RITSU POV.
El sonar de mi despertador me hizo percatar que el alba ya había salido. Con una actitud de pereza me incorporé en mi cama y me revolví los cabellos. Miré la hora en mi reloj y me levanté de mi lecho. Me miré en el espejo y me di cuenta que unas ojeras notables yacían en mis párpados inferiores. Ingresé al lavabo y dejé que el agua caliente delineara el contorno de mi cuerpo. Al terminar de lavarme bien salí de la ducha, me sequé para posteriormente ponerme el uniforme de mi nuevo instituto.
Agarré mis anteojos que estaban en mi mesa de noche y me los puse. Terminé de arreglarme y pude oír el grito de mi madre que me decía que bajara para comer el desayuno. Súbitamente bajé por las escaleras, encontrándome con mis padres sentados en la mesa desayunando y leyendo el periódico, como era lo habitual.
-¿Estás preparado, cariño?-preguntó mi madre con la voz dulce que la caracteriza.
-La verdad no sé. He oído tantos rumores sobre la preparatoria que me da miedo, la verdad-afirmé cabizbajo.
-No te rindas por las estupideces que comentan en los realities show-Agregó mi padre con un tono de burla.
-Tienes razón padre, espero que me adapte fácil en esta escuela. Sabéis que los traslados a mitad de año, no son comunes, ya todos deben de tener grupos de amigos.-solté un pequeño gruñido al darme cuenta que se me haría difícil ingresar en alguno de esos grupos. A decir verdad, soy muy tímido.
-¿Quién no quisiera ser tu amigo hijo? Tienes tantas cualidades que es imposible que nadie las vea-sonrió mi madre. A decir verdad, las palabras que ella decía tenían mucha validez. Soy una persona que a pesar de parecer alguien frío, soy muy amable, cosa que en cualquier relación es valorable.
-Y bien hijo, ¿piensas en entrar en algún grupo de esos extracurriculares?-preguntó mi padre algo serio.
-Me gustaría retomar la fotografía. Desde que entré en la escuela media ha sido mi pasión y pienso que sería bueno retomarla, aprovechando que tengo la cámara que me habéis regalado hace unos años-respondí.
-¡Eso es increíble, Ritsu!-exclamó mi madre.-Siempre tomas unas excelentes fotografías-agregó.
Después de terminar mi desayuno me dispuse a terminar de empacar mis libros. Al terminar con dicha función, me dispuse a salir de mi casa. Al ser inicio de otoño, las hojas de los árboles estaban adquiriendo ese color característico, que da una sensación de sosiego.
Caminé por la arboleda hasta llegar a la vía principal. Esperé a que el semáforo cambiara de color, dándome el paso. Al pasar la avenida, me di cuenta que habían estudiantes que portaban mi mismo uniforme, con lo cual los seguí para no perderme. Al cabo de unos minutos, llegué y estaba en el portón de la escuela. Desde mi perspectiva, se veía la colosal y medieval arquitectura de mi próxima preparatoria. Parecía un castillo por fuera.
Seguí mi rumbo hasta llegar al salón del delegado principal. Por adentro, la escuela era moderna. Ese choque entre las épocas, hacía ver como un lugar agradable al sitio. El delegado no demoró en llegar, era un pelinegro que tenía un aire de seguridad. Además de su apariencia, se notaba que era inteligente.
-Tú debes ser el estudiante nuevo, ¿verdad?-preguntó con una sonrisa cálida.
-S-Sí, mi nombre es Onodera Ritsu, un placer-contesté algo nervioso.
-Bienvenido Ritsu-kun, mi nombre es Ijuuin Kyo, es un placer tenerte aquí-sonrió.
-Gracias. Sé que es una época del año que no es muy común ingresar, pero por diversos problemas personales, vine aquí-aclaré
-No te preocupes. Si necesitas contarle algo a alguien, puedes confiar en mí-guiñó un ojo.- Rellena estos espacios en blanco y luego te acompaño a tu salón-agregó mientras me daba un formulario.
No me demoré en rellenar los espacios. Al acabar dejé a un lado el bolígrafo que Kyo me había prestado y le pasé la hoja. Me dispuse a mirar la oficina en la que nos encontrábamos. Era muy tranquila, a pesar que afuera estuvieran los estudiantes haciendo bulla.
-Ven Ritsu-dijo el mayor mientras me tomaba del antebrazo y me llevaba por los pasillos. Pude ver que muchas personas hacían comentarios. Sin embargo, no les di importancia y dejé que Kyo me llevará a mi destino. Después de pasar varios salones, por fin llegamos al que iba a ser el mío. En ese momento Ijuuin me soltó y me empezó a hablar.
-Bueno Ritsu, llegamos a tu salón-sonrió mostrándome dónde era la entrada al mismo.
-Gracias por tomarte la molestia de llevarme-afirmé con un leve sonrojo.
-No hay de qué- agregó mientras revolvía mis cabellos.
-Y, ¿qué harás tú? ¿Dónde queda tu salón?-pregunté algo preocupado. Kyo era la única persona que conocía y era el único que había tenido un gesto de esa clase conmigo.
-Mi salón es el que queda al lado de este-afirmó.
-A, ya veo-dije cabizbajo. Me di cuenta que el mayor se percató de mi melancolía.
-No te preocupes pequeño, si quieres podemos vernos en el receso-afirmó con una sonrisa.
-Está bien-hice un puchero.
-Adiós Ritsu, nos vemos-afirmó el mayor mientras se alejaba de mí. Por un momento me quedé con la mano en el aire como un idiota, pero al darme cuenta de eso, la baje.
Ingresé al salón sin ánimo. Al entrar divisé el hermoso paisaje que había al lado de la ventana. Era algo asombroso para mí, ya que en mi anterior escuela, mi salón quedaba al lado de las canchas de baloncesto, con lo cual, no tenía vista alguna al jardín. Vi una silla desocupada en la tercera hilera, con lo cual, me dispuse a sentarme en ella. Vi que al cabo de un tiempo llegó un grupo de estudiantes, que al parecer tenían la típica pinta de malotes. Solté una pequeña risa al ver la ridícula actitud que tenían. Se creían como los dueños de la escuela. Siempre detesté a ese tipo de personas por esa actitud arrogante. Me di cuenta que un azabache se me acercó con cara de pocos amigos, con lo cual le ignoré.
-Pero, ¿qué tenemos aquí?- me preguntó con una voz burlona.
-….-No dije nada, por el hecho que quería concentrarme en la clase.
-¡CUANDO TE HABLO, TIENES QUE PONERME ATENCIÓN!- gritó el mayor golpeando mi puesto, haciendo que diera un pequeño salto del susto.
-¿Tienes algún problema conmigo?-pregunté desganado.
-¡No te atrevas a contestarme de esa forma mocoso!-exclamó agarrando mi camisa.
-¡SILENCIO!-gritó la profesora, haciendo que en el salón no se escuchara ningún ruido.-Vosotros dos, os quedáis apenas finalice la clase-puntualizó la docente.
-Pero yo no hice nada-reclamé de buena manera.
-No me importa señor Onodera, usted y el señor Takano os quedáis al finalizar la clase y sin reclamo alguno-afirmó la docente.
-Veo que ya tengo alguien para divertirme-susurró Takano en mi oído, haciendo que me estremeciera.
-¿Serás estúpido?-pregunté. Pude oír que el mayor soltó una risa de victoria.
La clase de química pasó lentamente. La maestra estuvo explicando química inorgánica. Como yo ya había adelantado ese tema con anterioridad, miré el paisaje. La verdad me podía perder en los frondosos árboles.
_”Sería perfecto para una foto”-Me dije a mí mismo mientras me sumergía en mis pensamientos.
El timbre marcó el inicio del descanso. Como había quedado regañado, al igual que Takano, nos quedamos como había dicho la profesora. Antes de hablar, la docente, borró lo que había copiado en el tablero. Al finalizar dicha acción, dejó el borrador a un costado del tablero y nos empezó a hablar.
-Onodera, sé que eres nuevo. Y también sé que eres muy bueno en química, por eso te pido que no dañes tu reputación-dijo. –Mientras que tú Takano, deberías aprender a respetar mi clase, ya llevamos varias semanas en lo mismo. Debes comportarte, si no quieres reprobar-agregó mirando con el ceño fruncido al mayor.
-Pensé que nos iba a castigar-bufó.
-En parte iba a ser eso-afirmó.-Pero como se acerca el campeonato de fútbol, no quiero que luego el equipo me reclame por haber suspendido a su capitán. Esto era una advertencia, pero si vuelvo a ver esa actitud en vosotros, no dudaré en dejaros sin descansos-afirmó con un tono de superioridad que daba hasta miedo.
Al terminar la charla me dispuse a recoger mis cosas. No me demoré en terminar mi acción. Sin embargo sentí un agarre fuerte. Al voltear a ver, me percaté que era Takano. Tenía una sonrisa que daba miedo. Rozaba lo borde. Intenté zafarme, pero mi intento fue nulo, por la fuerza del mayor.
-No creas que esto queda así-afirmó
-¿Qué?-pregunté confundido.
-Haré tu vida un infierno aquí, así que vete preparando-sonrió malvadamente.
-A ver si eres capaz, “capitán”-dije soltándome de su agarre. En ese momento salí del salón aparentando una actitud fuerte, más, en mi interior seguía temblando del miedo.
-Me divertiré contigo, pequeña sabandija-susurró Takano.
CONTINUARÁ…