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Perdido en ti por LadyBondage

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Notas del capitulo:

Hola chicas bonitas, gracias por la espera y por el apoyo, realmente estuve muy enferma estos ultimos dias pero afortunadamente estoy saliendo adelante. Espero que les guste este nuevo capitulo. A partir de ahora colocaré advertencias en cada cap posteado para que no se vayan a ciegas por el fic, ¿vale?

Advertencias: violencia física.

 

A leer. 

Y se llevó las tristezas, pero me devolvió mil lágrimas

 

 [1]

 

De un sonoro portazo la puerta se cerró. El aullar de una ventisca infernal susurró a sus oídos mientras el sudor perlaba su frente. Con un ademan se deshizo de las gotas injuriosas que caminaban lentamente en dirección a su cuello. Ya era muy tarde para estar de pie, lo sabía. Pero no podía retirarse del todo a su habitación, allá dentro, Sasuke seguía con los ojos abiertos, enfadado y balbuceante. Itachi lo escuchó maldecir cientos de veces antes de decirle que quería estar solo como habitualmente lo estaba. Pues no permitía a nadie cerca, sólo a Karin, la enfermera que accedió a tratar a Sasuke después de dejar el hospital.

 

Está completamente agotado. Recarga su espalda contra la pared más cercana, necesita darse un respiro. Uno breve antes de volver al ruedo.

 

—Naruto —acompañado del silencio, musita el nombre de aquel niño rubio que semanas atrás había conseguido aminorar sus culpas.

 

Habían pasado más de veinte días sin él. Había tratado de no echarlo de menos, no cuando Sasuke se encontraba en un estado tan deplorable que no podía consigo mismo. Así que Itachi lo tomó de las manos y lo fue guiando lentamente dentro de ese amplio ático donde vivía para mostrarle cada rincón que ahora le pertenecía.

 

Después del breve tour, Sasuke lo miró reticente a los ojos y le dijo que quería descansar porque estaba cansado. Itachi se preguntó, ¿de qué podría estar cansado alguien que no hace absolutamente nada? Prefirió no responder.

Para Sasuke no era fácil vivir encerrado, traicionado por su propia mente que lo había hecho su prisionero. Sin recuerdos, sin vivencias a las cuales pudiera evocar. Sólo eran dos extraños viviendo juntos.

 

Sasuke le había expresado sus deseos de salir a dar un paseo. Itachi no accedió, al menos no por el momento.

 

Tsunade le sugirió que lo dejara ser más independiente, Sasuke terminaría cansándose de la sobreprotección de su hermano y haría de las suyas.

 

¿Podría confiarle a Karin la vida de su hermano?, evidentemente no.

 

—Joder, desearía tener las respuestas correctas, Sasuke. Lamento tanto haberte hecho esto. —Aunque Sasuke no puede escucharle, Itachi prefiere que no sea así, le susurra a la nada.

 

Al viento que lo acompaña, al silencio que guarda sus obscuros secretos. Y el corazón le late con fuerza. Duele estar en su posición, duele estar sin el verdadero Sasuke. Pero duele más haber perdido otra razón para sonreír.

 

Naruto, ¿me has olvidado ya?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[2]

 

Las semanas fluyeron rápidamente a pesar de que Naruto había tenido sus reservas. La vida escolar y en el trabajo le habían menguado los fuertes pensamientos que lo ligaban a Itachi. De repente, ya no se encontraba pensando en él como solía hacerlo. Tal vez el tiempo lograba sanar las heridas del corazón, lo había escuchado de Shikamaru una tarde cuando caminaban juntos hacía casa del primero.

 

—Supongo que no tengo suerte con las chicas, —le había dicho esa tarde, amenizados por la música otoñal de las hojas cayendo.

 

Pasos amortiguados por el sonoro ruido de los automóviles y sonrisas de niños plagadas por doquier. El aroma del café y el estruendo del cielo.

 

—Ella me dejó una nota en el mismo café donde solíamos tener nuestras citas. Dijo que yo era muy inmaduro para estar a su lado, así que esa fue su despedida. Muy amarga, por cierto. La eché de menos las primeras semanas. Posteriormente la superé, y ahora cada vez que paso por ese lugar sólo esbozo una sonrisa. Prefiero que pesen más los recuerdos buenos por encima de los malos. El tiempo sana, Naruto. Es muy sabio, dijo un día mi abuelo. Y es cierto, el tiempo es un momento de paz y sabiduría mental. Te hace madurar.

 

Naruto sonríe. Shikamaru con su mirada taciturna y el característico bostezo que también se le llega a contagiar.

 

Él tenía razón después de todo. Madurar. Es duro, difícil, pero no imposible. Quizá estaba llegando su momento de olvidar el recuerdo de Itachi. El mayor no lo había buscado, sus razones tendrá. Y aunque le hubiese gustado que Itachi realmente fuese diferente a los demás, no se sentía molesto. ¿Cómo podría?, no podía exigir algo a una persona que no era suya.

 

Nada los unía.

 

— ¡Naruto! ¿Podrías ayudarme a atender las mesas?, Yukimaru no vendrá, se reportó enfermo y no tengo a nadie.

—Chouji suda copiosamente.

 

La camiseta blanca que usa como uniforme de cocinero está manchada de sudor en las axilas y el cuello. Naruto asiente. En esas semanas dentro del restaurante ha hecho de todo. Hacerla de mesero no un problema para él.

 

— ¡Bien, deja lo que estás haciendo y atiende! —Naruto deja la sartén con pollo frito y salteado de verduras.

 

 

 

 [3]

 

Karin había convencido a Itachi de dejarle a su cargo la integridad de Sasuke. No fue un asunto fácil, Itachi se había armado de buenos y convincentes argumentos para no dejarlo salir del ático. Finalmente, con un poco de persuasión, Karin consiguió hacerse de unas horas afuera, las suficientes para poder mostrarle a Sasuke los lugares que ella había visitado con antelación.

 

Entre ellos, el Ichiraku Ramen, un restaurante familiar asediado por turistas, su pequeña fama se extendió a sus oídos, y cuando fue a probar la comida, quedó encantada. A Sasuke seguramente le gustaría.

 

— ¿Qué te parece, Sasuke-kun? —Sasuke echa una aburrida mirada a la fachada del establecimiento.

El local está atiborrado de gente por dentro, voces irritantes, niños sentados en los banquitos especiales diseñados para ellos mientras colorean el menú especial con crayones cortesía de la casa. Desde afuera Sasuke gruñe, inevitablemente abochornado. La idea de pasar el rato junto a Karin no le había parecido tan mala como pensó desde un principio.

 

— ¡Vamos, entremos! —anima ella.

 

Karin empuja la silla de ruedas bruscamente, arrastrado contra su voluntad se posicionan en una mesa junto al ventanal que da a la carretera. Suspira quedamente.

 

— ¿No es fantástico que hayamos podido salir un rato a divertirnos? —Sasuke bufa, a lo que Karin responde con una enorme sonrisa.

—Sí, claro —dice sarcástico. La pelirroja no se inmuta por el tono ácido o la mirada furibunda del azabache. Está muy contenta de pasar un rato a solas con su amor platónico.

 

Alza una mano briosa llamando a un mesero. El chico llega a ellos con una sonrisa afable y el menú entre las manos. Les desliza el menú a los nuevos comensales. Le gustaría darles una fresca bienvenida pero dadas sus circunstancias es imposible hacerlo.

 

Sasuke irgue la cabeza, y ambas miradas se encuentran. El rubio abre la boca llevado por una ingrata sorpresa. Ese chico se parecía tanto a él…

 

—Disculpa, ya sé que queremos ordenas —dice Karin ignorando las miradas que se dirigen entre ellos. —Sukiyaki y Sashimi, por favor. Y para beber una coca de dieta y agua mineral.

 

Naruto garabatea los pedidos. Asiente educadamente y tan rápido como termina de escribir, se retira dejando una estela aromática amaderada.

 

—Qué raro ese chico, ¿no, Sasuke-kun? No dijo ni pio —señala la pelirroja. Sasuke se encoge de hombros restándole importancia.

 

Realmente ese chico desentonaba con el lugar; rubio y ojos azules. No podía ser más atípico. Irónicamente el restaurante era de comida tradicional japonesa y ese chiquillo no lucía muy japonés que digamos.

 

—Da igual.

 

 

 [4]

 

Naruto lleva una mano a su pecho, siente ese bombeo inquieto que es su corazón ahora. Ese chico se parecía a Itachi. Mismo cabello, mismos ojos pero la mirada era distinta. Mientras Itachi arropaba cariño en sus irises obscuros, ese azabache de allá afuera parecía destilar odio contra el mundo.

 

— ¿Naruto? ¿Qué ordenaron? —Tenten, la joven cocinera del Ichiraku le pregunta suavemente.

 

El rubio le entrega la pequeña nota donde anotó los pedidos. Ella frunce el ceño.

 

— ¿Qué dice aquí?

 

Itachi echa un largo suspiro. Apenas habían pasado dos horas desde que Karin y Sasuke partieron a rumbos desconocidos. Según la enfermera, el que Sasuke respirara un aire diferente le ayudaría en su terapia. Él no estaba tan seguro, pero cuando vio a Sasuke aferrarse con vehemencia a la loca idea de la chica no pudo aguantar demasiado. Su hermano necesitaba darse un tiempo fuera, algo que le ayudaría a esclarecer su memoria atiborrada de recuerdos inconexos, un rompecabezas que a pasos lentos estaba armando.

 

Itachi se pregunta qué pasaría si Sasuke llegase a recordar lo que sucedió aquella noche. El accidente, la infidelidad de su novia, él disculpándose incansablemente y Sasuke roto, llorando y arengando perjurios.

 

No, nunca se lo perdonaría. Se volvería a ir, y esta vez lo haría para siempre. Sasuke no era capaz de perdonar una mentira así de grande. Había soportado esa carga solo, el dolor lo vio sumido en esa cama postrado en estado comatoso. Solo, abandonado por su demás familia.

 

—Sasuke…, perdóname.

 

Un timbrazo, Itachi echa los hombros hacia atrás repetidas veces. Todo el cuerpo le duele.

 

— ¡Allá voy! —espera con todo el corazón que sean ellos.

 

Gira el pomo, y en cuanto abre, una brizna refrescante lo saluda, seguido de una sonrisa amable. Y es ella, con su mirada de cielo nublado y labios de cerezo que le deslumbran.

 

— ¿Ino?

—La misma, apuesto a que me echabas de menos tanto como yo a ti.

 

Ella.

 

Hay una chica que me gusta.

¿Ah sí?, ¿Cómo se llama?

 

— ¿Me echaste de menos? Porque yo sí.

 

Se llama Ino Yamanaka, es hermosa; te encantará cuando la conozcas.

Apuesto a que sí, hermano tonto.

 

—Supe que estabas residiendo aquí, de hecho en cuanto bajé del avión no dude ni un minuto en venir a verte.

 

Una caza fortunas, una trepadora, arribista que quiere seducir a tu hermano para obtener los millones de sus cuentas bancarias. Deshazte de ella, haz lo que sea para que no estorbe. Sasuke merece algo mejor que una puta como ella.

 

Rodea su cuello con esos delgados y largos brazos.

 

—Extraño que me folles, realmente te necesito dentro de mí.

 

Ah, ah… Itachi. Tan grande, mhm, mejor que Sasuke. Mil veces mejor.

 

—Largo.

 

¿Itachi? ¿Ino?

¡Eres mi hermano, maldita sea!

¡Te odio!

 

— ¡Largo! —él la empuja con todas sus fuerzas. La quiere lejos, todo lo lejos que se pueda.

 

Ino, la misma mujerzuela que había engatusado a Sasuke con falsas promesas de amor que no iba a hacer realidad. La misma mujer a la que tuvo que seducir para alejar de Sasuke, con la que terminó encamándose aun cuando sabia que estaba lastimando a la persona que más amaba en el mundo.

 

—Pero que dices, he venido por ti. ¿No estás contento?

 

Ino se aleja de ese cuerpo varonil que había deseado desde la primera vez que lo vio. Itachi no le dio respuesta, al menos no una verbal. La sangre se aglutinó en la mejilla izquierda, ella con los ojos abiertos y la boca seca se echó para atrás. Como un animalillo asustado buscando su escondite del depredador que no deja de acechar.

 

—Quiero que te largues de mi casa. ¡Ahora!

 

No necesitó repetirlo, a buen entendedor, pocas palabras. Y la chica rubia salió del apartamento tomando la valija entre sus manos. Los ojos le escocen y tiene atorados todos los insultos para cierto azabache.

 


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