"Te conocí un día de enero con la Luna en mi nariz y como vi que eras sincero en tus ojos me perdí. Que torpe distracción.
Que dulce sensación.
Y ahora que andamos por el mundo como Eneas y Benitin yo te encontré varios rasguños que te hice hicieron por ahí.
Pero mi loco amor, es tu mejor doctor"
Miraba con odio todo a su alrededor, la clase le gustaba pero nada le jodia más que tener que hacer ese maldito ejercicio, lo único en lo que podía pensar era: "Puto profesor, puto colegio, puta la cancha, puto el sol, puta la Janeth, puto ejercicio, puto yo, puto tu, putos todos" quien sea que había intentado el: "Corran alrededor de la cancha" quería ver el mundo arder.
Habian pocos ejercicios más insoportables que ese, lo peor era es que el día estaba tan soleado que uno podría freir un huevo en el asfalto de la carretera, el profesor había dicho "Necesitan aire fresco chicos ¡Vamos a correr alrededor de la cancha que esta afuera! Necesito que los directivos vean que si trabajo" y ahí estaban, haciendo lo ordenado por su profesor agonizando a causa del calor, con el profesor bajo la sombra de un árbol bebiendo un refresco mientras hablaba por teléfono.
Afortunadamente faltaban únicamente cinco minutos para que el modulo finalizara. Estaba aliviado pero era algo que nunca confesaria, vamos el era Bill "Fabuloso" Cipher, jamás admitiría que la clase lo había dejado desecho.
Cuando el sonido de la campana (A la que el rubio catálogo como "Gloriosa"), la mitad de la clase se dejo caer agotada, una octava parte casi cae inconsciente, y el resto dejo salir un suspiro de alivio. El profesor les dio la autorización para retirarse a los lavaderos para poder asearse antes de retirarse al descanso y continuar con el horario escolar. Acompañado de sus amigos, entre risas y niñerías llegaron a las duchas donde se separaron de Pyronica, la única chica que formaba parte de su grupo de amigos.
-viste la cara que traía Northwest-el rubio solto una fuerte carcajada mientras asentía
-¡Se veia horrible!-grito eufórico mientras reía, pues a la rubia se le había corrido el maquillaje a causa del sudor provocado por el ejército al aire libre
-dime por favor que Pyronica si le tomó esa foto-al ver a su peliplateado compañero asentir, el rubio comenzó a reír con mucha más fuerza-sera un excelente soborno
-creo que igualmente tiene una foto de Alegría-ante las palabras de Xantar, el rubio sonrió con malicia, pues el albino había terminado de una manera similar a la chica.
-perfecto, al fin tengo con que sobornar a cinco picos-el tinte de maldad en la voz de su amigo les arrancó una sonrisa, entrando al mismo tiempo a las duchas.
Tras haberse aseado rápidamente, Bill y la pandilla de criminales interdimencionales (Cómo solia llamar a sus amigos) se retiraron para ir a la cafetería. El rubio palpeo su bolsillo en busca de su cartera, descubriendo que la había olvidado en los lavabos, maldiciendo se dio la vuelta y retorno sus pasos. Ya todos se habían ido, asi que descartaba que alguien la hubiese robado, en el corto trayecto trataba de recordar en donde la había dejado.
Entrando con aire despreocupado, miro la estancia y se detuvo al notar que la estancia, vacía no estaba.
Dandole la espalda, había un chico, de cabellos color cacao y piel pálida, más esto no era lo más llamativo en el. Marcas de un tono ligeramente más oscuro que el de su piel, se extendían por su espalda y parte de sus brazos.
Había constelaciones en su piel.
Al notar su mirada sobre el, el chico se giro. Sus ojos negros se abrieron grandemente y sus miradas se cruzaron.
Ambos contenían la respiración, el primero en romper aquel mutismo fue el rubio, quien sin saber que otra cosa hacer, se dio la vuelta y rápidamente se fue. Dentro de si, mil pensamientos se tejían en su cabeza, todos ellos dirigidos a aquel chico con estrellas en su cuerpo.