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Llévame allí... por Sweetpie

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Notas del capitulo:

agradezco a la persona que me dejo review, a quienes me han leído :c si es que le ha agradado. 

cuando escribí la fic, decidí centrarme en los dos personajes, y que hacen cada uno de ellos, es por eso que el capítulo ahora solo habla del otro. 
me disculpo nuevamente por mi manera de repetir palabras.


La luna iluminaba las calles oscuras, los callejones y los lugares por donde muy apenas la gente transitaba y las luces de los faroles ya casi no llegaba. Estaba brillando en su máximo esplendor, lucía quizás hermosa para algunas parejas que salían de noche, probablemente también para algunos fanáticos del astro. Por otra parte, era algo insignificante para otras personas, que solo se preocupaban por disfrutar de la tranquila noche.  
Un hombre de cabellos negros y profundos ojos finos color gris, caminaba por una calle poco habitada, con sus manos dentro de los bolsillos del largo abrigo negro que llevaba encima por el molesto frío. Escuchaba sus solitarios pasos que golpeaban con tranquilidad la acera en la que se encontraba. Aquel silencio era agradable, pero no falto demasiado para percibir la música que venía de un ostentoso club, y aún que le molestará, él era quien se dirigía a ese lugar.   
Al entrar, su vista viajo de un lado a otro, como si buscará a alguien en especial. Y ahí identificó a esa persona, era fácil por lo alto que era y lo elegante que vestía siempre. Soltó un pesado suspiró al notar como lucían todos los jóvenes que frecuentaban ese sitio, todos vestían con ropa casual o demasiado vulgar, en el caso de las mujeres. Definitivamente él y su amigo, no encajaban ahí.  
Cuando llegó junto al otro hombre de cabellera rubia y muy bien peinada, resopló  apoyándose sobre la barra de bebidas.
—¿Ya viste pedazo de mierda?, este es un lugar lleno de mocosos revoltosos y estúpidos. —estaba molesto, y lo hizo notar de inmediato con su tono de voz. No le parecía estar en un lugar en el que resaltaban demasiado y en el que la mayoría les miraba extrañados.  
—Tranquilo, solo vengo porque me dijeron que había unos buenos juegos de azar en los cuartos de atrás. —intentó calmar a su acompañante, quien fruncía a más no poder el entrecejo—. Vamos, sígueme. —dio una última calada al cigarrillo que tenía entre sus dedos de la mano derecha para finalmente dejarlo en el pequeño cenicero de vidrio, seguido se paró del taburete.  
El azabache se alejó de la barra y caminó detrás del rubio, pasando entre el montón de chicos que bailaban al ritmo de la música electrónica que resonaba con fuerza por todo el sitio que estaba iluminado con demasiadas luces ultravioleta. Se fastidiaba demasiado rápido, la paciencia no era lo suyo, que en cuando una chica se posó frente a él y le tomó por los hombros para intentar invitarlo a bailar. Reventó. Sus manos sujetaron con fuerza la orilla del escote de aquel corriente vestido y la hizo a un lado con demasiado impulso hasta dejarla tirada en el piso. Había sido grosero que algunos chicos que estaban cerca le miraron algo asustados y a la defensiva, pero le importó poco. De alguna forma se desquitó con la joven, que había llegado más tranquilo a las amplias puertas donde el rubio llamo un par de veces.   
En cuanto la puerta se abrió, él más alto se presentó.  
—Erwin Smith. —el hombre sacó una identificación, la cual mostró para asegurar que era él—. Y el señor, Levi Ackerman. —agregó, dando un paso hacía un lado para que su amigo se presentará, pero éste únicamente sacó una simple identificación al igual que el contrario. 
—Pueden pasar, solo los estaban esperando a ustedes. —dijo aquel hombre sin más, para hacerse a un lado y dejar que los dos hombres pasaran—. Es al fondo del pasillo.  
Levi, entró tras Erwin, caminaron hacía donde les habían indicado. Al ir en esa dirección, notó que no solo había juegos de azar ahí, también se podía ver una habitación con prostitutas, y más adelante cuartos en los cuales se escuchaban los quejidos de mujeres disfrutando seguramente del placer que le brindaban unos simples hombres desconocidos. Era trabajo, después de todo. 
Finalmente dieron con la puerta donde se encontraban otros hombres mucho más grandes que ellos, con sus pipas lujosas y sus ropas tan extravagantes, parecían señores con demasiado dinero. A pesar de que no fuera así.  
—¡Ackerman! —exclamó un sujeto el cual lucía más gordo y adinerado que el resto. Éste tomó una de las manos de Levi entre las suyas para saludarlo—. Me alegra que al fin Smith te haya traído de nuevo, claro, no en el mismo lugar que antes. —carcajeó como si aquellas palabras causaran demasiada gracia. 
El pelinegro chasqueó la lengua, le desagradaban ese tipo de hombres que se creían lo mejor por tan solo tener unos billetes de más, imaginaban que lo podían tener todo, y lo poco que tenían lo presumían hasta llamar la atención. Levi apartó su mano, ignorando la bienvenida del hombre y se aproximó a una de las sillas vacías que estaban alrededor de una mesa de poker donde pudo tomar finalmente asiento. 
—Vine aquí simplemente a apostar, no para hacernos amiguitos. —musitó apoyando su antebrazo en el respaldo del asiento que no era para nada cómodo, le sorprendía que aquellos tipos lograrán estar muy tranquilos. 
—¿Cuánto piensas apostar hoy, Ackerman? —cuestionó el mismo hombre con algo de interés ante lo que fuera a responder el más bajo. Sonrió amplio, mostrando su dentadura tan perfectamente cuidada. Él sabía lo que poseía Levi, la herencia y los millones que tenía en sus manos, incluso era más rico que su familia, y deseaba con ansias quitarle todo. 
—Eso no tengo que decírtelo. —volvió la mirada hacía esa persona nuevamente. Enarcó una ceja, y apoyó sus antebrazos en el borde de la mesa—. Tenemos que acabar con esto rápido, no vine a verlos como se quedaban parados. 
—Con calma, tenemos toda la noche, ¿Crees que este club cierra temprano?, los jóvenes de ahora no se van hasta el amanecer. —finalmente el sujeto guardó asiento, cruzó sus piernas y brazos esperando a que los demás hicieran lo mismo.  
Eso sucedió. Otros dos hombres, uno calvo y un hombre más viejo, se colocaron, uno a cada lado del más robusto. 
Erwin, por su parte, recargó la espalda en la pared más cercana, para mirar con atención la primera jugada. Pero primero observó una mujer morena de cabellos rizados, entrar a la habitación, cómo si hubiese podido adivinar el momento en que ellos finalmente decidieron empezar; lucía un suntuoso vestido de un color gris frío, cómo el de un cielo nublado, se fijaba bien a su cuerpo, que no evitó mirar lo excelente que le quedaba. Pronto observó como eran repartidas las fichas por ésta, las cuales, cada una tenía un valor; empezando por la color naranja que valía 50 euros, la negra de 100 euros, la lila de 500, la azul claro de 2000 y terminar con la marrón de 5000. Todos comenzaron con la misma cantidad —10 de cada una— contaban con el dinero, así que habían escogido las fichas con mayor valor. Dejaron sus primeras apuestas, decidieron iniciar por los precios más bajos, así que, cada quien dejo dos monedas naranjas y una negra.  

Al momento en que la morena se paró bien sobre sus inmensos tacones, y termino de barajar las 52 cartas, repartió tres a los cuatro hombres ahí sentados, dos boca abajo y una descubierta, la cual se podía apreciar ante los ahí presentes. El punto era darse cuenta quien tenía la carta más alta, para saber por donde iría el orden y quien pondría la siguiente apuesta. Ese fue el hombre de cabellera lampiña, así que tuvo que poner la mitad de la cantidad más pequeña, que solo era una ficha anaranjada. El tipo a su izquierda, era quien decidía el siguiente movimiento y se trataba del hombre trajeado que había molestado a Levi desde su llegada. Le hecho un vistazo a sus cartas, había empezado bien, que decidió subir la apuesta, dejando por su parte dos monedas del mismo color, cómo las del compañero de su derecha. Sucesivamente siguió el anciano, quien prefirió retirarse de la jugada. 
El de ojos gris, posó una mano sobre las dos cartas que no podían ver los demás, para echarles un vistazo por una de las esquinas. ¡Grave error!, se dio cuenta de lo mal que inició, pero no quería retirarse frente al otro hombre, que mantuvo la esperanza de que quizá se podría recuperar en la siguiente ronda de apuestas.  
Dejó en el pozo* al igual que el hombre frente a él, dos monedas naranjas. 
—¿No quieres una bebida, Ackerman?, yo invito querido amigo. —se atrevió a ofrecerle el voluminoso hombre con una sonrisa demasiado desagradable para los ojos del azabache—. ¿Perdón, no podría alguien ofrecernos una bebida? —cuestionó en dirección a la chica de melena rizada que estaba aún con algunas tarjetas en sus delgadas manos.  
—¡Ralph!, no te preocupes por eso, iré yo, ustedes continúen con la partida. —sonrió con amabilidad, Erwin tendía a ser muy cordial con todos, sin importar el carácter, la actitud y el tipo de persona que tratará. Se aproximó a una pequeña mesa, que contaba con varias botellas de vidrio de distintos contenidos, acomodó en línea horizontal cinco vasos rock glass, los cuales eran perfectos para servir algo de hielo y whisky. Cuando terminó ese rápido encargo, que se hizo para si mismo, volvió a la mesa redonda con un vaso en cada mano. Esos dos primeros los dejó para Ralph y el hombre calvo, quienes aún estaban muy concentrados en el juego; nuevamente regreso por otras dos bebidas, esta vez las dio al hombre anciano y a su amigo que parecía demasiado estresado viendo las cartas que tenía. 
Al final había ido por su propio vaso de licor, se sentó juntó a Levi para ver más de cerca el juego que al parecer iba a la mitad, y se limitó a decir alguna palabra por la cara de su camarada.  
—Tsk... Me retiro. —musitó el pelinegro en el instante en que fue su turno, dejando sus cartas sobre el tablero. 
—¡¿Realmente, Levi?! —eso sorprendió al de ojos azules quien acababa de acomodarse a su lado. Su amigo no era de esos que se retirará tan rápido... a menos que de verdad estuviese demasiado mal su jugada.  
—¡No tengo ni una mierda!, deja que este pelón y ese maldito gordo acaben con la puta partida. —se había exaltado, pero odiaba que al comienzo de los juegos de poker le fuera mal, imaginaba que si iniciaba así, seguramente le iría mucho peor en las siguientes rondas.  
En cambio, los otros dos hombres jugaron las dos últimas cartas que eran repartidas, mientras Ralph se bufaba por las palabras anteriores de Levi. Sin embargo, al contrarió de ese hombre, el tipo calvo fruncía el ceño. Él se ofendía demasiado rápido cuando le insultaban por su falta de cabello, ya que, también lo odiaba.  
—¡Excelente!, esta primera plata es mía. —dijo entre risas Ralph, recogiendo del centro de la mesa los 1350 euros que había en fichas—. Hay que comenzar con la siguiente partida. ¿Jugarás, verdad Smith?.  
—Así es, a ver con que suerte vengo esta noche. —unas arrugas apenas visibles se formaron en las mejillas del rubio al haber reído muy leve ante su propio comentario.  

Nuevamente la chica que ni siquiera había dicho alguna palabra desde que entro, recogió todas las cartas, las barajó con rapidez, pasándolas de una mano a otra, cómo si tuviese demasiada experiencia en ello. Finalmente, una vez más, repartió las tarjetas. Salvo que esta vez, a cinco hombres que ahora parecían más tranquilos al tener un trago de whisky a un lado.  
A excepción del apuesto pelinegro que mantenía el ceño fruncido.  

Notas finales:

pd: se que es demasiado corto también, pero espero que sea de su agrado.

pd2: estoy pensando dejar la idea de publicarla. Me desanimo muy rápido.

 

 



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