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Ciego o estupido por gns

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Notas del capitulo:

 

Segundo capitulo, fue más rapido de lo que pense. Espero sea de su agrado.

 


Ciego o estupido

 

 

Cap. 2 El inicio

 

 

 

 

Con los brazos en alto, el leonino se estira, dejando sus fuertes brazos  a lo alto, el día era fresco y agradable, ese día no había entrenamientos, no discursos, solo custodiar su templo y por qué no, una visita a la taberna del pueblo, con un tarro de cerveza bien helada, que de solo imaginarlo comenzaba ya a saborearla. Con una sonrisa en su rostro, se da media vuelta, rascándose el cuello mientras se va desapareciendo por los pasillos de la quinta casa.

 

-Aioria –escucha una voz demasiado suave para su oído

 

Ladeando su rostro, nota la presencia de Géminis en la entrada de su templo, el caballero de largos cabellos azules se encontraba de pie con su reluciente armadura que brillaba de manera cegadora, ya que el muy condenado reflejaba los rayos del sol con el oro puesto, Leo tiene que parpadear  y entrecerrar sus orbes para no quedar más ciego que Virgo, esto para notar bien la silueta del mencionado. A lo que al principio el castaño no comprende esa visita y con esa sonrisa, una muy extraña en el rostro serio y mal humorado de siempre en el gemelo, hasta que recuerda que en los últimos días el plan que ha tenido que seguir. Sonriendo con todas sus fuerzas, Leo se acerca lo más menos posible, solo teniendo un metro de distancia del peli azul, ese hombre era un peligro, uno muy severo; ya que Leo aun no olvida su adolorida retaguardia, aun podía sentir los pinchazos en sus pompas.

 

El leonino no solo se encontraba adolorido, avergonzado y humillado, sin mencionar más que desnudo como Adán pero de seguro que lucía mejor que el mencionado. Más tarde se vengaría de Milo por haberlo dejado a su suerte, que tal si el peli azul no despertaba, Leo iba acabar como gato ahogado, flotando a la deriva sin pena ni gloria. Saga amablemente lo ayuda a sostenerse, puesto que Aioria apenas puede caminar, cubriendo con su mano su clara y voluptuosa virilidad, de la cual se siente orgulloso de su tamaño pero no veía el caso de enseñárselo a Saga.

Sentándose con ayuda del peli azul, quien tiene la modestia de alejarse del castaño, cosa que agradece el otro. Ambos guardan silencio hasta que Géminis se levanta de golpe para acercarle sus prendas, dejando al otro solo hasta que comienza sentir algunos piquetes, a los cuales no toma muy en serio hasta que estos prácticamente es en todo su cuerpo, ya que el leonino no conto con que Saga no se hubiese fijado de cierto hormiguero donde había depositado al castaño.

Con una agilidad Leo comienza a dar saltos al verse invadido por ciertas hormigas pelirrojas que ya lo tenían cubierto, lo que más le dolía era cierta partecita en su entrepierna, que con sus manos delicadamente sacudía. Hasta que es golpeado por Saga, quien utiliza los pantalones del castaño en contra de este. En realidad, Saga había notado el ataque al que era sometido el leonino y sin saber qué hacer cuando ve a este tratando de quitarse a las hormigas de su pene, por un momento le da asco y por la otra risa hasta caer en lo malvado que era por no hacer nada. Tomando los pantalones de Leo lo golpea para ayudarlo pero olvidando medir sus fuerzas, provocando que Aioria retroceda por los golpes hasta caer encima de unos arbustos con espinos, saliendo de su garganta un gemido de dolor en su retaguardia, Saga solo se cubre el rostro con sus manos, soltando la prenda al ver lo sucedido.

 

El rostro de Aioria no era precisamente de agradecimiento, levantándose a pesar del dolor, toma sus pantalones para colocárselos mientras camina sin importarle los espinos clavados en sus pompis, dejando a Saga, quien comienza a seguirlo pero a medio metro de distancia.”

 

Mientras Leo recordaba, Saga por su parte en tan solo esos segundos ya lo había analizado de pies a cabeza, la distancia no era corta ni larga pero si notaba ciertos detalles; Leo era un par de centímetros más bajo que él. Géminis rueda sus ojos, este caballero era algo suspicaz en ciertos detalles, por no decir en muchos de ellos, en pocas palabras Leo era todo lo que no buscaría en alguien, lo que le intuía un muy fuerte esfuerzo.

 

-Saga –dice reaccionando el castaño- que… en… ¿a qué se debe tu visita? –pregunta, ya que siempre era Milo el que le decía como actuar, ahora era un ratón marrón frente a un gato, un gato grande de largos bigotes azules

 

El mencionado no deja de sonreír, más que cerrando su puño detrás de su espalda “maldito, desgraciado y todavía preguntas, infeliz. ¿Acaso olvidas?” menta el gemelo disimulando su descontento. El gemelo avanza tres pasos hacia el castaño quien retrocede medio paso con el rostro serio.

 

-Querría disculparme por lo de ayer, en serio no fue intencional empujarte en esos arbustos con espinas –menciona el peli azul bajando la mirada-, lamento haberme sentido mal y vomitar encima de ti… - Leo dibuja una mueca de asco con tan solo recordarlo lo otro- en fin, querría invitarte a comer, como agradecimiento por el gesto amable que has tenido conmigo

-¿Eh? No tienes por qué… es que… -menciona Aioria mirando hacia atrás, como si esperara a que alguien se asomara- ya tengo planes… y…bueno… No sé…

 

Saga levanta el cejo bastante confundido “No sé”, esas habían sido las palabras del leonino, palabras que insultaban su ya furiosa ira del tercer guardián. Con un “será para la próxima” el peli azul se despide bajando a su templo, topándose con Máscara de Muerte, quien sorbe una taza de café mientras observa el paisaje afuera de su templo, Saga nota con claridad las ojeras del cuarto guardián. Una sonrisa amistosa y siniestra de Cáncer, hacen a Saga casi salir corriendo del templo, en esos momentos solo desea llegar al suyo y maldecir, siendo que topándose con una piedra de buen tamaño en las escaleras que conducen a Géminis, la patea con gran fuerza, elevándose esta en las alturas. Aprieta su puño en alto y aprieta los dientes pero un dolor en su estómago le hace correr directo a su templo, escabulléndose en el baño ante la mirada curiosa de Acuario, que lo espera para escuchar cómo le había ido.

Para suerte de Camus no tuvo que esperar demasiado y luego de escuchar con atención la corta charla de rechazo del gemelo, estos suben los templos, ya que el Acuario le dice que tiene justo lo que necesitan pero se encuentra en su templo, por lo que Saga vuelve a subir, topándose con Máscara que sigue tomando su café y le dedica la misma sonrisa solo que esta vez le guiña el ojo; provocando en el gemelo un escalofrío en todo su cuerpo.

 

 

 

…………………………………………………………….

 

 

 

La negativa de Mu no les impediría en llevar a cabo su plan, ese hombre en ocasiones era desesperante, las mujeres solo se cruzan de brazos ante el carnero quien no quita el dedo del renglón, en ese caso los dos pies de la entrada de su templo. Resignadas al parecer, las damas bajan los escalones mientras que el peli lila sonríe victorioso, al final él fue el ganador. Asomándose a la punta de la terraza de su templo escucha los pasos de su compañero Tauro, quien lo saluda pero dándose la media vuelta con una sonrisa en el rostro, una roca se impacta de lleno en su cara provocando que pierda el equilibrio y caiga rodando por las escaleras. Teniendo toda la atención de las mujeres que con anterioridad les había negado el acceso a su templo, quedando a medio camino el peli lila trata de ponerse de pie mientras que Aldebaran corre a su ayuda pero el primer guardián nota con su rostro rojizo y varios hilos de sangre que brotan de su nariz como las dos mujeres han entrado a su templo, intenta decir algo pero la poca disimulada risa de Tauro lo callan. Lo que Mu no sabe es que el golpe con la roca en su cara le había tirado un diente y al abrir la boca para hablar, Tauro lo había notado.

 

-Mu –escucha el mencionado- Aldebaran –saluda la joven peli celeste

 

Ambos mencionados se quedan mudos, Mu hasta olvida el incidente con su rostro. Era raro ver a la señorita Lyfia en tierra santa cuando se suponía debería estar orando por las tierras de Asgard. Automáticamente un foco ahorrador se le prende en la cabeza del carnero, Marin se encontraba subiendo por las casas del Zodiaco y Lyfia se encontraba de pie en la primera casa, las palabras de Virgo le comienzan a resonar una y otra vez por su cabeza, solo significaba una cosa; ese León tenía demasiada suerte. Aunque algo estaba olvidando pero no puede recordar que era…

 

-Deje las palomitas en el microondas –grita ante los presentes- ya se me quemaron…

 

 

 

 

……………………………………………………………………………

 

 

 

Aioros de Sagitario se encontraba bajando las escaleras de su templo y la meta era llegara hasta la quinta casa pero olvida lo cansado que era esa tarea, por lo que se queda en Libra a tomar el té con Dohko mientras este le platica algunas de sus hazañas en el trágico ámbito sentimental, por lo que deja para después su visita a su hermano.

 

-Idiota –grita Milo golpeándole fuerte al leonino en la cabeza, dejándole un chichón bastante hinchado y rojizo en ella-. Lo tuviste en bandeja de plata y solo lo dejaste escapar –dice ya tranquilizándose y sentándose en el sillón con los brazos cruzados con la boca torcida en una clara mueca de disgusto-, seguro era Saga o ¿Kanon…? porque como son gemelos, pudo ser Kanon –hundiéndose de hombros

 

Aioria lleva su pulgar a su mentón y se queda pensando unos segundos.

 

-Lo llame Saga… -menciona bajando su mano y mirando a su compañero- y respondió… creo que era Saga…

-Hay que ir a Géminis –grita el bicho poniéndose de pie de un salto y apuntando hacia una de las salidas del templo de Leo

-Géminis queda del otro lado –escuchan una voz acompañada de una hermosa sonrisa y esencia de fuerte colonia

 

Milo da media vuelta y vuelve a gritar con la misma fuerza que con la anterioridad solo que esta vez apuntando hacia la entrada de Leo. Pisándole los talones a Afrodita que fue quien instantes cruzo la casa de Leo, ambos caballeros cruzan alado del peli celeste con tal fuerza que empujan al más hermoso de los 88 caballeros de la orden de Athena para hacerle resbalar y hacerle caer sentado en las escalinatas. Con una fuerte palabra en un idioma que no prestaron atención y aunque lo hubieran hecho tampoco lo hubieran entendido, avanzan hasta cruzar la casa de Cáncer, quien solo logra salvar su café caliente encima de él, dejando la taza añicos en el suelo.

Con fuertes pisadas como cebras en Africa seguidas por dinosarios, Milo y Aioria se hallan ya en el centro de la casa de Géminis, ambos de pie, sumidos en un silencio que tardan cinco minutos cuando Leo habla.

 

-Creo que debí mencionar que… Saga subió hacia los templos de arriba –Milo lo voltea a ver con el rostro serio

-Subió arriba… -dice seriamente- entonces no hay nadie…

 

-Aioria –escuchan una voz

 

Ambos dirigen su vista hacia las dos mujeres amazonas.

 

-Pedazo de gato mujeriego sin escrúpulos, pervertido mal oliente –gruñe la mujer parándose a dos metros del caballero de Leo- no creas que te saldrás con la tuya

-Venimos a contarle todo a Saga –dice Shaina

-¿Todo? ¿De qué o qué? –Pregunta Milo colocando sus puños a los lados de su cintura

-Marin –dice Aioria sonriendo de medio lado- tanto tiempo sin vernos

-Saga sabrá la verdad sobre tu sucio juego –Milo y Aioria se voltean a ver con los rostros serios preguntándose ¿Cómo? Y ¿Cuándo?- no permitiré que te sigas burlando de él

-El patriarca también debe de saberlo –habla la otra mujer, teniendo la afirmación de su compañera

-Tranquilas –dice Milo con una sonrisa- están mal entendiendo las cosas… -acercándote lentamente a ambas mujeres-. Nada es lo que piensan

 

Con un ágil movimiento a la velocidad de la luz, dos sabanas sacadas de quien sabe dónde cubren a las dos amazonas por encima de la cabeza, siendo que Milo y Aioria las cubren rápidamente para cargarlas por encima de sus hombros y salir corriendo del tercer templo a toda prisa para perderse en el terreno alto que cubren los templos del zodiaco.

 

 

 

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La cabellera rubia se va meneando con gran rapidez y es tanta su concentración que no se da cuenta cuantos caballeros han cruzado su templo en los últimos momentos. Con un fuerte grito, la paciencia de Virgo se derrama, con fuerte decisión el rubio sale disparado de su templo con rumbo al primer templo, apenas bajando las primeras escaleras de su templo logra divisar dos cosmos y bien conocidos, abriendo uno de sus ojos, ve a ese par llevando cargando un bulto cada uno, lo más curiosos es que esos bultos tenían un par de pies. Sacudiendo su mano como no tomándolo en serio sigue su camino, sabe que Aioros como siempre se quedó atrapado en otro templo por lo que no bajaría en un buen rato.

Bajando un escalón, un ruido atraviesa su sentido del oído, no lo toma muy en serio y sigue bajando hasta que vuelve a escucharlo detrás suyo, volteando a ver hacia su templo, solo nota el vacío pero a los pocos segundos, un ruido como que algo se rompa lo alerta. Subiendo su pie derecho, una de las columnas de su templo cae ante sus ojos, como una rama quebrándose, abriendo sus orbes el rubio se da media vuelta, bajando corriendo a como sus piernas le daban lugar.

 

 

 

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Dokho quizá no era un buen anfitrión pero era bueno en el entretenimiento, la charla era su dote y como no después de haber vivido varios años, y la bebida era su predilección. Con el calor de la bebida en las venas, ambos caballeros han comenzado a reír por boberías hasta que un simple reto salido de la nada y sin sentido, ahora ambos hombres se encuentra afueras del templo de Libra. Aioros parece centrarse a pesar de tener las mejillas algo acaloradas por el líquido en las venas, sostiene el arco y apunta a lo alto, soltando la flecha se resbala por el impulso del movimiento, fallando en el equilibrio, cayendo sentado en el suelo que comienza a reírse por ello, hasta que el chino levanta la vista y nota donde se clavó la flecha dorada.

 

-Patético… -dice Dohko con voz algo lenta, tomando el escudo de su armadura lo lanza a lo alto como si fuera un disco, logrando clavarlo por encima de la incrustación del griego-. Gane…

 

El chino sonríe haciendo la señal de la victoria frente al rostro del arquero, quien lo mira algo de manera atenta, ya que ve tres Dohkos en vez de uno, se sacude la cabeza mientras que un ligero ruido llama la atención de los presentes. Dohko voltea pero solo ve algo como restos de polvo cayendo pero nuevamente aquel ruido, lo que lo obliga a subir la vista mientras que la enorme roca a un lado de su templo se va agrietando a gran velocidad hasta desprenderse una gran parte, cayendo frente a sus ojos en medio de los dos. Con un sonoro golpe, las escaleras se destrozan, la roca como pelota rebota hasta obtener una forma más redonda para ir bajando a saltos al siguiente templo de abajo, rueda hasta perderse dentro del templo de Virgo.

 

-Creo que…

 

Sin terminar su frase, una brisa levanta su corta cabellera del caballero de Libra, Aioros se había puesto de pie e inmediatamente desaparecido a tal velocidad, dejando al antiguo maestro con la palabra en la boca pero Dohko se adentra a su templo casi siguiendo el consejo del arquero, encerrándose se tira en la cama para envolverse y dormirse un rato, o al menos hasta que alguien lo necesitará, quizá un llamado del Patriarca.

 

 

 

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Afrodita al fin había llegado al templo de Cáncer y luego de lamentarse por el golpe en su retaguardia, el peli celeste toma asiento para sorber un poco de té con su amigo y probar las galletas. Pero como todo impecable y amante de la belleza, Afrodita decide retocar su natural belleza, sacando un espejo y lápiz negro, comienza a remarcar las líneas de sus ojos con suma atención.

Unos pasos retumban pero solo Máscara presta atención a ello, una cabellera rubia choca contra la mesa llevándose la tetera para caer encima de esta y regar todo el líquido para salir del templo, barriéndose hasta la entrada, todo ante la mirada de Cáncer. Pero el crustáceo no tuvo tiempo de decir nada ni un reclamo porque apenas pensaba una palabra cuando descubre la razón de la prisa del rubio. Cáncer da un salto lejos del punto antes que la mesa fuera aplastada, siendo que solo su taza en mano sufre el golpe mientras que Afrodita, ocupado en su aseo siente un golpe en el brazo que le hace perder su concentración en el trazo mientras un sonido metálico cae a un par de metros.

 

-Es en serio… -dice con voz seria y una mueca de disgusto en sus carnosos labios

 

 

 

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Como verdaderos delincuentes, Milo y Aioria habían dejado a las mujeres lejos del pueblo, tiradas y amordazadas, eso les ayudaría a ganar un poco de tiempo mientras que con la misma velocidad con que llegaron se retiraron. Según en palabras de Milo, Aioria debía de enmendar ese gravísimo error con Saga, antes que aquellas víboras de amazonas arruinaran todo el plan, ya que era demasiado lo que había en juego; entre ello sus propias dignidades. Al bicho se le hincha el pecho de orgullo ya que todo su plan era perfecto, todos se la creían y no era el momento adecuado para que simplemente tirarlo a la borda; en especial justo que en esos momentos hasta campanas les habían puesto.

Regresando por el mismo camino de donde salieron del santuario, pronto se encuentran de pie a la entrada de Géminis. Milo lambe su dedo índice y le limpia el rastro de polvo de la mejilla de Aioria.

 

-Debes verte bien guapetón –dice con una sonrisa mientras que el castaño duda-. No pierdas de vista a la presa

 

Aioria mueve la cabeza como señal que ha entendido, dando media vuelta ambos caballeros entran al recinto de los gemelos para sumirse en las sombras de aquel templo frío y solitario.

 

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A los pocos minutos tres figuras salen corriendo a gran velocidad, huyendo de una enorme masa de roca siendo que Shaka los logra alcanzar para dejarlos atrás, apretando los puños y cerrando con fuerza los ojos, el pobre rubio corre como alma que lleva Thanatos al inframundo mientras tiene el rostro rojizo por el esfuerzo.

 

 

 

Templo de Cáncer…

 

 

Una mesita de sala o mejor dicho lo que quedaba de ella junto al té y galletas aplastadas, se encontraba en medio de dos figuras que se encontraban de pie, mirándose fijamente con un rostro bastante peculiar. Piscis se encuentra tan serio como Máscara, quien sostiene la oreja de la taza de té, lo única que se había salvado mientras que Afrodita luce con el hombro descubierto, puesto que la parte del hombro de su armadura se le había roto; sin mencionar un rayón debajo de su parpado derecho y un lápiz delineador quebrado que apretaba con todas sus fuerzas.

Cambiando su expresión seria, una mueca de odio y un grito lanza al arrojar el lápiz quebrado al rincón del cuarto templo, el caballero de Piscis maldice en su lengua natal, dispuesto a destruir con sus propias uñas a esa tonta roca. Pero al dar el primer paso, el tacón se le quiebra, perdiendo el equilibrio y cayendo encima del té derramado en el suelo. El peli celeste comienza a gritar mientras patalea en el suelo como pez fuera del agua.

Máscara solo levanta el ceño al ver la rabieta de su compañero.

 

Un par de pasos metálicos anuncian la entrada de dos caballeros que se quedan asombrados por la particular escena, Piscis continua revolcándose en el suelo que sin importarle perder la clase, ignora a los presentes, Cáncer solo se hunde de hombros cuando sus compañeros le preguntan con la mirada. Camus siendo más práctico, toma del brazo a Saga y lo obliga a continuar con su camino, dejando atrás del cuarto templo.

 

 

 

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Un grito no muy valiente sale de la garganta de Mu, quien se encuentra sentado en la pequeña sala de Aldebaran y es que luego de fracasar con aquellas mujeres (y quemar las palomitas), decide asaltar la despensa de taurino, pero resulta que el ariano simplemente no era bueno en la cocina. Por consejo del más alto, el peli lila decide cortar unas zanahorias para su pupilo, nada menos que algo muy nutritivo, tiritas de zanahoria con chile y chamoy pero para su desgracia, se corta parte de su dedo índice. Tauro amablemente le había curado la cortada pero su compañero era demasiado “delicadito”, que solo se queja mientras permanece  sentado en el sillón.

 

-Solo es una cortada –bufa el toro mientras levanta unas pesas con el dorso desnudo ante el ariano que solo se cruza de brazos

-Una cortada… -aprieta los dientes el peli lila- sabes cuánto duele… cuanta sangre desperdicie –el otro solo rueda los ojos, comenzaba a caerle mal su amigo

-Mu creo que… -

 

El taurino solo logra alcanzar ver como la cabellera lila de su gran amigo es levantada por los aires junto al sillón, donde momentos antes se encontraba el ariano para caer directo al suelo de cabeza. Sin mencionar que una cabellera rubia suplanta a la lila frente a los ojos del más alto, cayendo aquella figura pero a la vez siendo apoyada por el fuerte pectoral desnudo del segundo guardián. Shaka simplemente se queda con el rostro alzado y apoyado al pectoral del Toro mientras que sus pupilas azules lo mira fijamente con aquellas castañas.

 

-¿En qué puedo ayudarte Shaka? –Pregunta el taurino quien luce sorprendido

 

Las mejillas blancas del rubio se tiñen de rojo mientras entre abre la boca para decir algo pero su calzado metálico se desliza por el suelo siento que resbala su rostro, restregando el mismo por todo el dorso del Taurino, dejando una marca rojiza en este de sus dientes. Aldebaran solo abre sus orbes ante aquello, soltando las pesas que tenía antes, puesto que podía sentir el aliento caliente de Virgo, justo allí. Ni en toda su vida hubiera imaginado algo semejante.

Mu se levanta de golpe, mandando a volar aquel sillón que se le había quedado prácticamente encima, su rostro luce molesto y apretando los dientes con fuerza, dejando ver aquel espacio del diente faltante. Su mirada verdosa la clava en aquella larga cabellera dorada de Virgo, aquel que le hacía competencia en brillo, habiendo tenido un pésimo día y con el humor que ya se cargaba el carnero, no lo piensa dos veces; sujeta con tal fuerza la sedosa seda de oro. Aries consigue apartar al rubio de la entrepierna de su compañero, ya que prácticamente allí había quedado Virgo y al parecer sin planes de moverse. Los jaloneos y arañazos ya comenzaban a armarse, Aldebaran solo se queda mudo ante tal espectáculo pero reacciona a los pocos segundos, siendo interrumpido por una pequeña estampida. Aioria y Milo de un salto, atraviesan aquel sillón de su sala, el toro iba a recriminar tal entrada mientras trata de separar a aquellos compañeros hasta que un ruido a sus espaldas, lo hace por él.

 

El resultado, Milo y Aioria ahora se encontraban bajando las escalinatas hacia Aries siendo seguidos por otras tres figuras.

Pero el ariano, con el mal humor que ya le sacaba humo por las orejas que se detiene en seco y dando media vuelta se pone de pie frente a la roca que va dirigiéndose a él. Todos se detienen y lo voltean a ver con gran seriedad. Levantando sus brazos el ariano concentra su cosmos mientras que se escucha un sonoro “No” a sus espaldas.

 

 

 

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Saga observa su templo, restos de polvo y una columna caída que no puede dar explicación a ello. Camus al igual que el peli azul solo mira a su alrededor mientras sostiene un libro bajo el brazo y solo hasta ahora recuerda que en el templo de Virgo había igual columnas caídas. Cuando ambos colegas cruzan sus miradas, una fuerte explosión se escucha afueras del templo, saliendo del lugar, logran ver una nube de polvo a lo alto para luego como una lluvia de lanzas cae sobre el mismo lugar.

 

Afrodita y Máscara también observan aquello, el pez dorado ya había recobrado su cordura y elegancia, solo que ahora si luce su belleza natural, el peli celeste luce el rostro lavado. Shura, Aioros y Dohko, cada uno en su respetivo templo se mantienen atentos hasta escuchar gritos, para ser exactos cerca del primer templo.

 

Con el cabello revuelto, un par de amazonas comienzan a llegar al santuario, solo para escuchar los gritos, apresurándose con gran entusiasmo logran llegar hasta el punto, solo para ver como los caballeros dorados de Aries, Tauro, Leo, Virgo y Escorpión corren de un lugar a otro cubriéndose la cabeza de las punzantes rocas afiladas que caían del cielo. Por desgracia de ellas, fueron alcanzadas, uniéndose al coro hasta que todo ceso, quedando tirados en las escaleras.

 

Nadie bajo para ayudarlos o al menos un bendito socorro de por medio.

 

Saga y Camus regresan al templo, el de cabellos aguamarina tenía muchas cosas que explicarle al peli azul mientras se recuesta en el lecho del mayor, siendo seguido por este luego de traer galletas y sodas. Afrodita se queda con Máscara hasta bien entrada la noche para cruzar los templos, nadie debía verlo en esas fachas tan naturales. Aioros y Libra regresan a dormir, y Shura ignora lo anterior.

 

 

 

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Con el lunar levantado Shion solo levanta el rostro hacia el santuario, había interceptado a la compañía de Asgard y como buen anfitrión se ofreció a conseguirle hospedaje a las señoritas, ya que el santuario y en ausencia de Athena, no puede simplemente meter a cualquiera, además un par de señoritas rodeadas de su mayoría por hombres (los caballeros dorados y los soldados), aquello era como poner una oveja en una manada de lobos.

 

-¿Cuándo podré ver a Aioria? –Pregunta la de cabellera celeste con una sonrisa

-Yo quiero ver a Hyoga –dice la otra mujer

 

El patriarca solo guarda silencio, tener mujeres era un dolor de cabeza, agradecía que en el santuario los caballeros dorados fueran hombres, y que les hubiera enseñado el sentido de la castidad... porque todos eran castos o ¿No?

Una idea se le cruza por la cabeza y dos nombres que se encontraban irrumpiendo con esa norma como animalitos en primavera exhibiéndose por allí. Shion sacude su cabeza siendo mirado por las señoritas. El gran patriarca no iba permitir aquello, primero los casaba y luego que se revolcaran como Athena manda. Shion vuelve a sacudir la cabeza y se repite “Primero casarlos como manda Athena y luego que se revuelquen como el hombre manda” o algo parecido… en fin el solo era el sacerdote del santuario.

 

 

 

 

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Notas finales:

 

Dejen sus amables comentarios. Nos vemos en los otros fics.


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