La casa estaba en total silencio. Lo único que podía escucharse eran las relajadas y leves respiraciones de los dos chicos que se encontraban en el salón, disfrutando del placentero descanso.
El más pequeño se encontraba atrapado por los brazos del más grande, ambos enrollados en una manta que les proporcionaba un calor extra, que sin embargo no necesitaban pues la compañía mutua les resultaba suficientemente cálida.
—Jimin-ssi —murmuró Taehyung, despertando al nombrado del estado somnoliento en el que estaba cayendo.
Teniendo en cuenta su cansancio, el ambiente acogedor, el suave mecer y la dulce voz de V tarareando una canción lenta, a Jimin le fue imposible no caer poco a poco en los brazos de Morfeo.
—¿Hum? —respondió en murmullo, sin abrir los ojos.
—¿Me prometes que siempre estarás conmigo? —preguntó, con esa voz ronca tan característica, haciendo que leves cosquillas atacaran el oído del pelirrojo, pues su barbilla se encontraba apoyada sobre el hombro de éste.
La pregunta tomó por sorpresa a Jimin, tanto que finalmente abrió los ojos y miró a su compañero. Éste se notaba algo preocupado, con una expresión alicaída y un brillo especial en sus ojos.
—¿Por qué preguntas eso, Tae? —fue, sin embargo, la respuesta de Jimin, quien denotaba igual preocupación en su tono de voz.
Tras casi 1 año de relación donde todo estaba yendo viento en popa y no había ningún malestar, aquella pregunta le resultaba totalmente sospechosa.
—Tengo miedo —confesó el castaño finalmente—. Miedo de que te aburras de mí, de que te canses de mi compañía, que encuentres a alguien mejor y me abandones. Tengo miedo de perderte. Tengo mucho miedo de que ya no me quieras… —sintió como unas curiosas lágrimas amenazaban con salir de sus ojos y con cada palabra que pronunciaba su voz se rompía un poco más.
Sin embargo, las pequeñas manos de Jimin se dirigieron a su rostro para acariciarlo y calmarlo, así como para evitar que las lágrimas cayeran finalmente.
—¿Y por qué piensas eso, Tae? —preguntó una vez más.
—Porque eres tú y soy yo. Tú eres una persona estupenda, con un rostro muy lindo y un cuerpo de infarto, con una voz adorable y un corazón de oro. Bailas muy bien, cantas genial, actúas y… todos te aman, Jimin —habló, y su voz fue de total amor y admiración mientras nombraba todo lo que pensaba de él—. Pero yo… yo solo soy un idiota que no sabe cuidarse y difícil de tratar. Soy raro… —apretó, de forma inconsciente, el agarré de su abrazo, atrayendo aún más el cuerpo de su pareja—. Lo único que sé es que te quiero, te quiero mucho, y no sé qué haría sin ti en mi vida, ayudándome, cuidándome… queriéndome…
—Tae, ahora estás siendo un absoluto idiota. Todos te aman también. Tendría que morirme de celos cada vez que salimos al escenario o incluso a la calle. Con esa sonrisa tuya tan adorable, con tu rostro de niño pequeño pero con una voz grave y sensual. Con tus movimientos y con tu actuación —Jimin nombró con la misma, o incluso más, admiración que le otro había hecho—. Pero no lo hago. Porque sé que me quieres y nunca me engañarías. Tienes razón, Tae, yo no te quiero —la pequeña sonrisa que se estaba formando en el rostro del más pequeño por meses cambió a una expresión de total desconsuelo y confusión—. Te amo, te necesito, sin ti no sería el mismo Jimin que todo el mundo conoce. Lo eres todo para mí. Así que deja de pensar esas estupideces porque nunca, escúchame bien, nunca jamás te dejaré ni te abandonaré —y aquella confesión fue tan intensa y pasional que a Taehyung solo le quedó creer todas y cada una de las palabras que el más pequeño había pronunciado.
Compartieron un beso, un beso intenso pero a la vez dulce y cariñoso. Un beso necesitado y lleno de sentimiento, lleno de amor.
—Entonces… —Taehyung susurró en cuanto se separaron, mirando a sus ojos con intensidad.
—Estaré siempre contigo, TaeTae, siempre. Lo prometo.
Y ambos sonrieron, con una felicidad que nunca habían sentido antes en su vida. Porque finalmente habían conseguido encontrar al amor de su vida y podían disfrutar de un romance eterno, pues ellos estarían siempre juntos.