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Perdido en ti por LadyBondage

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Notas del capitulo:

Gracias a todas por la espera, besos y abrazos.

 

A leer.

Y recuerdos que sonrojan mejillas…

[1]

 

—Me gustaría saber qué fue lo que te paso, Naruto.

 

A Naruto también le gustaría contarle a Itachi lo que le sucedió hace un par de años, cuando aún era un niño inocente con la sonrisa traviesa. Pero si le contara a Itachi el daño que le hicieron, entonces no podría verle a los ojos. Se siente culpable aunque en el fondo escucha una vocecita aguda que le repite constantemente que no ha sido su culpa, y que debe confiar en alguien como Itachi.

 

—Sólo me encantaría poder ayudarte.

 

Están sentados en el viejo sofá donde Naruto se ha quedado dormido en muchas ocasiones con las ventanas abiertas recibiendo la suave ventisca estival.

 

Naruto juguetea con sus dedos, mirada sobre el pelinegro y sonrisa hueca. La presencia de Itachi lo intimida, y le gusta, porque Itachi no ha mostrado tener malas intenciones con él, Itachi sólo quiere que Naruto confíe, eso es muy difícil pero se promete intentarlo.

 

Una idea nace en su cabeza, presuroso saca de su mochila la pequeña libreta, toma un bolígrafo y comienza a escribir bajo la atenta mirada de Itachi Uchiha.

 

—Uhm, a ver…

 

 

Me gusta que estés aquí.

 

 

Itachi sonríe ligeramente, no puede evitarlo y tampoco quiere hacerlo. El Uchiha no puede comprender como es que Naruto pese a la soledad en la que vive y rodeado de podredumbre, aun encuentra motivos para sonreír, para dulcificar su mirar y para mostrarle una etapa de la vida que él no había vislumbrado con anterioridad.

 

Naruto puede notar la nube negra que se cierne por encima de la cabeza de Itachi, luce pensativo, tranquilo. Naruto no quiere que Itachi recuerde cosas tristes, porque no le gusta verlo con los labios en una línea y el ceño fruncido, porque entonces la barrera de que los dividía entre lo correcto y lo incorrecto se hacía más latente. Y honestamente, Naruto no quería recordarse que Itachi estaba prohibido, no sólo por ser muchos años mayor que él, sino porque era hombre y no estaba bien, simplemente no lo estaba.

 

—Lamento no haberte buscado los días anteriores, quisiera compensar el tiempo perdido…

 

El menor menea la cabeza. Aceptar la propuesta de Itachi implicaría salir a algún maravilloso lugar que Naruto no podría olvidar durante días, y volvería a ser botado por el mayor, y no, no quería ser la segunda opción en la vida de una persona que estaba considerando antes que su propia persona.

 

— ¿Naruto? —pero es la dulce voz de Itachi que lo trae de vuelta.

 

Los ojos azules se concentran en la presencia taciturna de Itachi Uchiha. Gracias a la escasa cercanía entre los dos, Naruto puede dibujar las facciones de Itachi en su cabeza para mantenerlas resguardadas en sus pensamientos para siempre.

 

Su nariz es delgada, respingada, estética, en el puente de la misma unas curiosas pecas surcan la blanquecina piel, Naruto quiere unir los puntos separados para crear un firmamento en el rostro ajeno, le causa gracia que Itachi no sea capaz de comprender lo que está pensando, y mejor que sea así.

 

El único lugar donde Naruto se siente libre y seguro es en su cabeza.

 

Continuando con el camino de las pecas, Naruto desciende hacia los labios, lívidos, hirsutos, el color ha abandonado aquellos algodones.

 

Sus dedos viajan hasta los labios de Itachi, y el propio Itachi se sorprende de ese gesto inesperado.

 

El rubio se acerca lentamente; se respiran sus alientos, leche y azúcar.

 

Itachi lleva sus manos hacia las mejillas del rubio, reconociéndolo, adorándolo en el más grato silencio, acompañado de la tranquila respiración del contrario. Sumergidos en una espesa capa de cariño perdido, de carcajadas estridentes y de miradas amorosas.

 

Con la complicidad de una habitación de cuatro por cuatro, y la soledad acogedora de dos almas perdidas, los rostros se aproximan eliminando la distancia y los prejuicios, encerrando el dolor y la tristeza en un primer beso; casto y sumamente dulce.

Naruto cierra los ojos lentamente permitiéndose abandonar sus miedos.

 

Está muy mal, pero se sienta tan bien. Es un beso que había pedido a gritos, es su primer contacto íntimo con otro ser humano, no hay etiquetas ni tampoco señalamientos. Itachi desvanece sus propios demonios para enredarse en la esbelta cintura del menor.

 

Y el ósculo se intensifica, dos lenguas que se encuentran en una contienda bestial puyando cada una por su territorio. La experticia de Itachi es evidente, y hace sentir a Naruto aún más pequeño de lo que ya es.

 

El cuerpo del de piel trigueña cede ante el peso del pelinegro, Naruto se recuesta totalmente en todo el largo de su viejo sofá, Itachi no le deja lugar para escapar, se adueña de todo lo que es él.

 

Mientras ambos se reencuentran y se besan las heridas, allá afuera está comenzando a llover.

 

 

 

[2]

 

Karin retira la silla para sentarse al pie de la cama, una sonrisa discreta y una mirada plagada de amor se vislumbran en todo su rostro.

 

—Buenas tardes, Sasuke-san.

 

Sabe que él la escucha, ha leído cientos de artículos científicos que comprueban que las personas en estados comatosos pueden escuchar y sentir a otras personas. Ella asiste a su cita como lo lleva haciendo todos los días, a las seis en punto, cuando sus labores han terminado.

 

Sin perder más tiempo, Karin comienza a repartir suaves caricias por los tobillos cubiertos por la sábana blanca y dura del hospital, sus manos escalan lentamente hasta las rodillas, hace movimientos circulatorios con los dedos.

Es una técnica que su abuela le enseñó para calmar los dolores musculares, Sasuke lleva postrado en esa cama lo suficiente como para inutilizar sus piernas, empero, ella se ha encargado de darle masajes clandestinos para que cuando él despierte, la terapia de rehabilitación le sea más sencilla.

 

— ¿Te gusta? Hoy decidí que debemos trabajar las rodillas, ya sabes, articulaciones y músculos. Por cierto, uno de mis amigos quiere conocerte, le hablo todos los días de ti, creo que lo recuerdas, se llama Suigetsu. Es un tonto con dientes de tiburón, ¿te he dicho que se los modificó? Pfft, según él, eso lo hace más sexy.

 

Ella habla rápido, con su acento agrio, repite palabras inconscientemente, y mueve los hombros cuando se echa a reír. Es la misma rutina de todas las tardes, sin embargo, algo cambia en esos dos últimos minutos.

 

Sasuke frunce el ceño.

 

Karin deja de darle el masaje, asustada se pone de pie y da dos pasos hacia atrás, se lleva una mano al pecho comprobando los latidos de su corazón; galopa como un caballo de carreras.

 

—Por dios…

 

Esa tarde, a las seis diez con trece segundos; Sasuke abre los ojos.

 

 


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