But I don't know what to call it
when I know I don't care anymore
Cry Out; One Ok Rock.
La sensación es conocida.
Se instala en la boca del estómago y aprieta. Le deja sin respiración, le ahoga y es como si el oxígeno fuera incapaz de introducirse en sus pulmones de la manera correcta. Yugi deja de tener el control sobre su cuerpo por culpa de sus propias emociones.
Y tiembla, oh, joder, si tiembla.
Su cuerpo se convulsiona tanto que por un momento teme despertar a Kaiba. Y es que las pesadillas que últimamente asolan sus noches despiertan en él un miedo irracional, una ansiedad ineludible. Yugi sabe que sus miedos residen en algo que no puede controlar. No puede controlar la muerte, tampoco la vida y mucho menos puede ver venir las intenciones de las personas a su alrededor.
Él lo sabe.
Lo sabe.
Pero cuando intenta que su mente lo comprenda se bloquea, se encuentra con una pared invisible que no le deja avanzar, que no puede romper. El cristal es grueso, lo suficiente como para acallar sus gritos de frustración, lo suficiente para permanecer alzado, inquebrantable a los intentos de Yugi por volverlo añicos, lo suficiente como para que su cordura se resienta.
Porque tiene miedo de perder a Seto.
Y es un miedo tan atroz, tan asfixiante que cree que va a devorar su alma y su cuerpo.
Da igual que ya hayan pasado meses. Da igual que Kaiba esté ya recuperado de las heridas del accidente. Su cabeza no parece entender que el peligro ha pasado, su mente no es capaz de conciliar un sueño en el que la sangre no lo manche absolutamente todo.
Y a veces se pregunta qué haría Atem.
Como lo soportaría Atem.
Porque él era fuerte y Yugi se siente débil, pequeño e indefenso a su lado.
Débil, pequeño e indefenso ante los propios terrores de su mente.
—Yugi —la voz de Kaiba le sobresalta, le saca del abismo a patadas. Aunque es algo temporal. Siempre vuelve a caer.
—Di-dime —trata de controlar su voz, su cuerpo pero falla miserablemente. Yugi es un desastre de carne con piernas y brazos que no sabe cómo colocar para que no delaten su estado emocional actual. Hasta que se queda quieto y oye solo su respiración y la de Kaiba y, sin embargo, el castaño no vuelve a hablar hasta mucho tiempo después, cuando Yugi empieza a preguntarse si quizá no se había imaginado su voz después de todo.
—No estás… solo —dice finalmente, parándose en cada final de palabra, eligiéndolas cuidadosamente. Kaiba es así. Es analítico y frío y le cuesta expresar lo que siente si no lo hace de forma calculada—. Sé cómo funcionan las pesadillas —y probablemente nadie lo sabe mejor que él a esas alturas—. Pero… estoy aquí. Si necesitas algo yo estoy aquí —y es raro se tan consciente de las necesidades de alguien que no es Mokuba.
Kaiba aún no se siente del todo seguro con respecto a cómo lleva la situación, a cómo debe actuar, a que debe decir, Seto Kaiba es un desastre aún más grande de lo que será nunca Yugi. Sin embargo, para Yugi, Seto Kaiba no podría estar haciéndolo mejor.
Para él es perfecto.