

 

—No sé su nombre, sólo su apellido pero él es mi dueño, me llevaba dulces y a veces hacíamos cosas… también jugaba conmigo.

— ¿Algo más que quieras contarme sobre él?

 

Los ojos del niño se cubren de vacilación absoluta. Naruto hace un mohín pensativo, mordisquea la punta de uno de los colores.

 

—Él decía que mi papá y él eran buenos amigos, no recuerdo mucho. Una vez me dijo que fue alumno de mi padre, pero no habla mucho de él porque eso lo pone triste.

 

 

 

 

 


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