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Llévame allí... por Sweetpie

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Notas del capitulo:

gracias a todas las que me han dejado review y las lectoras, aprecio cada uno de sus comentarios. 

 

Me disculpare siempre por mi forma de repetir palabras. 

Apoyaba sus manos sobre el borde de un elegante lavabo color beige, que combinaba a la perfección con el decorado de aquel cuarto de baño. Podía aún inhalar el aroma a jabón de su última ducha, incluso aún veía algo del vapor que difícilmente envolvía el espejo frente a él. Lo limpió un par de veces, se había mirado una y otra vez, como si algo estuviese mal con su cara, a pesar de que no fuera así. Había algo que no le agradaba, le gustaba ese Eren, pero aún que sonará egoísta, creía que le faltaba algo.  
Un tono demasiado alegre lo sacó de sus pensamientos, era su celular, que vibraba insistente en el bolsillo de su pantalón, así que, tuvo que extraerlo rápidamente. Cuando contestó, una voz preocupaba se escuchó del otro lado. Se trataba de Petra, quien estaba asustada porque aún no salía del baño. Él no decidió responder nada. Guardó de nuevo su  móvil y abrió la puerta para que finalmente lo viera la mujer, quien soltó un largo suspiro y lo sujeto por su brazo para que caminará en dirección a un tocador donde estaba de pie una rubia, que también parecía estarlo esperando.  
—Annie no tiene todo tu tiempo, además... se nos está haciendo tarde. —musitó después de casi obligar a Eren a que se sentará en la silla, la cual estaba frente a un tocador donde se encontraban cientos de peines, cosméticos y utilería para el cabello.  
—Intentaré hacer un peinado rápido y el cual vaya con esa ropa. Creí que se pondría  algo más para una fiesta. —agregó la chica de ojos azules con algo de disensión en su voz, esperando a que quizás Eren entendiera que debía cambiar sus prendas.  
—Se lo dije, pero jamás me escucha. —dijo con un tono más tranquilo la de cabellos cobrizos. Tomó asiento en otra silla muy parecida a la del tocador y se sentó al menos unos 2 metros lejos de los otros dos. No quería estorbar a la rubia que ya daba comienzo a su trabajo.  
—Es cómoda esta ropa, además, no quiero terminar siendo acosado en la calle... o en la fiesta. —bajó la voz al decir las últimas palabras—. Esas personas no son tan importantes... —hizo una pausa para permitirse sacar de nuevo su teléfono—. Te entendería si fueran productores o si la fiesta fuera con otros famosos. Pero no es así.  
—¿Ya terminaste? —cuestionó Petra, quien no evitó soltar una ligera risa por todas las objeciones que tenía el castaño.  
—Si... —Eren frunció los labios y miró la grande pantalla de su celular para jugar una aplicación en donde debía de unir cuatro cristales del mismo color para destruirlos. Se comenzó a concentrar tanto en el juego, que su cabeza se inclinaba cada vez más. 
Eso, molesto a su estilista.  
—Ya deja eso ahí. —arrancó de las manos de Eren el aparato y lo tiró sobre el tocador. Era una suerte que tuviese una cubierta, ya que lo había lanzado con fuerza. 
El de ojos esmeralda, se quedo con las manos vacías, no le quedo más que acomodarse en el asiento y cruzarse de brazos hasta que la chica terminará. Miró su reflejo, y a través de éste, cruzó accidentalmente la mirada con su mánager, quien le dedicó una sonrisa que él regresó. Después de todos aquellos regaños, sabía que Petra lo apreciaba mucho, era también como la madre que no había tenido, lo cuidaba y lo precavía en todo momento.  
Los minutos pasaban, Eren se aburría viendo su reflejo, y la habitación por el  espejo, escuchaba como Petra apresuraba a Annie diciéndole que se haría tarde, inclusive habían comenzado una cortante discusión, que fue interrumpida por alguien que llamó a la puerta. Petra prefirió dejar ahí el problema para atender la entrada.  
—Es Armin. —dijo dando paso a el chico que lucía un atuendo muy llamativo, al igual que un hermoso peinado, en el que sólo rizaron unos mechones de su cabello. En su torso portaba una playera muy holgada color gris, encima de ésta un saco guindo que se ajustaba a su cintura perfectamente y su pantalón era un tono metálico que combinaba muy bien con sus botas gris.  
—¡Luces genial, Armin! —no se limitó a decir Eren con una amplia sonrisa  y  su mano derecha levantada con el pulgar arriba.  
—Gracias, Eren. Seguramente también vas a lucir genial. —dijo el chico de ojos azul claro un poco entusiasmado por su amigo, el cual soltó una divertida risa.  
—Éste es mi atuendo. —el castaño señaló su ropa con una risita en sus labios.  
—¡¿Estas bromeando?! —exclamó muy sorprendido, ya que normalmente a las fiestas, todos tenían que deslumbrar las mejores prendas.  
—No, no bromeó, disfrutaré mi último día en Alemania.  
—¿Y está bien?, ¿No se quejarán esos hombres? —preguntaba el rubio algo preocupado, solía ser siempre así con Eren, quien casi todo el tiempo vivía haciendo lo contrario.  
—No tienen porque. —se encogió de hombros, completamente despreocupado, al contrario del otro.   
Cuando lo escuchó Petra, no evitó soltar un pesado suspiro y sentarse rendida sobre la orilla de la cama, la cual estaba cerca de la puerta que ya había cerrado; sin duda ese joven, no tenía remedio. Desde que lo conoció la primera vez en el club donde tocaba su grupo —no cuando lo vio cantar— detrás del escenario, cuando el jefe de él, le dio a escoger a Eren una mujer para el puesto de gerente.  
Annie terminó después de cuarenta minutos, en donde ya habían discutido y dejado entrar al amigo Rubio de Eren para que se calmaran. El cabello apenas corto y rebelde del castaño, ahora estaba delante de su frente con un ondulado un tanto visible y suavemente despeinado. La rubia había intentado que no se viera tan casual, pero era casi imposible, se veía muy “normal”, como si sólo fuese a caminar por la calle. Lo observó por cada ángulo, incluso creyó que si le ponía algo de maquillaje lo resolvería. Definitivamente los gustos sencillos no eran los suyos. Al instante en que sacó una brocha y se dispuso a comenzar a aplicar algo de maquillaje en el rostro del chico, éste se apartó, rechazando completamente la idea que tenía la rubia, con la excusa de que no iría demasiado bien y que era muy noche para usar tanto cosmético.  

Eren sintió un ligero dolor en sus piernas cuando al fin se puso de pie y alzó sus dos brazos para estirarse. Devolvió nuevamente su celular al bolsillo delantero de su holgado y muy roto pantalón, después de mostrarlo con orgullo frente a la cara de Annie. Caminó en dirección a un largo espejo que estaba en aquel cuarto del hotel y miró detenidamente cada prenda que llevaba encima. Esa simple playera blanca, con la cual incluso podría usar para dormir, los sencillos jeans, sus favoritos converse negros y una camisa cuadrille de tonos azul y negro que ató alrededor de su cintura. Se veía bien así mismo, parecía un joven cualquiera que iba a salir a divertirse de noche.  
Absolutamente le gustaron esas ropas.  
La puerta fue golpeada una, dos… cuatro veces, todos los presentes en la habitación por inercia llevaron la vista hacía ésta, pero el único que reaccionó fue Armin.  
Se aproximó a ésta y la entorno lo suficiente para poder asomar su cabeza. Ahí, vio a Mikasa, quien les informó que el auto sólo los esperaba a ellos. Sin más, el chico alarmado giró su cabeza para avisar a Petra y a su amigo.  
El castaño, se apresuró a tomar una chaqueta de pluma verde que se encontraba sobre el colchón, junto a su mánager, quien se levantó también dé prisa para salir junto con él fuera del aposento.  
—¿Por qué nadie nos ha avisado antes? —cuestionó Eren, caminando a grandes zancadas junto a los demás, por un pasillo que era largo y poco angosto.  
—Este... Se supone que yo les diría que adelantaron la hora de salida. —confesó su compañero rubio algo cohibido.  
—¡Realmente, Armin!  
—¡Lo lamento!  
—No se preocupen, no pensábamos partir sin ustedes. —añadió la de cabellos oscuros mientras acomodaba una bufanda rojiza que rodeaba su cuello—. Si aún les inquieta llegar tarde a esa fiesta, solo recuerden que somos los anfitriones.  
Luego de los comentarios de la asiática, nadie dijo ni una palabra más, ni siquiera Petra quien pensó objetar lo que decía la chica. Todo se mantuvo en silencio hasta que subieron a un reluciente ascensor. Dentro, únicamente ellos cuatro, las dos puertas se cerraron. Eren, presionó de manera infantil el botón que los llevaría al primer piso, antes de que su mánager pudiese hacerlo. Ella, tan solo soltó un suspiro y se cruzó de brazos, esperando con paciencia a que el elevador se tomará el tiempo de llegar a su destino. Todos estaban tan callados, que se podía escuchar una música tan tranquila de fondo. Era relajante, seguramente para que las personas con prisa no perdieran la calma.  
—Hey... Armin. —susurró Eren para que su amigo volteará. Cuando lo hizo, movió extremadamente sus labios para que lograra captar lo que quería decir. Pero Armin, no entendía nada. El castaño se acercó un poco más a los pulsadores y nuevamente llamó su atención, esta vez para señalarle lo que tenía cerca.   
Finalmente el otro entendió el mensaje, pero rechazó su idea, ya que, definitivamente no había tiempo para hacer lo que tenía en mente.  
Eren soltó un pesado suspiro y se pegó más a las teclas del ascensor, paseó su dedo índice entre los espacios libres de éstas, esperando a que Petra perdiera la mirada al menos unos segundos. En el instante en que eso sucedió, oprimió el resto de los botones demasiado rápido. 
—¡Eren!, ¡¿pero qué haces?! —se sobresaltó inmediatamente la de cabellos cobrizo, que su única reacción fue cubrir los demás pulsadores que el chico no había podido tocar—. ¡Nos están esperando! —Petra lucía una cara de angustia, pero no dijo más, solo pegó su frente en una pared del elevador, ya que, el castaño estaba carcajeando por su propio acto de inmadurez.  
—No hay de que preocuparnos, Mikasa dijo que todo estaba bien. —dio un paso hacía atrás y rodeó a su amiga pelinegra por los hombros— ¿No es así?.  
Mikasa, solo asintió.  
Después de pasar siete u ocho minutos más encerrados, salieron del ascensor. Petra completamente rendida, sin querer decir nada más. Armin, un tanto intranquilo por la seriedad de la mujer que iba delante de él. Eren, caminaba junto a Mikasa aún con su brazo derecho rodeando su cuello; como si se tratará de su pareja.  
Finalmente, subieron a una furgoneta negra que estaba frente a la entrada del hotel. Ahí se encontraron a su otro compañero de cabello cenizo. Éste, chasqueó la lengua recién los vio.  
—¿La diva de Eren aún no estaba lista? —preguntó tan solo para molestar al castaño que entró al trasporte detrás de Mikasa.  
—¿Qué dices, cara de caballo? —cuestionó como si no hubiese escuchado.  
—¿Acaso aún la princesa no terminaba de escoger su ropa? —agregó en tono de burla.   
—Oh, Armin... —Eren fingió sorprenderse y miró al rubio con algo de seriedad—. ¿Alguna vez habías oído que un caballo hablará? —recalcó su última palabra para girar su cuello y acechar a Jean con la mirada.  
—Cállate, maldita niña. —fue lo último que dijo Jean, después de cruzarse de brazos y ver en dirección a la ventana que estaba a su lado.  
De camino hacía el sitio, se escucharon solo las charlas de Armin y Eren, pero eran tan bajas que solo entre los dos comprendían la plática, parecía que solamente para ellos, el transcurso fue corto, los demás, parecían aburridos, mal humorados y cansados. Posteriormente habían arribado frente a un lugar que aparentaba ser tranquilo, inclusive por dentro. Sin embargo, luego de ascender a una habitación, ésta se hallaba a oscuras con unas cuantas luces que decoraban y daban ambiente junto con la música al amplio sitio. Petra se había ido a presentar, también a disculparse por haberse demorado en llegar, tuvo que mentir, diciendo que hubo un inconveniente en el camino. Los hombres, lo creyeron.  
Eren recorrió el lugar, alejándose de sus amigos quienes llegaron primero a la barra de bebidas. Contempló a las pocas mujeres que había. Ellas bailaban con otros hombres,  algunos viejos, algunos más jóvenes. La mayoría se trataba de sus trabajadores, y el resto ni siquiera los conocía, no obstante, uno de ellos lo miró de lejos y se aproximó a él lo más rápido que pudo. Era algo joven, pero a Eren no le agradó.  
—¿Ererin, verdad? —cuestionó con una picara sonrisa, que sin duda notó el castaño.  
—Eren. —no hizo ni un movimiento, ni siquiera cuando el hombre sostuvo su mano para acariciarle un poco.  
—Así que ese es tu nombre, queda perfecto. Pero si luces demasiado joven... ¿Tienes...? —no completó la pregunta para que Eren fuera quien lo hiciera.  
—diecinueve. —su voz era fría y grosera, creyó que si no era sociable, se alejaría pronto.  
—Me sorprende que seas chico, tu piel es muy suave. —musitó el sujeto que ahora levantaba con su diestra la manga del abrigo que poseía Eren—. ¿Te han dicho que tus ojos son hermosos?, no creí que realmente fueran de ese color tan... penetrante.  
Eren se limitó a responder, solo observó su brazo derecho que estaba siendo descubierto y tocado por la persona frente a él. Pero no soportó un segundo más, alejó su brazo con brusquedad para mirar con asco y disgustó al contrarió.  
—No me toque. —frunció el ceño, cambiando su semblante por uno más amenazante—. ¿Qué pasaría si uno de sus Jefes se entera que esta acosando a una persona importante para ellos? —sabía que debía callarse, no conocía nada del sujeto, pero quería decirlo todo—. Es repugnante cómo un hombre de su edad me acaricia de esa manera... No es más que un cerdo. ¡Estoy harto de que siempre tenga que soportar a bastardos como usted! —acomodó su chaqueta y prefirió regresar a la barra junto a sus amigos.  
Armin volvió la mirada hacía Eren después de sentirlo sentarse en la silla vacía que estaba a su lado. Escondía el rostro bajo sus brazos, que posó una mano en su hombro.  
—Eren, ¿estás bien? —quiso saber él mientras inclinaba su cabeza para buscar su rostro.  
—Si, lo estoy. —mintió. Estaba fastidiado, y quería irse pronto de ese lugar. Armin  apartó su mano.  
—No lo pareces, tu cara habla por si sola. —lo conocía. Eren era como un libro abierto, era fácil darse cuenta de cómo se sentía o a veces lo que pensaba.  
—Armin... Es solo que no estoy seguro de seguir haciendo esto. —su rostro, ahora se veía afligido.  
—¿De qué hablas?, ¿Ya no quieres cantar más?  
—No, de hecho me gusta... Pero, a veces veo que no podemos salir un día como las personas normales, siempre tenemos que estar haciendo lo que nos dicen. —giró el taburete en dirección a su compañero para hablarle de frente—. ¿No te gustaría tener un día tranquilo en casa, y decidir si vas a ir a hacer las compras o pasear primero a tu perro? —Eren, comenzaba a parecer ansioso y emocionado por sus propias palabras—. Sería también increíble haber ido a un colegio y haber conocido más personas. Nos estamos perdiendo de esas cosas.  
Armin pensó unos segundos.  
—Quizá también el conocer a tu pareja destinada. —añadió el rubio dando un pequeño salto en su lugar.  
—¿Pareja destinada?, ¿Qué es eso? —Eren se bufó—. No creo en tales cosas.  
—¡La pareja que amarás toda tu vida!, imagina andar por la calle y poder pasear juntos de la mano. Será un sentimiento que dure por siempre... sería hermoso. —el chico tenía una amplia sonrisa en su rostro—. Según un mito, dice que esa persona esta unida a ti por medio de un hilo rojo. El destino nos unirá a ese alguien algún día.  
—¿Tienes tiempo para leer todo eso? —rió mientras se ponía de pie—. Tendrás que mostrármelo algún día.  
Se alejó de los demás nuevamente, dejando la conversación casi a medias. 
Volteó a ver detrás de él un par de veces, se aseguraba de que nadie lo siguiera, ni que tampoco lo viera Petra. Una vez más, el castaño tomaba las decisiones por si solo y no siempre las mejores. Justo frente a la salida, dio un último vistazo hacía atrás y salió de ahí.  
Jean, se percato de que alguien se había ido e inmediatamente había reconocido los harapos. Dio un último trago a su bebida y fue detrás de aquello.   
Eren se cubrió bien, quizás pensaría en volver al hotel por su propia cuenta. La calle estaba muy sola, y no corría el riesgo de ser reconocido. Ya le inventaría algo a Petra cuando la viera. Introdujo sus manos a los bolsillos de su voluminoso abrigo, creía ir lo suficiente tranquilo, pero cuando se había relajado, unos extraños brazos rodearon su cuerpo. Él enseguida se alarmó. Empezó a mover su cuerpo para zafarse se ese hombre, que ni siquiera peleaba por hacerle algo o secuestrarlo.  
Por supuesto, porque eso jamás sucedería. 
Jean apoyó su mentón sobre el hombro del castaño y soltó una apenas audible risa.  
—¿Asustado?, creí que eras muy valiente para irte solo.  
—Apártate. —le empujó con su codo.  
El más alto, obedeció.  
—¿Qué crees que diga Petra si se entera de tu niñería? —dijo en tono de cizaña.  
—¡¿Solo vienes a joderme?! —actuó en su defensiva, empujando al contrarió con las dos manos.  
Éste, se alteró, tomó al más bajó por el cuello de su polera y lo estampó en un poste de luz.  
—¡¿Qué mierda?!... ngh... —Eren intentó arrojar al otro, quien lo aprisionaba cada vez más—. Maldito... —no pensaba rendirse, así que, escupió la cara del cenizo, quien tuvo que liberarlo para limpiar su rostro.  
—¡Eres un enfermo! ¡que asco!. —Jean limpió con las orilla de sus mangas la saliva. 
—Lo siento... No me habías dejado otra opción. —el castaño estaba más calmado pero respirada con dificultad por la fuerza que hizo hace unos momentos atrás.  
—¿Acaso creías que llegaría más lejos?  
No respondió, solo observó como secaba cerca de su ojo. En eso, notó que Armin llegaba detrás. Parecía algo asustado al ver las ropas de él todas desacomodadas y al otro con una mano en la cara, limpiando algo, que seguramente para él era desconocido.  
—¿Qué hacen aquí?, ¿Sucedió algo? —el rubio sujeto a Jean para asegurarse si estaba bien.  
—No. —Ambos respondieron al unísono después de intercambiar miradas.  
—¿Por qué lucen así? —Armin esperaba una respuesta, no estaba muy conformado con una simple negación.  
—Me sentía mal y quería irme al hotel, pero Jean me detuvo, me tomó del abrigo, por eso esta de esta manera, pero, todo esta bien. —mintió.  
—¿No te sientes bien? ¿Quieres que llame a Petra?  
—¡No!, solo la voy a molestar, solo dile que me fui.  
—¿A dónde? —Mikasa había aparecido también. La huida de Eren, definitivamente estaba siendo un fracaso.  
—Eren esta mal, necesita ir al hotel. —Armin ya estaba angustiado.  
—Yo iré contigo. —sentenció la de cabellos negros.  
—No, esta bien, puedo ir solo.  
—Petra estará más tranquila si alguien te acompaña.  
—Si, es lo mejor Eren. —añadió Armin—. Yo y Jean nos quedáremos.  
Eren soltó un largo suspiro, no le quedaba nada más, su amiga jamás lo dejaba hacer ese tipo de cosas solo, a veces se comportaba como su madre o su hermana mayor. Ahora iba de regreso al hotel. Su idea había sido partir a algún club y divertirse por su propia cuenta, quizá podría conocer más gente, a parte de los acosadores de las aburridas fiestas a las que iba. Pero ya era todo un desastre. Probablemente Mikasa en la próxima esquina buscaría un "Taxi" y se aseguraría de que él llegué y se quede en su habitación. Pero ella seguía caminando.  
—¿Mikasa?, ¿A dónde vamos?.  
—Pasamos tan poco tiempo juntos, ¿por qué no caminamos un rato? —la pelinegra ajustó mejor la cazadora negra a su cuerpo al igual que la bufanda.  
A Eren le sorprendieron las palabras de ella.  
—Últimamente hablas tanto con Armin ¿acaso hay cosas que no deba saber? —agregó Mikasa. 
—Para nada..., es solo que... A veces tiendo a olvidarlas, y no me es posible decirte.  
La calle estaba sola, muy callada si no fuera por uno que otro auto que pasaba por la extensa avenida. Los establecimientos se encontraban a oscuras y con pequeños letreros con las palabras: "cerrado". Mikasa ya no había dicho nada, ni tampoco él, era un silencio tranquilo, quizá por la confianza que ambos se tenían.  
Eren sonrió, le gustaba caminar por aquella ciudad y no sentir a nadie quien se acercará a él o le preguntará si realmente era "Ererin", como solían llamarlo. Podía respirar el airé frío y disfrutar las calles tan pacíficas.  
—¡Mikasa, mira!. —el castaño llamó la atención de la asiática, tomó su mano y la haló para que cruzarán juntos la avenida. Él se dio cuenta de una plaza que tenía una fuente interactiva muy de su agrado, así que no evitó correr hasta ella para admirarla. Si no hiciese tanto frío, seguro se habría bañado en ella—. ¿No luce genial? —sus labiales se habían curvado ampliamente y sus enormes ojos esmeralda brillaron ante la emoción.  
—Si, es... bonito. —la chica estiró su propia bufanda para cubrir la mitad de su rostro, evitando lucir feliz por la sonrisa de su acompañante.  
—Sabes... Le conté a Armin que me encantaría que así fuera siempre. Tan calmado, que todos nos vieran como cualquier otra persona. —se sentó en el suelo, sin importarle que estuviera algo sucio. Palmeó justo a su lado, dando a entender a la contraria que se acomodará. Ella, lo hizo.  
—Yo te veo como cualquier otra persona... pero eres la que más aprecio. —intentó animarle un poco—. No por ser Ererin, si no, por lo que eres... Eren. —su cabeza, la apoyó suavemente sobre el hombro del chico. Éste, esbozó una ladina sonrisa ante la acción.  
Nuevamente un calmado silencio se hizo presente, los dos miraban fijos el agua que subía y bajaba en largos chorros. Era extraño que aún no fueran apagadas, sin embargo, ellos no pensaron en eso, disfrutaban de la noche, del viento agitaba los enormes arboles de un lado a otro y la calidez que se brindaban al estar muy cerca. Un ambiente perfecto.  
—No pueden estar aquí. —una voz áspera los sobresaltó.  
Primero Eren fue quien giró su cuello, dándose cuenta de que se trataba de un hombre con uniforme. ¿La policía?. Pensó él poniéndose de pie. Mikasa cuando se dio cuenta, hizo lo mismo.  
—¿Se puede saber que hacen tan noche aquí?  
—Solo charlábamos. —aclaró Eren—. Qué más estaríamos haciendo.  
—¿Crees que me lo voy a tragar?  
—¡Usted nos encontró ahí! —dijo alterado señalando el suelo.  
—Necesito que me acompañen.  
—Mikasa... ¡Corre! —el castaño estiró su brazo y corrió ignorando al agente. Ella, lo siguió a toda prisa, inclusive le rebasó. Trató de seguir su paso, pero fue imposible, iba al menos tres metros lejos de ella.   
Eren se dio cuenta de que estaban siendo perseguidos, que no se contuvo en avisarle a la contraria con un grito que iba acompañado de risas. A pesar de que se tratará de la policía, se divertía. Corría con todas sus fuerzas mientras el aire golpeaba su rostro y empujaba sus cabellos hacía atrás. Sin embargo, el cansancio lo vencía, que su avance se hizo más lento, terminando por hacer el trabajo fácil al hombre. Lo sujetó por sus brazos, colocando en sus muñecas unas esposas.  
—¡Eren! —La pelinegra no lo dejo solo, se detuvo y regresó hasta donde él, siendo también presa de otro hombre que llegó en una camioneta, donde ambos fueron subidos.  

 *** 

—¡No hicimos nada! —Eren musitó molesto—. Corrimos solo para divertirnos, estábamos en una fiesta, con los jefes del auditorio donde tocamos antes, ¿no me conocen? ¿Ererin?  
—No, no lo conozco.  
—Puedo hablarle a mi mánager si no me creen.  
Mikasa se mantuvo callada, el castaño la había callado dos veces, que prefirió guardarse sus palabras y dejar que él hablará. Aún que lo hacía demasiado mal.  

Después de una larga discusión después de que llegó Petra, las cosas se arreglaron. Pero no sin antes pagar una fianza. Eren recibió una amonestación de parte de la mujer al igual que la pelinegra, quien quería cargar con toda la culpa en lugar de su amigo. La fiesta por parte, acabo temprano después de que se enteraron de que dos de ellos estaban en la comisaría.

Notas finales:

las palabras que tengo en cursivas, se supone que son las que seguramente pocas entienden :c salvo que no puse los significados. 

se que el capítulo es algo confuso (al menos yo así lo leo), también se que la relación de eren y mikasa es muy cariñosa, pero quiero demostrar en algun sentido, que no por mostrarse afecto haya algo más entre los dos, asi que aprendamos a querer a mi hogarcito(?)

tambien agrego que los extras acosadores no tiendo a ponerlos como personajes de snk porque los amo a todos, y me costaria llegar a ponerlos como los odiados. 

sin mas, espero que les agrade el capítulo. 

pd: acepto criticas constructivas. 


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