Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Beyong the Veil por Sheila Heartfire

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Despertó desorientado. Su cuerpo entumecido por el frio y el dolor tardó en reaccionar a sus mandatos. No recordaba haber estado afuera, en los puertos de Gotham, así como tampoco sabía cómo había acabado en el suelo, lo último que recordaba era el fragor de una feroz batalla en el asilo Arkham, la intensa pelea contra varios presos, la ayuda de algunos miembros de la liga y los titanes.  Después… una intensa luz que lo llevo a la oscuridad.

Se levantó con cuidado, su traje estaba destrozado en algunas partes y su cuerpo estaba muy magullado por lo que no era recomendable hacer movimientos bruscos. Analizó su entorno con minuciosidad. El puerto de Gotham se encontraba en movimiento; prostitutas en busca de un cliente, vagabundos mendigando monedas, marineros empezando su jornada laboral y lo que parecían actividades ilegales en las zonas más alejadas.

Entrecerró los ojos molesto, su deber era detener lo que estaban haciendo esos narcotraficantes en aquel recoveco, no por nada era Robin; aquel que había jurado luchar contra las injusticias que consumían a Gotham City pero, con la condición de su cuerpo, podrían vencerle fácilmente. No dudaría ni cinco minutos y el riesgo sería demasiado grande.

Con un suspiro dio media vuelta dispuesto a abandonar aquel lugar con la mayor rapidez que su cuerpo le permitía, no quería correr la mala suerte de que descubrieran su presencia.

Una vez ya alejado del puerto analizo sus posibilidades. Su cinturón estaba desprovisto de la mayoría de sus armas pero aún conservaba el gancho con el que podría balancearse por los edificios, sin embargo; con su condición física dudaba llegar demasiado lejos. Necesitaba con urgencia llegar a la baticueva y ver si Batman se encontraba bien. Quien quiera que lo haya hecho llegar al lugar donde despertó pudo haber hecho lo mismo con los otros superhéroes.

Tendría que atravesar la ciudad pero con los ropajes que llevaba la gente lo reconocería de inmediato, por lo que tendría que cambiarse de ropa y pensar en cómo llegar a la Mansión Wayne.

La identidad de Robin era inútil en estos momentos, era hora de que Dick Grayson, el hijo adoptivo de Bruce Wayne, entrara en escena.

 

Debió sentir que algo estaba fuera de lugar.  La primera señal fue la alarma con la que lo recibió la dulce anciana que atendí aquella tienda de ropas en las afueras de la ciudad. No lo recibió con la sorpresa de que el compañero de Batman acabara de entrar a su puesto, sino; con la sorpresa de ver a un joven disfrazado herido. La mujer le hizo varias preguntas por su terrible aspecto mientras este se cambiaba y no paro incluso cuando le dio cien dólares por la ropa. Tras esto, Dick recogió su traje y procedió a salir con gran prisa de aquel lugar sintiendo la mirada de lastima de esa ancianita siguiéndolo. Extrañado, Dick justificó el comportamiento de la mujer con la edad y con la ignorancia por vivir tan lejos de la ciudad.

La segunda señal llegó en forma del conductor del taxi que había conseguido parar una vez que llegó a Gotham. No le hizo preguntas por su aspecto magullado y al parecer tampoco reconocía su rostro. La única señal de extrañeza que presentó en su greñuda cara fue cuando le pidió que lo llevara a la Mansión Wayne. Pero toda cuestión en el taxita desapareció cuando le enseño cien dólares. A veces le asombraba el poder que ejercía el dinero en algunas personas. Tendría que recomponer lo gastado, Bruce no estaría contento al saber que había gastados doscientos de los quinientos dólares que siempre llevaba de emergencia en su cinturón, pero la circunstancia lo ameritaban.

Una vez que llegó a las afueras de Wayne Manor, el taxita emprendió su marcha a toda prisa dejándolo solo en las puertas de la gran mansión.

Dick movió la cabeza negativamente. En algunas ocasiones se había topado con algunos hombres que creían que la mansión Wayne estaba maldita y preferían evitar tanto a sus habitantes como al lugar.

Introdujo el código en la puerta y esta le permitió el acceso de inmediato. Centrándose, el joven Grayson se adentró con prisas en su casa.

-¿Bruce? ¿Alfred? ¡Estoy aquí!

No recibió respuesta.

Un nudo empezó a formarse en su estómago a medida que avanzaba por los pasillos sin recibir respuesta a sus llamados.

-¿Bruce? Es un mal momento para demostrar que tienes sentido del humor escondiéndote.

Nada. Ni un ruido.

Y llegó al despacho. Una vez allí, corrió a accionar la abertura hacia la cueva del murciélago pero ni bien puso un pie allí supo que esa no era la baticueva. El joven bajo corriendo las escaleras para cerciorarse y vio que esta estaba llena de polvo y solo con un anticuado ordenador en el medio. No había señales del batimovil, del gran dinosaurio o de cualquiera de los artilugios de Batman.

¿En dónde estaba la Baticueva?

Unos ruidos provenientes del despacho lo alertaron y cogiendo una barra que se encontraba por el suelo subió con sigilo las escaleras. Su cuerpo no estaba preparado para el combate pero defendería el secreto del murciélago a toda costa.

Nada más llegar, el boquete de una pistola lo recibió. Un hombre de mediana edad lo miraba duramente mientras ocultaba miserablemente a un joven que intentaba ver más allá de este.

Observó la pistola y afirmó con más ahínco el metal en sus manos listo para el ataque. El hombre pareció leer sus intenciones ya que también se posicionó con más firmeza.  Ambas personas aguardaron, esperando ver quién iniciaba el ataque.

Dick sabía que estaba en ventaja, aunque estuviera herido podría vencer fácilmente a ambos civiles, el hombre le causaría algo de problemas ya que por su postura parecía haber estado en el ejército pero no se comparaba con todos los supervillanos que había enfrentado. Aun así, tenía que ser rápido. Tenía que saber cómo esos dos sujetos habían podido entrar a su casa.

-Esperad

La voz del niño oculto detrás del hombre hizo que ambos giraran a verlo. Y cuando Dick vio al niño por primera vez, el metal resbaló de sus manos temblorosas produciendo un ruido seco al chocar contra la alfombra.

El chico era Bruce.

Lo sabía con solo verlo. Tras tres años con el caballero de la noche reconocería esa mirada y ese porte en cualquier lugar, incluso en el cuerpo escuálido de aquel chico.

Lo miró con más atención, pero “Bruce” no parecía observarlo a él, sino a su acompañante. ¿Acaso sería ese hombre Alfred?

Giró a ver a su anterior contrincante y reconoció los vestigios del viejo mayordomo en él pero, antes de que pudiera decir nada sintió una fuerte punzada en su cabeza.

Mientras sentía que todo se desvanecía, hecho un último vistazo a sus acompañantes quienes lo veían recelosos antes de perder la conciencia.

¿Qué demonios había pasado?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).