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Deuda y Libertad por Midori Uchiha Phantomhive

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Notas del fanfic:

Espero les guste.

El día estaba gris. Daniel miraba el cielo y sentía que el ambiente reflejaba lo que sentía en su corazón. Sabía que su padre no lo perdonarían por lo que iba hacer, pero era la única forma de salvar a la familia sin perjudicar el futuro de nadie, solo el de él mismo. Daniel miró a su alrededor. El camino estaba rodeado de árboles podados cuidadosamente, también habían pequeños arbustos y hermosas flores de colores. Daniel sentía que a medida que se acercaba a su destino los colores iban tornándose blanco y negro, no sabía que le esperaría en el futuro. Su único consuelo era conseguir que su familia estuviese bien. Daniel regresó su mirada al frente y observó cómo poco a poco se acercaba a un gran portón negro. Una briza azotó contra su cuerpo. El frio llegó hasta sus huesos. Las ropas que cargaba no eran las adecuadas para protegerlo del frio. El invierno se aproximaba.  Llegó frente al portón y detalló como en el centro había una estilizada letra “B” de oro adornándolo. Daniel sintió ganas de llorar, solo esperaba que Tobías BerryCloth  aceptase su petición.

El castaño suspiró hondo, contó hasta diez y se acercó al portón. El guardia de seguridad que vigilaba la entrada notó la presencia de Daniel y se acercó.

r13;Buenas tardes señor, ¿Qué desea? r13;preguntó el guardia mirando directamente a Daniel.

r13;Necesito hablar con el señor BerryCloth  ­r13;dijo Daniel con voz baja y temblorosa.

r13;¿Quién es usted, señor?

r13;Soy Sebastián Lowell r13;dijo Daniel con un ligero temblor en la voz.

r13;Espere un momento, señor.

Después de un asentimiento por parte del castaño el guardia desapareció dentro de la cabina de vigilancia. Daniel se abrazó a sí mismo y comenzó a frotar sus brazos. A medida que se acercaba el atardecer la temperatura comenzaba a descender. Daniel tenía hambre y le dolían los pies. Había salido de su casa antes del mediodía y sin decirle a nadie tomó rumbo a la mansión BerryCloth  la cual estaba bastante lejos del pueblo de Soul. Le había tomado toda la tarde llegar a pie. Si todo salía bien, jamás regresaría a su casa de nuevo. El portón se abrió sobresaltando al castaño. Daniel tragó grueso. Que lo dejasen entrar significaba que Tobías lo recibiría. Daniel comenzó a andar por el camino que guiaba a la mansión. Ignoró totalmente sus alrededores, solo podía ver la imponente mansión que se alzaba ante sus ojos. Cuando llegó a la escalinata sus piernas comenzaron a temblar. Quería salir corriendo, pero no podía permitírselo.

El mayordomo lo esperaba en la puerta principal. Daniel solo asintió cuando el mayordomo le pidió que lo siguiera. El hombre lo guio por la mansión. Daniel no se molestó en detallarla solo miraba fijamente el suelo. En su mente solo se repetían una y otra vez la petición que le haría a Tobías, rogaba a todos los dioses que fuese aceptada. El mayordomo se detuvo frente a una gran puerta de madera, exquisitamente tallada. El mayordomo tocó la puerta y después de que se le permitiera el paso entró dándole acceso al castaño.

r13;Joven señor, el señor Lowell. Con su permiso r13;dijo el mayordomo antes de abandonar la estancia.

La mirada fría y gris de Tobías heló la piel de Daniel en el preciso instante que posó su mirada en él. Daniel nunca había visto a Tobías, era un hombre apuesto. Era rubio, tez clara, de hombros anchos y mirada penetrante.

r13;Tú no eres Sebastián Lowell r13;dijo el rubio mirando con desprecio a Danielr13;. ¿Acaso es un juego?, ¿una burla de parte de ese bastardo? ¡Responde!

r13;Es… es bastante obvio que no soy Sebastián Lowell, pero era la única forma de que me permitiese pasar r13;dijo Daniel mirando tímidamente al mayor.

Tobías permaneció en silencio escudriñando a Daniel. El joven se sentía avergonzado. No vestía las mejores prendas y su cabello castaño y ojos color café le parecían ordinarios. Además, era de baja estatura. Muchos chicos en el pueblo se burlaban de él por tener la contextura de una chica.

r13;Puedo asegurar que eres un Lowell y juraría que eres hijo de ese bastardo, veo su semilla en ti. Pero lo que desconozco es la razón de tu presencia en mi casa.

r13;Mi… mi padre no sabe que estoy aquí, nadie lo sabe. Me he enterado que mi padre tiene una gran deuda con usted, señor BerryCloth.

r13;Así es, y si no la paga dentro de tres días toda tu familia pagara las consecuencias  r13;dijo Tobías con una sonrisa arrogante.

r13;Puedo preguntar cuál es el motivo de la deuda.

r13;¿Tu padre no te lo ha dicho? r13;Daniel negór13;. Hace algún tiempo tu padre le pidió dinero prestado a mi padre para salvar a su esposa, al parecer había caído gravemente enferma. Desesperado acudió a mi familia y mi padre aceptó prestarle el dinero para que salvase a su esposa, lamentablemente todo fue en vano. Conociendo su situación mi padre le dio un plazo considerable para que le pagase. Por desgracia mi padre falleció antes de que el plazo se cumpliese pero su deuda se ha transferido a mí por ser su heredero.

Daniel miró sorprendido al mayor, su madre había muerto cuando él tenía un año. Y ahora tenía 16 años, si el plazo se vencía dentro de tres días significaba que Lucius BerryCloth  le dio un plazo de 15 años para poder pagar su deuda.

r13;Ahora si me dirás que haces tú aquí y por qué no ha venido tu padre a pagar su deuda.

r13;Mi familia apenas tiene dinero para vivir. Mi… mi padre no tiene el dinero completo, le falta más del cincuenta por ciento…

r13;Cada vez que dices algo hundes más a tu familia r13;siseó disgustado el rubio cansado de la presencia de Daniel.

Daniel se encogió un poco al sentir el aura amenazante de Tobías. Se armó de valor y sacó una bolsa de su bolsillo.

r13;Aquí hay el veinte por ciento del pago…

r13;¡Es acaso una burla! r13;exclamó furioso el rubio.

r13;No, para nada señor. He venido porque yo… yo quiero ser quien pague el resto de la deuda y así mi familia podrá estar tranquila.

Tobías miró serio y fijamente a Daniel sin perder la frialdad en su mirada.

r13;¿Cómo piensas conseguir el resto? r13;preguntó Tobías con una sonrisa arroganter13;. Por lo que veo tu tampoco tienes donde caer muerto.

Daniel apretó los puños conteniendo su indignación. No podía revelarse, no podía.

r13;Yo seré el resto del pago. Hare todo lo que usted me pida hasta que la deuda saldada.

El silencio invadió la habitación. Daniel miraba decidido a Tobías. El castaño estaba seguro, no recibiría un no por respuesta.

Tobías se levantó de su asiento, rodeó el sillón y llegó frente a Daniel. El rubio comenzó a caminar alrededor del castaño.

r13;¿Cuántos años tienes?

r13;Tengo, 16 r13;respondió Daniel sin comprender muy bien el objetivo de la pregunta.

r13;¿En que eres bueno?

r13;Yo… yo soy bueno en las labores domésticas y tengo algunas habilidades académicas.

r13;¿Algunas?

r13;Sí señor, mi padre no podía pagar la escuela, así que solo se lo poco que él me ha enseñado y lo poco que he leído en la biblioteca pública, señor.

Tobías se paró frente a Daniel y lo tomó bruscamente del mentón. Daniel miró con un poco de desafío a Tobías. El rubio sonrió maliciosamente.

r13;¿Sabes que me estas ofreciendo tu vida y tu libertad?

r13;Lo sé r13;dijo Daniel con un nudo en la garganta.

r13;No podrías volver a tu casa.

r13;Lo sé.

r13;¿harás todo lo que yo te diga?

r13;Sí, señor.

r13;Es “mi señor”.

r13;Sí, mi…mi señor r13;Daniel sintió como el llanto intentó salir de su garganta pero lo retuvo, no se mostraría débil. Todo era por su familia.

r13;¿Siempre me serás fiel y nunca me traicionaras?

r13;Sí, mi señor. Se lo que implica ofrecerme como pago.

r13;Entonces más te vale cumplir con todo lo que te diga. Tienes prohibido dejar esta mansión a menos que sea conmigo o que yo te lo ordene. Solo seguirás mis órdenes, solo las mías y nunca me contradecirás.

r13;Sí, mi señor.

Tobías sonrió, soltó el rostro del castaño, sujetó el su brazo y miró amenazante a Daniel.

r13;Atrevete a escapar y solo conseguirás un gran dolor y una existencia miserable en esta mansión.

r13;Siempre y cuando deje a mi familia en paz, yo no lo desobedeceré, mi señor.

r13;está bien r13;dijo Tobías soltando el brazo de Daniel.

El rubio se acercó a su escritorio y por un comunicador llamó a un sirviente. A los pocos minutos el mismo mayordomo que había recibido a Daniel entró al despacho e hizo una reverencia.

r13;Joven señor, me necesitaba.

r13;Prepara una habitación para Lowell y consíguele ropas adecuadas para trabajar aquí. No permitiré que estés en mi casa con esos mugrosos trapos. Ahora, debo trabajar, así que fuera.

El mayordomo salió del despacho y Tobías comenzó a revisar unos papeles. El castaño se quedó viendo al rubio esperando algo.

r13;No te quedes como un idiota ahí parado, dije largo r13;dijo con el ceño fruncido el rubio sin apartar la vista de los papeles.

Daniel se apresuró a salir del despacho del rubio. Cuando estuvo fuera el mismo mayordomo de antes lo esperaba.

r13;Acompáñeme, señor Lowellr13;dijo el mayordomor13;. Le mostrare donde será su habitación y le entregare su uniforme el resto de la ropa la conseguiremos después.

***

Daniel entró a la que sería su habitación. Era pequeña pero tenía una cama, un closet, una mesita de noche, una ventana y una puerta que dirigía al baño. Era lo justo, lo que necesitaría a partir de ahora. Desde un principio el castaño pensaba que Tobías lo haría dormir en algún lugar despreciable, jamás pensó que le daría una habitación. Daniel se quitó las ropas que tenía y se acercó al closet que solo tenía su uniforme de empleado en esa mansión. Tomó una camisa blanca unos pantalones negros y un chaleco. Se vistió lentamente mientras pensaba en cómo se encontraría su familia. Se preguntaba si ya estaban preocupándose porque aún no llegaba. No sabía si su padrino Mark ya le había dado la carta a su padre. Su padrino solo pensaba que era una carta des disculpas por un supuesto mal comportamiento y no tenía ni la más mínima idea del verdadero contenido de la carta. Solo esperaba que a su padre no se le ocurriese buscarlo. Aunque Daniel sabía que si su padre lo iba a buscar no podría dejar la mansión. El sonido de un golpeteo en la puerta de la habitación interrumpió los pensamientos del castaño.

r13;Señor Lowell, el joven señor lo solicita en el comedor.

r13;Gracias por informarme r13;dijo Daniel con una sonrisa que no llegó a sus ojos antes de que el mayordomo abandonase la habitación.

Daniel salió de su habitación y se dirigió al comedor. Pero mientras caminaba por los pasillos descubrió que no recordaba el camino y terminó perdiéndose. Llevaba ya algo de tiempo caminando por los pasillos tratando de buscar la forma de llegar al comedor cuando un ama de llaves algo agitada se acercó a él

r13;Usted debe ser el señor Lowell, será mejor que se apresure. El joven señor está enojado.

r13;No sé cómo llegar al comedor r13;dijo Daniel asustado pensando en que tal vez recibiese su primer castigo esa noche.

La mujer guio a Daniel hasta el comedor. Daniel prácticamente corría junto a la muchacha para llegar rápidamente ante Tobías. Cuando llegó al comedor la cena estaba servida y Tobías estaba claramente enojado.

r13;¿¡Por qué tardaste tanto!? ¿¡Acaso eres un inútil!? r13;preguntó Tobías levantándose de su asiento y acercándose al castaño.

r13;Disculpe… mi señor pero me perdí. Aun no me habituó a la mansión.

Tobías relajo un poco su expresión pero su enojo aun no desaparecía.

r13;Más vale que aprendas rápido todo lo que hay en esta mansión, no volveré a tolerar otra de tus incompetencias.

r13;Sí, mi señor r13;dijo Daniel con los ojos llorosos.

r13;Ahora ven, siéntate. Debes estar hambriento r13;dijo el rubio tomando la mano de Daniel y guiándolo a la mesa.

Daniel miró sorprendido a Tobías.

r13;No… no puedo mi señor. No es correcto r13;dijo avergonzado Daniel.

r13;Es una orden, ahora cúmplela r13;dijo el rubio frunciendo el ceño.

Daniel se sentó en la mesa y miró fijamente su plato. Había más comida de lo que solía comer en un día entero. Su estómago rugió recordándole que no había comido nada en todo el día. Miró a Tobías quien lo miraba fijamente.

r13;¿Qué esperas? r13;preguntó el rubio tomando su copa de vino antes de darle un trago.

r13;A que usted comience, mi señor.

r13;No esperes por mí, adelante come.

Daniel miró todos los cubiertos, cucharas y cuchillos y se sintió confundido. No sabía que se necesitasen tantos utensilios para comer.

r13;No sé cuál tomar, mi señor r13;dijo avergonzado Daniel sintiendo sus ojos llorosos.

r13;Toma el que sea, solo come.

La cena no tuvo más intercambio de palabras. Daniel comía lo más lento que podía, no quería mostrarse desesperado cada vez que tomaba un bocado.

r13;Te advierto, que esto es solo por hoy. No te acostumbres, no eres un invitado, eres mi sirviente. A partir de mañana comenzaras a trabajar aquí. Espero que no sea un inútil. El resto de los días comerás en las cocinas a menos que yo diga lo contrario. Cuando haya invitados espero que no molestes. r13;Tobías se levantó de la mesa y antes de dejar solo a Daniel dijor13;. El resto de los empleados no siempre te dirán cuando te necesito. Mañana te daré un comunicador para que sepas que te necesito si no estás junto a mí.

Daniel no dijo nada y Tobías tampoco esperó a que el castaño dijese algo. Daniel regresó a su habitación y se acostó. Esa noche mientras miraba el techo de aquel cuarto extraño que indicaba que ya no sería nuevamente libre el castaño pensó en lo mucho que extrañaría su familia y en lo miserable que sería si enojaba a Tobías. Ese día solo había sido considerado por ser el primer día, pero nadie le aseguraba a Daniel que lo que parecía en un principio tolerancia y consideración podía volverse un infierno.

***

Los días pasaban y Daniel se acostumbraba rápidamente a su día a día en la mansión. Despertaba antes de que saliera el sol, se arreglaba e iba a la cocina a desayunar y  después ayudaba a los cocineros a preparar el desayuno del rubio. Le servía el desayuno a las siete y le llevaba una edición del periódico del pueblo. Acomodaba el despacho del rubio antes de que este comenzara a trabajar y cuando el rubio estaba en el despacho acomodaba la habitación de este. Tobías siempre le pedía que hiciese muchos recados, pero ninguno que involucrase salir al pueblo. La mayoría de las tareas que le encargaban el castaño eran pesadas. Tobías cuando no cargaba de tareas al castaño prácticamente ignoraba su existencia.

Cada día que pasaba Daniel sentía que su existencia poco a poco se volvía mínima. No tenía con quien hablar porque el personal estaba ocupado en el día y la mayoría se retiraba en la noche a sus casas. Lo único que alegraba a Daniel en esa mansión era salir al jardín trasero y sentarse bajo el manzano que había en las orillas del bosque que estaba en los terrenos de la mansión. Daniel no sabía nada de Tobías.

r13;Ven al despacho, ya r13;se escuchó la voz de Tobías proveniente del comunicador.

Daniel se apresuró a ir. Por la voz podía decir que el rubio estaba enojado. Cuando llegó al despacho tocó la puerta y esperó la orden de acceso. Cuando ingresó quedo de piedra, Su padre estaba ahí.

Daniel no dijo nada, solo se acercó a Tobías sin mirar a su padre.

r13;Me llamo mí…

r13;Saluda a tu padre r13;interrumpió Tobías antes de que Daniel terminase de hablar.

Daniel giró y miró a su padre. Vio la ira y la impotencia marcada en el rostro de su progenitor. Daniel hizo una leve reverencia.

r13;Buenos días padre.

r13;¿Qué haces aquí? r13;preguntó apretando los puños a sus costados, Daniel no dijo nadar13;. Te pregunte qué haces aquí.

r13;Ya le expliqué señor Lowell. Él ha venido a saldar la deuda de su familia.

r13;Yo no te lo he ofrecido como pago r13;dijo entre dientes el hombre.

r13;No, pero su hijo sí, así que lo he tomado.

r13;Aun así no me has dicho que es lo que hace mi hijo aquí.

Tobías miró sin expresión a Sebastián Lowell y luego miró a Daniel quien solo miraba el suelo.

r13;Es mi prometido, despreocúpese señor Lowell no me interesa humillar a su familia a través de su hijo. No soy inhumano, sé que la deuda que tiene era para salvar a su esposa y no para negocios ilícitos.

Daniel miró sin habla a Tobías. No creía lo que escuchaba. Sebastián miró a su hijo y se acercó lentamente. Cuando estuvo frente a su hijo tomó delicadamente su mentón y lo hizo mirarlo directamente a los ojos.

r13;Lo que dice mi se… lo que dice mi prometido es cierto, padre r13;dijo Daniel previendo la pregunta de su padre.

Sebastián abrazó a su hijo y miró a Tobías.

r13;Que ganas comprometiéndote con alguien de nuestra clase. No tenemos nada que pueda beneficiarte.

r13;No tienes nada material sí, pero tu hijo es hermoso, además, con esto me libraré de los retorcidos planes de mi madre de unirme a una “princesita” plástica.

r13;Daniel, ¿estás bien aquí? r13;preguntó Sebastián regresando la mirada a su hijo.

r13;Si padre, el señor BerryCloth me trata bien r13;respondió Daniel con los ojos inundados en lágrimas.

r13;No le hagas daño r13;dijo Sebastián dirigiéndose a Tobíasr13;. Lamentablemente, debo marcharme, tengo que regresar al trabajo r13;dijo esta vez a su hijo.

r13;Padre, cuida a mis hermanas.

r13;Lo haré, la próxima vez que venga traeré a tus hermanas r13;dijo Sebastián con una sonrisa esperanzando a Daniel.

r13;En eso se equivoca, señor Lowell. No vuelva a venir, no quiero que mi prometido este en contacto con su familia.

r13;¿¡Qué has dicho!? r13;preguntó alterado Sebastián.

Daniel miró sorprendido a Tobías y luego su sorpresa paso a enojo.

r13;Lo que escuchó. Con que sepa que está bien es suficiente. Ahora retírese.

Sebastián abrazó fuertemente a su hijo y le susurró al oído.

r13;Lo lamento, realmente lo lamento. Si necesitas ayuda no olvides que tienes una familia.

Daniel solo asintió y vio como su padre era escoltado fuera del despacho por el mayordomo. Cuando la puerta se cerró Daniel cayó de rodillas al suelo y dejó que sus lágrimas saliesen sin control. No podía controlar las convulsiones ocasionadas por el llanto. Sabía que no vería nuevamente a su padre, lo tenía claro, incluso antes de llegar a la mansión sabía que algo así sucedería pero que Tobías lo prohibiera de esa manera fue un golpe de realidad difícil de asimilar, hasta ahora Tobías no había demostrado interés en él.

r13;Levantate y sigue con tus quehaceres r13;dijo Tobías sin realmente importarle el estado de Daniel.

Daniel se levantó furioso del suelo y encaró a Tobías sin importarle que sus mejillas estuviesen rojas y llenas de lágrimas.

r13;¿Por qué le has dicho eso? Le has hecho creer una mentira.

r13;Preferirías que lo fuese angustiado diciéndole que serás mi esclavo hasta saldar su deuda ¿Cómo crees que se sentiría con eso? ¿Qué crees que pensaría al escuchar la palabra esclavo? ¿Acaso quieres que se sienta culpable? r13;dijo Tobías sin mirar a Daniel.

r13;No pero… no debiste echarlo r13;sollozó Daniel.

r13;En mi casa hago lo que quiera r13;dijo Tobías encogiéndose de hombros.

El castaño apretó los puños, rodeó el escrito y giró la silla de Tobías tomándolo por las solapas de su traje hizo que el mayor lo mirara.

r13;¿Por qué le has prohibido verme? ¿Por qué no me dejas salir? ¡Maldita sea! He perdido todo lo que me importa y me tratas con esa actitud despreciable…

Tobías empujó a Daniel ocasionando que tropezase. El mayor al ver que Daniel se iba a golpear la cabeza se apresuró a tomarlo de la mano y tirar de él quedando sobre su regazo.

Daniel no intentó apartarse, solo se quedó ahí aferrado al traje de Tobías llorando la pérdida de su familia y de su libertad. No había dejado salir su dolor, no había desahogado su pena. Tobías no dijo nada solo acaricio levemente la espalda de Daniel hasta que se quedó dormido de tanto llorar.

r13;No eres el único que ha perdido algo que le importa r13;susurró Tobías cuando Daniel se quedó dormido.

***

Daniel despertó en su habitación cuando ya era de noche. No se había dado cuenta que necesitaba dormir. Recordó lo que había sucedido en el despacho de su señor y se sintió avergonzado. No comprendía la actitud del joven BerryCloth, en ocasiones lo trataba mal, en otras lo ignoraba pero había momentos como el de la mañana que lo trataba bien. Lo confundía. Había llorado como un niño pequeño falto de amor. Tobías a pesar de su indiferencia había aceptado tomarlo a él como pago y dejar tranquilo a  su familia, Daniel sentía que debía estar agradecido y su actitud en la mañana no había sido la más adecuada para un simple sirviente como él. Decidió pedirle disculpas por su actitud descarrilada. Se levantó de su cama, se dirigió al baño y se miró en el espejo. Tenía los parpados un poco hinchados, la nariz roja, los labios secos y los ojos rojos por el llanto. El joven se lavó la cara, la secó con una toalla y salió del baño. Suspiró y con decisión abandonó la habitación. Caminó por los pasillos de la mansión y para retrasar el momento se entretuvo con la decoración. Los cuadros en las paredes parecían tener vida propia, los colores que había en ella estaban armoniosamente en sincronía. Cada mínimo detalle captaba su atención, desde el tallado de los marcos de los cuadros, los muebles, las lámparas. Todo era hermoso.

Daniel a lo lejos vio a una de las empleadas de la mansión. Se acercó y le preguntó dónde se encontraba Tobías. La empleada lo miró con algo de molestia por interrumpir su trabajo pero le informó que se encontraba en su habitación. Daniel después de pedir disculpas por la molestia, se despidió de la empleada y se dirigió a la habitación. Cuando estuvo frente a la puerta se sintió nervioso. Dio tres toques a la puerta y esperó. Pasaron unos minutos hasta que escucho el “adelante” de su joven señor. Daniel abrió levemente la puerta y asomó la cabeza para mirar en el interior. Tobías estaba recostado en el barandal de su balcón y miraba el cielo. Daniel tragó grueso no quería importunar a Tobías pero realmente quería pedirle disculpas. Entró lentamente a la habitación y cuando cerró la puerta Tobías giró para observarlo. No hubo palabra alguna, Tobías miraba indiferente a Daniel.

r13;Acercate y dime que deseas r13;ordenó Tobías.

Daniel salió al balcón y miró a Tobías sintiendo como sus ojos se llenaban nuevamente de lágrimas.

r13;Yo… yo realmente siento mi… mi actitud de esta mañana r13;dijo un poco entrecortado Daniel.

Tobías no dijo nada, solo miró a Daniel esperando algo más.

r13;¿Eso es todo? r13;Daniel asintiór13;. Ya que has lavado el dolor de tu alma, puedes retirarte r13;dijo con notorio sarcasmo el mayor.

r13;Pero mi señor…

r13;Sin peros, si eso es todo, retirate.

Daniel dejo que algunas lágrimas escaparan de sus ojos, mordió su labio inferior reteniendo el resto.

r13;Como ordene… mí… mi señor.

Tobías no dijo nada solo giró cuando Daniel comenzó a marchar para salir. Antes de cerrar la puerta de la habitación Daniel escuchó a Tobías decir:

r13;El amor solo nos rompe y nos llena de falsas esperanzas.  

***

Los meses pasaban y Daniel se acostumbraba a la mansión, extrañaba a su familia pero había encontrado la forma de comunicarse con ellos sin que Tobías lo supiese. Ya no se sentía tan solo, el resto de la servidumbre resultaba agradable una vez que se acostumbraba a tu presencia. El mayordomo principal llamado Benjamín Hamilton era muy amable con Daniel, le enseñaba todo lo que necesitaba saber para atender al joven señor de la mansión. Daniel disfrutaba trabajar en las cocinas cuando Tobías se lo ordenaba y ahora que podía ayudar en el mantenimiento del jardín se sentía más alegre cada vez que veía las pequeñas flores. En ocasiones Daniel se sentía melancólico y se deprimía al pensar en su familia, a pesar de mantener una escasa comunicación con ellos extrañaba los abrazos de su padre, los cuidados de sus hermanas mayores y las sonrisas de su hermana menor. Su padre había encontrado un buen trabajo como asistente de uno de los empresarios del pueblo, ganando lo suficiente para que su hermana menor entrase a la escuela ya que era la más joven. Daniel se sentía feliz a ver que sin la deuda de su familia con Tobías le iba mejor y todo gracias a su esfuerzo. Tobías seguía igual que siempre con él, pero desde que lo había escuchado decir aquello en el balcón sabía que su joven señor había pasado por algo difícil que lo había vuelto frio.

r13;Señor Hamilton r13;llamó Daniel al ver que el mayordomo caminaba por el pasillo principal.

r13;Daniel, espero estés trabajando duro.

r13;Lo hago señor. ¿Va a salir? r13;preguntó con una sonrisa Daniel.

r13;Así es, iré al pueblo.

r13;Si… si ve a mi padre podría decirle que estoy bien y me alegro por su nuevo trabajo r13;pidió tímidamente Daniel.

r13;Lo hare si esta en mis manos r13;dijo Benjamín en un susurro antes de guiñarle el ojo.

Daniel sonrió. Tobías le había prohibido ver a su familia pero no le había dicho que podía comunicarse con ellos. La mansión se encontraba en movimiento porque ese día la madre de Tobías regresaría de su viaje. Estaba algo ansioso por conocer a la madre de Tobías, por las fotos Daniel sabía que era una mujer hermosa y delicada. Además, el castaño esperaba agradarle a la mujer y tal vez tener a alguien más con quien hablar.

r13;Daniel ven a mi despacho r13;escuchó el mencionado en su comunicado.

r13;sí, mi señor r13;contesto.

Daniel se apresuró a llegar al despacho de Tobías y cuando estuvo frente a la puerta tocó suavemente.

r13;Adelante r13;se escuchó en el interior.

Cuando Daniel ingresó a la habitación la mujer que había visto en los cuadros y en las fotos recientemente, estaba de pie frené a él. La mujer se levantó de su asiento y con porte aristocrático se acercó a Daniel y comenzó a rodearlo mientras lo inspeccionaba. Daniel se sentía avergonzado detestaba esa sensación de escudriño. La mujer se paró frente a Daniel y lo tomó por ambas mejillas y miró fijamente los ojos del castaño.

r13;Me gusta r13;dijo la mujer con una sonrisa tenuer13;. Has elegido bien, me gustaría decir que preferiría a alguien de nuestra clase pero si te hace feliz a mí también.

Daniel miró a Tobías sin comprender las palabras de la mujer. Tobías solo bufó cruzado de brazos mirando la escena con disgusto.

r13;¿Mi señor? r13;dijo suavemente Daniel.

r13;Pero que lindo r13;exclamó la mujerr13;. No deberías llamarlo así. Sé que mi hijo te obtuvo a cambio de saldar la deuda con tu padre pero a pesar de todo es tu prometido.

Daniel boqueó momentáneamente y miró aún más confundido a Tobías.

r13;Madre, dejalo. Por más que le digo no deja de llamarme así r13;dijo Tobías mirando fijamente a Daniel.

r13;No… no sería correcto, mi señor r13;dijo Daniel un poco confundido pero recordando que no debía contradecir  Tobías.

r13;Madre, podrías dejarme a solas con mi prometido r13;pidió amablemente Tobías.

r13;Pero que descortés, aun no nos has presentado r13;dijo la mujer con el ceño fruncido.

Tobías suspiró cansado, se acercó a Daniel, lo tomó delicadamente de la mano y miró a su madre.

r13;Madre, él es Daniel Lowell mi prometido. Daniel, ella es mi madre, Rosemary BerryCloth.

r13;Un… un placer señora BerryCloth r13;dijo Daniel tomando y besando la mano extendida de la madre de Tobías.

r13;Un placer querido, si me disculpan los dejare solos.

La mujer salió dejando al par en un silencio incómodo. Daniel tenía muchas preguntas en mente pero no sabía cómo exponerlas.

r13;Desde aquí escucho a tus engranajes trabajar r13;dijo con una sonrisa burlona Tobías.

Daniel se sonrojo avergonzado.

r13;Lo lamento, mi señor.

Tobías no pudo evitar soltar una ligera y sincera risa. Daniel miró sorprendido a su señor, nunca antes lo había escuchado reír. Se sonrojó al pensar que Tobías se veía aun mas apuesto sonriendo.

r13;Eres increíble, no tienes que disculparte por eso.

r13;Pero…

r13;Dejalo.

r13;Mi… mi señor ¿Por qué me ha presentado a su madre como… como su prometido? r13;preguntó avergonzado Daniel.

r13;Creí que ya lo sabias, estuviste presente cuando se lo dije a tu padre.

Daniel no dijo nada, el recordaba muy bien ese día.

r13;Sí, el día que dijo que no podía volver a ver a mi familia r13;dijo Daniel con la mirada apagada.

Tobías recobró su habitual fría seriedad.

r13;Sí… r13;Tobías carraspeór13;. Mientras mi madre este en la mansión te quedaras en la habitación que esta junto a la mía. Tendrás nuevas ropas y te acompañará un ama de llaves para disimular tu posición aquí. Y por lo que más quieras portate.

Daniel apretó los labios, se arrepintió por lo que había dicho. Le gustaba más el Tobías que sonreía. Ahora no sabía cuándo lo volvería a ver. Pero una revelación le llegó de golpe.

r13;Mi… mi señor… espere… eso quiere decir que…que seré como un invitado aquí r13;dijo Daniel sorprendido.

r13;Así es. Puedes retirarte.

Daniel salió del despacho y afuera lo esperaban dos amas de llave.

r13;Daniel, el joven señor ya nos ha dado nuestras órdenes. Te diremos dónde está tu nueva habitación r13;dijo una de las mujeres.

Daniel siguió a las mujeres en silencio sin comprender por qué su señor tenía que recurrir a aquel engaño. Comprendía por que se lo había dicho a su padre pero aun no comprendía porque tenía que actuar también frente a su madre, lo correcto sería que Tobías se casase con una dama de alta cuna. Cuando llegó a su nueva habitación quedo sorprendido. La habitación era diez veces más grande que la que ya tenía, la cama tenía dosel, el suelo estaba alfombrado y las paredes eran de un color verde menta con pequeñas flores pintadas por todas las paredes formando enredaderas. La habitación también tenía closet, tocador, grandes ventanales y un balcón. El baño era prácticamente del tamaño de su habitación anterior, tenía tina, ducha, lavamanos y muchos jabones y escancias. Daniel se sintió abrumado por el cambio.

r13;Yo no merezco esto, no soy más que un sirviente. Ni siquiera me pagan r13;dijo Daniel mirando todo a su alrededor.

r13;Cariño r13;dijo una de la mujeresr13;. Pienso en esto como un escape de tu realidad, además con esto ayudaras al joven señor.

r13;María tiene razón, no te preocupes por cosas innecesarias r13;dijo la otra mujer.

r13;Pero, María, Fiona, no es algo a lo que estoy acostumbrado r13;se quejó el menor.

r13;Sera mejor que lo hagas, debes apoyar al joven señor. Es lo que te ha ordenado y debes hacerlo con ganas para que todo salga bien r13;dijo maría con una sonrisa maternal mientras que Fiona asentía.

El resto de la mañana Daniel se arregló con ayuda de las mujeres para prepararse y poder seguir con todo aquello. Daniel esperaba que la estadía de la madre de Tobías no fuera muy larga, no sabía cómo reaccionaría su iluso corazón si Tobías se acercaba demasiado.

***

Daniel se miraba frente al espejo y no creía que fuese el mismo. Llevaba un traje color vino a la medida. Estaba delicadamente peinado y un poco de labial de frutas en los labios. Su piel estaba suave gracias a los cremas que había aplicado, su piel también olía a flores gracias a los caros perfumes que había en el tocador, se sentía diferente pero se sentía bien y sin saber porque esperaba que esa nueva imagen le agradase a su señor. Un golpeteo en su puerta lo regresó a la realidad. Suspiró armándose de valor se acercó a la puerta y Benjamín el mayordomo lo esperaba.

r13;Te ves muy bien, Daniel.

r13;Gracias, aunque me siento un poco incómodo.

r13;Está bien. Será mejor que te lleve con el joven señor.

Daniel asintió y se dejó guiar por Benjamín. Tobías estaba en el saloncito del té, específicamente en el balcón que daba la vista al jardín trasero. Benjamín se despidió y dejó a Daniel en el saloncito. El castaño se sentía avergonzado no sabía cómo debía actuar con Tobías mientras durase la visita.

r13;Mi… mi señor r13;dijo por fin Daniel.

Tobías giró al ser llamado y miró ligeramente sorprendido a Daniel. Se acercó lentamente a Daniel y sonrió ligeramente.

r13;Te vez realmente bien.

Daniel sintió sus mejillas arder y con un murmullo agradeció. Tobías acercó su rostro al de Daniel y lo miró directo a los ojos.

r13;Tu actitud es la adecuada, cualquiera pensaría que eres mi prometido r13;dijo con una sonrisa ladeada Tobías.

­r13;Sí, mi señor r13;dijo Daniel avergonzado por la cercanía.

Tobías levantó el rostro de Daniel por el mentón delicadamente. El castaño tenía las mejillas sonrojadas, los labios rosados y brillantes, la nariz respingona y los ojos brillantes.

r13;De verdad eres hermoso r13;dijo Tobías un poco más cerca de los labios de Daniel.

Daniel llevó sus manos al pecho de Tobías para intentar alejarlo pero sentía la cercanía de Tobías agradable y sin ser realmente consiente se aferró al traje de su señor. Tobías besó delicadamente los labios de Daniel quien gimió por el contacto. Dejándose llevar, el castaño, dejó caer los labios mientras sentía como Tobías se apoderaba de su cintura con sus manos.

r13;¡Disculpen! r13;exclamó avergonzada al ver la escena cuando entro al salón del té.

Los jóvenes se separaron y Daniel llevó sus manos a su pecho. Se acababa de besar con su señor y sentía que se corazón en cualquier momento saldría por su boca.

r13;Debes tocar antes de entrar r13;dijo ligeramente avergonzado Tobías mirando de reojo a Daniel.

r13;Lo sé, pero pensé que no había nadie. Pero Cariño, pensaba que estabas con el señor Lowell por compromiso, pero me alegra ver que realmente quieres esto.

r13;Así es, madre r13;dijo Tobías con una ligera sonrisa tomando la mano de Daniel.

r13;Sentémonos, realmente quiero platicar con Daniel r13;dijo entusiasmada la mujer.

r13;Pensé que quería ver cómo le ha ido a tu hijo en estos cinco años r13;dijo Tobías con una ceja alzada mientras guiaba a su madre y a Daniel a los muebles para tomar el té.

r13;Y lo quiero escuchar, pero ya habrá tiempo, ahora quiero conocer a lindo chico que te acompañara por el resto de sus días.

Daniel apretó los puños sobre sus rodillas, literalmente el pasaría su vida junto a Tobías pero no de la forma en que la mujer pensaba. Su pequeña burbuja de fantasía había sido pinchada por el inocente comentario de Rosemary dejándolo caer a la realidad.

r13;Le platicaré todo lo que usted quiera señora BerryCloth r13;dijo con una sonrisa Daniel, sonrisa que no llegó completamente a su mirada.

r13;Por favor cariño, llamame Rosemary r13;pidió la mujer.

r13;Rosemary… r13;dijo Daniel con una sonrisa más natural, la mujer no era culpable de nada.

Tobías miraba detenidamente a Daniel mientras sonreía. Para Rosemary la mirada alegre de su hijo no le era inadvertida.

r13;Cuéntame, ¿Dónde creciste? ¿Cómo es tu familia? ¿Qué te gusta hacer? Cuéntame todo lo que quieras.

r13;Madre, no lo abrumes r13;dijo Tobías tomando la mano de Daniel apretándola.

Daniel sintió su corazón latir fuertemente cuando Tobías tomó su mano inevitablemente recordó el beso ocasionando que se sonrojara sutilmente.

r13;Yo crecí en el pueblo de Soul con mi padre y mis tres hermanas, mi madre… mi madre murió cuando tenía un año cayó enferma después de tener a mi hermana menor… r13;Daniel sonrió tristemente.

r13;Cariño, lo lamento r13;dijo Rosemary con una mirada de disculpa.

r13;Fue hace mucho tiempo. Mi familia es muy unida, desde pequeños trabajamos todos para ayudar a papá. A pesar de sobrevivir cada día yo era feliz con mi familia. Amaba ayudar al panadero del pueblo en su panadería. Rosemary, mi vida era simple pero la disfrutaba. Disfrutaba atender a los clientes y verlos sonreír cuando probaban el pan. Era lindo.

r13;Es lindo verte sonreír por recordar cosas simples r13;comento Tobías en voz baja sorprendiendo a su madre y a Daniel.

Rosemary regresando su atención a Daniel dijo:

r13;Si no me equivoco cariño, hablas como si tu vida fuese llegado a su fin r13;dijo Rosemary mirando a Daniel antes de mirar a su hijo significativamente.

r13;Es solo que mi padre trabaja mucho y ahora que mis hermanas mayores tienes sus propias preocupaciones y mi hermana menor está en la escuela no les queda tiempo para venir a visitarme. Y desde mi casa hasta aquí hay un largo trecho.r13;dijo rápidamente Daniel.

r13;¿Han podido entrar? ¿Antes no iban a la escuela? r13;preguntó la mujer más calmadar13;. Además, si quieres ver a tu familia podemos ir tú y yo en el coche cuando Tobías este ocupado.

r13;No creo que sea adecuado molestar al señor Lowell cuando está trabajando r13;dijo firme Tobías.

Daniel sonrió tristemente.

r13;Así es, mi padre se está esforzando mucho en su nuevo trabajo. Con respecto a su pregunta, Rosemary, mi padre solo tomaba dinero para comida, el resto era para ahorrar y pagar la deuda con los BerryCloth. Pero nos enseñó a leer y en nuestros tiempos libres, mis hermanas y yo,  íbamos a la biblioteca pública.

r13;sabes pequeño a partir de ahora yo te enseñaré lo que pueda ¿te parece? r13;propuso la mujer con una sonrisa.

r13;me encantaría.

El resto de la tarde paso volando entre pláticas por parte de Daniel y Rosemary y gruñidos por parte de Tobías.  El joven señor participo muy poco en la plática pero no apartaba la mirada de Daniel.

***

Rosemary tenía dos semanas en la mansión y se sentía muy a gusto. Compartir sus días con Daniel la habían alegrado demasiado y ver que su hijo cada día que pasaba ahí sonría más abiertamente le daba esperanzas de que su hijo terminase de recuperarse y dejase el pasado atrás. Pero Rosemary sentía que algo pasaba, que algo se le escapaba de las manos. Su hijo no era lo suficientemente cercano con su prometido.

r13;Benjamín r13;llamó la mujer al mayordomo quien estaba sirviéndole el desayuno.

r13;Sí, señora.

r13;Podría traer a Daniel a mi habitación, necesito hablar con él.

r13;Como ordene, mi señora.

Rosemary sonría suavemente. Sabía que si quería que Daniel hiciera feliz a su hijo este debía saber la dolorosa historia del pasado de Tobías. Unos toques en su puerta emocionaron a la mujer ansiosa de platicar con Daniel. Se levantó del sillón donde tomaba el desayuno y se acercó a la puerta para abrirla. Daniel sonrió al verla.

r13;Adelante.

r13;Me necesitaba, Rosemary.

r13;sí, necesito hablar contigo de algo muy importante.

Daniel sonrió y esperó pacientemente. Rosemary cerró la puerta y lo invitó a sentarse. Todo cambiaria después de esa charla pero era algo que Daniel aun no sabía. 

 


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