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Troublemakers por PanquequeS

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Notas del fanfic:

Disclaimer:

 
Ninguno de los hechos acaecidos en este relato ha ocurrido en la realidad; todo es puro y completamente ficticio.
La autora de este relato no posee ninguna clase de derecho ni propiedad sobre los artistas citados en él, ni está vinculada en modo alguno con ellos, sino que utiliza sus nombres sin su consentimiento explícito. Con su trabajo, no pretendeofenderlos o causarles perjuicio alguno, sino, simplemente, crear una forma de entretenimiento para ella y quien quiera disfrutarla, sin obtener beneficio económico de ninguna clase.

Notas del capitulo:

¡He vuelto! Lamento muchísimo la ausencia por estos lares, pero el viernes salí de vacaciones, por lo que no había podido escribir absolutamente nada. Aprovecharé mis vacaciones para sacar unos escritos que tengo pendientes.


En fin, este pequeño oneshot es mi primer gender bender!au que escribo y fue a pedido de Xochitl. Espero que les guste. Sin más que añadir, me retiro.


Pd: ChaeYeon = fem!Chanyeol (o sea, sí, Chanyeol es la mujer aquí).


Pd2: No es Chanbaek por si eso esperaban.


 

Troublemakers

 

 

Había sido una muy mala idea, lo intuyó desde que había escuchado la lista de agrupación. Sabía que nada podría salir bien, pero nunca le hacen caso. Es decir, llevaba una larga trayectoria de lo mismo, pero ni así podían aprender sus profesores. No entendía cómo es que le había tocado estar agrupado con Jongdae, cuando claramente ambos hacían una bomba cuando estaban en el mismo espacio.

Sabía que tan desastrosa era por sí misma; un poco seria cuando se ameritaba, risa escandalosa, traviesa y juguetona las veinticuatro horas del día. Era como un virus de felicidad, se lo decían continuamente. Su altura y belleza natural siempre era lo que les atraía a los chicos, su alegre forma de ser hacía que todos la quisieran a su alrededor y a ella le agradaba todo el mundo. Correcto, todo eso se fue a la mierda cuando lo conoció a él.

Jongdae era un chico alegre, risueño, travieso, juguetón y un hijo de puta sin remedio. O al menos era lo que ella pensaba acerca de él. Ambos chocaban el uno con el otro, eran como una gran tormenta que llegaba y arrasaba con todo a su paso. No es que lo dijera sólo por decir sino todo lo contrario. Llevaba ya un tiempo de conocer a Jongdae y estaba comprobado que cuando los dos estaban juntos eran unos completos alborotadores.

**

 

Era invierno de su primer año como universitaria cuando sus amigos insistieron en salir a un antro cercano de los dormitorios. Se arregló su largo cabello, maquillo un poco y se puso un vestido negro con glitters, regalo de su hermana mayor. Sí se lo preguntasen, ella prefería más andar en jeans y sudaderas, pero sus amigas insistieron que debía ponerse linda porque todos se volverían locos. Podía estar segura de algo, ella no pensaba ligar con nadie esa noche.

El lugar estaba atestado de personas moviéndose al ritmo de la canción, el aire dentro del lugar se sentía caliente y podía sentir olor de las bebidas alcohólicas y el tabaco por todo el lugar. No era su ambiente, sin embargo, eso no significaba que no saliese con sus amigos de vez en cuando.

El baile se le daba horrible, pero Junmyeon insistía en que debía bailar y que todos se podían ir al demonio. Ella era muy fácil en acceder porque de todas formas no le importaba las personas externas de su vida y podía hacer lo que se le viniese en gana. Así de simple era su forma de pensar y de hacer las cosas. Ser feliz era su único objetivo en cada acción.

En algún punto de la noche había decidido que necesitaba un descanso y un poco de agua. Con su vaso de agua volvió a la mesa y se dejó caer en los mullidos sillones del lugar, recuperando su respiración normal.

—Hola, preciosa.

Ella rodó los ojos. Era una patética y cliché forma de ligar, si se lo preguntasen.

—¿Te he dejado sin palabras?

—Me has dejado impactada con tanta estupidez en una sola persona.

—Me gustan las agresivas como tú, bebé.

—Vuelve a llamarme bebé y juro que te romperé el labio de un puñetazo.

—¿Cómo te llamas? Me encantaría saber eso.

—¿Y te marcharas si te lo digo?

—Por supuesto, confía en mí.

—ChaeYeon —dijo—. Ahora, largo de aquí.

—Tan inocente.

 

**

 

Aún puede recordar el desastre que se había hecho esa noche en el antro y todo por culpa de Jongdae. Lo soportó durante muchas horas esa noche, porque sí, el hijo de puta le mintió descaradamente sólo para conseguir su nombre. A veces se preguntaba si debió enojarse con Jongdae esa noche porque por su culpa los habían echado del lugar, pero luego recordaba cómo le habían roto el labio.

Esa noche no había sido tan desastrosa como habían sido todas las otras veces cuando se encontraban el uno con el otro. Ahora no sabe si las otras veces se podía comparar a lo que estaba pasándole en ese instante.

Sus pies palpitaban por haber estado caminando durante un par de horas sin llegar a nada. ¿Cuántos años de prisión le darían sí comete asesinato?

 

**

 

—¿Podrías dejar de seguir de una buena vez, Jongdae?

—¿Seguirte? Pensé que venimos juntos.

Rodó los ojos.

—No, tú estás siguiéndome desde que salí de mi habitación.

—¿Y? —preguntó —. Yo estuve esperando por ti en la entrada, ChaeYeon.

—¿Y eso qué tiene que ver con que estés siguiéndome? Yo no he invitado a venir conmigo.

—Me auto-invité para ayudarte con las compras —asintió feliz —. Deberías agradecerme, bebé.  

—Llámame bebé otra vez y te golpearé fuerte.

—Así me encantas, preciosa.

Bufó, cansada de las estupideces de Jongdae. Sabía que no iba a poder deshacerse de Jongdae, pero lo ignoraría todo lo que pudiese antes de querer asesinarlo con sus propias manos.

No sabe cuánto tiempo había pasado desde que dejó a Jongdae parloteando solo, pero algo dentro de ella le decía que algo malo iba a suceder. No por nada siempre se la vivía de paranoica cuando Jongdae estaba cerca.

—ChaeYeon…

Soltó un pequeño gritito.

—Mierda, Jongdae, ¿por qué demonios apareces de la nada?

—He estado todo el tiempo atrás de ti.

—Mentiroso.

Jongdae rio.

—Lo sé —tarareó —. En realidad, tenemos problemas.

ChaeYeon entrecerró los ojos.

—¿Tenemos?

—Sí, bebé, tenemos —confirmó el otro —. Verás, creo que ha pasado un pequeño accidente en la sección de bebés.

Sabía que nada bueno iba a pasar estando con Jongdae cerca, lo sabía. Quería agarrar del cuello al chico y azotarlo en una pared. Mierda, mierda, estaban en problemas. En uno muy grande.

—¿Qué diablos se supone que estabas haciendo para que provocaras todo este desastre?

—Verás, un niño se acercó y me golpeó en la pierna sin ninguna razón, entonces planeaba vengarme de él, y se atoró el aza de mi mochila en el estante de talcos para los traserito de los bebés.

—¿Qué mierda, Jongdae? ¿Cuántos años se supone que tienes?

Preguntó, sin percatarse de los ademanes que hacía con sus delgados brazos y cuando se percató de ello, el estante de las vaselinas se vino abajo.

—Vamos, cariño, es hora de cambiar de supermercado y olvidarnos de este para toda nuestra vida.

 

**

 

—Todo es tu maldita culpa, Jongdae —chilló —. Los profesores saben lo desastroso que eres y, por desgracia, se empeora cada vez que estamos juntos.

—Somos el uno para el otro.

—Estamos perdidos, no es momento de decir estupideces.

—Tranquila, ChaeYeon —apaciguó —. Tarde o temprano tendrán que venir a buscarnos.

—Está oscureciendo y estamos en la maldita nada.

—En realidad, estamos en un bosque de la hacienda del profesor Kim.

—No tientes a tu jodida suerte.

—Yo también te quiero, chiquita.

—Me das asco, Jongdae, de verdad.

El nombrado sólo rio, divertido y ChaeYeon sólo deseó con todas sus fuerzas que le hubiesen agrupado con alguien más. Sabía que el ciento diez por ciento de todo lo que pasaba cuando estaba con Jongdae no era su culpa. Es decir, ella no era una alborotadora, pero los desastres ocurrían cuando estaba a solas con el chico y, por lo tanto, la tacharon de alborotadora.

—Ahora un poema: Las rosas son rojas, el mar es azul, la miel es tan dulce como lo eres tú.

—Jongdae, cierra la boca.

—Tú boca hecho con mágicos pinceles, más que boca es cualquier húmeda granada que pide tentadora y encarnada un beso audaz que la derrita en mieles.

—Basta.

—Te quiero de día, de lunas y de noche, te quiero con lluvia, con sol y mar.

—Jongdae.

—Ahora otro poema: Las rosas son rojas, las violetas azules y nunca estuviste perdidos aquí.

—Dije que t… ¿Qué mierda dijiste?

—Que te he amado con todo mi corazón.

—Vete al demonio, Jongdae —gruñó —. Estuvimos cuatro jodidas horas en un bosque en el cual nunca estuvimos perdidos. Te odio.

—Sí te consuela un poco, tendremos una cena sin que este quemado o algo por el estilo.

—Todos lo sabían.

—Ellos dijeron que éramos unos problemáticos, así que nos querían lejos.

—¡Tú eres el alborotador, no yo!

—Pero en cualquier lado donde estés tú, estaré yo, amor mío.

—Basta, llévame a la salida.

—Lo que mi ChaeYeon pida.

—Matate.

—Después que nos casemos me lo pensaré, bebé.

—¡Vete al demonio, Jongdae!

—Yo también te amo, bebé. ¡Auch, eso me dolió!

Notas finales:

 

Troublemakers

Había sido una muy mala idea, lo intuyó desde que había escuchado la lista de agrupación. Sabía que nada podría salir bien, pero nunca le hacen caso. Es decir, llevaba una larga trayectoria de lo mismo, pero ni así podían aprender sus profesores. No entendía cómo es que le había tocado estar agrupado con Jongdae, cuando claramente ambos hacían una bomba cuando estaban en el mismo espacio.

Sabía que tan desastrosa era por sí misma; un poco seria cuando se ameritaba, risa escandalosa, traviesa y juguetona las veinticuatro horas del día. Era como un virus de felicidad, se lo decían continuamente. Su altura y belleza natural siempre era lo que les atraía a los chicos, su alegre forma de ser hacía que todos la quisieran a su alrededor y a ella le agradaba todo el mundo. Correcto, todo eso se fue a la mierda cuando lo conoció a él.

Jongdae era un chico alegre, risueño, travieso, juguetón y un hijo de puta sin remedio. O al menos era lo que ella pensaba acerca de él. Ambos chocaban el uno con el otro, eran como una gran tormenta que llegaba y arrasaba con todo a su paso. No es que lo dijera sólo por decir sino todo lo contrario. Llevaba ya un tiempo de conocer a Jongdae y estaba comprobado que cuando los dos estaban juntos eran unos completos alborotadores.

**

 

Era invierno de su primer año como universitaria cuando sus amigos insistieron en salir a un antro cercano de los dormitorios. Se arregló su largo cabello, maquillo un poco y se puso un vestido negro con glitters, regalo de su hermana mayor. Sí se lo preguntasen, ella prefería más andar en jeans y sudaderas, pero sus amigas insistieron que debía ponerse linda porque todos se volverían locos. Podía estar segura de algo, ella no pensaba ligar con nadie esa noche.

El lugar estaba atestado de personas moviéndose al ritmo de la canción, el aire dentro del lugar se sentía caliente y podía sentir olor de las bebidas alcohólicas y el tabaco por todo el lugar. No era su ambiente, sin embargo, eso no significaba que no saliese con sus amigos de vez en cuando.

El baile se le daba horrible, pero Junmyeon insistía en que debía bailar y que todos se podían ir al demonio. Ella era muy fácil en acceder porque de todas formas no le importaba las personas externas de su vida y podía hacer lo que se le viniese en gana. Así de simple era su forma de pensar y de hacer las cosas. Ser feliz era su único objetivo en cada acción.

En algún punto de la noche había decidido que necesitaba un descanso y un poco de agua. Con su vaso de agua volvió a la mesa y se dejó caer en los mullidos sillones del lugar, recuperando su respiración normal.

—Hola, preciosa.

Ella rodó los ojos. Era una patética y cliché forma de ligar, si se lo preguntasen.

—¿Te he dejado sin palabras?

—Me has dejado impactada con tanta estupidez en una sola persona.

—Me gustan las agresivas como tú, bebé.

—Vuelve a llamarme bebé y juro que te romperé el labio de un puñetazo.

—¿Cómo te llamas? Me encantaría saber eso.

—¿Y te marcharas si te lo digo?

—Por supuesto, confía en mí.

—ChaeYeon —dijo—. Ahora, largo de aquí.

—Tan inocente.

 

**

 

Aún puede recordar el desastre que se había hecho esa noche en el antro y todo por culpa de Jongdae. Lo soportó durante muchas horas esa noche, porque sí, el hijo de puta le mintió descaradamente sólo para conseguir su nombre. A veces se preguntaba si debió enojarse con Jongdae esa noche porque por su culpa los habían echado del lugar, pero luego recordaba cómo le habían roto el labio.

Esa noche no había sido tan desastrosa como habían sido todas las otras veces cuando se encontraban el uno con el otro. Ahora no sabe si las otras veces se podía comparar a lo que estaba pasándole en ese instante.

Sus pies palpitaban por haber estado caminando durante un par de horas sin llegar a nada. ¿Cuántos años de prisión le darían sí comete asesinato?

 

**

 

—¿Podrías dejar de seguir de una buena vez, Jongdae?

—¿Seguirte? Pensé que venimos juntos.

Rodó los ojos.

—No, tú estás siguiéndome desde que salí de mi habitación.

—¿Y? —preguntó —. Yo estuve esperando por ti en la entrada, ChaeYeon.

—¿Y eso qué tiene que ver con que estés siguiéndome? Yo no he invitado a venir conmigo.

—Me auto-invité para ayudarte con las compras —asintió feliz —. Deberías agradecerme, bebé.  

—Llámame bebé otra vez y te golpearé fuerte.

—Así me encantas, preciosa.

Bufó, cansada de las estupideces de Jongdae. Sabía que no iba a poder deshacerse de Jongdae, pero lo ignoraría todo lo que pudiese antes de querer asesinarlo con sus propias manos.

No sabe cuánto tiempo había pasado desde que dejó a Jongdae parloteando solo, pero algo dentro de ella le decía que algo malo iba a suceder. No por nada siempre se la vivía de paranoica cuando Jongdae estaba cerca.

—ChaeYeon…

Soltó un pequeño gritito.

—Mierda, Jongdae, ¿por qué demonios apareces de la nada?

—He estado todo el tiempo atrás de ti.

—Mentiroso.

Jongdae rio.

—Lo sé —tarareó —. En realidad, tenemos problemas.

ChaeYeon entrecerró los ojos.

—¿Tenemos?

—Sí, bebé, tenemos —confirmó el otro —. Verás, creo que ha pasado un pequeño accidente en la sección de bebés.

Sabía que nada bueno iba a pasar estando con Jongdae cerca, lo sabía. Quería agarrar del cuello al chico y azotarlo en una pared. Mierda, mierda, estaban en problemas. En uno muy grande.

—¿Qué diablos se supone que estabas haciendo para que provocaras todo este desastre?

—Verás, un niño se acercó y me golpeó en la pierna sin ninguna razón, entonces planeaba vengarme de él, y se atoró el aza de mi mochila en el estante de talcos para los traserito de los bebés.

—¿Qué mierda, Jongdae? ¿Cuántos años se supone que tienes?

Preguntó, sin percatarse de los ademanes que hacía con sus delgados brazos y cuando se percató de ello, el estante de las vaselinas se vino abajo.

—Vamos, cariño, es hora de cambiar de supermercado y olvidarnos de este para toda nuestra vida.

 

**

 

—Todo es tu maldita culpa, Jongdae —chilló —. Los profesores saben lo desastroso que eres y, por desgracia, se empeora cada vez que estamos juntos.

—Somos el uno para el otro.

—Estamos perdidos, no es momento de decir estupideces.

—Tranquila, ChaeYeon —apaciguó —. Tarde o temprano tendrán que venir a buscarnos.

—Está oscureciendo y estamos en la maldita nada.

—En realidad, estamos en un bosque de la hacienda del profesor Kim.

—No tientes a tu jodida suerte.

—Yo también te quiero, chiquita.

—Me das asco, Jongdae, de verdad.

El nombrado sólo rio, divertido y ChaeYeon sólo deseó con todas sus fuerzas que le hubiesen agrupado con alguien más. Sabía que el ciento diez por ciento de todo lo que pasaba cuando estaba con Jongdae no era su culpa. Es decir, ella no era una alborotadora, pero los desastres ocurrían cuando estaba a solas con el chico y, por lo tanto, la tacharon de alborotadora.

—Ahora un poema: Las rosas son rojas, el mar es azul, la miel es tan dulce como lo eres tú.

—Jongdae, cierra la boca.

—Tú boca hecho con mágicos pinceles, más que boca es cualquier húmeda granada que pide tentadora y encarnada un beso audaz que la derrita en mieles.

—Basta.

—Te quiero de día, de lunas y de noche, te quiero con lluvia, con sol y mar.

—Jongdae.

—Ahora otro poema: Las rosas son rojas, las violetas azules y nunca estuviste perdidos aquí.

—Dije que t… ¿Qué mierda dijiste?

—Que te he amado con todo mi corazón.

—Vete al demonio, Jongdae —gruñó —. Estuvimos cuatro jodidas horas en un bosque en el cual nunca estuvimos perdidos. Te odio.

—Sí te consuela un poco, tendremos una cena sin que este quemado o algo por el estilo.

—Todos lo sabían.

—Ellos dijeron que éramos unos problemáticos, así que nos querían lejos.

—¡Tú eres el alborotador, no yo!

—Pero en cualquier lado donde estés tú, estaré yo, amor mío.

—Basta, llévame a la salida.

—Lo que mi ChaeYeon pida.

—Matate.

—Después que nos casemos me lo pensaré, bebé.

—¡Vete al demonio, Jongdae!

—Yo también te amo, bebé. ¡Auch, eso me dolió!


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