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Cautivo por LadyBondage

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Notas del capitulo:

Hola niñas bonitas. POR FIN, el capitulo donde se revela el nombre del cancerbero. Felicidades a las que adivinaron, de verdad se esmeraron mucho y me complació ver sus debates sobre la persona que tenía confinada a Naruto.

Mañana el final que viene con un epilogo anexo, asi que será más largo que los demás capitulos.

 

A leer, y gracias por todo.

Un enamorado

[1]

 

—Minato-sensei —alguien grita por encima del ruido incipiente que comienza a forjarse a los alrededores. Minato detiene su paso en dirección al estacionamiento.

—Hola, Sasuke. —se gira para saludar a su alumno, reconocería ese tono de voz donde fuese.

— ¿Ya te vas? —Sasuke agitado, le pregunta. Minato sonríe ampliamente para él.

—Tengo que llegar a casa, Kushina no podrá ir a recoger a Naruto al kínder, y de hecho ya voy tarde. —le echa una mirada a su reloj de muñeca. Sasuke aprieta los puños inconsistentemente,

 

Kushina, ese nombre que cuando él lo menciona se le entierra una espinita en el corazón. Minato incluso tiene esa sonrisa bonita cuando habla de ella.

 

— ¿Necesitabas algo, Sasuke? —Minato le pone una mano sobre su hombro derecho, el contacto a pesar de no sentirlo gracias a la tela, aun así se adentra hasta su piel, lo estremece y un discreto rubor cubre sus mejillas de invierno lívido.

—No, sólo quería platicar un poco. —suena decepcionado, Minato agudiza la mirada, Sasuke le parece un niño, no importa los años que tenga, siempre tendrá ese concepto de él.

—Sasuke, ya hablamos de esto. —le dice en tono conciliador. El menor frunce el ceño, sus ojos negros clavados sobre los suyos.

—No lo recuerdo. —habla por lo bajo.

 

Minato suspira profundamente. Días atrás Sasuke llegó a confesarse sobre sus sentimientos, algo que no esperaba porque quiere al menor como a un hijo pero no podría verlo nunca como algo diferente. Incluso aquella confesión que lo tomó por sorpresa pensó que se volvería pasajera, Sasuke es joven y apuesto, todas las jovencitas se morían por salir con el Uchiha.

 

Pero Sasuke insistió. Y aquella testarudez se convirtió en una amenaza que crecía gradualmente, primero eran las llamadas desesperadas y la voz seca de llanto, luego venían los regalos costosos. Kushina sospechaba que la estaba engañando aunque realmente no era como lo pensaba.

 

—Lo que sientes por mí no puedo corresponderlo, Sasuke. Te lo dije aquella noche y te lo repito ahora. —su voz firme resuena en todo el estacionamiento.

 

Una vez más está siendo rechazado.

 

—Sabes que es imposible. —Sasuke toma el cuello de su camisa, sus dedos se incrustan en la suave tela. La mirada de Minato no cambia, la del menor si, es más áspera, fría y con una promesa latente de venganza.

— ¡Ya basta, Sasuke! —Minato lo aparta violentamente, el cuerpo del menor se golpea contra uno de los autos estacionados.

— ¡Por qué no me das una oportunidad! —su voz de lamento alza todos esos demonios dormidos. Aquellos que le dicen que Minato debe pagar por el cruel rechazo.

—Por favor, no quiero que me llames otra vez ni que me busques.

 

Minato es rápido, monta su auto y olvida al menor que lo mira con sus ojos negros vacíos. Sasuke lo deja ir, la próxima vez se asegurara de que se quede a su lado.

 

 

 

[2]

 

Kakashi recibe la llamada de Minato muy entrada la noche, le pide que se vean en una cafetería ese día, tenía que contarle algo grave que había dejado pasar. Kakashi anota la dirección y la hora. Minato suena diferente, como si algo le atemorizara pero no es capaz de decirlo abiertamente.

 

Minato apaga su móvil, los mensajes han llenado la bandeja de entrada. Todos del mismo remitente, Kushina que duerme a su lado no sospecha nada. Tampoco quiere alarmarla, Sasuke es un niño, no podría hacerle gran cosa. Tal vez si lo amedrantaba un poco con una demanda podría calmar sus ánimos.

 

Estaba callando por seguridad de su alumno, si Itachi o Madara se enteraban podrían enviarlo lejos y no quería perjudicarlo a ese grado. Sólo quería que lo dejara en paz.

 

Esa noche Minato se levanta de la cama dejando su lugar calentito a lado de su esposa. Sonríe al mirarla, jamás podría abandonarla por un brío pasajero, hace años en una adolescencia inexperta decidió probar suerte con su género debido a la insistencia de Madara para conocer mejor sus cuerpos, y le gustó, sin embargo, a la llegada de su mujer, cualquier rastro de ese niño precoz murió.

 

Es padre de familia ahora, tiene un hijo que apenas roza los cinco años, es pequeñito y rubio como él. Lo adora enteramente. Es la vida que siempre soñó.

 

 

 

 

[3]

 

Sasuke se lleva las manos a la cabeza tirando de sus cabellos, azotando su cuerpo contra la pared, hace castañear sus dientes conteniendo la rabia.

 

«No te quiere, nunca te querrá. Está casado, tiene una familia, ¿y tú que tienes, Sasuke?» el silencio le susurra al oído y al final emite una risita burlona que lo empuja a una profunda obscuridad cegadora.

 

—Nunca va a quererme… —se deja caer al piso marmoleado del cuarto de aseo. La respiración agitada le avisa de otra crisis, tiene el corazón en un puño.

 

Duele mucho, duele ser siempre al que dejan atrás.

 

—Pero yo haré que me quieras.

 

 

 

[4]

 

Sigue el auto con la mirada, Minato conduce con precaución bajo el manto blanquecino, la nieve cae lánguida sobre la ciudad, una mancha impoluta en medio de todo el grisáceo que cubre las calles.

 

—Naruto, no juegues con el cinturón —Minato mira a su cría a través del retrovisor. El menor sonríe cándido, sus manitas se aferran al ancho cinturón que atraviesa su pecho. —Lo digo en serio. —refuta con la mirada severa.

 

Naruto no tentando a la suerte aleja sus manos infantiles y se concentra en observar el paisaje invernal. Su padre había dicho que conocerían a un amigo, y luego le compraría todos los dulces que quisiera.

 

Una sonrisa naciente que resplandece se asoma en sus labios de bonito algodón rosado. Minato mantiene su vista sobre el camino, con la ventisca le es más difícil sortear el camino.

 

Pero algo atrae a su mirada, por el espejo del lado del conductor un auto deportivo ónice se atraviesa en su campo visual. Y reconoce ese modelo.

 

—Sasuke. —susurra en voz alta. Naruto alza la cabecita.

— ¿Qué sucede, papi? —su niño pregunta curioso. Minato niega con la cabeza.

—Nada hijo. —reduce la velocidad para dejar pasar al otro auto, pero este se acompasa al suyo. Minato bufa con un creciente enojo burbujeando en su interior.

 

Aprieta las manos sobre el volante, gira a la izquierda metiéndose en una calle solitaria logrando perder al auto que lo seguía. Sonríe abiertamente por su logro.

 

Y ese gesto de alegría se desvanece cuando nuevamente el automóvil hace su aparición. Minato no puede ver al conductor pero apostaría que Sasuke tiene una sonrisa de oreja a oreja.

 

Ladea el volante al lado izquierdo, los neumáticos se resbalan por la calzada plasmando marcas negruzcas sobre el mismo. El movimiento brusco provoca que el cinturón mal acomodado de Naruto se desprenda, el menor se golpea la frente contra el cuero del asiento que tiene enfrente. Minato gira la cabeza en dirección a su hijo.

 

— ¡Carajo, Naruto! ¡Te dije que no jugaras con el cinturón! —Minato larga el brazo derecho tratando vanamente de alcanzar el cinturón de seguridad, Naruto entierra las uñas sobre el asiento para no serpentearse de nuevo.

 

Minato no observa el camino, todo pasa a cámara lenta, no se fija en un árbol que se interpone frente a ellos. Naruto trata de avisarle señalando hacia el frente pero el mayor no le hace caso.

El impacto es colosal, el auto impacta duramente contra el árbol, toda la carrocería delantera se destroza en fracción de segundos. Minato se golpea la cabeza contra el volante y no vuelve a abrir los ojos.

 

Naruto comienza a temblar de frio y de miedo. Los cristales de su ventana se rompen y algunas esquirlas desgarran la piel de sus mejillas, no siente el dolor ni ve la sangre correr, sólo mantiene su mirada fija en el rostro sereno de su padre, un hilo de sangre que sale de su boca gotea en el asiento.

 

—Papi…

 

 

[5]

 

Sasuke se estaciona cerca del accidente, no era su intención, él no quería… no, no quería, sólo deseaba hablar con Minato. Baja de su vehículo, rodea la extensión de nieve que se ha interpuesto entre él y su objetivo. El auto de su profesor está destrozado por adelante, Sasuke abre la puerta del conductor e intenta sacar de entre las fauces del vehículo a su amor perdido.

 

—Minato, no me hagas esto. Lo siento, lo siento, lo siento tanto. —con esfuerzo extrae el cuerpo inerte de su querido sol marchito. Le pesa mucho sostenerlo, Minato tiene los ojos cerrados como si estuviera profundamente dormido, el rostro bonito tiene verdugones que cruzan su piel de nuez.

Las lágrimas se aglutinan en sus ojos dándole una visión borrosa. Sasuke se deja caer encima de la fría nieve con Minato en sus brazos, reparte besos mudos sobre el cariz de su amor.

 

No escucha nada a su alrededor sólo ese palpitar de su corazón frenético. Y luego unos sollozos audibles llegan a sus oídos.

 

—Papi…—posa el cuerpo de Minato en la nieve, con trabajo se pone de pie y tambalea en dirección al auto otra vez, no ve nada gracias a las lágrimas pero ha escuchado ese lamento.

 

Abre la puerta trasera, el interior es cálido y obscuro. Y ahí, en medio de los asientos traseros un niño dorado llora con la sangre cubriéndole la carita de inocente. Sasuke no puede creer lo que ve, ese niño es tan parecido a Minato.

 

—Papi… ¿dónde estás? —Naruto se talla los ojos alejando las gotas saladas de sus ojos, levanta su cabecita buscando a su padre, sólo vio que unas garras se lo llevaron y ya no lo devolvieron. Pero cuando sus ojos azules vuelven a direccionarse donde antes estaba su padre, ve unos silenciosos ojos negros que no dejan de mirarlo.

 

Sasuke se pierde en esas gemas de cielo, larga su brazo derecho, los dedos rozan las cicatrices del menor. Naruto se estremece por su contacto.

 

«Su viejo amor renació en un querubín con las facciones rotas de la impresión, atemorizado por lo que había ocurrido, asustado por la sangre.»

 

— ¿Quién… quien eres tú? —Naruto pregunta quedito. Sasuke se enternece de tanta dulzura que rompe con todo el dolor a su alrededor.

—Yo…te llevaré a casa, ven. —estira el otro brazo invitando al rubito a unirse a su calor.

 

Y Naruto se envuelve en el aroma a menta y vainilla del cuerpo ajeno. Esos brazos ahora lo aferran con fuerza, las lágrimas han cesado.

 

 

 

[6]

 

Mientras Kushina reconocía el cuerpo de su esposo en la morgue. Naruto era desnudado por manos hábiles que acariciaban su piel besada por el sol. Y un rostro hermoso le regalaba miradas deseosas pero su mirada de tristeza profunda aún seguía ahí.

 

Mientras Kushina lloraba contra el pecho de Kakashi, Naruto era embestido fieramente, gritaba de dolor y unos ojos negros lo devoraban entero.

 

Cuando Kushina enterró a Minato rodeada de amigos y familiares.

 

Naruto dejaba que sus labios de algodón fueran vejados por otros de mayor experticia.

 

—Eres mío, mío para siempre.

 

Sasuke sostenía su bonito rostro infantil en sus manos, Naruto sonreía de alegría, sin embargo, se sentía solo cuando él no estaba.

Y le dijo que algún día lo dejaría ser libre, porque quería que conociera el mundo de afuera para que valorara su mundo de adentro.

 

 


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