YoonGi se removió con incomodidad por el local. Este estaba atestado de gente, jodidamente horrible para un chico que le gustaba caminar solo mientras escuchaba música.
Se acercó hasta la fila de personas que intentaba llegar a la caja para ordenar algo. YoonGi realmente tenía hambre y no había lugar más cercano donde pudiera encontrar algo realmente comestible. Mientras esperaba sacó su teléfono celular para enviar el tercer mensaje al mismo contacto.
¿Al menos podrías responderme?, escribió y luego envío. Chasqueó la lengua. Todo era su culpa. Fue él quien confió en ese descarado chico. Definitivamente lo chantajearon.
En cuanto la persona que estaba delante de YoonGi por fin dejó su puesto para ocupar el de otra fila, se encontró así mismo suspirando, pero toda su pequeña alegría se evaporó cuando vio al chico detrás de la caja.
—Eres un sinvergüenza —fue lo primero que dijo cuando reconoció al contrario que se encogía y le sonreía con temor.
—Te lo devolveré. Es solo...
—Dame una explicación rápido. Llevo tres días intentando contactarme contigo.
YoonGi estaba furioso porque veía a su deudor cara a cara. Además, el chico actuaba tan infantil que lo hacía enojar más.
—No tenía el dinero...
—¡Dios! ¡¿Cómo no puedes pagar una pizza?!
YoonGi se arrepintió de hablar, de gritar mejor dicho. La gente lo miró a ambos.
—¿Podemos hablar en otro momento? Estoy trabajando —pidió el chico mientras agachaba la cabeza. Su jefe lo miraba desde la distancia.
—Está bien. ¿Falta mucho para que termine tu turno? —interrogó YoonGi, sintiéndose cohibido.
El menor negó con la cabeza y luego pestañeó unas cuantas veces hacia él—. En unos minutos hablaré contigo.
YoonGi asintió y salió de la fila para no obstruir el paso de la gente que quería comprar algo para alimentarse. De hecho, él también debía alimentarse, pero el enfado lo tenia desde la garganta hasta lo alto del estómago. Definitivamente no podría comer nada a gusto si no tenía su dinero devuelta.
No esperó mucho. De hecho, el chico a los pocos minutos apareció a su costado vistiendo la horrible camiseta roja que le obligaba a usar la pizzería.
—Aquí tienes el dinero —dijo pasándole los billetes que correspondían al costo de la pizza que él tuvo que pagar y comerse días antes.
—No era tan difícil hacerlo, ¿no ves?
El chico solo asintió, ya que sabía que se equivocó. Simplemente debió llegar con la pizza al local y recibir un regaño en vez de involucrar a una persona totalmente desconocida.
YoonGi metió el dinero en su bolsillo y luego se dio media vuelta para salir del local, sin siquiera despedirse del chico. Después de todo no lo volvería a ver más.
Ya más relajado el hambre volvió a su cuerpo, pero el chico le quitó totalmente las ganas de comer pizza, así que se subió a un autobús para cambiar su rumbo.
Ahora tenía antojo de hamburguesas.