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KYUMIN | VOLVERÁS (ONESHOT) por silderella

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La lluvia no paraba, las grandes gotas golpeaban con furia el vidrio de mi ventana, hoy llovía como lo hacía hace más de una semana.

Llegue a pensar que el cielo se caería un día de estos. Me refugiaba en mi cuarto, que ha sido mi único escondite de la realidad que me persigue, la que no me deja en paz, a veces pienso que si cierro los ojos y duermo por horas voy a lograr despertarme y no sentir nada, algo así como estar adormecido o drogado, algo de eso que me ayude a no sentirme tan mierda.

Corro las cortinas hacia la derecha de mi ventana y puedo ver afuera, está gris y casi ya cae la tarde, he pasado todo el día encerrado, pero estoy bien con ello, creo que no almorcé, no lo recuerdo para ser sincero.

Muevo mi cuello de un lado al otro como si eso me fuera a relajar, pero no es así, nada me relaja. Me debato entre levantarme o no, debería respirar algo de aire que no provenga de esta habitación, tal vez estaría bien solo salir unos minutos y ver otra cosa que no sea estas cuatro paredes verdes.

Me pongo de pie con dificultad, me la pase sentado por horas contemplando la lluvia, mis piernas están algo adoloridas, pero no a tal punto como para no poder caminar.

Avanzo lentamente hasta la puerta y giro la perilla.

Salgo.

Hoy realmente he progresado, salí de mi cuarto, eso amerita una buena porción de algo que engorde y mucho.

Me dirijo a la heladera y no hay nada, fui tan iluso al pensar que algún tipo de fuerza divina llenaría mi refrigerador, tonto y estúpido por pensar que todavía él estaba acá y como siempre todo estaría repleto de cosas grasosas y poco saludables para comer.

Él siempre compraba comida chatarra y cuando estábamos de excelente humor comíamos hasta reventar sentados como indios cerca de la cocina por si se nos antojaba otra cosa. Sentí una punzada en el pecho que me trajo al ahora, a este ahora que detesto y en el cual él ya no está, ni lo estará, porque seguramente me odia, por ser un jodido celoso y vengativo.

Lo extraño.

Extraño sus innumerables pucheros, esos que le salían naturales al no obtener lo que quería. También extraño su voz, esa melodiosa voz. Algunas veces me cantaba, generalmente pasaba cuando yo llegaba de un mal día. Otras veces que estaba de humor lo acompañaba, hacíamos un dúo genial, la gente solía decirnos que teníamos talento.

Las ultimas semanas antes que él dejara la casa lo notaba apagado, yo lo había apagado.

Mi mal humor constante por las frustraciones diarias lo estaban consumiendo. Él también tenía problemas, pero yo siempre fui egoísta, nunca lo escuché.

Sé que me amaba, su amor era lo único que era constante en mi vida. Pero había un problema.

Él es muy hermoso.

Y eso me destruía, me destruía ver como lo miraban otros hombres, como mujeres sin dignidad le coqueteaban a él frente mis ojos. Mi ex novio jamás dijo nada.

Y eso me enojó.

Un día no lo soporté más y al parecer él tampoco, encontré un mensaje de texto algo extraño en su móvil cuando lo revisaba.

Todas las noches hacia eso.

Le grité, nunca lo había hecho hasta ese momento, lloré. Le pregunté por qué yo no era suficiente, qué por qué estaba conmigo si yo era un perdedor.

Todo mi auto rechazo interno salió a la luz y eso terminó por destruirnos.

No me dijo nada. Pero lloraba sin control, vi su corazón herido, pude ver su sufrimiento en sus ojos.

Se fue.

En esos meses traté de comunicarme con él, saber dónde estaba viviendo. Pero no tuve respuesta, había desaparecido.

Llamé a sus amigos, a su familia y logré enterarme que ese que le había mandado un mensaje aquella tarde era un primo.

Eso, un familiar.

Me sentí enfermo y miserable. Yo lo había arruinado todo, una vez más.

Escucho el timbre sonar fuerte y con insistencia, debe ser mi tan molesto amigo que desde que me separe de mi novio viene todas las tardes a verme, la mayor parte de las veces no le abro y él se queda por horas hablándome del otro lado  o solo estando ahí. Hay alguien que me quiere con mis múltiples defectos, me quiere porque si y se lo agradezco.

 Vuelvo a escuchar otra vez el timbre, hoy voy a abrirle, quiero verlo y quizá abrazarlo un poco.

Camino hacia la puerta y doy dos giros a la llave que estaba puesta, la puerta abre y mis ojos no asimilan a quien ven, él no es DongHae, definitivamente no es él.

-          Kyuhyun, tenemos que hablar. – dijo él fríamente, lleva de un lado una campera de rosa pálido, esa misma que le regale hace un par de meses, la lleva en la mano, está mojado y cansado. ¿corrió al venir acá?

Por mi parte mis piernas tiemblan, estoy hecho un desastre, mis ojeras deben ser de un metro, debo estar blanco como el papel y sucio. Qué asco me doy de solo pensarlo, él se ve tan perfecto, tan lindo, tan él.

-          Kyuhyun, por favor. ¿Me dejas pasar? Hace algo de frio aquí afuera. – su voz interrumpió todos mis pensamientos, de forma inconsciente doy un paso al costado, ningún sonido sale de mi boca, no sé qué decir. ¿Esto es real? – ¿No vas a hablarme? – me dice, pero yo solo tengo mi mirada en mis pies, no me atrevo a mirarlo. - ¿Entonces por qué me dejaste pasar? – está impaciente, puedo notarlo en su voz.

-          Te deje pasar porque me lo pediste. – le respondo algo seco, aunque no fue mi intensión solo ese tono me salió, hace días no hablo con nadie más que conmigo mismo.

-          Sigues siendo tan frio como siempre, yo venía a… - un suspiro lleno de angustia salió de su boca, levanto mi mirada y ahí esta él con los ojos cristalinos. ¿A qué vino? - ¿sabes qué? Mejor me voy, fue mala idea venir, siempre sigo mis impulsos, al parecer ninguno de los dos cambio. ¿no? – camina hacia la puerta y pasa por mi lado, la desesperación se apodera de mí. Necesito saber para que vino. ¿viene a hablar? ¿A escuchar mi versión de todo lo que pasó? ¿Viene a perdonarme?

Una pequeña esperanza surgió en mi interior, una que había perdido hace tres meses. No espero más y corro hacia él, lo tomo del brazo y lo hago girar.

Nos miramos a los ojos.

-          Sungmin, no te vayas. –le digo. Min me miró, pero no puedo descifrar que está pensando, quiero abrazarlo, pedirle perdón, decirle que me equivoque, que no soy nada sin él, que la casa se siente vacía sin sus risas o sus enojos por no poder ganarme en los juegos que solíamos jugar, que extraño cada detalle de su parte.

Que extraño todo de él.

-          No quiero irme, no quiero irme de mi casa. – me dice y rompe en llanto, lo abrazo. Él me corresponde y me abraza más fuerte, no puedo contener mis lágrimas y fluyen sobre su hombro.

-          Entonces nunca más te vayas, ésta siempre será tu casa. – Sungmin queda frente mío y toma mi rostro con dificultad, él es varios centímetros más bajo que yo, así que noto que se pone de puntitas para por hacerlo.

 Se acerca cada vez más y apoya ligeramente sus fríos labios sobre los míos. Cuanto extrañe esto, solo dios sabe cuánto he sufrido y añorado este momento. Sungmin separa nuestras bocas y vuelve a mirarme a los ojos.

-          Kyuhyun, mi Kyuhyun. No dejes que nunca más me vaya. – ahora me besa, lento y profundo.

Puedo sentir su lengua invadir mi boca, recorre toda la cavidad como todo un experto, y lo es, ha pasado más de diez años siendo el único en mi vida, diez hermosos años que por una estupidez mía casi tiro al diablo. Siento sus largos dedos recorrer mis brazos hasta bajar a mi cintura y la pasión contenida durante este tiempo eterno se vuelve la estrella de aquella tarde lluviosa. 


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