En un pueblo de Japón un poco después del fin de la era Edo hubo un famoso escritor llamado Usami Akihiko. Todos en Marukawa lo admiraban al poder contar con él para que relate las tradiciones de sus ancestros, por su hermosa escritura y seductor carácter, no había un sólo día en que no tuviera trabajo corrigiendo o transcribiendo lo que la pedía la gente, después de todo en Japón se admira mucho la bella letra.
Se podría decir tantas cosas buenas del gran escritor...
Pero él, a pesar de la buena fama y el aprecio de todos, no era feliz. Todos los días al volver a casa sólo podía odiar su suerte. Su amado niño, su amado y, desde hace un relativo tiempo, esposo Misaki no se encontraba por ningún lado, nunca volvía a dormir y, aunque le dolia en el alma, sospechaba le era infiel.
Pero aún así seguía trabajando, las personas no dejaban de pedir más manuscritos y no debía fallar en ninguno. Su querida madre Aikawa se lo repetía constantemente y de ahí que se esforzará tanto. No quería que el fantasma de la pelirroja lo persiguiera.
Un día mientras se dirigía al trabajo vio en la calle principal a Misaki con un sujeto, el hombre con el que reía y se veía muy alegre era de pelo negro y usaba anteojos, ambos se fueron luego a la zona comercial. Akihiko estaba destrozado ¿Por qué Misaki lo engañaba con ese tipo? El era mucho mejor, contaba con un extraño pelo plateado y unos orbes violetas que cualquiera desearía poseer. No soporto ver la escena y fue a su tienda, la tristeza marcaba su rostro.
Pero el debía seguir trabajando, no podía decepcionar a sus clientes, mientras más rápido trabajará más rápido podría llegar a casa y hablar con su esposo infiel.
A la mañana siguiente notó algo extraño las personas murmuraban sobre el asesinato del contador del pueblo, era triste ya que dejaba viuda a Minami, la mujer que le pidió que en un papel grande escribiera el nombre de ambos para mostrarlo en su hogar.
Luego de que ella recogiera el pedido y le pidiera a Usami-sensei que no camine hasta altas horas de la noche el escritor se salió a almorzar ya que se había olvidado el bento.
Fue nuevamente al centro de la ciudad, a la calle principal, para buscar un lugar donde comer, y lo que encontró fue bastante desagradable.
Su querido Misaki estaba hablando con otro hombre, al acercarse vio que su cabello era castaño y tenía ojos violetas, mientras avanzaba la conversación entre el castaño y su querido niño los ojos esmeralda de su amado se llenaban con lágrimas. Esta vez lo que más le enojo es que se atrevió a tocar a Misaki al hombro mientras este lloraba desconsolado; se suponía que era él el que debía consolarme. Se fueron al lado contrario de la zona comercial y eso sólo logró que la rabia de Akihiko se aumentara ¿A donde lo llevaría? Le entraban unos celos horribles al pensar que estarían solos. Antes de partir vio que "ese" que se atrevía a andar con Su Misaki tenía un bolso negro de estilo que nunca había visto.
Pero el debía seguir trabajando, perdió mucho tiempo al ir a comer y se le juntaria el trabajo si no volvía pronto. A demás quería salir rápido de la tienda para encontrar a Misaki y confrontarlo de una buena vez.
A la mañana siguiente la gente estaba más agitada, la noche anterior el traductor del pueblo había sido asesinado, las relaciones con los extranjeros eran escasas, aún así eso no significaba que eran inexistentes, y para muchos el traductor era alguien muy importante al menos eso le dijo el mensajero que le llevaba los encargos a sus clientes mientras se iba con un rollo manuscrito.
Ese día no había mucha clientela así que el escritor se tomó el día libre para buscar a Misaki, sin embargo lo que vio no le gusto nada.
Un joven de pelo castaño muy claro hablaba con Misaki, este a su vez parecía más tranquilo a diferencia del día anterior y hasta se tomó la molestia de darle un regalo al de ojos cafés, una bufanda marrón, mientras el otro sorprendido le dio un abrazo que el castaño respondió incómodo Usagi-san sólo podia apretar los dientes molesto.
Pero el debía seguir trabajando, si no lo hacia estaba seguro que su madre lo regañaria desde el otro mundo y no tenía ganas eso.
Por la noche, cuando la luna estaba sobre su cabeza decidió que finalmente mañana hablaría con Misaki. Había tanto de que hablar.
Continuará...