“Te juro que te amo”
YooChun se mordió el labio y desvió la mirada, sabía que si seguía viendo los ojos oscuros del mayor le volvería a creer. Rendirse ante la mirada de JaeJoong relativamente era sencillo para alguien como él que lo amaba… Lo amaba más allá de todo.
“Ya no puedo creerte, JaeJoong”
Maldijo que su voz se entrecortara, que dudara. Las manos de JaeJoong se ciñeron con fuerza a sus brazos.
“Mírame a los ojos y dime que ya no me amas”
JaeJoong buscó su mirada, pero él la rehuyó. No podía darle el gusto a JaeJoong. Ya mucho daño le había hecho. Pero tomó valor, lo miró y sus ojos se anegaron de lagrimas.
¿Podría mentirle? Se preguntó internamente mientras el rastro cristalino surcaba sus mejillas. Incluso sino podía, debía intentarlo… Obligarse aunque su alma se resquebraje en el proceso. Más daño no podía recibir, ¿o sí? Miró el cuello de JaeJoong, reluciente sobre su piel, el chupetón que le había hecho Jessica parecía burlarse de él, su mirada bajo por el torso desnudo de JaeJoong, besos marcados por un pinta labios rosa que de aquí allá manchaban la piel de JaeJoong. ¿Podía creer qué lo amaba cuando aquellos besos le restregaban en la cara que estaba con otra persona? Solo un tonto creería aquello. Un tonto.
“Chunnie, sabes qué no puedes vivir sin mí, vamos bebé, entra al departamento y hablemos sobre esto”
YooChun suspiró. Un tonto, él era un tonto muy grande. Se limpió las lagrimas con el dorso de su mano y con su cabeza asintió lentamente, siendo guiado al interior del departamento por la mano fuerte de JaeJoong. Su agarre posesivo le quemó la piel de la cintura pero no pudo apartarse, porque aunque JaeJoong no se lo permitía, su cuerpo por costumbre era dócil ante cualquier toque de él.
Sus lagrimas volvieron a deslizarse fuera de sus ojos al ver un sostén de encaje tirado a un lado del sofá. ¿Por qué le hacía esto? JaeJoong se apresuró frente a él y le borró las lagrimas con dulces besos que en lugar de aliviarlo lo lastimaban más.
“Chunnie, amor, solo a ti, solo te amo a ti” Susurró contra sus labios antes de atraparlo en el beso más dulce y doloroso que fuera capaz de sentir YooChun. Él asintió. Pero no respondió, ni al beso ni a las palabras. JaeJoong profundizo, tomando sus rostro con amabilidad y moviendo sus labios sobre los suyos con una necesidad rayando en lo desesperado.
YooChun le creería. Seguía amándolo y lo seguiría haciendo aunque JaeJoong siguiera engañándolo.
“Cuando amo, amo para siempre, JaeJoong. Por favor, jamás me hagas daño, mi amor es tuyo”
“Te prometo que jamás lo haré, YooChunnie, porqué te amo, cuidaré de tu amor”
YooChun cerró fuertemente sus ojos ante el recuerdo, sus lagrimas siguieron empapando sus mejillas. Abrió su boca y respondió al beso entregándose de nuevo con el corazón herido, ante una promesa que fue cumplida únicamente por él. Dolía.
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