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POV. WOOHYUN

 

No quería que pensase que sólo quería aprovecharme de su trauma y fingir querer ayudarle para así logar acostarme con él. Al contrario, mi plan ni siquiera incluía el tener relaciones propiamente tal, sino que consistía, en primera instancia, a acostumbrarle al roce de un tipo de caricias más íntimas, que se sacase ese mal recuerdo y lo reemplazase por uno mejor, conmigo.

De esa manera cada vez que se encontrase en una situación íntima, en vez de que su mente acudiese a esos desagradables recuerdos y le impidiese seguir, recordase que no era malo, que nadie le iba a tocar sin su consentimiento y yo me iba a encargar de ello.

En ese momento no le noté del todo convencido, aunque era obvio que estaba pasando por una dura batalla consigo mismo para decidir, bajando la mirada y guardando silencio unos segundos antes de formular palabra.

- Yo… - hizo una pequeña pausa antes de continuar- quiero intentarlo, pero… -esa última palabra susurrada en apenas un hilo de voz, aunque fue suficiente como para escucharle.

Alcé su rostro para que sus ojos diesen con los míos antes de hablar.

- No voy a obligarte a nada. Si quieres detenerte sólo dímelo y lo intentaremos otro día, ¿sí?

Asintió suavemente ante mis palabras, subiendo una de sus manos hasta mi cabello para enredar los dedos allí antes de ofrecerme sus labios tímidamente, dándome permiso para entrar en terreno desconocido hasta ese momento, juntando nuestros labios de manera tranquila, apenas presionándolos juntos en primera instancia.

Lentamente dejé caer mi peso sobre su cuerpo para que me sintiese cerca, claramente incomodándole al principio, siendo la primera vez que estábamos así con intenciones distintas a bromear o jugar.

Poco a poco se fue relajando nuevamente, a medida que me entretenía con sus labios acariciándolos unos segundos antes de deslizar mi lengua por su labio inferior, pidiéndole permiso para profundizar un poco más.

Di pequeños toquecitos a su lengua con la mía antes de bajar una de mis manos para buscar el borde de su camiseta, queriendo tocar algo más de piel para ver su reacción.

Sabía que ese sería un gran paso para él, separándome para observar su rostro unos segundos en busca de reticencia o algo por el estilo, sorprendiéndome cuando susurró que continuase, indicándome con eso que en verdad estaba dispuesto a ello.

Dirigí mis labios a esa zona en su cuello que tanto me gustaba, sintiendo su mano aún en mi cabello alentándome a ello, ejerciendo una suave presión.

Sentí cómo contuvo la respiración unos segundos a la vez que su cuerpo se tensaba cuando toqué la piel de su cintura directamente con mi mano, su cuerpo esquivándola de forma casi inconsciente, sin embargo su lengua buscó enredarse con la mía en cuanto eso ocurrió, incentivándome a moverla un poco para acariciar la zona.

Me sorprendí muy gratamente cuando sentí sus dedos colándose bajo mi camiseta también, apenas rozando  mi piel con la yema, separándome para quitarme la prenda antes de volver a acomodarme sobre su cuerpo, el mayor observándome nervioso mientras sus mejillas se teñían de un suave color rojizo.

Sus labios me recibieron gustosos nuevamente, tomando una de sus manos para acomodarla en mi abdomen, incentivándole para que me volviese a tocar pero esta vez de una forma menos sutil.

 Quería hacer que se sintiese cómodo acariciándome, que lo disfrutase tanto como yo.

Su camiseta no duró mucho después de eso dejando su torso a mi completa disposición cuando decidí guiar mis labios por esa zona, besando su vientre para luego mirarle en busca de permiso para continuar, el cual llegó en forma de un leve asentimiento segundos después.

Volví a besarle allí un par de veces más, a veces deslizando apenas la punta de la lengua o incluso rozando los dientes. Su cuerpo dándome claras señales de que aquello le gustaba a pesar de estremecerse cada vez que iba en busca de una nueva porción de piel.

Cuando sentí que ya se había relajado un poco más decidí ir por otra parte de su cuerpo, subiendo a sus labios para besarlos tranquilamente,  volviendo a explorar su cavidad para distraerle mientras mis manos comenzaban a tocarle con algo menos de delicadeza y algo más de posesividad, decidiendo dejar una acariciando su vientre mientras la otra subía hasta llegar a uno de sus botoncitos, apenas rozándolo al principio.

Le sentí tensarse nuevamente pero aún así no intentó detenerme, bajando por su cuello dejando un camino de besos hasta llegar a esas pequeñas protuberancias ya algo erguidas por el constante roce de nuestros torsos, dedicándome a besarlos un poco por encima antes de introducir uno en mi boca para acariciarlo con la lengua.

Algo parecido a un espasmo acompañado por un jadeo mal contenido le impulsó a alejarse un poco, dejando un beso en su pecho antes de volver a la altura de su rostro y juntar nuestros labios, los suyos algo más rojizos de lo normal de tanto mordérselos, suponiendo que eso sería todo por hoy pues tampoco quería que se sintiese presionado a continuar.

- Podemos detenernos si crees que ya es suficiente – susurré suavemente cerca de sus labios, dándole la opción de elegir.

Nuestras respiraciones un poco agitadas se entremezclaban por lo cerca que estábamos.

- Quiero seguir un poco más – respondió después de negar con la cabeza, ofreciéndome sus labios nuevamente.

Unos que no tardé en tomar luego de sonreírle tranquilamente.

Quería que todo fuese tranquilo, que nos tomásemos con calma cada momento tanto por él como por mí.

No iba a negar que explorar su cuerpo por primera vez me estaba resultando mucho más placentero de lo que creí, por lo que quería extender cada segundo lo máximo posible, deleitándome unos minutos más con aquella blanquecina piel que me ofrecía antes de tomar sus manos y guiarlas al botón de mi pantalón.

Dudó un poco, pero finalmente terminó por desabrocharlo haciéndome sonreír casi imperceptiblemente, haciendo lo mismo con el suyo.

Sabía que se avergonzaría si le desvestía primero, siempre había sido vergonzoso en lo que respectaba a su cuerpo a pesar de haberle dicho innumerables veces que me encantaba como era y que el físico no era lo importante, pero decía que se sentía expuesto y observado.

Por eso decidí quitármelos yo primero bajo su atenta mirada, volviendo a acomodarme sobre su cuerpo para besarle unos segundos antes de girarnos y dejarle a él sobre mí.

Aquello claramente le había tomado por sorpresa, riendo por lo bajo ante su reacción de casi pánico ya que sabía que estar arriba no le hacía sentir del todo cómodo. Sin embargo sentir su peso sobre mi cuerpo era maravilloso, más aún cuando nuestros miembros comenzaban a despertar lentamente por las caricias previas, rozándose sobre el resto de la ropa aún puesta.

Aunque planeaba que pronto eso ya no fuese problema.

El tenerle arriba dejaba mis manos completamente libres para hacer lo que se me antojase con su cuerpo, acomodándome mejor sobre el colchón antes de deslizar mis manos por sus laterales hasta llegar al borde de su pantalón, sintiéndole temblar suavemente mientras lo hacía.

Juraría que había sido debido a un escalofrío provocado por deslizar mis manos por allí.

Con su ayuda logré deslizar la prenda por sus piernas hasta deshacernos de ella, dejándola olvidada en alguna parte de la habitación cuando le atraje a mis labios, mis manos posicionándose en su espalda para presionar un poco su cuerpo al mío mientras el beso se volvía más y más demandante.

No quería separarme a pesar de que mis pulmones quemaban por un poco de oxígeno, haciéndolo sólo  cuando el mayor finalizó el roce, ambos con la respiración bastante agitada a esas alturas.

- Necesito respirar ¿sabes? – dijo de forma casi burlona con una sonrisa, riéndome un poco yo también.

Pude notar entonces que él estaba mucho más relajado, sólo dejándose llevar con mis caricias. Sabía que todavía estaba nervioso, pero se veía mucho más seguro de continuar.

- Es que contigo encima es difícil pensar con claridad – respondí besando fugazmente su cuello – Me vuelves loco hyung – susurré antes de volver a atrapar sus labios con los míos.

Entonces acaricié toda la piel expuesta que estuvo a mi alcance, a veces sintiendo cómo se desconcentraba de los besos cuando se tensaba, volviendo a distraerle con mis labios cada vez que eso ocurría.

Así que decidí comenzar con la otra parte de lo que tenía pensado, bajando una de mis manos hasta su parte trasera, notándole aceptarlo bastante bien. Sólo pude notar un pequeño temblor, pero sus labios no se despegaron de los míos ni un segundo, indicándome que estaba bien para él.

 Masajeé un poco la zona, apretando un poco su carne en mis manos mientras hacía un poco de presión en su cuerpo para juntarle aún más con el mío, hasta que nuestras erecciones se rozaron.

Y fue el verdadero paraíso.

Mi cuerpo se estremeció por completo, diría que casi tanto como el suyo, mientras un gemido ahogado de su parte fue acallado por mis labios al estarnos besando.

Me separé un poco para mirarle a los ojos antes de volver a girar nuestros cuerpos para quedar encima nuevamente, colando una de mis piernas entre las suyas a modo de permiso para que me dejase posicionarme allí.

Permitiéndomelo.

Tan sólo con haber llegado a ese punto significaba mucho para ambos. Para Sunggyu era un gran paso para superar ese temor que llevaba dentro, mientras que para mí era sentir que él tenía tanta confianza depositada en mí y se sentía tan cómodo como para permitirme tocarle de esa forma tan íntima.

Entonces me deslicé delicadamente entre sus piernas, bajando mi cuerpo hasta que nuestras pelvis volvieron a entrar en contacto. Apenas suaves roces pero que provocaban que mis terminaciones nerviosas estuviesen como locas a esas alturas.

Su piel era tan suave que podría estar todo el día tocándole de esa forma, moviendo mis manos por sus muslos, llegando a su abdomen sólo para volver a bajar y acariciarle todo de nuevo, pero quería probar lo último antes de dar por terminado lo que tenía planeado por hoy.

Bajé una de mis manos hasta el borde de su ropa interior, sintiendo como la zona de su bajo vientre se tensaba ante mi roce, introduciendo lentamente mi mano allí hasta dar con su despierto miembro, apenas rozándolo con la yema de los dedos.

Pero no resultó como lo planeé.

 Porque definitivamente no estaba en mis planes que el mayor se retirase de esa forma brusca y asustada, casi como una reacción instintiva y automática. Al alejarme viendo sus ojos fuertemente cerrados en una mueca suplicante y su respiración aún más agitada que antes pero de una forma muy distinta. 

Estaba entrando en uno de sus cuadros de pánico.

Lo había visto suficientes veces como para no reconocerlo, con la diferencia que ahora yo había sido el causante.

El temblor en su cuerpo sólo confirmó mis pronósticos, viendo cómo ponía los brazos delante de este para formar un tipo de barrera entre ambos.

Demonios. Había sido un idiota al creer que llegaríamos tan lejos en apenas el primer intento.

-Hyung, tranquilo – intenté calmarle, tomando su rostro suavemente entre mis manos – sabes que yo no te haría daño, ¿verdad?

Intenté hablar con el tono más suave que encontré a pesar de que mi voz se sentía más ronca de lo normal por lo que habíamos estado haciendo, sin embargo Sunggyu aún se rehusaba a mirarme, manteniendo sus ojos fuertemente cerrados y el cuerpo completamente tenso.

- Gyu… - le llamé de nuevo sin resultado, antes de acomodarme a su lado en la cama para rodearle con mis brazos.

Se resistió un poco al comienzo, tratando de empujarme sin mucha fuerza mientras yo acercaba más mi cuerpo al suyo, acariciando su espalda suavemente.

Eso siempre funcionaba en este tipo de situaciones, esperando unos minutos para que se relajase antes de levantar su rostro para mirarle.

Tenía los ojos bastante húmedos, aunque no había rastros de lágrimas en sus mejillas, suspirando antes de ver sus labios apenas curvase en una casi imperceptible sonrisa durante unos segundos, sabiendo que lo había hecho sólo para que no me sintiese mal, como pidiéndome disculpas. Seguramente sintiéndose culpable.

- ¿Mejor? – pregunté bajito, devolviéndole la sonrisa.

Asintió antes de acomodarse más cómodamente contra mi pecho, sintiendo por fin mi respiración más ligera, habiéndola sentido pesada antes sin darme cuenta hasta ahora.

- Otro día… - dijo de pronto, ocultando la cara allí, haciendo una pausa antes de continuar- otro día… quiero intentarlo de nuevo… si tú también quieres, claro…

Lo dijo de una forma tan tierna que no pude evitar sonreír. Seguramente se sentía avergonzado por decir aquello, pero se había forzado a decirlo por mí.

Su inseguridad a veces le pasaba la cuenta y apostaría que en ese momento estaba pensando que yo le dejaría si no teníamos relaciones pronto, cosa que me parecía tan ridícula que casi me hacía reír.

- Lo intentaremos las veces que quieras – respondí simplemente.

A pesar de no ver su rostro sabía que una sonrisa se había apoderado de sus labios, girando en la cama para dejarle sobre mi cuerpo, poniendo una mano detrás de mi cabeza para alzarla un poco mientras que la otra se mantenía en su cintura, sujetándole allí.

Necesitando tenerle así de cerca unos minutos, sentir su cuerpo de una forma totalmente distinta a como había querido minutos atrás, el contacto piel contra piel satisfaciéndome en un sentido que ni yo podía entender del todo.

Esa noche durmiendo tan bien como hace mucho tiempo no lo hacíamos, a pesar del inconveniente, dándome esperanzas de que mi idea tal vez podría funcionar de una vez por todas favoreciéndonos  a ambos. Sabía que él lo había pasado tan bien como yo, exceptuando la última parte claro, y ni hablar de lo placentero que era para mí tocarle y empujarle a pasar voluntariamente esa línea que él mismo se había impuesto.

La mañana pasando con tranquilidad, al menos hasta que fuimos a hacer las compras un poco antes de la hora de comer.

Porque sinceramente no esperaba esa presencia siguiéndonos todo el trayecto de ida y vuelta, intentando disimular mi incomodidad ante los ojos del mayor para que no se diese cuenta de que yo sentía que alguien nos había estado observando.

No sólo ese día, sino que también los siguientes, sin poder identificar de dónde venía, intentando convencerme a mí mismo que todo aquello sólo era mi imaginación jugándome una mala pasada.

Hasta que un día en uno de nuestros paseos le vi.

Y no supe si lo peor de todo era confirmar que un psicópata nos había estado siguiendo por casi dos semanas, o descubrir que aquel psicópata era el creador de todas las pesadillas del mayor.


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