-¿A dónde rayos lo llevaste Clark?- pregunto en tomo bajo Bruce después de más de 10 minutos de vuelo por sobre el océano.
-No tan lejos como debería, ¿por qué te interesa tanto?- respondió para después depositar un beso inocente en la mejilla derecha de su pareja- además, no estoy volando rápido.
-Me doy cuenta de eso.
-¿Qué se supone que le preguntaras? ¿No crees que sería demasiado sospechoso que Bruce Wayne le pregunte sobre el toxico?- cuestiono el superhombre- Sigo pensando que sería mejor idea que sea yo quien hable con él, después de todo, yo soy el del uniforme y estoy seguro que no se negara a cooperar conmigo, no es necesario que el infeliz te vea.
Después de unos segundos de silencio donde el murciélago analizo con cuidado las palabras que iba a utilizar suspiro largo y se acomodó mejor entre esos fuertes brazos para comenzar a hablar.
-Tú serás quien haga las preguntas Clark, yo solo estaré presente para asegurarme de que ningún… incidente mayor suceda- su voz era tranquila pero severas.
-Lo dices por lo de Grecia- contesto sin ser una pregunta a la vez que desviaba la mirada hacia el horizonte azul.
***
GRECIA, SIETE MESES ATRÁS.
Los líderes de la Liga de la Justicia se encontraban trabajando en cubierto después de que Batman había descubierto una red de tráfico de personas entre varios continentes. Al ser una organización tan grande había muchos líderes y era por eso que ellos tres estaban ahí.
El plan era relativamente sencillo, Wonder Woman era el señuelo perfecto para ganarse la confianza de unos de los cabecillas mayores para así poder conseguir los nombres, ubicaciones y toda la información posible al respecto para hacer caer a todos los implicados. Una misión donde Superman y Batman solo estaban como apoyo por si algo imprevisto surgía de repente.
Para sorpresa de los tres aquel imprevisto era que al parecer el líder criminal no tenía interés por la amazona, la respuesta era más que obvia, ya que la guerrera no solo era diestra en combate sino que era una de las más grandes bellezas que jamás habían aparecido sobre la faz de la tierra, su porte real, ojos azules y labios rojos, su cuerpo (literalmente) creado por un dios hacían que aquel rechazo solo significara que aquel hombre no le fueran las mujeres. Para confirmar las suposiciones de la princesa Bruce decidió intentarlo el, consiguiendo una invitación casi inmediata al departamento del rufián.
-Bruce, creo que deberías de ir sin comentarle nada a Clark- expuso la amazona, mientras el caballero de Gótica estudiaba planos de lo que parecía un barco que transportaba mercancía sospechosa, seguramente más mujeres, niños e inmigrantes.
-¿Ocurre algo?- pregunto sin apartar la mirada de aquellos informes que sostenía.
Diana apoyo su hombro en el marco de la puerta mientras se cruzaba de brazos para poder continuar.
-No sé porque tengo la sensación de que a Clark no le gustara la idea de que seas tú el que tenga que ir. Sabes cómo se preocupa por…
-Un humano?- interrumpió.
-Sus compañeros- corrigió sin ni siquiera inmutarse por el tono rudo del millonario que al fin la miraba- Solo no hagas nada que no sea inminentemente necesario.
-Lo sé princesa, yo soy el detective aquí, no hay nada de qué preocuparse, ni tú ni Superman… pero comparto la idea de no sacar este tema a colación.
Recientemente el hombre de acero se inmiscuía más de la normal en sus asuntos, no importaba si era Batman o solo Bruce Wayne, a donde quiera que volteara la cara se encontraba con los ojos azules del granjero.
Wonder Woman estaba por comentar algo más, pero un poderoso estruendo les indicaba que Superman había llegado.
-Diana, puedes encargarte de revisar que todo esté en orden en la Atalaya? Barry envió un mensaje pero no fue claro con lo que necesitaba. Supongo que esto lo podemos manejar entre Batman y yo.
-Entonces ya sabes de los cambios de planes no Clark?- pregunto sin serlo realmente- Tal vez ese mafioso no se fio tanto de mí, cuando se trata de socializar Bruce es un experto- argumento Diana intentando suavizar el hecho de que Superman ya sabía que quien iría a la morada de aquel despreciable hombre era Bruce y no ella. No es que por Diana no se preocupara, la verdad era que lo hacía con todos los miembros del equipo, pero de un tiempo para la fecha no podía (ni quería) evitar sentir su sangre bullir cuando lo que fuera que pasara se tratara de Bruce.
-Barry sonaba tenso, como si tratara de controlar lo que ya exploto- hablo Kent con los ojos fijos en el otro hombre de ojos azules.
A sabiendas de lo que eso podía significar la guerrera se apresuró en contactarse con sus compañeros dejando a los dos héroes solos. Una vez que la mujer abandono el lugar donde se encontraban (que casualmente era una habitación de lujo de uno de los mejores hoteles de la cuidad) el semblante del ultimo hijo de Kriptón cambio por completo, se mostraba serio, como si no conociera expresiones hablo utilizando una voz neutra.
-¿Cómo conseguiste que te invitara?
“De nuevo con esa molesta actitud” pensó el murciélago mientras fruncía levemente las cejas.
-Al puro estilo Wayne- respondió sincero sin tomarle importancia a las nuevas, pero ya conocidas, expresiones corporales del protector de Metrópolis.
-¡¿De nuevo con eso Bruce?!- hablo más alto de lo hubiera planeado- ¿Por qué no dejas de hacer eso? Ya he escrito muchos artículos con tu nombre.
-Suficiente, esta no es la primera vez que me lo mencionas, si tienes algo que decir solo hazlo Kent, me estoy comenzando a cansar de tu estúpida actitud de superioridad, juzgándome como si tuvieras algún derecho para hacerlo.
Se plantó frente al campeón de la Tierra mostrando su mirada furibunda, aunque el kriptoniano le sacara algunos centímetros de altura estaba dispuesto a demostrarle que no le temía y que él, el caballero de la ciudad maldita no permitiría que lo trataran como si fuera un principiante o un niño que no sabe lo que hace. No hubo respuesta por lo que decidió seguir presionando.
-Primero estropeaste mi cita con Samantha, luego entorpeciste mi reunión con Oliver te comportas como una novia celosa, en verd…
-Ese es el maldito problema Bruce- lo interrumpió. Ambos se encontraban a poca distancia.
-¿Qué?
-Nada- se apresuró a decir. A pesar de lo que sentía, el deber estaba primero, y eso lo sabía muy bien Kal- El, por ahora no había otra salida tenía que aceptar el hecho de ver a Bruce sonreírle tan encantadoramente a ese pedazo de basura que no merecía ni siquiera ser denominado hombre- Ya es tarde como para cambiar los planes, tendrás que ir, NO hagas nada que el pueda mal interpretar.
Aun un poco confundido por la extraña conversación que habían sostenido ambos héroes el caballero de la noche entro al Fiddle Twain uno de los más caros hoteles de todo el mundo, ese tipo de lugares estaban reservados para solo unos pocos afortunados que eran capaces de pagar los excesivos precios de la estadía. En cuanto entro en elegante hombre lo condujo a la suite de su jefe, durante todo el trayecto ambos se mantuvieron en completo silencio.
-El señor Gomble lo espera adentro.
Cuando Bruce entro comprobó que la habitación tenía unas impresionantes vistas al río Spree y a la ciudad. La Suite Presidencial era aproximadamente de ciento diez metros cuadrados que se encontraba distribuida en cuatro áreas separadas: dormitorio, salón, baño y sala de conferencias. Diseñada con colores cálidos y decorada con muebles de madera de alta calidad. Sus ojos buscaron a Gomble quien estaba en una amplia mesa escritorio junto a la estación del mini bar que poseía la estancia.
-Hermosa vista- Wayne inicio la conversación.
-He visto cosas mejores- sonrió Gomble al tiempo que servía dos vasos de black and tan para entregarle uno al play boy.
La siguiente parte del plan, era lo más sencillo según creía el vigilante. Ahora tenía que dejar fuera al cabecilla para tener la total libertad de movimiento, lo haría sutilmente con la ayuda de un somnífero que llevaba. Pero antes de hacer cualquier acción probó suerte para ver qué tanta información le podría sacar sin la necesidad de jaquear su computadora personal.
Primero comenzaron a hablar de cualquier cosa, como Diana había dicho, Bruce era bueno para la relaciones sociales; de apoco la conversación fue tomando la dirección que el héroe quería, sutil como le gustaba actuar. Ambos compartían un modestamente mediano sofá donde solo estaban separados por tres o cuatro palmos. Distancia que Gomble desapareció para poder acariciar lentamente las piernas contrarias, Bruce sonrió complaciendo al otro.
-Y después de este negocio, a donde tienes que ir?- cuestiono Bruce sabiendo que ese lugar seria la ubicación del barco con mercancía sospechosa que estaba rastreando.
-Dubái, te gustaría venir? Hay espacio- susurro ya un poco mareado por la cantidad de alcohol que estaba consumiendo, a ese paso Bruce ni tendría que usar el somnífero.
-¿Donde?- pregunto directo para tomar el rostro del otro entre sus manos y acercase lento hasta el punto donde sus respiraciones casi chocaban.
Gomble estaba a punto de contestar cuando de la nada el gran ventanal se quebró, lanzando trozos de cristal a todas direcciones, Bruce reacciono lento, en su defensa no esperaba ningún ataque, y menos teniendo a Superman (supuestamente) vigilando. Se quedó estático cuando descubrió que era precisamente el héroe de Metrópolis el causante del alboroto.
Kent sostenía del brazo izquierdo a Gomble con total facilidad, a leguas se notaba que el agarre no era delicado.
-Te dije, que no hicieras nada- hablo el súper hombre con voz pausada. Bruce no estaba del todo seguro de cómo proceder, cuando se compuso de la ligera impresión y ya dispuesto a hablar el sonido sordo de algo rompiéndose y el grito del hombre lo freno de su intención. Le había roto el brazo izquierdo y ahora iba por el derecho.
-Nadie vendrá pedazo de…- se contuvo de insultarlo- así que ya deja de gritar- termino de amenazar el hijo de Kriptón.
-¡Superman ¿Qué demonios estás haciendo?!- grito exasperado Wayne- Maldición, le rompiste los brazos.
Haciendo oídos sordos arrogo lejos el bulto de carne que ya comenzaba a perder el conocimiento a causa del dolor, lo estampo contra el mini bar rompiendo algunas botellas de licores que costaban más del doble que un auto último modelo.
-Y le romperé más- sentencio para dirigirse con paso firme al cuerpo destartalado que ya se encontraba inconsciente.
Jamás en todo el tiempo que lo conocía lo había visto comportarse de aquella forma tan… aterradora. Analizando sus opciones, y maldiciéndose internamente por no llevar su anillo del mineral verde, decidió que tenía que persuadirlo al puro estilo Wayne, tenía que funcionar era lo único que le quedaba.
-Clark- lo llamo suave- ¿detuviste a los hombres de Gomble?
-Sí, están inconscientes todos- continuaba en su trance. Esa respuesta alivio un poco a Batman una preocupación menos “estaba vivos” fue lo que pensó.
-Es bueno saberlo, ya que un pedazo de ventana me lastimo un poco el ojo y no estaba seguro de poder ayudarte a detenerlos si es que entraban.- mintió esperando que el otro no lo notara. Clark volteo sorprendido y preocupado, se acercó a súper velocidad para estar frente a su amigo y poder examinarlo con su visión especial. Ahora toda la concentración de Superman de vaciaba en él. Estaba nervioso, aun así se obligó a mantener su facie tranquila pero cuando las manos del reportero le acariciaron el rostro sus constantes lo delataron por completo.
-Vamos al hotel Bruce, tenemos que hablar.
Con Bruce en brazos cruzaban el cielo estrellado en completo silencio, mismo silencio que los acompañaba desde que jaquearon y extrajeron toda la información que necesitaban. Clark se sentía mal, muy mal consigo mismo, había perdido el control de una forma que no comprendía. Cuando vio como ese hombre tocaba a Bruce se enfureció y cuando la cercanía entre ellos nacía definitivamente no pudo controlarse, de no haber estado Bruce no sabía que hubiera sido capaz de hacer, se arrepentía por eso. Pero es que últimamente había estado tan de mal humor y todo por culpa de quien ahora cargaba con sumo cuidado.
Una vez llegaron al hotel, Batman realizo dos llamadas, una a la liga para informarles que todo estaba bajo control y que debían mantener vigilado el satélite y el barco, ya que no habían logrado descubrir donde tocaría puerto. La segunda llamada fue a la policía local para que fueran por Gomble, les sugirió que llevaran una buena cantidad de paramédicos.
Cuando termino y su estado estaba más tranquilo, hablaron sobre lo sucedido. Clark pensó que ese era el momento (tal vez no el más indicado) para sincerarse de una buena vez. Le hablo de lo que sentía cada vez que coqueteaba tan despreocupado con medio mundo y sobre sus sentimientos en general, entre una discusión tendida sobre el asunto donde los dos no paraban de gritarse llego un momento donde comenzaron con otro nuevo arrebato.
Esa fue la primera vez que hicieron el amor. Durante toda esa noche no pararon, en la cama, la bañera, la cocina, el piso, el bar y practicamente donde fuera que ambos tuvieran espacio sin importar estar comodos o no.
Hasta el día siguiente cuando estaban más relajados hablaron sobre lo sucedido y sobre lo que pasaría después. Como era de esperarse el murciélago se mostró reacio a aceptar algún tipo de relación con el otro, pero después de un mes de insistencia termino por ceder. Aclarando muchos puntos para que esa relación funcionara. La primera era que tenían que controlar su carácter para que nunca más volviera a suceder nada parecido, eso fue fácil, una vez que Clark se sintió seguro de poseer por completo al murciélago su paranoia disminuyo demasiado. Aun se molestaba por la vida del play boy pero ya no iba por allí rompiendo huesos a diestra y siniestra. La segunda era que no se podían inmiscuir en los asuntos de los héroes a menos que fuera imprescindible. La tercera era mantener un perfil bajo sobre su relación no le fastidiaba que los otros miembros de la liga lo supieran pero prefería mantenerse lo más posible fuera del radar. Las demás condiciones las iban sacando sobre la marcha. Como la que impuso Clark de intimar por lo menos cuatro veces al mes, cosa que no fue ningún problema ya que Bruce resulto ser un amante apasionado, no le molestaba que Clark se pasara la mayor parte de su tiempo libre en la mansión, y a decir verdad le gustaban los mimos que le hacia el reportero cuando este entraba en su fase melosa. Durante ese tiempo el kriptoniano demostró tener un carácter decidido donde no siempre dejaba ganar a Bruce. Su vida sexual marchaba de maravilla, el hijo de Kriptón era un amante insaciable y Bruce como buen novio complacía las demandas. La experiencia del millonario hacia que Superman viviera prácticamente a sus pies.
Todo marchaba relativamente bien hasta que Superman había encontrado a un tipo de nombre Alexandre encima de su amante apunto de profanar lo más valioso que poseía.