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Inmarcesible por Nithael

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Notas del capitulo:

Advertencias: Kaiba sigue siendo un bastardo y Yugi no tiene sentido de la supervivencia. Puede que la definición de amistad normal para Kaiba no sea la que tiene el mundo, ejiem.

I'm so broken, my love's frozen.
How do you live with regrets (Oh woah)
I see the memories flash before my eyes...

Babysteps; Varsity.


La única condición que Kaiba había puesto para aceptar toda aquella gilipollez de afianzar los lazos de amistad entre él y Yugi había sido que estaba completamente prohibido hablar de Atem. Esa única regla... fue rota una semana después de dicho acuerdo. Kaiba lo entendía, en serio, sin Atem de por medio su amistad con Yugi se había desarrollado con una extraña normalidad. Habían salido a comer, a cenar, habían ido al cine, a la tienda de cartas del abuelo de Yugi para jugar (de forma totalmente amistosa, por supuesto) y todo había transcurrido de manera natural. Como si lo normal fuera que él y Yugi fueran amigos.

Como si el fantasma de Atem no revoloteara sobre sus cabezas (metafóricamente hablando).

Y Kaiba lo comprendía, entendía que los silencios eran incómodos, que cuando se quedaban callados el tema en el que ambos pensaban siempre era el mismo, que se habían quedado demasiadas cosas en el tintero, que nunca habían hablado verdaderamente del tema, que solo se habían dejado llevar por los acontecimientos como dos adolescentes ingenuos... pero saberlo no impidió que su rostro se congelara en un rictus de indiferencia y fría cordialidad cuando Yugi decidió que ya era hora de solucionar el verdadero problema en lo que se refería a su iniciada relación de extraña amistad. Lo peor era saber que no podía ser un bastardo hiriente con su rival sin sentirse culpable.

Sigh.

—Creía que ya habíamos dejado claro ese punto —sentenció el castaño.

—No lo hicimos. Kaiba... no podemos esquivar el tema indefinidamente —las manos del aludido se movían automáticamente mientras barajaba y los ojos de Yugi parecían seguir hipnotizados el movimiento. Negó con la cabeza para concentrarse—. No habrá plena confianza entre nosotros dos hasta que lo hablemos.

Kaiba comprendía el argumento esgrimido por su semejante y hasta cierto punto estaba de acuerdo con él pero...

—Confianza —siseó el CEO con desprecio. Como si la simple mención de dicha idea fuera un insulto a su inteligencia—. ¿En serio quieres hablar de esto aquí?

Él y Yugi se encontraban en la trastienda del abuelo del segundo, rodeados de cajas llenas del material que vendía el viejo, sentados el uno frente al otro, separados únicamente por una pequeña mesa de color gris. A Yugi le había sorprendido que Kaiba accediera a acudir a aquel lugar. El lugar en el que él y Jonouichi habían aprendido a jugar al duelo de monstruos. Cada uno en distintos momentos de su vida.

—Creo que cualquier lugar es bueno y... eh, aquí nadie nos molestará... —Yugi no quería reconocer que en parte había escogido aquel sitio porque la huida sería complicada para su rival (pues sabía que si presionaba la tecla equivocada con Seto éste estallaría como un volcán dormido). Y si eso pasaba no solucionarían nada.

—Muy bien, hablemos, ¿cuál es el punto? —el tono de la voz ajena no ayudaba a que pusiera en orden sus ideas. Yugi dudó un instante antes de abrir su bocaza. Llevaba demasiado tiempo ya dándole vueltas al asunto, a la otra cuestión que el muchacho de cabello tricolor necesitaba saber para continuar tranquilo con su vida.

—¿Odias a Atem?

¡Strike! Yugi había bateado y mandado la bola directamente hasta los nervios de Seto Kaiba.

—¿Estás seguro de que no se te congeló el cerebro el día que apareciste en mi casa empapado? Que si te odio, que si odio a Atem —resopló—. Créeme, Yugi, si te odiara o le odiara a él lo sabrías.

Seto no iba a negar que lo había deseado si se lo preguntaba. Había deseado odiar a Atem con todas sus fuerzas pero en vez de eso había hecho algo mucho peor. Le había comprendido. Después de mil, dos mil años atrapado en un puto puzle él también habría querido descansar de una vez por todas. Así que, al final, había dirigido su odio contra el verdadero culpable de su debilidad.

Él mismo.

Porque había caído, porque se había enamorado, porque había accedido a involucrarse en una relación abocada al fracaso.

—Pero...

—No. Se acabó —la paciencia de Kaiba era terriblemente escasa con ese tema—. Ahora vas a explicarme que es lo que crees deberme para acabar con esto de una vez. No quiero que está maldita conversación vuelva a repetirse. Me niego —la demanda fue hecha. La característica vehemencia de Seto dejó a Yugi parpadeando, avergonzado y sin saber que decir por al menos medio minuto. La paciencia del presidente de Kaiba Corp se agotaba a medida que la manecilla de los segundos se movía.

—Yo... —Yugi tartamudeó. Kaiba rodó los ojos. ¡Strike dos! Estaba jugando con fuego y Yugi lo sabía. Sabía que estaba jugando con un mechero y un bidón de gasolina—. Atem estaba... enamorado de ti —el castaño bufó, a esas alturas de la película dudaba bastante que la afirmación del contrario fuera verdad— pero no quería decírtelo porque... bueno, para empezar técnicamente no estaba en su cuerpo sino en el mío y él tampoco creía que tú sintieras lo mismo así que...

—Al grano, Yugi.

—Le dije que estaba bien, que no me importaba. Le inste a que te lo dijera. Es... culpa mía. Si yo no le hubiera insistido nada de esto habría ocurrido... —Yugi intentó explicarse, intentó.

—Esto es ridículo —el estado emocional de Kaiba rozaba peligrosamente el enfado—. Yo podría haberlo rechazado —debería haberlo hecho—, yo podría haber dado el paso de no hacerlo el estúpido faraón. Lo único que no termino de entender de todas las tonterías que estás diciendo es cómo narices no te importaba lo que hiciera con tu cuerpo.

—¡Claro que me importaba! —replicó Yugi contrariado y ofendido—. No le hubiera dejado drogarse o beber alcohol pero... eh... bueno... ¡No eres tan desagradable! —reconoció Yugi aunque se guardó el "cuando te lo propones" para sí mismo—. Así que pensé que quizá yo también podría enamorarme de ti. Creía que si pasaba todo sería más fácil. Me condicione a los deseos de Atem. Quería que todo estuviera bien. Que fuéramos felices. No... no quería estar solo.

—¿Realmente creíste que sería fácil?

—¿Eh? —Yugi no entendió a que se refería Kaiba de todo lo que había dicho.

—Llevar una relación conmigo, enamorarte de mí. Estar los dos enamorados de mi —el escepticismo era tan grande en Seto que el muchacho se sintió tan avergonzado como para desear patearle por debajo de la mesa. Maldito Seto Kaiba. Yugi odiaba la certeza con la que dictaminaba sus oraciones.

—Sí, bueno, no. No lo sé. Supongo que habría sido desastroso para mi enamorarme de ti cuando tú amabas a Atem. No lo pensé demasiado, solo... actué —reconoció y al final Kaiba guardó silencio. Él tampoco había pensado. Y ahora resultaba hilarante estar delante de alguien con el que nunca había mantenido una relación pero cuyo cuerpo conocía a la perfección.

El presidente de Kaiba Corp puso las cartas sobre la mesa.

—No eres culpable —sentenció—. Atem y yo lo somos. Tu sentimiento de culpa no es más que una manera de aferrarte a lo último que te queda de él —por el contrario, el suyo había nacido de la necesidad de alejarlo, de olvidarlo, de arrancarlo de cuajo de su ser. Y no estaba funcionando. No estaba consiguiendo nada.

—¿Por qué estás tan seguro de eso? —de todo, quiso gritarle.

—Porque aún dejas que tu felicidad dependa de terceros.

—¿Y eso es tan malo? —la pregunta del rey de los duelos se quedó en el aire.

Y cuando se quedaron mirando en silencio Yugi, por fin, lo entendió, no como antes sino de verdad. Kaiba había bajado las barreras que con tanto celo y mimo había construido. Y lo había hecho por Atem. Por lo que había sentido por él. Seto había decidido voluntariamente apostar su corazón en el azaroso juego que resultaba ser el amor. ¿Y qué era lo que había obtenido a cambio?

Perder es morir.

Y Yugi intuyó tras las palabras de Kaiba que no volvería a bajar esas barreras.

Por nadie.

Notas finales:

Me gustaría decir que Yugi se comerá sus palabras pronto peroooo... ya lo descubriréis ;D

 

En fin, creo que no tengo mucho más que decir de este capítulo. Sé que las tablas suelen estar más enfocadas a momentos y eso es lo que estoy pretendiendo realmente. Momentos de sus vidas que van perfilándose hacia un objetivo queeeeee no tengo muy claro. Idk, no me hagáis mucho caso. Espero que este pequeño bicho mío os este gustando.

 

Nos leemos.


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