—¡Suéltame! —rogué, disgustando las saladas lágrimas adentrase en mi boca. —Por favor, Junmyeon.
Sus manos se esparcían por todo mi cuerpo, revoloteando cada chispa de terror. Y así como Junmyeon tocaba mi cuerpo con rudeza, muchos más se unieron a ello. Eran cuatro hombres, incluyendo a mi novio en quien confié durante dos años. Me tenían amarrado en medio de la oscuridad de la noche, rodeado de miles de árboles.
Sentía el frío cuerpo de Junmyeon sobre mí y tratando de abrir los ojos volví a gritar. Mis manos estaban embarradas de lodo y gran parte de mi cuerpo tenía cortaduras, y a su vez, rasguños. El ardor en mis rodillas me impidieron objetar sobre lo que querían hacerme. Supliqué entre miles de sollozos la libertad, rogué hacia el hombre que fingió cuidar de mí, quien mintió amarme.
Yo era frágil, era vulnerable y todo gracias a él.
Un hombre tomó mi cuello y obligándome a acercarle el rostro, recorrió con sus labios toda mi piel, deteniéndose a jalar la sensible piel de mi cuello. Grité mientras intentaba zafarme de sus manos; trataba con todas mis fuerzas golpearlos, pero se tornaba difícil cuando eran más de uno.
—Por favor. —gruesas lágrimas recorrieron por todas mis mejillas, abriéndose paso entre mi garganta. —¡No! ¡Déjenme ir, se lo suplico!
Me rasgaron los pantalones, metiendo sus manos en toda mi sensibilidad. Junmyeon cubre mi boca con ferocidad; dedicándome una sonrisa.
—Tan bonito y tan ingenuo. —muerdo su mano y en menos de un segundo me abofetea. —¡Mierda, mierda! ¡Maldito estúpido!
—No me hagan nada...por favor... Junmyeon, yo te quiero. —más lágrimas cayeron de mis ojos afectados, de mis cansados párpados que no podían seguir abiertos.
—Solo fuiste una buena distracción y una buena mercancía. —barre con sus manos cada proporción de mi cuerpo, y por un momento pensé que no quería lastimarme, pero su sonrisa me petrificó demasiado.
Uno de los otros tres, sacó cinta de su bolsillo y luego con brusquedad me cubrieron los labios. El otro que se mantenía detrás, jaló mi cabello con fuerza rindiéndome un grito ahogado.
—Vamos a ponernos en acción. —escuché su carcajada, las misma que me regaló cuando tuve mi primera vez.
Pedí al cielo, a Dios por un milagro; por alguien que venga a ayudarme. Sentí cada vez más dolor, más impotencia. Cerré los ojos con fuerza, concentré todo mi dolor en aquella oscuridad. Ya no podía mantener los ojos estable, ya estaba perdiendo las fuerzas, y cada vez era más notable mi cansancio Luché contra ellos, pero me rendí cuando no puedo deshacerme de su cuerpo que rasgaban mi intimidad sin compasión.
Por última vez, humedecí mis labios y por última vez clavé mis ojos en él. Él era mi vida, mi único amor correspondido; el primero al cual entregué mi corazón, mi cuerpo. Junmyeon era mi todo y haberme enamorado de él fue el peor error, y hasta esta traición lo supe.
Fui yo el ingenuo.
Yo tuve la culpa por entregar mi corazón.
Gracias a eso fui desgarrado internamente y físicamente.
Ha jugado conmigo de la peor manera. Lo ha hecho a su manera.
~Por más dolor que sientas, debes aprender a olvidar; y sobre todo volver a amar. ~