Mi delito

Henry cometió uno de los peores pecados que la sociedad de su país es incapaz de tolerar.

Juzgado por sus seres que él consideraba queridos e insultado por las personas que se proclamaban sus amigos. Desde aquél momento, todos se volvieron sus enemigos.

Expuesto a la justicia de su país, Henry está sentenciado al mayor castigo que las leyes imponen: La pena de muerte.

No por asesino, no por cometer algún acto violento sino por ser quién en verdad era: Por ser homosexual.

"Sin embargo, no me arrepiento, porque ni él ni yo hicimos nada malo"