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Como debería haber sido por Malvary

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Se despertó de golpe y con la respiración agitada. También se dio cuenta de que estaba sudando cuando notó la humedad en su frente. Miró hacia el otro lado de la cama y no se extrañó al encontrárselo vacío, aunque fueran las cuatro de la mañana como dejaba ver el reloj encima de la mesilla de noche.


Desde hacía varios meses que su marido se iba a dormir a su lado, pero al notar que él se quedaba dormido, se levantaba y se iba a otro lugar. BaekHyun no sabía a dónde, lo único que sabía era que no estaba allí.


Cada vez que se despertaba por la mañana y veía el hueco frío y vacío, su corazón se apretaba y una punzada lo atravesaba. Era doloroso, sobre todo porque no era consciente de cuando había empezado a suceder todo aquello y no solo lo de no dormir con él.


Se quedó mirando el techo de su habitación pintado de un blanco que solo aumentaba la sensación de soledad.


Dos meses eran los que habían pasado y él no dormía a su lado. Pero aquello venía de antes, de mucho antes y BaekHyun no podía más que pensar que el matrimonio había sido un error, por mucho que lo amara.


Por mucho que amara a ChanYeol.


Se dejó envolver por los brazos de Morfeo de nuevo, pero estaba vez con pequeñas lágrimas trazando surcos en sus mejillas.

 


KyungSoo, el mayordomo de la casa, fue quién lo despertó esa mañana. BaekHyun se sentía hecho mierda, más de lo habitual y eso se lo hizo ver su mayordomo, aunque con la voz teñida con un deje de preocupación.


—Tiene unas ojeras enormes, Señor Park.


BaekHyun le miró con ojos cansados y retiró las sábanas para poder levantarse. Las ojeras le daban igual, hacían juego con su humor.


—Al Jefe Park no le va a gustar verlo con esa cara.


Cierto, a ChanYeol no le gustaba verlo con ese aspecto. Según él "el esposo del Señor Park debe verse siempre espléndido". No tenía ni siquiera la libertad para verse mal. Aunque eso no debería de resultarle raro. No tenía ningún tipo de libertad en absoluto.


KyungSoo lo ayudó a disimular aquel oscuro símbolo de cansancio con un poco de maquillaje, pero aún así seguía dando pena.


Atravesó la mansión con el bajito mayordomo a su lado. Bajó las escaleras y caminó con pereza hasta el comedor. Sabía que su marido estaría allí desayunando, por eso antes de entrar, compuso su tan bonita sonrisa, o al menos intentó que pareciera de verdad.


—Buenos días —dijo mientras se dirigía al asiento contiguo al de ChanYeol (en la cabecera), pero este ni se inmutó. Continuó con su vista pegada al periódico de esa mañana.


BaekHyun reprimió un suspiro y comenzó a comer en silencio. Tras unos minutos, ChanYeol dejó el periódico a un lado, dando el último sorbo a su café. BaekHyun permaneció tranquilo, comiéndose su tostada, esperando a que el alto pasara de largo y se fuera. Pero la mano sobre su barbilla lo desconcertó.


ChanYeol le levantó la cabeza y lo miró con el ceño fruncido. BaekHyun intentó que sus ojos no mostraran su nerviosismo o su miedo. Esperaba que ChanYeol se hubiera levantado de buen humor, no quería otra marca morada, además de sus ojeras, en el rostro.


—¿Y a ti qué te pasa?


—¿Eh? —preguntó BaekHyun confundido.


—¿Qué son esas ojeras? —su tono había comenzado a descender y eso no era buena señal.


—Tuve una pesadilla —murmuró. ChanYeol chasqueó la lengua molesto y le soltó con brusquedad.


—Ponte más maquillaje, hoy van a venir unos socios de visita. Necesitas verte presentable.


Y se fue. BaekHyun esperó a que a que la puerta se cerrara, para llevarse las manos a la cara y empezar a llorar.


No se suponía que debería ser así. No era de aquella manera cómo se había imaginado que sería la vida junto al amor de su vida.


Sin embargo, unos dos años después de que se hubieran casado, ChanYeol empezó a actuar extraño. Al principio, BaekHyun lo asoció al crecimiento de la empresa y a la cantidad de trabajo que iba aumentando y del que ChanYeol tenía que hacerse cargo. Pero cuando la situación se estabilizó y aquello no se detenía, empezó a sospechar que era algo más.


El lado posesivo que el bajo sabía que su marido tenía, empezó a volverse algo asfixiante. En sus primeros años de noviazgo, en la universidad, los celos y la posesividad le hubieran parecido algo gracioso, incluso hasta bonito, como una muestra de que de verdad ChanYeol lo quería. Sin embargo, ahora era insoportable.


Ya no era solo eso, sino que se había convertido en un insensible controlador. BaekHyun ya no podía salir de la casa sin su permiso. Todo aquello que el bajito quisiera hacer debía ser aprobado por ChanYeol.


Recuerda esa vez que LuHan, un amigo suyo, lo había invitado a ver una exposición en uno de los museos de la ciudad. Había avisado a ChanYeol con un simple quedé con LuHan. Sin embargo, la salida con su amigo se alargó más de lo previsto y a parte de salir a cenar, fueron a tomar unas copas. En definitiva, llegó a su casa sobre las tres de la mañana y para su sorpresa su marido lo estaba esperando en el sofá del salón.


Su cara ya demostraba que no estaba contento. Sus cejas casi se unían de lo fruncido que tenía el ceño y sus ojos estaban más oscuros de lo normal.


—¿Dónde estabas, BaekHyun?


—Te dije que iba a salir con LuHan. Había una exposición en el museo y... —no pudo seguir hablando porque ChanYeol lo interrumpió, levantándose y acercándose con aspecto amenazador.


—Sí, pero no mencionaste nada de llegar a las tres de la mañana —BaekHyun esbozó una sonrisa incómoda, sintiéndose justo de esa manera por el aura oscura que emanaba de su marido.


—Bueno, ChanYeol, fuimos a cenar y una cosa llevó a la otra.


—Una cosa llevó a la otra, ¿eh? —si su tono fuera más ácido, le hubiera quemado la garganta al escupir esas palabras—. Vamos a dejar una cosa clara, BaekHyun —dijo con su rostro a un palmo del suyo, agarrándole la barbilla con fuerza—. No puedes hacer lo que te dé la gana, sin avisarme, es más, no puedes salir sin que te de permiso, ¿entiendes?


—ChanYeol, me estás haciendo daño —gimió BaekHyun al notar como los dedos del alto se clavaban dolorosamente en su piel.


—¿Estuviste con alguien más esta noche? —preguntó.


—Sabes que yo no te haría eso —le respondió con lágrimas ya en los bordes de los ojos.


—Mejor, porque eres mío. Mío.


Aquella vez lo arrastró a la habitación, le arrancó la ropa y lo folló duro y fuerte. BaekHyun gritó y suplicó varias veces que se detuviera, que le estaba haciendo daño, pero ChanYeol solo le respondía entre gruñidos que era para que se diera cuenta de a quién pertenecía.


Ese fue uno de los peores momentos. Nunca más volvió tomarlo de esa manera, pero los golpes fueron los sustitutos. Y estos empezaron a volverse más comunes. BaekHyun ya no sabía que hacer. Su marido sospechaba de todo lo que hacía, montándose películas sobre infidelidades, cuando él ni siquiera podía salir de la casa.


BaekHyun estaba empezando a cansarse. Aquel amor lo estaba consumiendo, destrozando. Él no se imaginaba eso, no. Él pensaba que una vez que se casaran y la empresa, que ChanYeol había decidido montar una vez acabada la universidad, creciera; tendrían una vida lo suficientemente cómoda para darse uno que otro lujo y disfrutar el tiempo juntos, como lo hacían cuando eran universitarios: acurrucarse juntos viendo una película, los paseos por el parque cogidos de la mano y las noches fogosas y apasionadas.


Pero aquello distanciaba mucho de lo que en realidad sucedía. Su matrimonio se había vuelto una pesadilla. Una horrorosa y dolorosa que no hacía más que crear nuevas heridas en su corazón.


Y él sabía que no era el culpable. Algo le había pasado a ChanYeol para volverse así, para convertirse en un... Monstruo.


Fue entonces cuando recordó el sueño que tuvo esa noche. Aquel en el que ChanYeol era un asesino y entendió que su cerebro solo le estaba mostrando la realidad. Una forma de abrirle los ojos de una vez y que se diera cuenta de que no podía seguir viviendo de esa forma.


Se limpió la lágrimas con los dedos, decidiendo poner fin a todo aquello de una vez. No más golpes, no más gritos, no más cuchillazos a su corazón en forma de una fría y grave voz. No más.


Se levantó de la silla. Con una idea bien clara en su cabeza. Se acabaría el sufrimiento, sí. Pararía todo lo que ChanYeol le estaba haciendo sentir, algo que no debería ser.


***


Se podría decir que ChanYeol estaba enfadado. Se había levantado de un humor bastante precario y ver a BaekHyun con esa cara no ayudó. Principalmente porque le había costado un montón convencer al señor Lee para reunirse y tener una charla sobre negocios. La verdad era que si conseguía un acuerdo con el empresario, su empresa estaría un paso más cerca de la cima. Sin embargo, el señor Lee era un poco excéntrico y no le gustaba reunirse en despachos ostentosos, por lo que ChanYeol sugirió que viniera a su impresionante casa.


El problema era que no quería presentar a BaekHyun así, es decir, a él no le molestaba que supieran que era gay (eso lo había asumido hace mucho tiempo) sino que su marido se plantara con esa cara. Y no era problema de su cara en general, sino la que traía esa mañana. No le parecía bien tener que presentar a su marido como un muerto viviente.


Ya no era solo eso lo que le fastidiaba. Desde hacía bastante tiempo que BaekHyun andaba alicaído y eso lo ponía nervioso. No estaba acostumbrado a que el bajito fuera silencioso y serio, cuando lo que le caracterizaba era la vitalidad de su personalidad y sus brillantes sonrisas.


Quizá por eso había parado de dormir con él por las noches. Le agobiaba que BaekHyun se acercara a él temeroso cuando estaban acostados y luego se aferrara con fuerza a su camisa de pijama. Sobre todo cuando se quedaba dormido entre pequeños sollozos. No sabía muy bien por qué, pero le molestaba, y mucho.


Admitía que a veces era un poco duro con él y otras muchas se sentía culpable, porque en el fondo sabía que era culpa suya. Tampoco era que fuera a decirlo en voz alta.


Después de que se casaran y su compañía empezara a crecer a pasos agigantados, el trabajo le empezó a caer como si fuera un diluvio. El estrés, la frustración y el cansancio comenzaron a apoderarse de él. Al llegar a casa, se suponía que la bonita voz de su marido, junto con su cariñosa personalidad, le calmarían y le alegrarían el día. Pero no fue así. Se sentía molesto al verlo a él todo brillante, mientras ChanYeol notaba que alrededor de él solo había oscuridad.


Fue ese el motivo de que el primer golpe llegara. Se había sentido fatal cuando BaekHyun lo miró con los ojos abiertos en estupefacción, sin creerse lo que le había hecho, y con una mano sujetando su mejilla dañada. Luego, las lágrimas resbalando por su rostro, le sentaron como una patada en el estómago.


Se disculpó, claro que se disculpó. Y después lo llenó a pequeños besos como a BaekHyun le gustaba. Sin embargo, después de ese, vinieron otros y todo empezó a volverse normal. Ya no sentía nada cuando lo hacía, aunque sabía que era algo malo.


Además junto con aquello, su actitud posesiva y celos empezaron a jugarle una mala pasada. Creía que cada vez que BaekHyun salía era para ver a otro hombre y no podía permitir aquello. BaekHyun era suyo y de nadie más, y si necesitaba mantenerlo encerrado para ello, lo haría.

 


A eso de las dos de la tarde, cuando paró para comer, después de una agotadora mañana llena de papeleo y reuniones, le mandó un mensaje a su marido para que estuviera listo para la reunión con el señor Lee.


"Llegarán sobre las cinco. Más te vale verte presentable."


Una hora más tarde se marchó a su casa. Al llegar, se dirigió a su despacho, sin rastro de BaekHyun por ningún lado, aunque eso era normal desde que aquello había comenzado.


Después de media hora, acabado ya lo pendiente que se había traído. Se levantó dispuesto a darse un retoque para la visita. Y justo a las cinco llamaron a la puerta. El señor Lee tenía fama de ser perfeccionista y eso se lo confirmaba.


Bajó hasta el vestíbulo para saludar a los invitados (el señor Lee también había traído a su mujer), pero no había rastro de BaekHyun por ninguna parte. ChanYeol se acercó a KyungSoo un momento para preguntarle sobre su marido.


—¿Dónde está BaekHyun?


—Creo que el Señor Park sigue en su habitación, Jefe Park —respondió.


—Pues dile que baje inmediatamente.


KyungSoo asintió y se marchó a paso ligero escaleras arriba para avisar a BaekHyun. ChanYeol ya se empezaba a cabrear y necesitaba estar despejado para aquella reunión. Odiaba que BaekHyun no le hiciera caso. Fingiendo que no pasaba nada, dio unos cuentos pasaos para saludar con una amplia sonrisa a los invitados. Los guió hasta el amplio y sofisticado salón, perfectamente decorado, con muebles lujoso que se podía permitir después de seis años de éxito con su empresa.


—¿Y su esposo, señor Park? —preguntó el señor Lee curioso, sentado en un sofá frente al suyo, junto a su mujer. ChanYeol esbozó una sonrisa tensa.


—Bajará en cualquier momento. Me disculpo en su nombre por su impuntualidad —dijo con cortesía. El señor Lee hizo un gesto con la mano, restándole importancia al asunto y pronto comenzaron a hablar de lo realmente importante.


Tras unos minutos, KyungSoo apareció con el semblante un poco pálido y se acercó rápidamente a ChanYeol, inclinándose para hablarle con discreción.


—Jefe Park, su esposo no se encuentra en su habitación. Tampoco lo encontramos en ningún otro sitio —ChanYeol se quedó callado unos segundo antes de responderle.


—Está bien, pero sigan buscando.


El alto les volvió a ofrecer una sonrisa al matrimonio enfrente de él, como si no hubiera pasado nada. Intentó que su mente no se desviara de la conversación, pensando en qué decirle o qué hacerle a BaekHyun cuando apareciera, porque aquello era claramente una forma de dejarlo mal delante de sus invitados.


La tarde pasó y la reunión acabó satisfactoriamente, con un trato encima de la mesa que beneficiaría a ambas partes. El sol estaba comenzando a desaparecer en el horizonte y ChanYeol llamó a KyungSoo para que le informase sobre BaekHyun.


—¿Y bien?


—No está por ninguna parte, señor.


ChanYeol cerró los ojos y tomó una bocanada de aire, claramente exasperado.


—Inútiles —dijo, provocando que el mayordomo se encogiera por tono duro que utilizó.


Estuvo a punto de ordenar que llamaran a la policía, tal vez el enano de su esposo se había atrevido a escaparse. Pero no lo hizo porque a la mente se le vino un lugar que seguramente los inservibles de sus sirvientes no habían mirado.


Se dirigió a paso rápido fuera de la casa, hacia el jardín trasero. A parte de haberle prohibido salir fuera de la mansión, sin su permiso, también le había prohibido que saliera al jardín, bueno, a la parte más alejada de esta. Sus sirvientes tenían trabajo en la casa y si se mantenía en un radio que ellos pudieran vigilar, mejor.


Ahora que lo pensaba era bastante estúpido, pero había decretado muchas ordenes estúpidas en momentos de enfado y ahí seguían. Sin embargo, tenía la sensación de que BaekHyun estaría allí.


Cuando compraron esa casa, el bajito se había enamorado de un pequeño lugar que había en la parte más alejada del jardín. Tenía unos pequeños árboles que lo rodeaban, dándole intimidad al espacio. Había colocado una mesita y unas sillas para poder disfrutar mejor del lugar. Le gustaba ir allí a relajarse, solía ir a menudo, por eso tenía la sensación de que se encontraría allí.


El sol estaba prácticamente desaparecido del cielo, dejando una franja naranja luminosa en la parte baja de este, mientras que justo por encima de su cabeza, la oscuridad del cielo nocturno se iba abriendo camino.


Llegó y escaneó el lugar con la mirada, esbozando y una sonrisa ladeada cuando vio parte trasera de la cabeza de BaekHyun sobresalir por el lateral del tronco del árbol -más grande que el resto- que había en el medio. Probablemente se había quedado dormido y se le había pasado la hora.


Se fue acercando poco a poco, con el nombre de su marido en la punta de la lengua, dispuesto a salir. En ese momento, bajó la mirada, la sonrisa congelándose en su rostro cuando vio que la cabeza de BaekHyun no era lo único que sobresalía. También había una mano, una de las preciosas manos de BaekHyun, pero estaba manchada de un color rojo oscuro.


Se le empezó a acelerar el corazón y se apresuró a rodear el árbol. Sintió sus latidos detenerse por un instante cuando observó el pálido rostro de su marido con los ojos cerrados. La otra muñeca estaba igual que la que vio primero y no tardó en localizar el arma que había cometido semejante atrocidad. A un palmo de una de sus manos había una pequeña navaja con el filo recubierto de sangre.


ChanYeol notó como el pánico empezaba a conjelarle las venas. Se tiró al suelo, arrodillándose al lado de BaekHyun. Con manos temblorosas le tocó el rostro susurrando con voz entrecortada su nombre.


Miro sus muñecas otra vez e intentó parar la sangre que salía. La parte razonable de su cabeza le dijo que aún no era muy tarde. Tampoco había demasiado de ese líquido oscuro y todavía era fresco. Cogió a su BaekHyun en brazos con delicadeza y empezó a correr en dirección a la casa. Iba gritando para llamar la atención de sus sirvientes. Fue KyungSoo el que salió alarmado por los gritos y casi se quedó petrificado al ver el cuerpo inerte de BaekHyun.


—¡Corre, llama a una ambulancia! —ordenó ChanYeol, el miedo inundando su voz.


KyungSoo no perdió el tiempo y se fue corriendo para coger el teléfono. Mientras llevaba a BaekHyun a su habitación iba mandando a los demás que le trajeran vendas y alcohol. Nada más dejarlo encima de la cama, uno de los criados le tendió un rollo de vendas junto con una botella de alcohol para desinfectar.


Cogió una de las gasas que también habían traído, abrió la botella e intentó mojarla con el alcohol, pero sus manos temblaban demasiado. Estuvo a punto de tirarlo todo, presa de la frustración, cuando unas manos le quitaron la gasa y la botella para hacer justo lo que él pretendía.


—Será mejor que espere fuera, Jefe Park. La ambulancia estará aquí enseguida.


Asintió y dejó que KyungSoo se encargara. Se recargó contra la puerta una vez que la hubo cerrado tras de sí. Se llevó una mano a la cara y se sorprendió al notarla mojada. Se miró su mano, que ahora estaba húmeda, con extrañeza mientras se daba cuenta de que estaba llorando.


Unos minutos después llegaron unos hombres con uniforme naranja, subiendo por la escaleras. Se apartó para dejarlos pasar, pero no entró con ellos. Eso sí, cuando salieron cargando con su esposo los siguió, pues iría con BaekHyun al hospital.


***


Se despertó hecho mierda. Le dolía todo. Parpadeó un par de veces para acostumbrarse  a la potente luz que había allí. Pronto las figuras a su alrededor empezaron a tomar forma. Las paredes blancas se hicieron presentes, así como los pocos muebles que había.


«¿Un hospital?»


No era difícil averiguar que estaba en una habitación de hospital, y antes de que se preguntara que hacía allí, los recuerdos lo azotaron. O sea, que al final no consiguió lo que quería. Ya ni podía poner fin a su vida.


Recorrió primero con la mirada su cuerpo, que estaba debajo de unas sábanas, para encontrarse con la vendas en sus muñecas. Luego, hizo lo mismo pero por la habitación, deteniéndose en el hombre que estaba sentado en una silla de aspecto incómodo junto a su cama.


—¿ChanYeol? —y su voz fue un susurro, pero suficiente para que el alto abriera los ojos y lo mirara sorprendido, pero con un alivio evidente.


—BaekHyun, gracias a Dios —hizo amago de acercarse, pero al ver como el bajito retrocedía, se quedó quieto.


BaekHyun vio su mirada dolida. Sin embargo, ¿qué podía esperar? Tenía miedo de que su marido se enfadara porque había intentado suicidarse y aunque creía que no sería lo suficientemente estúpido como para hacerle algo en un hospital, los instintos seguían ahí.


—¿Cómo te sientes? —le preguntó ChanYeol removiéndose en su asiento.


—Bien —alargó la última vocal a la vez que entrecerraba los ojos, marcando el escepticismo en su voz.


—Esto es culpa mía, ¿verdad?


BaekHyun no dijo nada. Se le quedó mirando directamente a los ojos, los cuales le dieron la respuesta a ChanYeol. Claro que había sido su culpa. BaekHyun era un hombre fuerte, siempre tuvo esa vitalidad, esas ganas de vivir. Suponía que lo fue consumiendo hasta agotarlo y romperlo.


—Lo siento. Lo siento tanto —empezó a llorar de nuevo mientras abrazaba al más bajo. Notó como éste se tensó en sus brazos, pero no le importó—. Lo siento de verdad, nunca quise que llegara a pasar esto. En realidad, no soy consciente de qué me pasó para que me convirtiera en esto. En un monstruo que solo hacía más que dañarte. Lo siento muchísimo.


BaekHyun estaba en shock. En primer lugar porque sentía que hacía siglos que ChanYeol no lo abrazaba de aquella manera y segundo porque tampoco se esperaba que le dijera todo eso. Percibía el dolor en el tono de voz y sabía que estaba siendo sincero. Aunque durante años el ChanYeol del que se había enamorado se hubiera escondido bajo una horrible máscara, él seguía estando allí. Por eso pudo reconocer la sinceridad en sus palabras.


Se atrevió a pasarle un brazo por la espalda y acariciársela. Notó como ChanYeol temblaba un momento para luego sentir como lo abrazaba con más fuerza.


—Estás de vuelta —fue lo único que dijo.


El alto apartó la cabeza del hueco del cuello de BaekHyun, dónde se había refugiado. No tardó en entender el significado de la frase y le sonrió con ternura a su esposo.


—Lo estoy —atrapó con su mano la de BaekHyun que se había posado en su mejilla, en una cálida caricia—. Lo siento, por favor, perdóname.
—Bueno —empezó BaekHyun y ChanYeol notó como algo se rompía en su interior—. Vas a tener que trabajar mucho en arreglar lo que has roto, pero mientras me prometas que siempre serás el ChanYeol que amo, no tengo ningún problema.


Aquello fue como el primer rayo de sol que ilumina la tierra después de un largo y oscuro invierno. Como una brisa fresca en una caliente tarde de verano. Una melodía tras un silencio eterno. Era lo que necesitaba ChanYeol para ver que no todo estaba perdido, que podía seguir junto al hombre que amaba, por mucho daño que le hubiera hecho.


Mientras viajaba a su lado dentro de la ambulancia, viendo al equipo de emergencias trabajar, ChanYeol fue consciente de todo. Habían pasado cuatro años de maltrato e indiferencia. Y solo cuando sintió el pánico de perder lo que más quería, cuando la soledad empezaba a abrazarlo con sus brazos, fue cuando se dio cuenta del monstruo que había sido, de lo cruel y horrible que había tratado a su amor. Decidió que si BaekHyun lo perdonaba, volverían a empezar de nuevo.


—Te lo prometo, claro que te lo prometo —dejó que BaekHyun le limpiara las lágrimas y lo acercara para depositar un suaves beso sobre sus labios.


—Entonces, ¿tendremos el matrimonio que deberíamos haber tenido desde el principio?


—Por supuesto y todo será como debería haber sido.

Notas finales:

Esto salió como producto de un sueño que tuve y sí era sobre el ChanBaek, con la ligera diferencía de que me enteraba más tarde de que el payaso o lo que fuera era ChanYeol y yo era BaekHyun. Fue muy raro, pero no puede evitar escribir algo a partir de eso xD.

Espero que os haya gustado >.<


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