Luego del texto que me había enviado TaeHyung fue que me recosté, pensando seriamente si acudir o no a dicha cita. Mi mente también viajó a la imagen de ese chico que horas antes había visto, luciendo agitado y, peor aún, ensangrentado. ¿Qué le habría ocurrido para terminar así? O mejor todavía, ¿por qué esos tipos le estaban siguiendo? No le conocía ni por vista, pero me encontré rogando por su bienestar. Existía el pequeño detalle de tener su identificación, sabiendo así que el hombre se llamaba HoSeok y tenía un año más que yo. Solía sorprenderme por cómo es la vida; yo acostado en una cama cálida y él… la verdad esperaba que estuviese bien, quería eso con todo mi ser.
El día no tardó en tocar la puerta, donde los rayos del sol comenzaron a colarse por entre las ventanas. Era sábado y se suponía que no haría nada productivo, pero recordé mi compromiso con TaeHyung. Era un hecho que no había dado respuesta alguna a dicho texto, pero no iba a dejarle pagando. Fue por ello que me dí una rápida ducha y vestí ropa casual, siendo unos pantalones de mezclilla gastados y una camisa negra con corte en v lo que mis prendas dejaban ver. Muy por el contrario de mis padres, las marcas no eran lo mío.
Me ubicaba bien dentro del centro comercial, teniendo ahora la duda si TaeHyung recordaba o no el haberme convocado. Cuando decidí marcar su número por arte de magia apareció frente a mí, moviendo su mano y vistiendo ropa tan causal como la mía.
—¡JungMin! Sabía que no me fallarías, ¡gracias por estar aquí!
Ahora hasta a mí se me hacía familiar ser llamado de esa manera, no refutando cuando escuchaba aquel “apodo”. Muchas palabras no cruzamos, sólo me informó que debía buscar un paquete para su madre y comprar unas zapatillas que había visto unos días atrás. Me explicaba que era la primera vez que salía de tal forma con un amigo y me causaba gracia que estuviésemos en la misma situación. Me sentía a gusto siendo el primero para él y que él lo fuese para mí, teniendo claro lo mal que podía llegar a sonar, por lo mismo no lo comenté en voz alta.
La salida pasó realmente rápida para ambos, no teniendo ni la menor idea cuando ya había oscurecido. Ninguno era chico de calle, por ende, lucíamos como dos críos asustados por la oscuridad. Por un momento quise hacer acto de mi poder monetario, pero TaeHyung observó algo que le llamó muchísimo más la atención que volver pronto a nuestros respectivos hogares. A unas cuadras deslumbró al chico del que me había hablado hace unos días y comenzó a actuar como un soberano idiota, más de lo que ya era, siendo esto grave. Se suponía que solo íbamos a asistir al centro comercial, pero no supe cuándo me encontré caminando hasta una discoteca de por allí. Coincidencia: justo a la que el chico por el que andaba babeando TaeHyung entró. A mi edad acudir a esos lugares era como pan de cada día, pero yo no podía estar más asustado. Con sólo estar haciendo la fila para ingresar se podía sentir el aroma a alcohol que destilaba aquella residencia, pensando seriamente el querer largarme de una buena vez, pero esa idea llegó tarde, dado que ya estaban corroborando mi identificación y la de mi compañero. No había problema para entrar, estaba permitido desde los quince. ¿Qué clase de sitio deja entrar a menores donde hay bebidas alcohólicas? Esto desde ya no tiene buena pinta.
Al ingresar el humo tóxico me dio una no tan grata bienvenida, siendo el cigarrillo lo que casi todo joven probaba en su mano. La música estaba en exceso fuerte y claro, más de uno ya estaba bajo los efectos del licor.
— ¿Ya nos podemos ir? Este lugar apesta, podemos ir a otro mejor, te juro que yo invito.
— No seas aguafiestas, HanMin, este sitio no es tan malo, todos los chicos del instituto dicen que la pasan genial aquí sin la necesidad de emborracharse. Ven aquí, vamos a bailar un poco.
En tanto iba a negarme vi imposibilitada la sola idea, pues mi compañero ya me estaba jalando del brazo, una práctica que estaba ejecutando más de lo que me gustaría. Yo no pertenecía a ese lugar, no me gustaba el ambiente y ya me estaba comenzando a sofocar con el aire, pero mi camarada insistía con permanecer. La idea era llamar la atención de ese chico de una u otra manera, mas cabe mencionar que no tuvimos rastro de él desde que pusimos un pie en este sector.
Poco a poco noté cómo TaeHyung se soltaba al ritmo de la música, comenzando a bailar a un muy buen compás. ¿Dónde había aprendido aquello? Parecía un experto y, quizás por orgullo, no quise quedarme atrás. De una forma u otra comencé a dejarme llevar por la música y debo decir que no lo hacía tan mal, esto siendo prueba de los comentarios que escuchaba cerca de mí. Las chicas cuchicheaban de la manera en que mi cuerpo se movía y hasta chicos se detenían a verme. No era usual tener siquiera un poco de atención, algo que me extrañó y gustó a la vez. De pronto un grupo se acercó a nosotros y, sorpresa, el blanco de mi amigo estaba con ellos.
— Hey, jamás los había visto por acá, pero son buenos. ¿Les parece venir a compartir con nosotros? Estamos un tanto alejados de la pista, pero en cuanto los observamos quisimos invitarlos.
Un chico de sonrisa amable nos dirigió la palabra, a lo que mi compañero y yo quedamos atónitos. No solo habíamos terminado en algo así como un club, sino que hasta nos invitaron a compartir en comunidad.
— Por cierto, mi nombre es NamJoon, el de mi derecha es SeokJin y el de mi izquierda es Jungkook. En la mesa hay dos chicos más, pero las presentaciones después. Vengan aquí.
Con total confianza aquel chico llamado NamJoon fue que me rodeó por los hombros con uno de sus brazos, haciendo que caminara con él. Tras nuestros pasos iban TaeHyung, SeokJin y Jungkook, quienes no decían palabra alguna, pero podía apostar mi vida que el primer nombrado estaba estallando de felicidad. Su propósito se había cumplido con creces y existía la posibilidad de volverse cercano con esos chicos, pero yo todavía no entendía que parte de la historia escribía allí y quizás era mejor no tener idea de ello, porque mientras nos alejábamos comencé a ver una silueta que se me hacía muy familiar, pero creí estar paranoico por el temor que seguía sintiendo. Sí, eso debía ser.
— ¡YoonGi! ¡HoSeok! Encontré a unos chicos agradables y los traje conmigo, quiero que nos conozcamos entre todos.
Mierda, no era algo mental, más bien estaba viendo al chico que hace nada pude vislumbrar ensangrentado, ¿cómo no pude descifrarlo más rápido? No había espacio de error, su nombre era HoSeok y claro, por más loca que fuese la simple idea de que hubiesen dos sujetos con ese nombre, era imposible que portaran el mismo rostro. Ahora notaba que su atención estaba en mí y recordé la identificación que estaba en mi poder, específicamente en la billetera que ese día había llevado conmigo. Inconscientemente comencé a sudar y esto dio qué hablar. Excelente JiMin, eres más idiota que TaeHyung.
— Tuviste una buena idea, Nam, parecen tener las características que describiste, pero el chico que te acompaña se ve muy pálido. Ven aquí, yo te haré sentir mejor.
El muchacho llamado YoonGi comenzó a dirigirme la palabra, a lo que no supe qué responder. ¿Estaba siendo amable o...? Su tono de voz era un tanto peculiar, por lo tanto no supe bien cómo interpretar su invitación. Asimismo, HoSeok dejó que su atención viajara hasta su vaso como si éste fuese lo más interesante del mundo. ¿Acaso ya estaba bien? De seguir mis impulsos le hubiese preguntado, pero al no conocernos sería algo muy extraño.
¿De cuándo mi vida estaba así? Yo debería estar en mi cama, viendo televisión o comiendo algo, no aquí, teniendo dudas existenciales de cómo comportarme o de qué hablar. Sólo quería desaparecer y reanudar mi soledad. Jamás pensé que extrañaría estar solo, pero ahora lo estaba haciendo y mucho.
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