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Pequeños pestañeos en D. Gray-Man por TokiitaNaruLoveBK

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Notas del capitulo:

Este es un pedido hecho para Lizzy Uchiha ^^ 

Pareja: Yullen. 

Advertencia: Romance. Lemon. +18 

Allen se mordió el labio inferior cuando Kanda entró en él de una sola estocada y siguió moviéndose, aunque no estaba acostumbrado a la ruda intromisión, el de cabello largo tenía una sonrisa descarada y con rudeza pegaba la cabeza de su novio a la cama para que no pudiera acercarla a la de él, sabía que eso le desesperaba, para Allen era más desesperante el no poder sentir sus labios recorriendo su cuerpo o besándolo que el hecho de que lo estuviese partiendo en dos. 

-Yu, basta –Decía con trabajo el más chico, negándole aún la satisfacción de escucharlo gritar y gemir por ese dolor excitante que le estaba regalando.

-¿Por qué? –Kanda llevó su mano libre a una de las piernas de Allen y la alzó hasta su hombro con toda la intención de entrar más fondo en él, el de cabellos rubios blanquecinos abrió los ojos en grande y sin aguantarlo gimió tan alto que seguramente su tutor los había escuchado desde la planta baja, esperaba que no, se suponía que Kanda no podía entrar a casa sin su permiso, menos si estaba dormido y menos con el seguro puesto en su habitación. 

Como respuesta al ruido Kanda movió su mano para ponerla sobre su boca, la fuerza que aplicaba era la misma que cuando la tenía jalando su cabello contra el colchón, Allen quería seguir diciéndole que parara, que Marian los iba a escuchar, que en el caso de que así fuera podía apostar a que iba a castrar al mayor, además de tener una mano que le impedía hablar lo cierto es que ya no podía ni quería decir otra cosa que no fueran monosílabos que pedían más de ese placentero toque que Kanda rudamente había decidido empezar. 

-Vamos cariño, córrete para mí –El pelinegro se lamió los labios y miró como una de las manos de Allen se tocaba así mismo desesperadamente, sus ojos azules estaban perdidos y en la mano Kanda podía sentir el exceso de saliva que su novio estaba secretando al estar dando en un punto sensible que dentro de unas cuantas estocadas más iban a ponerle fin al salvaje acto. 

Amaba hacer el amor con Allen de esa manera. 
Rudo. Algunos dirían incluso humillante e inhumano. 

Disfrutaba darle órdenes, llamarlo por apelativos ofensivos y denigrantes, rebajarlo a nada y al mismo tiempo ser consciente de que lo era todo para él. Ese juego en el que él era el macho alfa y Allen su pequeño cachorro era el estilo de amor que nunca se cansarían de profesar, era extraño y posiblemente enfermo, pero igual era curioso y extremadamente excitante. 

Entre los dos se provocaban heridas que el tiempo siempre curaba, les gustaba la adrenalina, la violencia, el saberse dueños del cuerpo del otro, les encantaba los roles que desde un principio se propusieron interpretar, los de amo y sumiso, verdugo y esclavo. Allen y Kanda se soportaban y aceptaban que, aunque en la cama era de esa manera, fuera de ahí el menor lo retaría, se pondría meloso con él y le pondría mala cara cuando hiciera algún comentario impertinente frente a sus amigos así como él tendría pequeños detalles en sus aniversarios, le sonreiría con dulzura porque estaba locamente enamorado de él, pelearía con su “suegro” porque no lo dejaría hablar por teléfono con su novio por la supuesta gran cantidad de dinero que la factura reflejaría al final del mes, fuera de las sábanas todo sería como si se tratara de una relación normal. 

-Kanda –Allen gimió el nombre del mayor cuando por fin este quitó la mano de su boca al no poder aguantar más, había momentos de debilidad, esos en los que él tampoco soportaba mantener los labios separados de su moyashi, mientras colocaba la otra pierna cerca de su cadera Kanda se inclinó sin dejar de embestir para devorar la boca del menor y ahogar sus gemidos y jadeos en ella. 

Porque si, cualquiera podía decir lo que quisiera, podía decir que no se veían compatibles, que sus personalidades chocaban, que era casi impensable verlos juntos para siempre, a Kanda le venía valiendo aquello y Allen aseguraba que su relación no dependía de la opinión pública, podía ser que nadie lo veía porque no los conocían bien, porque, aquí entre nos, bajo esos toques, bajo esos movimientos frenéticos y susurros que de vez en cuando dejaban salir palabras de amor Yu podía ver lo compatibles que eran, lo asombrosamente bien que se acoplaban sus personalidades, Allen por supuesto, con cada estocada, con cada caricia delicada que se filtraba entre los jalones y mordidas de su novio podía ver la eternidad, podía verse así mismo envejeciendo con el hombre que seguía entrando y saliendo de su cuerpo como un animal pero que sin embargo lo besaba tan dulcemente que muchos creerían que se trataba de dos personas diferentes. 

Pocos segundos más bastaron para sentir el cielo. 
Para que Kanda se corriera en Allen y este en sus estómagos. 

Sus respiraciones eran erráticas, sus frentes se mantenían juntas y sus miradas se mantenían fijas en la otra, Yu salió de Allen y se acostó a su lado para atraerlo hacía él, la manera tan gentil, tan delicada y paciente con la que enlazó sus piernas y cobijó sus cuerpos, esa tranquilidad y esa sonrisa preciosa que mantenía en sus facciones mientras le acariciaba el cabello rubio platinado hacían que Allen se enamorara a cada segundo un poco más. 
El mundo podía decir lo que quisiera, pero él estaba seguro de que nunca encontraría a alguien mejor que Yu. 

-Te amo- Susurró Kanda después de dejar un beso en la frente de su novio. 

-Y yo te amo a ti –Correspondió Allen mientras escondía su rostro en el pecho del mayor. 

Ya ni siquiera recordaban qué había pasado entre los dos para que repentinamente Kanda se lanzara a Allen, no sabían los seguros insultos que se habían dicho y mucho menos les interesaba saberlo, estaban acostumbrados a que fuera así, a que sus días se movieran a ese ritmo, a que sus cuerpos se conectaran de esa manera tan violenta que nunca se cansarían de sentir. 
No pasó mucho para que los dos se quedaran dormidos. 

Ni pasó mucho para que un par de días después volvieran a terminar en la misma situación, pero bajo las sábanas azules que a Kanda le gustaba usar en su habitación. 
Tampoco pasó mucho para que un par de años después el mundo siguiera susurrando a sus espaldas que lo iban a echar a perder, que tarde comprenderían que no estaban destinados a prosperar en una misma oración y, entonces, ellos seguirían dándole las espaldas y les seguirían retando, solo que esta vez lo harían con dos trajes blancos…

Y frente a un altar.

 

Notas finales:

Espero que me regalen un RW ^^ 

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