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Perro malo por Terashima San

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Notas del fanfic:

Kuroko no basquet no me pertenece! (quisiera xD)

Yowamushi tampoco (xD)

ni Dalia (xD)

ni Mochila (xD)

sólo fueron tomados prestados y ninguno resulto herido durante la realizacion de este trabajo!!! sin más, gracias por leer!!

¡¡¡Midorima, Maki chan!!! feliz cumpleaños !!!!!~

 

 

 

Notas del capitulo:

K chan, Mely, gracias a ustedes puedo ver que los perros tienen mucha mágia y más si uno pone un poco de su amor y paciencia.

Esto es para ustedes.

Perro malo

I

r13;Ya he dicho que no y es mi última palabra r13; Takao infla las mejillas con aire ofendido y Midorima se limpia los restos del café de los labios y se levanta, rodea la mesa y besa la frente de Kazunari. r13; Gracias por el desayuno.

Takao se sonroja y Midorima también aunque lo disimula acomodando sus lentes sobre el puente de su nariz. No ha querido hacerlo, pero tiene una reunión y se le hace tarde, callar a Takao es una misión casi imposible de llevar acabo sin un impredecible y casi vergonzoso gesto de afecto.

Takao permanece en la cocina tapando con sus manos su rostro rojo hasta las orejas.

r13;¡¡Esto no es justo!! ¡¡Shin chan no juegas limpio!! r13; Takao grita apenas recupera la voz pero cuando sale al encuentro con Midorima este ya está en la puerta de su casa, calzándose los zapatos listo para salir.

r13;Yo sólo hago todo lo humanamente posible  y eso incluye persuadirte de tus alocadas ideas. No tendremos un gato. r13; Finaliza su discurso con una mirada severa. Takao está por jugarse su última carta.

Takao avanza con su mejor sonrisa, mientras Midorima le observa con gesto inmutable. Llegar 15 tal vez 20 minutos tarde, no podría importarle menos. Kazunari le da alcance con apenas unos pasos, acomoda su corbata, el pañuelo en el bolsillo de su traje y Shintarou le observa en silencio, en el último instante cuando piensa que lo dejara ir, Takao hala con fuerza obligándole a agacharse, el mismo se levanta en las puntas de sus pies desnudos. Se funden en un beso, agresivo, apasionado y demandante. Midorima acepta el reto. Quien obtenga el control ganara la discusión.

Un instante después Takao está contra la pared, con las piernas alrededor de la cadera de Midorima, gimiendo por lo alto mientras su cuello es devorado.

r13;No tendremos un gato…r13;Susurra en su oído. r13; Kazunari…

“Maldito Midorima” Piensa Takao

Maldito sea él, su lengua gloriosa y sus manos de santo lo han dejado de rodillas.

 

II

 

La tarde está ya avanzada cuando Takao despierta. Esta sobre el sofá, hecho un ovillo. Llevando la camisa con la que Midorima pretendía ir a trabajar. Apenas cubierto por una manta sus piernas desnudas revelan las marcas de los dientes de su muy querido esposo. Se sonroja hasta las orejas recordando lo creativo que Midorima se ha puesto en el sofá, se ha ido tan tarde que seguro su junta termino por posponerse, aunque él no parecía en absoluto preocupado cuando embestía su cuerpo mientras su bendito teléfono continuaba vibrando en la mesita.

Takao se muerde los labios, bien podría correrse de sólo recordar. Su cuerpo esta sensible, aunque ya ha pasado más de dos horas desde que Midorima se fue; respira despacio hasta que su corazón late con normalidad. Ahora que lo piensa ponerse caprichoso de vez en cuando no es mala idea.

Está aún recostado disfrutando de sus propios recuerdos cuando su propio teléfono comienza a sonar.  Baja la mirada y localiza el aparato entre la ropa regada junto al sillón. Imagina que es Shin chan, sólo para preguntar si se encuentra bien.

r13;Buenoo.r13; Canturrea, con el tono más sensual de su repertorio.

r13;¿Takaocchi?r13; Takao se incorpora de golpe, con las mejillas rojas, se golpea suavemente la frente, reprendiéndose por el error que acaba de cometer.

r13;Si, Ki-chan. Soy yo r13; Responde apenado.

r13;Gracias a Dios, intenta llamar a Midorimacchi pero me dijo que estaba ocupado y no tenía tiempo.

r13;¿Qué ocurre? r13; Kise suena alterado, mucho, tanto que ni siquiera se percató de Takao ha tenido el descuido de no revisar el identificador de llamadas, y le ha confundido con Midorima, cosa que en el fondo agradece.

r13;Aominecchi…salvo a unos perritos. Necesitan un hogar Takaocchi….r13;Los ojos de Takao se abren, las palabras de Shintarou le llegan a la cabeza y se repiten como una alarma anti imprudencias. 

“Nada de gatos”….

Él no dijo nada sobre un perro.

 

III

 

Ya arreglado Takao conduce unos cuantos minutos hasta el hospital veterinario donde Aomine y Kise trabajan, para su sorpresa, su rubio amigo ya está en la recepción esperándolo; Kise le saludo con un abrazo y un suspiro de alivio.

r13;¡¡Gracias por venir Takaocchi!! Es por aquí. r13; Dijo y lo guio por el pasillo hasta el elevador. Subieron hasta el tercer piso, donde estaba el consultorio de Aomine.

Junto a la puerta cerrada con el rotulo >> Kise Ryota << estaba entreabierta la que rezaba >>Aomine Daiki << Entraron sin llamar y aun en la puerta el corazón de Takao encogió al menos diez tallas. Sentado en un banquillo de acero, Aomine alimentaba con un gotero a un cachorro.

Era tan pequeño que cabía con facilidad en la palma de su mano, Kise se acercó para mirar dentro de una cajita de cartón,  de dónde provenía un extraño sonido, un extraño gimoteo apenas audible. Takao se acercó sin que le concedieran permiso.

Se agacho para mirar y entonces se percató que dentro de la cajita  cubiertos con una manta había dos cachorros más. Takao siguió con la mirada las manos de Kise, que sujetaron con delicadeza una de aquellas bolas de pelo.

r13;Eran 7 en la camada r13; Comenzó a explicar Kise.  r13;2 crías murieron y a 2 los mató; una fue lastimada, Reocchi vendrá por uno, Aominecchi y yo nos quedaremos con otro. La pequeña esta sin hogar.

Takao la acaricio con cuidado, aun en su cajita. No podía dejarla sola. La perrita gimoteo aún más fuerte cuando sintió el contacto de las manos de Takao.

r13;Lo sé….lo sé….r13;Repitió con cariño cuando al fin la levanto, para abrazarla contra su pecho. r13; Yo te cuidare. r13; Kise le sonrió agradecido y Aomine lo hizo también.

r13;Sólo tiene ocho días, será mucho trabajo cuidarla. r13; Dijo Aomine con tranquilidad.

r13;¡Yo puedo hacerlo! r13; Dijo lleno de entusiasmo.

r13;Midorima va a matarte r13; Continuo.

r13;Lo sé…

r13;Si te corre te daremos asilo en nuestra casa. r13; Takao le dedico una mirada de odio mientras Kise le reprendía por lo alto.

 

IV

 

Takao sintió un ligero alivio cuando al salir del consultorio de Aomine en su teléfono leyó un mensaje de Midorima. Llegaría tarde a casa, pasadas las 2 de la mañana  porque tenía que entrar a quirófano por una emergencia.  Takao aprovecho la tarde para  pasar por las cosas que había olvidado de la compra de la semana, la lista incluía una caja de Shiruko, arroz, espárragos, manzanas, azúcar, té, café, shampo y detergente para ropa. Paso a la farmacia y compro jeringas, gasas, leche en polvo para bebé y camino llevando a su pequeña cachorra en una mano y tirando del carrito con la otra.

Preparo una cesta, con tela blanca de algodón, la decoró con listón verde porque ella era una niña después de todo, le dio de comer 3cm de la jeringa con la fórmula del bebé cada cuatro horas y le ayudo con sus necesidades básicas, además controlo su temperatura usando paños húmedos.

Justo como Aomine dijo cuidar de su pequeña fue más difícil de lo esperado, por fortuna, no tuvo que preparar ni la comida ni la cena para Midorima él por su parte se conformó con algo empaquetado. Supuso que ahora que cuidaba una cachorrita debía ajustar su horario, porque su cuidado era muy demandante, cerca de la una de la mañana, cuando le dio su última comida,  Takao empezó a sudar frio.

Midorima llegaría pronto, y él no había tenido tiempo de idear una excusa decente que explicara la presencia una mascota en casa. Hincado frente a la cesta Takao no se percató cuando la puerta de la casa se abrió, ni cuando su esposo subió las escaleras y toco la puerta abierta para no asustarlo.

—Estoy en casa. — Se anunció, desanudando su corbata y sacando su saco para dejarlo sobre el sofá individual en la esquina de la habitación. Takao se tensó, cuando dejara el saco Midorima lo miraría antes de acercarse a besarlo, entonces vería al nuevo integrante de la familia y al final de la historia los correría a ambos. — ¿Qué ocurre? — Pregunta, porque lleva al menos un minuto sin una respuesta. Se vuelve a mirar a Takao y sabe de inmediato que algo no está bien.

—Shi-Shin chan. — La voz de Takao sale temblorosa y sus mejillas están rojas, parado junto a la cama luce frágil y tembloroso. El corazón de Midorima crece un talla, definitivamente Takao tiene algo que decirle, no puede evitar emocionarse, está seguro de que dirá, es una noticia que ha estado esperando desde hace un año. Su pequeña familia va a crecer. Avanza hasta él, dispuesto a abrazarlo, llenarlo de besos, decirle que está más feliz que nunca. Pero sus pasos quedan detenidos antes de llegar hasta él, junto a la mesita de noche no están los resultados de ninguna prueba de sangre ni una prueba de embarazo se haya sujeta entre los dedos de Takao, sólo esta esa extraña cesta, decorada de listón con un sospechoso cepillo para zapatos que gimotea.

La cara de Midorima se contrae en una mueca de horror. Abre la boca, pero no logra sacar ningún sonido.

—No te molestes. — Suplica Takao. — Kise, me llamo, estaba sola Shin chan, su madre la dejo, no lograban encontrarle un hogar y…y Dalia será una buena compañía, no dará problemas y…

—¿Dalia? — Cuestiona Midorima, con el rostro contorsionado de la rabia, con las manos temblorosas y con un extraño dolor en el pecho que le genera picazón.

—¡Si! — Responde Takao, deteniendo su verborrea. — Así la nombre…— Susurra. Bajando la mirada, sabe que Midorima está enojado y mucho, pero lo que le sabe mal es ese brillo de decepción en sus ojos.

Midorima se siente como un idiota ha confundido las cosas en un nivel legendario, quiere echar a patadas a Takao, al perro y a la maldita cesta, pero sabe que no tiene el corazón ni siquiera para manifestar su molestia, en lugar de ello, besa a Takao en la mejilla y entra al cuarto de baño, con todos los deseos de ahogarse en la ducha.

Para cuando  Midorima sale del baño Takao esta con Dalia en el regazo, alimentándola, llenando su pelaje de suaves caricias, explicándole que pronto se hará fuerte y podrá comer por su cuenta, pero que ahora debe portarse bien y tomar toda la lechita de su jeringa. Midorima hace lo posible por no dejarse ganar por el sentimiento, pero fracasa, Takao luce demasiado adorable para que su pobre corazón se resista. Y el cepillo para zapatos no esta tan feo.

—Puede quedarse, siempre y cuando no de muchos problemas — Anuncio Midorima cuando se hubo acostado en la cama. — ¡Pero no quiero que me moleste, y tu tendrás que cuidarla! — Agrego tratando de conservar algo de dignidad. A Takao no podría importarle menos, acomodo a Dalia en su cesta y le abrazo por la espalda.

—¡¡¡No los dará, enserio!!!¡¡¡Gracias!!! — Takao permaneció a su lado, llenándolo de mimos como gesto de agradecimiento, hasta que la bola de pelos comenzó a llorar. Takao rodo sobre la cama, alargo el brazo hasta la cesta y el lloriqueo ceso enseguida y entonces, Midorima lo supo:

Dalía se queda y dará muchos problemas.

 

 

V

 

 

Es por mucho el perro más raro que ha visto, para empezar, es demasiado pequeña para la descripción que encontró en internet sobre el Doberman. Takao ha insistido en que los perros bien educados no se hacen agresivos, él que no sabe una pizca de animales, le cree, porque en realidad no tiene otra alternativa.

Midorima compro para ella un chupón, para que dejara de gimotear incansablemente por las noches y le dejara algo de la atención de Takao. A Dalia le tomo un mes y medio dejar el chupo y las jeringas para comer algo de sólidos; Takao remojaba las croquetas con leche, Dalia masticaba despacio y lloraba menos, algo bueno para Midorima que sigue levantándose temprano.

Los cuidados regresaron cuando a Dalia le cortaron la cola y las orejas,  Kise iba todos los días a inyectarla, Takao pasaba horas y horas cuidando de ella, esperando que su fiebre bajara, si ella lloraba, Takao le tomaba en brazos hasta que lograba conciliar el sueño. Dormía con ella en el cuarto de baño para que no ensuciara la casa. Midorima acabo por involucrarse, aunque dijo que no lo habría; cambiaba a ratos con Takao para que el pudiera dormir o comer, se ocupó de la casa y la cena (mantuvo cerca los teléfonos de una gran cantidad de restaurants con servicio a domicilio) y Takao se lo agradecía todos los días.

A menudo  Midorima miraba a Dalia jugar en la sala, bueno en realidad solo la veía arrastrarse y rodar, a pesar de que tenía ya  cuatro meses, aún no sabía andar, Midorima no pudo evitar pensar que su perro estaba roto; pero luego de mucho esfuerzo y paciencia los cuidados de Takao y de Midorima, logran arreglarla y para cuando tiene seis meses su crecimiento es normal

Ahora es enorme, con su metro y medio de altura y sus 35 kilogramos.

Dalia paga todos esos cuidados y atenciones de la única forma en la que un perro puede hacerlo, amando a sus dueños. Recibe a Midorima ladrando histérica desde la puerta, paseando por sus piernas apenas él pone un pie en la casa, muerte sus calcetines sí, pero es porque ama fielmente los trapos. Acompaña a Takao a realizar sus actividades diarias, gruñe a todos los extraños que se le acercan, reposa en sus pies cuando miran televisión.

Y la vida no puede ser mejor, al menos así piensa Dalia.

Pero hay un sueño, uno que Takao desea alcanzar, un anhelo que no logra cumplir. Takao no es indiferente a los anhelos de Midorima, él también desea un bebé, pero es incapaz de dárselo.

 

VI

 

Como cada mes desde hace un año, Takao compra una prueba de embarazo. Y como cada mes sale negativa.  Takao no puede evitar pensar que está roto.

Algunas veces, Midorima le escucha sollozar en el baño, cuando piensa que sigue durmiendo. Quisiera decirle que no importa, que quizás no es el momento, que ya vendrá después. Pero no puede decir una palabra sin que se le forme un nudo en la garganta. Takao ha dejado de hacerse las pruebas por la mañana, aunque su mayor anhelo sea despertar a Midorima con la noticia, ahora lo hace cuando él se ha marchado y puede llorar su fracaso en soledad.

Es Dalia quien consuela a Takao, no sabe porque su amo se encierra todas las tardes una vez al mes, pero sabe que si rasca la puerta con suficiente insistencia le abrirá. Takao y Dalia acaban juntos en el suelo del baño, es ahora Takao quien llora y gimotea, mientras Dalia le lame las lágrimas. Sólo tiene dos años, entiende apenas la situación, pero cumple con su deber como corresponde, y permanece a su lado secando sus lágrimas.

El último domingo de aquel año, Takao compra la prueba, espera a que Midorima vaya al trabajo y el resulto negativo lo hace romper en llanto, lleva tres años intentando, y nada. Dalia rasga la puerta, con mayor insistencia que otras veces, se abraza a Takao con más cuidado que nunca. Se queda muy quietecita, deseando con todas sus fuerzas decirle que no llore de esa forma, que no están solos esa tarde y que vio en televisión que el llanto de la madre puede herir los sentimientos del bebé aunque este sea aun tan pequeñito.

 

VII

 

Para cuando los mellizos nacen Dalia, ha terminado casi la adolescencia, así que se une a la diversión como una especie de hermana mayor responsable, Midorima le agradece que los vigile en el parque, que les ayude a robar las galletas y que cuide que no se lleven nada raro a la boca. El menor de los Midorima nace el año en que Dalia cumple ocho años en la familia. Ya no puede jugar como antes, pero aun así, Midorima igualmente agradece que le permita a su bebe sujetar su collar para levantarse si ha caído, que decida dormir a los pies de su cama aunque no quepa bien porque es propenso a las pesadillas y que coma los pimientos de la cena.

Su cuenta de destrozos haciende marcas de territorio en lugares inapropiados, horas de sueño robadas, marcas de lodo en la casa, un par de muebles roídos, unos cuantos zapatos destrozados y miles de calcetines y trapos de cocina mordidos, además, está el hurto de las galletas de avena, y baba en la ropa.

Midorima supone que es un pago justo para la cantidad de lágrimas que ha secado, las pesadillas que ha ahuyentado, los abrazos que ha dado, las travesuras de los niños que ha encubierto y todos esos recibimientos que le ha dado.

Lo que es cierto es que ella ha aprendido a comportarse, quizás es porque está envejeciendo,  quizás es porque su fuerza no es suficiente pero ahora prefiere sentarse a ver dibujos animados con los niños en lugar de tener una batalla campal por un trapo de la cocina. Dalia dejo de jugar antes de que los niños lograran vencerla, Midorima supone que ella ha preferido mantenerse invicta y retirarse con honor, los mellizos Yuusuke y Jinpachi  de 8 años tiraron del extremo ayudados de su hermano Yasutomo de 2 años tiro con ellos y Dalia con sus diez años los tiro a los tres.

Takao lo gravo todo y es hasta el momento uno de los videos favoritos de Midorima.

Ahora Dalía tiene 12 años, no gusta tanto de salir al parque, por su oído y olfatos se han deteriorado, pero sigue saliendo al jardín a tomar el sol, ya no le gustan las caricaturas, ahora cuando Midorima llega a casa se sienta a su lado a mirar las noticias. Le tomo 3 años entender que Takao era de todos los miembros de la familia, y que debía dejar de gruñir cuando este besaba a Midorima.

La vida no podía ser más tranquila pensaba Midorima hasta la tarde en que Dalia se perdió.

VIII

 

Era el último día del verano y Midorima llego a la hora de la cena como de costumbre, abrió la puerta espero escuchar los ladridos de Dalia, y las voces de sus pequeños emocionados por recibirlo, se puso nervioso cuando en el recibidor solo estaba Yasutomo, sentado al borde de la escalera, temblando de miedo, con lágrimas en los ojos.

—Dalia… se….perdió papi. — Dijo apenas, corriendo a sus brazos, rompiendo en llanto. — Midorima sufrió una especie de shock temporal, sólo atino a carga a su pequeño en brazos, acariciando su espalda buscando darle un poco de consuelo.  En la sala encontró a Takao hablando frenéticamente por teléfono.

No tiene tiempo de preguntar qué pasa, porque los mellizos han bajado corriendo la escalera, con sus cascos de bicicleta en una mano y sus guantes en la otra. Yuusuke se queda de piedra al ver a su papá y su mirada viaja al reloj en la pared, Jinpachi no ha tenido tiempo de frenar, y choca contra la espalda de su hermano.

—¡¡¡Papá!!! — Grita, sorprendido. Midorima le observa esperando una explicación. — Dalía, hoy, fue, parque, no está, bici. — Jinpachi comienza una extraña verborrea de la que no entiende nada.

—¡Ah! ¡Demonios! Sho~. — Yuusuke se exaspera al ver balbucear a su hermano y olvida que en casa no se puede maldecir y ante la mirada atónita de Midorima explica: — Hoy salimos al parque y Dalia quiso acompañarnos, Jinpachi y yo subimos a la bici para nuestro recorrido diario y cuando regresamos mamá y Yasutomo llamaban a Dalia desesperadamente sho. ¡La buscamos por una hora pero no la encontramos, regresamos a casa por una chamarra y linternas y mamá está pidiendo ayuda sho!.

Takao cuelga la llamada antes de que Shintarou responda a sus hijos, y sus ojos llenos de miedo hacen a Midorima hilar el resto de la historia. Todos esperan que diga algo y todos temen lo peor: que él levante la voz, los regañe a todos por el escándalo y entonces, les diga que él llamara a la policía y que ellos la buscaran, que deben calmarse y esperar.

Nadie parece notar que Midorima nunca haría una sugerencia tan absurda y que sobre todo nunca dejaría a Dalia en la calle, su mirada se pierde en el reloj, falta menos de una hora para que anochezca y todos le miran impacientes.

—¿Qué esperan? Hay que irnos, Yuusuke ve por baterías de repuesto, Jinpachi sube por una chamarra, Takao, dile a los chicos que nos vemos en el parque. — Y todos se quedan de piedra, sin poder creer lo que Midorima les ha dicho. Es ahora Midorima quien espera impaciente. — ¡¡Rápido!! — Les apura, y su voz los obliga al fin a ponerse en marcha. Jinpachi sube escaleras arriba, Yuusuke sale directo a la cocina. Takao corre a refugiarse en sus brazos, como lo ha hecho Yasutomo.

-¡¡¡Shin chan!!! De pronto salió corriendo — Explica. — ¿Qué vamos a hacer si no la encontramos?....esta sola, hará frio y todo está mal….

—La encontraremos. — Promete él abrazando a su esposo y a su hijo menor.

IX

 

En el parque son sus amigos Kuroko, Kagami, Kise y Aomine quienes los esperan. Midorima baja de auto a toda prisa, Yasutomo se aferra de la mano de Takao con fuerza. Los mellizos Yuusuke y Jinpachi están ya bajando sus bicicletas de carreras.

—Ya hablamos con el guardia Midorimacchi, nos dejaran buscar aun después de la hora de cerrar, el terreno es grande, deberíamos dividirnos. — Su Doberman de cinco años, uno de los hijos de Dalía, ladra impaciente junto a Aomine.

Kuroko y Kagami, tampoco van solos, uno de los miembros de familia de Nigou va con ellos, Midorima no tiene como agradecerles así que le limita a bajar la cabeza en una reverencia.

—Vamos a dividirnos ordena. — Y todos se mantienen atentos. — Yuusuke, Jinpachi, ustedes irán al lado sur del parque, tengan cuidado. — Los mellizos asienten y salen disparados en sus bicicletas de carreras. — Yasutomo ve con mamá, vayan por el sitio por donde la vieron por última vez.  Kagami, Kuroko recorran las cercanías del lago; Aomine, Kise  vayan a la salida del parque y pregunten si alguien la ha visto. — Midorima también sale corriendo, no está seguro de cómo, pero debe encontrar a Dalia como sea.

Pero pasa una, dos, tres horas y no hay rastro de ella. Los mellizos se han reunido con Takao y ahora buscan juntos, nadie ha visto nada, tal parece que se la ha tragado la tierra, a Midorima le duele la garganta de tanto gritar. Esta desesperado.

Ella no es una mascota. Es parte de su familia.

La batería de su celular está por agotarse, debe regresar y aún no sabe con qué cara le dirá a su familia que Dalia no está en ninguna parte. Una presión se acumula en su pecho. Derrotado emprende el camino de regreso, hasta que un ruido llama su atención, pone en alerta todos sus sentidos. Dirige su lámpara entre las hierbas y se pone de rodillas mirando con atención.

Oha asa ha escuchado sus ruegos.

—¡¡¡¡Dalia!!!! — Grita con fuerza y la orejita que no tiene caída se levanta al reconocerlo. Midorima se arrastra entre el fango y la hojarasca hasta acercarse a ella, está echada, hecha un ovillo en el hueco de un enorme árbol, su primera impresión es que esta herida, pero ella se levanta apenas está suficientemente cerca de su amo. Midorima la abraza.- ¿Dónde has estado? Me tenías preocupado. — Le dice aunque no sabe si lo entiende.

Dalia agita la cola en señal de disculpa y le lame la cara enjuagando la lágrima que le ha traicionado. Aun abrazado a ella, Midorima teclea el número de Takao.

—¡¡La encontré!!— Grita en el teléfono. — Esta en el junto al roble de piedra, detrás de la zona de juegos abandonada. — Agrega antes de cortar.

Midorima suspira de alivio.

Su familia y amigos le alcanzan unos minutos después.

Los niños y Takao se abrazan a Dalia, le llenan de besos y palabras de afecto. Ella mueve la cola con Alegría. Midorima agradece a sus amigos la ayuda, se vuelve a sus chicos, quien se lanza a abrazarlo mientras le agradecer haberla encontrado.

—Bien, ya termino todo, Dalia vámonos. — Midorima le acaricia la cabeza, pero ella no se mueve. Midorima levanta la ceja extrañado, mientras ella gruñe y da vueltas sobre sí misma y entonces se percata del motivo por el cual ella no ha ido a casa esa tarde y es que al fondo, en el hueco que forman el tronco y las raíces hay una extraña y mugrosa estopa. No es la primera vez que Midorima ve una.

—¡¡¡Un perrito!!! — Grita Jinpachi, histérico, con el tono de voz agudo y estridente que ha heredado de Takao. —Se tira al suelo y entra por hueco y toma al cachorro en brazos. Yuusuke quiere detenerlo, pero es tsundere y en su lugar  mira la escena horrorizado.

Los ojos de Takao lanzan un destello y Midorima tiene un mal presentimiento.

—¿Has estado cuidando de él Dalía? — Pregunta Takao, sin disimular el orgullo en su voz.

—¡¡Bien hecho!! — Vitorea Yasutomo. Midorima traga seco, aquí viene lo peor.

—Shin chan….no podemos dejar al cachorro aquí.

Mierda.

 

X

 

Se negó rotundamente a conservar uno cuando Dalia tuvo sus cachorros, pero ahora fue débil, es una locura pero no pudo decir que no. A Midorima no le gustan los animales. Aunque a veces piensa que se casó con uno. En casa todo es un barullo, Kise revisa a Dalia, Aomine revisa al cachorro que cuidaba en el parque.

—Es una niña. — Anuncia Aomine. — Esta sucia, pero sana. Muy sucia diría Midorima.

—Lleven a la estopa arriba y denle un buen baño. — Dice Takao dirigiéndose a los mellizos.

—Vamos Mochila, vas a quedar muy limpia. —Jinpachi ríe, y su hermano lo mira mal.

—¿Mochila? ¿Qué nombre estúpido es ese? ¡¡Ni siquiera es un nombre propio!! Es un sustantivo. —Le reprende. Jinpachi sonríe aún más por los reclamos de Yuusuke.

—Es el nombre que le puse. — Dice y mira a Yasutomo, a quien no le importa que nombre tenga, él solo quiere subir y ayudar a bañar al cachorro nuevo.

Midorima se ha encargado en persona del aseo de Dalia, y para cuando Takao entra en la habitación ella duerme, a los pies de la cama, mientras su esposo termina de recoger el desastre del baño.

—Ya se han ido Shin chan — Anuncia. — Los niños se han dormido con Mochila, quien parece contenta de tanta atención. Midorima no lo duda. — Gracias.

Midorima le sonríe. Se ajusta las gafas sobre el puente de la nariz y lava sus manos al terminar. Takao ya le espera en la cama juguetón como siempre, Midorima lo besa antes de salir a ver a los niños, los tres están apretujados con Mochila quien ya es una estopa limpia, besa sus frentes con cariño y pasa una mano por la oreja peluda.

Takao se acurruca a su lado apenas se recuesta. Los perros siempre dan demasiados problemas. Midorima supone que esos problemas son inversamente proporcionales al amor que ofrecen.

Los perros no son tan malos.

Él lo ha aprendido mejor que nadie.

—No, gracias a ti Kazunari.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Listo!!!

eso es todo!!!

sin más y como siempre gracias por leer!!!!

hasta la proxima ~


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