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Necesito a mi Mayordomo por FranKoichi

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Notas del fanfic:

Esta misma novela, se encuentra en Wattpad, con el mismo nombre. Yo soy la creadora, asi que no se preocupen si ya la han leido. 

Esa noche, mi cuerpo despertó con un dolor inmenso, sin razón alguna. Tenia mucho frío, y sentía un liquido encima de mi cuerpo, la primera vez que me sentí así, fue cuando me masturbe por primera vez, recuerdo el placer que me regaló mi propia mano, había imaginado algunas imágenes prohibidas para un chico de ya 16 años, me comenzó a molestar mi parte baja, y automáticamente aquella se movió sola. Aun sentía miedo desde aquel entonces, por el desconocido placer que temí sentir.

Levante con cuidado la mirada encima de mi cuerpo, y un tipo de electricidad me había devorado. Me habían violado.
Tenía los pantalones abajo, mi miembro húmedo, mi corazón latiendo desesperado, y mi pecho lleno de marcas. Marcas rojas, rosadas y moradas, que cada vez que veía, miedo carcomía mi propio cuerpo.

Mi voz, gritó el sonido del nombre de mi mayordomo, quien como cualquiera, llegó de inmediato a verme. 
Quizás sea porque a su amo por primera vez era visto derramar lágrimas de miedo, pero al verme, su rostro emblanqueció de inmediato, mirándome despavorido.

-¡Sebastian ayúdame!-.

Fue lo único que logre decir por el pánico. Sebastian corrió hacia mi, y me levantó, me asusté cuando el se veía entrar en pánico, y sentía como tiritaba sus brazos, y todo su cuerpo, su piel era blanca como la nieve. Pero nunca logre descifrar, quien de los dos, era el creador de ese frío en el pecho de cada uno.

Me metió a la bañera con cuidado, me dolía y ardía mi parte baja, y mi cavidad anal era aun peor. Sentía un líquido bajar por mis piernas, y al caminar, mi cuerpo se desplomaba.

Le mentí a mi mente, diciéndome a mi mismo que yo había creado todo eso. La falta de alguien con quien juntarme sexualmente me estaba haciendo efecto, y por ello mi cuerpo en la noche respondió solo a sus propias plegarias.

Cuando mi mayordomo se fue de mi habitación, después de cambiar las sábanas, bañarme y vestirme; senti que era hora de dormir.-Aunque, con el miedo que naturalmente se siente al pasar por esto, no sea normal, y sientas la enfermedad que quita el sueño llamada insomnio-.

Me di la vuelta, e intente conciliar el sueño. Pero como era de esperarse... No lo logré.

Llamé a Sebastian nuevamente, quizás no podía dormir porque el tipo que me violó podría hacerlo de nuevo, y si ordenara a mi mayordomo quedarse conmigo hasta que duerma, me sentiría mucho mas seguro.

-¿Que necesita, señor?-.

-Quedate conmigo, hasta que mis ojos no vean luz alguna-.

-Como ordene mi joven amo-.

Aquel hombre, que para mi, a pesar de los años, y que aún es un desconocido; me causó tanta tranquilidad al sentir que estaba a mi lado, que no pude evitar, tan sólo cerrar los ojos, y transportarme a aquel mundo que todos desean conocer.

Al despertar, mi mayordomo aun seguía sentado mirándome. Sus ojos rojos y brillantes pasmados en mi cuerpo, quizás en toda la noche no salio de mi habitación.

-¿Y porque no saliste de aquí, a penas mis ojos cerraron?-.

-Mi amo encomendó el no escapar, hasta que sus ojos vieran oscuridad absoluta, pero al observarlo, aun veo luz en su mirada-.

-Vete y trae lo de todos los dias-.Respondí cabreado, no era necesario, el seguir al pie de la letra mis órdenes, pero aunque según el contrato así fuera, estoy muy agradecido de que es este conmigo en estos momentos.

-Como ordene mi joven amo-.

Hoy iba a comenzar mi búsqueda, el encontrar una mujer para mi, y saciar mi sed sexual. Elizabeth, ella no. Nunca lo haría con ella.
No sería capaz de hacer algo como ello, menos con una mujer como esa niña inocente, fuera de todo pecado.

Aunque aun no me explico el liquido saliendo de mi cavidad, prefiero dejarlo pasar y decir que eso no era importante. Quizás mi cuerpo se confundió, las razones para ello pueden llegar a ser infinitas.
Comencé a pensar, y tome la decisión de cualquier hombre, una prostituta.

Sebastian llego a mi dormitorio cabizbajo, con sus ojos, quien naturalmente brillaban, oscuros. Pensé es preguntarle que era lo que le sucedía, pero me arrepentí. ¿A quien mierda le importa lo que un maldito demonio piense?.

Me vistió, y terminé relajado leyendo el periódico. La cama era bastante grande como, para lograr tener tantas cosas encima. 
Después de un rato, me levanté, y ordené a Sebastian que arreglara todo, pues hoy mismo terminaría todo eso, hoy me preocuparía de tener sexo. Pues, hoy era mi día libre, y podía hacer todo lo que quería. Y nadie podría pararlo.

-Sebastian, nos vamos-.

-Si señor-.

Últimamente, me he podido dar cuenta de que Sebastian ha estado mas en silencio, ya no se burla de la manera que lo hacia como era antes, ahora esta mas serio. Eso... Bueno, no debería preocuparme, pero aun así lo hace. Después de todo, es mi mayordomo.

Caminamos ambos por las calles de Inglaterra, la gente me veía bastante raro, por observar tanto hacia los lados, ya que mi vista la mayoría de veces se fija en el centro, y no me preocupo en lo absoluto en observar miserias.
Pero esta vez era por una buena razón. Lo necesitaba. 
Vi a lo lejos una chica, pero no, tenia demasiado bulto. La otra, no tenia. Soy un conde, necesito perfección, por excelencia.

Pero después de unos minutos, mirando hacia los lados. Lo decidí, aquella chica, de cabellos cortos y cafés, sería mi presa esta noche.


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