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Me destruyes por UkloveY

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Notas del capitulo:

Espero que les guste, desde este capítulo llevo tiempo sin escribir, así que no tengo idea de cuando escribiré el 13 

Inhalando como para sacudirse el peso sobre sus hombros, el peliverde comenzó a hablar, más que todo acerca de su trabajo en el hotel, quería evitar los puntos relacionados con el rubio, puesto que ya no quería, ni debía volver a hablar de eso, y aún sin decirle Iida parecía saber que esos temas de ahora en adelante eran tabú.

Se alegraba desde el fondo de su corazón de saber que su amigo estaba haciendo lo posible para superar esas circunstancias, así que comprendió y no preguntó nada al respecto.

"De verdad suena que la pasaste muy bien trabajando en ese lugar, ¿Ahora qué piensas hacer?" preguntó el peliazul. "...Buena pregunta, pues buscar trabajo, pero no sé en dónde podrían necesitarme. Aunque me basta con ganar lo suficiente como para poder pagarme un pequeño departamento y comida" contestó mirando al cielo con cara pensativa.

"¿Dónde vivirás por ahora?" preguntó el de lentes. "No sé..." respondió haciendo un rostro muy gracioso, de verdad que parecía un perrito abandonado "Si sabes de algún apartamento dímelo, aún tengo un dinero del que gané en el hotel, podré sobrevivir un tiempo".

"Te ofrecería vivir aquí, pero sé que no quieres depender de nadie. Así que déjame al menos buscarte algún contacto o algo para que consigas apartamento" expuso el peliazul mientras que bajaba por los números de su celular.

 

 

Había pasado una semana en la que el peliverde durmió en casa de su amigo, pero para su suerte ya había conseguido donde vivir, así que recogió sus pocas cosas y se fue, agradeció por toda la ayuda que Iida le había brindado hasta ahora y dejó la casa.

El nuevo apartamento se situaba no muy lejos de la casa de Todoroki, así que podría verlo casi cuando quisiera. Le entregaron las llaves y entró, la habitación era algo vieja, las paredes en algunas esquinas se encontraban despintadas, la cama crujía, y las ventanas estaban flojas, por lo que hacían ruido.

EL peliverde al entrar llenó sus pulmones del aire de la habitación, se quitó los zapatos y las medias, y procedió a sentarse en un pequeño sillón al lado de la ventana, la cual tenía una vista increíble, ya que el edificio daba a su espalda con algo semejante a un precipicio y unos cuantos árboles.

El ambiente se sentía tan ligero, tan relajante. Le recordaba el tiempo que estuvo con Todoroki en la montaña. Hacía tanto tiempo no sentía semejante tranquilidad en su pecho; es como si pudiese acostarse en cualquier parte de esa pequeña habitación y no tuviera que preocuparse de nada más.

Ahí, sentado en ese un poco empolvado sillón, abrazando con suavidad sus piernas y cerrando sus ojos, sentía como dentro de él empezaba a molestarle una sensación extraña. Y de pronto recordó al rubio.

En cierta forma, pensaba en él recordando lo que sentía antes de haber partido unos meses de ese lugar, y empezó a cuestionarse si de verdad el había amado a Bakugou. Si estaba seguro de haberlo querido, pero ¿amado?, esa palabra tenía tanto peso, más de lo que él había imaginado.

"¿Qué hago pensando en Kacchan?" se preguntó. "No quiero saber nada del amor en un buen rato...". Aún cuando se había dicho a sí mismo que no pensaría en él, le era imposible dejar de hacerlo tan rápido.

"Mañana le hablaré a Todoroki, para ver si quiere venir, necesito antes de trabajar, salir un poco. Hablar con él siempre me ayuda" pensaba sonriendo inconscientemente.

 

 

El sol le quemaba el rostro, y le molestaba en los párpados. Luego de pestañear un poco antes de abrir sus ojos completamente, el heterocromático estiró sus brazos y se sentó en la orilla de la cama. Se había dormido con las cortinas abiertas.

El adorable rostro del peliverde pasó por su mente, como de costumbre. Ya cada mañana al despertar, solía pensar en él antes de percatarse. "Rayos" dijo como si no quisiera tener que pasar por eso siempre.

Su celular empezó a sonar, una llamada. Se levantó, y contestó "Buenos días Todoroki Shouto al habla" dijo semidormido y en respuesta una alegre voz habló "¡Hola Todoroki!, soy yo Izuku... llamaba a ver si querías venir a mi apartamento, está un poco feo, pero lo limpié bien".

Una sonrisa se dibujó en el rostro del más alto, después de todo él por cuenta propia lo estaba buscando y tras de eso sonaba muy feliz. "Está bien, pero antes de eso necesito decirte algo", el heterocromático sabía bien que el peliverde ya no volvería a ver al rubio y también sabía que el trauma de Midoriya era algo sumamente delicado, pero sus sentimientos estaban tan enloquecidos que nadie que observara su sereno rostro podría imaginarlo.

"¿...Qué pasó?" preguntó un poco preocupado el más bajo. "Iré pero no en son de psicólogo, no quiero que me veas de esa forma, somos más cercanos que eso, así que nada más te pido que me saques de esa zona. Ya somos amigos, de hecho, desde hace tiempo", se sentía un poco ridículo diciendo esas cosas, pero verdaderamente si él quería llegar a tener algo con el de pecas debía aclararle que no podía ser solamente su psicólogo.

Del otro lado del teléfono, Midoriya no comprendía bien el fin de esa aclaración, pero aún sin saberlo, se sintió feliz, como si hubiera roto un pequeño muro entre ellos dos. "Está bien, tienes toda la razón" respondió con una sonrisa.

Sintiendo como sus mejillas calentaban sin razón alguna, los corazones de ambos latieron con más velocidad de la usual.

 

 

Era cerca de la una de la tarde cuando la vieja puerta del apartamento número veintiuno fue golpeada, "Midoriya, abre" decía el joven de ojos bicolor, quien se había alistado más de lo normal, se puso un poco de gel, y unas ropas semiformales.

Cuando la luz surgió entre el marco de la puerta y la misma, el rostro pecoso del más bajo se iluminó. En ese instante sus miradas conectaron, se veían directo al alma, no hablaron, no se movieron, tan solo sintieron algo muy dentro de ellos.

El momento tan efímero, se sintió como la eternidad más preciada que hubiesen sentido, fue como si cada segundo durara minutos y como si cada minuto durara horas. Tal vez en ese momento el mundo dejó de existir por unos segundos, tal vez todos se pusieron de acuerdo para hacer que en ese momento la humanidad hiciera silencio.

-¿Cómo podía existir semejante perfección?- No se preguntaron, pero quisieron hacerlo, el clima era fresco, con vientos fríos, el sol se posaba con suavidad, como de esas típicas tardes navideñas.

"Hola..."dijo el más alto con una sonrisa capaz de enamorar a cualquier mortal. El aire volvió a correr por la boca del contrario, quien parecía hipnotizado "Ahh-h pasa...¿Por qué estás vestido así?, lo siento yo ando con estas ropas".

"No te disculpes, la verdad ni me había dado cuenta de que me vestí de esta forma" dijo avergonzado mientras despeinaba su cabello con ambas manos "Listo al menos ya estoy con el cabello desarreglado, para no sentirme tan fuera de tono" dijo entrando a la habitación.

"Si quieres sentémonos junto a la ventana, hice unas galletas y prepare un refresco" dijo el ojiverde. El ambiente se prestaba para romperse en cualquier momento, o mejor dicho para abrirse.

Notas finales:

Gracias por leer


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