LOADING...
100%
La tecnología había avanzado a grandes pasos durante todos estos años. Los descubrimientos y avances realizados en este campo, habían hecho muchos cambios dentro de la sociedad.
La gente se había vuelto mucho más vaga después de saber que había miles de aparatos que podían hacer una y mil cosas por un humano. En realidad aquellos avances eran dignos de admirar, pero más allá de eso, el negocio y la venta de todo tipo de aparato robótico, despertó el deseo en todos.
Así, hasta con lo poco que uno ganaba de sueldo en su trabajo, lo primero que hacía era comprarse uno de aquellos aparatos, creyendo que eso facilitaría su vida.
Y como siempre, en toda sociedad, están los que se sienten disconformes con todo aquel tipo de cosas. Así era…
Después de una larga jornada de clases en la universidad, un joven estudiante volvía a su casa a pie. Era raro que hiciera eso ya que era bastante perezoso en ese aspecto.
Iba a pasos lentos, sin prisas. Observaba cada vitrina de cada negocio por el que pasaba y se quedaba mirando todos aquellos aparatos nuevos, relucientes, que salían nuevos al menos cada dos meses.
Él no se oponía, ni estaba a favor de nada, sólo observaba curioso. En ocasiones tenía ganas de comprar alguno y probar que tan maravilloso decían que eran, pero la verdad es que ni vendiendo un riñón le alcanzaría para hacerlo.
Volteó su mirada después de ver todos esos productos expuestos tras el lujoso cristal y siguió su camino hacia casa. Vivía solo, en un barrio algo alejado del centro de la ciudad. No era un mal lugar, al contrario, era bastante tranquilo como a él le gustaba.
Sus padres le habían insistido muchas veces en que se fuera con ellos a la zona céntrica, pero Yoon Gi no soportaba tanto escándalo en la gran ciudad. Ruidos de autos, propagandas gigantescas en las calles con pantallas hd, miles de voces hablando al mismo tiempo. Era como una pesadilla.
Siguió su trayecto hasta la entrada del barrio y finalmente llegó a su casa. Había un gran silencio en aquel lugar, excepto por el maullido de su pequeño gato quien fue a recibirlo.
—Hola pequeño—acarició la cabeza del animal y éste ronroneó—.Siento dejarte tantas horas solo, pero ya sabes… Debo ir a clases.
El gato ladeó su cabeza como si tratara de entender lo que le decía y después dio un gran salto hasta la encimera de la cocina. Se paseó libremente meneando su cola de un lado a otro.
—No, no—Yoon Gi se acercó hacia él y lo bajó al suelo—.¿Qué te dije de subirte a la encimera?
El pequeño cascabel que colgaba de su cuello resonó al salir disparado hacia el cuarto de su dueño, sabiendo que lo habían regañado. Era un gato bastante listo.
Yoon Gi suspiró y dejó todas sus cosas sobre la mesa del comedor. Estaba cansado, asique decidió preparase algo para comer y después simplemente irse a dormir.
Rebuscó en la cocina algo que le llamara la atención a su estómago y, como no era de hacer cosas elaboradas, encontró un sobre de sopa instantánea. Lo preparó y en menos de diez minutos ya estaba sentado a la mesa comiendo.
Encendió un rato la tele para distraerse mientras comía y no encontró más que pura basura. Su gato había olido aquella sopa que estaba comiendo y se le acercó a la mesa, parecía un perro pidiendo comida.
“Este es el nuevo dispositivo, renovado y mejorado en calidad para su mascota. Ahora podrá comunicarse directamente sin necesidad de usar un traductor. Hable tranquilamente con su mascota como si fuera su mejor amigo. Recuerde este es un producto de…”
Yoon Gi apagó la tele y bufó. Miró a su gato durante un momento y éste hizo lo mismo.
—Tú y yo no necesitamos esas mierdas, nos entendemos perfectamente, ¿verdad?
—Miauuu…
Los labios del joven dibujaron una sonrisa en su rostro al escuchar a su pequeño gato maullar y, seguido, se levantó del asiento. Lavó y ordenó todo en la cocina y decidió sacar la basura.
Era un día algo caluroso, por lo que simplemente salió con una remera de mangas cortas, sus jeans rasgados y sus zapatillas de tela.
Ya estaba algo oscuro afuera por lo que debía salir y entrar rápido a su casa si no quería encontrarse algo desagradable. Aunque su barrio fuera tranquilo, por las noches solía haber algún que otro malhechor andante vigilando para robar algo.
Abrió la puerta de su casa y caminó hacia el contenedor. No estaba muy lejos, pero como siempre, le daba pereza ir hasta ahí.
Tiró la bolsa dentro del contenedor y antes de volver a su casa, notó algo extraño. Se espantó un poco al ver aquello. Se acercó lentamente y cauteloso a observar si en verdad era lo que él creía…
Había una gran bolsa negra tirada en el suelo. De esa bolsa sobresalía lo que parecía ser un brazo y algo de cabello de un color oscuro. Quiso acercarse a abrirla, pero no pudo. Un ruido de gente acercándose hacia él hizo que diera media vuelta y saliera corriendo hacia su casa.
—¡¿Era un muerto?! —pensó mientras corría y entraba a su casa, cerrando la puerta de golpe. —¡Joder, era un muerto!
Se quedó un momento en silencio, con el ceño fruncido. Si realmente había un tipo muerto ahí debía llamar a la policía, pero no es como si estuviera totalmente seguro de eso. Pero creía haber visto un brazo sobresaliendo de aquella bolsa negra de plástico.
Se le revolvió el estómago y se quedó de cuclillas frente a la puerta, tratando de recuperar aire después de haber corrido tan aceleradamente.
—Mierda, no puede ser… ¿De verdad era un cuerpo? —se dijo a sí mismo.
Después de un rato se levantó y husmeó por a través de la persiana hacia la calle, que justamente la vista daba hacia aquel contenedor.
Sólo vio a unas personas pasar como si nada, charlando tranquilamente. Quizás sólo fue su imaginación, quizás sólo era chatarra…
Fuera lo que fuera aquello que vio, necesitaba comprobar qué era lo que había ahí realmente, no podía con su curiosidad. Y si en verdad era el cuerpo de alguien a quien habían asesinado, no duraría en llamar a la policía y alertarles de un posible crimen.
Agitó su cabeza y se dirigió hasta su cuarto, donde su gato se había adueñado de parte de su cama. Se sentó sobre ésta y se quitó sus zapatillas, dejándolas a un lado. Acabó por acostarse al lado del pequeño gato quien lo miraba con su cabecita apoyada sobre sus dos patitas delanteras.
—¿Qué eres, un gato o un perro? —enarcó una ceja divertido, acariciando el lomo del animal.
El cansancio que tenía en el cuerpo no lo dejó pensar más y sus ojos se fueron cerrando poco a poco hasta quedar totalmente dormido.
La alarma sonó incontables veces, el pitido era insoportable. Gruñó y tomó la almohada para taparse la cabeza. El gato, quien se había despertado hacía rato, saltó por encima de la espalda de Yoon Gi hasta la mesa de luz, tirando el despertador al suelo, es decir, su celular.
Al escuchar el ruido de la tapa abrirse, Yoon Gi se levantó de inmediato y maldijo a su mascota. Se puso de pie, frotando su cara y bostezando, tomó el celular y lo volvió dejar como antes.
Hoy era sábado, por lo que se agradecía un día sin clases, para descansar. Se vistió, esta vez con otro par de jeans y otra camisa manga corta. No tenía muchas ganas de desayunar, sólo tomó un jugo de frutas de la caja y lo guardó nuevamente en la nevera.
Después de abrir las ventanas, para que corriera aire. Su mirada se volvió a fijar en aquel contenedor, era muy temprano por lo que seguramente nadie estaría despierto. Asique salió de su casa para corroborar lo de la noche anterior.
Metió sus manos en los bolsillos del pantalón y caminó discretamente hasta llegar de nuevo al lugar. La bolsa seguía ahí. La luz del sol lo ayudó a corroborar sus sospechas, realmente era un brazo. Pero le parecía extraño que si era alguien muerto, debía haber un olor muy fuerte allí y no había ni un solo olor, ni una mosca, nada…
Se acercó, después de mirar de reojo hacia sus costados y abrió la bolsa cuidadosamente. ¿Y si quizás era un juguete o algo así?
—Qué carajo…
Al abrir la bolsa, se encontró con un cuerpo, inmóvil. Era de un chico, mucho más joven que él, de cabello corto negro, de piel blanca y parecía tener una figura algo más alta que él. Yoon Gi lo miró detenidamente, se sintió muy extraño. No parecía que fuera humano, se veía demasiado perfecto.
Intentó sacarlo de la bolsa, pesaba un poco. No estaba seguro de qué mierda era. Parecía un gran muñeco de juguete. Estaba vestido con un uniforme negro y en un costado tenía bordadas unas siglas que no entendía qué significaban.
Lo llevó rápidamente hasta su casa, esperando que nadie fuera a verlo. Lo dejó sobre el sillón de su sala y volvió a inspeccionarlo curioso. No pudo acercarse mucho ya que empezó a sentir algo de miedo de aquella cosa con forma humana.
El cascabel del gato lo sacó de su trance y vio cómo se subía al pecho y olisqueaba la cara de aquella cosa.
—¡Oye, bájate de ahí! —lo señaló con el dedo, mirándolo enojado.
El animal pegó un saltito hacia el suelo y se puso al lado de Yoon Gi, moviendo su colita inocentemente.
—¿Crees que sea humano? —le preguntó a su gato, sin dejar de mirar a esa figura.
Después de pensárselo mucho, decidió acercarse e inspeccionarlo detalladamente. Miró sus brazos, tocó su cabello…¡Era tan real! Sus pestañas, su nariz, sus labios…
Tocó el rostro del chico con sus dedos y sintió como si fuera piel real. Se sobresaltó un poco porque no podía creer qué era lo que estaba pasando. Después pasó hacia su cuello, no podía ver ninguna vena, eso era raro.
Le dio la vuelta para seguir viéndolo y descubrió algo en su nuca, un número.
—“00” —dijo en voz baja—¿Qué significa eso?
El número parecía estar tatuado, pegado, no sabía bien. Pero debajo de éste había un minúsculo código de barras, casi imperceptible. Yoon Gi pasó sus dedos por allí y sintió que tenía un pequeño relieve. Se alejó inmediatamente y lo observó por completo.
—¿No será un robot? —frunció el ceño pensativo—No… ¿por qué alguien votaría algo tan valioso? Además nunca oí nada acerca de que vendan robots con este aspecto. Es decir…—miró al gato—¡Es jodidamente realista! Carajo, da hasta miedo.
Dios unas vueltas por la sala, ante la mirada atenta del gato que no dejaba de mover la cola, con sus orejas paradas como si lo estuviese escuchando.
—Debo hablar con Namjoon, ahora mismo.
Corrió a su cuarto como bala y buscó su celular. Marcó inmediatamente el número de su amigo y esperó a que contestara.
—Yoon Gi…¿Qué quieres ahora?¿Se te rompió otra vez la computadora?
—No…Escucha, tengo algo que contarte. Debes venir a casa.
—Si quieres contarme algo dímelo ahora, ¿no? —dijo en un tono de burla.
—Es que es algo que debes ver. Sé que te va fascinar, créeme.
—Está bien, Min Yoon Gi…¿qué tramas hacerme?
—¿Eh? —Yoon Gi soltó un quejido— Ya, no seas idiota y apresúrate en venir.
—Bien, bien—rio—No te enojes. En quince minutos estaré.
El otro colgó y Yoon Gi tiró el celular sobre su cama, volviendo rápidamente a la sala comprobando que todo estuviera en su lugar. Y nuevamente, se encontró al su gato encima del humanoide.
—¡Swag, bájate de ahí! —le dijo por segunda vez.
Swag salió disparado y saltó hacia el borde de la ventana, quedándose ahí mirando hacia la calle, como si se hubiese ofendido por la reprimenda de su dueño.
Yoon Gi sólo se quedó de pie, esperando impaciente a que su amigo Namjoon llegara. Necesitaba saber qué era eso que yacía sobre su sillón, inmóvil y sin vida. Podía ser cualquier cosa y si era lo que había pensado, una especie de robot, se imaginó que podría sacar un gran provecho de él. Total, lo habían tirado y él lo había recogido, ahora era suyo.
O eso creía él…