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Inmarcesible por Nithael

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Notas del capitulo:

Advertencias: Si Kaiba y Katsuya se quedaran solos en una habitación probablemente habría un cadáver cuando alguien más entrara. Dado que el punto de vista está centrado en Kaiba hay muchos insultos hacia el pobre Jōnouchi, lol.

Show me how you justify

telling all your lies like second nature.

A wolf in sheep's clothing; Set it off.


Hay cosas que no cambian con el paso de los años ni siquiera con terapias de choque de por medio. La manera en la que Seto Kaiba ve a Katsuya Jōnouchi es una de ellas. Como si no hubiera bastado con aquella tarde en la cafetería con la novia del chico ahora tiene que aguantar que el maldito rubio le haya asaltado al salir del trabajo. Y, siendo sincero, está demasiado irritado y cansado como para deshacerse de Jōnouchi de alguna manera no letal pero dolorosa por lo que simplemente se deja arrastrar hasta la cafetería más cercana.

—Tu invitas —Jōnouchi ladra, Kaiba gruñe pero finalmente paga el maldito café. Y es ridículo porque él realmente detesta a ese idiota pero aun así le sigue, aun así accede a tomar un café con él. Porque en el fondo sabe que van a hablar de Yugi y él realmente necesita saber de Yugi aunque sea por la boca de ese retrasado.

—¿Y bien? —pregunta—. ¿A qué se debe el dudoso placer de tu presencia?

—A que estás evitando a Yugi —Jōnouchi bufa y él deja que se enfrié su propio café. Si cuando entró no tenía ganas con las palabras del rubio directamente se le quitan las pocas que le quedan. No ha sido buena idea, lo sabe, en realidad, últimamente no parece que tome más que malas decisiones. Atem, Yugi, seguir al perro… a veces le gustaría dejar de equivocarse pero sigue errando una y otra vez. Parece un mal vicio del que es incapaz de librarse.

—¿Y eso no te hace lo suficientemente feliz que tienes que venir a verme? —negar la evidencia es una pérdida de tiempo. Desde aquel día ha evitado a Yugi. Desde aquel día se ha comportado como un completo imbécil.

—¡Kaiba! —exclama el rubio, ofendido—. Puede que no me caigas especialmente bien pero Yugi es uno de mis mejores amigos. No dejaré que te comportes como un cretino con él por a saber que estúpido malentendido.

—No seas ridículo —espeta el castaño—. No se trata de ningún malentendido. Es simplemente una cuestión pragmática. A la larga esto será lo mejor para ambos.

—¿¡Pero cuál es tu maldito problema!? —Kaiba contempla con un tremendo dolor de cabeza como el rubio estalla—. ¡Solo te crees demasiado importante! ¡Pero ni con todo tu dinero ni... ni en un millón de años encontrarías un amigo tan bueno como él! —quiere reclamarle que está montando un estúpido espectáculo pero para su propia sorpresa hace algo mucho, mucho peor. Es sincero.

—¡Ya lo sé! —exclama. Porque está enfadado, porque está cansado y porque odia que el rubio tenga la razón y él no—. Simplemente no quiero enamorarme de él.

Y solo con esa maldita frase Jōnouchi se desinfla como un globo al que acaban de pinchar. El castaño sabe que en cualquier otra situación se habría burlado del chucho pero las circunstancias son las que son y no le hacen ni una pizca de gracia. Es horroroso darse cuenta lo fácil que es ser sincero con ese sujeto y entiende un poco más porque Yugi es amigo de alguien como él. Entiende porque Yugi y ese tipo se llevan tan bien. Y no le gusta una mierda entenderlo. Odia la situación en la que se ha visto envuelto.

—¿Eres idiota? —Kaiba arquea una ceja y abre la boca para replicar pero el rubio es más rápido que él a la hora de continuar hablando—. Mira, no sé qué maldito complejo tienes pero tiene que ser uno jodidamente gordo y la verdad es que no me interesa así que ahórratelo —dice en una exhalación. Aspira—. No es que me emocione la idea de vosotros dos saliendo —y los dioses no lo quieran, reza el rubio, aunque tampoco va a darle la espalda a Yugi si pasa— pero... no eres una puta planta venenosa o una plaga que destroza todo lo que toca a su paso por mucho que tú quieras hacerle creer al mundo lo contrario o incluso aunque yo lo piense a veces —Jōnouchi termina su café y se levanta.

—¿Y eso que se supone que significa exactamente? —pregunta Kaiba sin ver el punto al cual el otro quiere llegar.

—Que no está mal que intentes ser feliz, Kaiba —replica—. Así que deja de evitar a Yugi. Ahora mismo es tu amigo y está sufriendo con tu indiferencia. Teniendo en cuenta que dudo que alguien como tú tenga muchas amistades de ese estilo te recomiendo que dejes de comportarte como el gilipollas redomado que eres y vayas a disculparte de una puta vez.

Kaiba odia admitir que ese insecto tiene la razón en algo.

No lo hace.

En voz alta.

No cree que merezca la pena intentar amar de nuevo. No cree posible que alguien pueda amarle a él. Y aun así quiere creer.

La esperanza es una perra mala que envenena la mente y acuchilla el alma. Es una perra retorcida que abre las puertas que el castaño juró y perjuró mantener cerradas. Después de todos los palos que se ha llevado con ella el CEO ha aprendido a no confiar en su juicio. A no confiar en que las cosas salgan bien simplemente por creer o desearlo.

Aun así…

Seto Kaiba, para bien o para mal, toma una decisión.

Notas finales:

No hay mucho que decir realmente de este capítulo. Creo que Jōno y Kaiba podrían llevarse bien… pero también creo que se odian demasiado como para intentarlo si quiera. Pero también creo que cuando se trata de terceros más o menos pueden cooperar y actuar como personas normales y no como unos capullos redomados con el otro.

Nos leemos.


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