Se dirigió hacia el coche para agarrar sus pertenencias, pero unos hombres aparecieron de la nada para tomar sus cosas y llevarlas dentro. La mujer volvió a sonreírle, quizás para tranquilizarlo, pero no funcionó demasiado bien. WonWoo empujó las mangas de suéter y acomodó sus lentes mientras seguía con pasos torpes a la mujer. Era malo enfrentando los cambios, por eso intentaba distraerse con el sonido de los tacos de la mujer o lo graciosa que se veía caminando a su lado, apenas le llegaba al hombro.
— Esta casa es llamada "Dawn", es una de las cuatro mansiones que componen la institución, las cuatro edificaciones se encuentran en un parque privado con demasiadas hectáreas. No intente recorrerla solo, podría perderse y tardaríamos días en encontrarle si se va muy lejos, yo soy Jang NaRa, la jefe de esta casa. Le contaré un poco de nuestra dinámica, Señorito Jeon. Aquí el uso de celulares está restringido, hay horarios estrictos y responsabilidades que debe cumplir. Se le asignará una habitación con más compañeros, allí, tendrá que mantener su cama y pertenencias en orden. Las luces se prenden a las siete de la mañana y se apagan a las ocho, excepto los fines de semana, en esos días se apagan a la diez. Se desayuna a las siete y media, las clases son a las ocho, almuerzo al mediodía, las clases terminan a las tres. De allí, talleres hasta las cinco. El resto del día queda a su disposición, las seis y media, ¿alguna duda? De cualquier forma, sus compañeros de habitación podrán darle el resto de lo que consideren pertinente — Lo "bonita" se había esfumado de la mujer, tan rápido como comenzó a hablar. WonWoo creía que una persona con una voz dulce como la que Jang NaRa poseía, no podía infundir tanto dominio como lo estaba haciendo sin siquiera mirarlo.
WonWoo tenia un montón de preguntas, ¿cómo era la restricción con los celulares? ¿Había wi-fi? ¿Tendría tiempo para respirar siquiera? Pero no se animó a decir nada, él solo seguía a la mujercita hacia el lugar donde viviría todo el año escolar. Resultó ser que terminó en el tercer piso, según sus cálculos, en la misma habitación donde los chicos estaban espiando. Ahora entendía porqué estaban curiosos con respecto a él.
Apareció otra mujer que abrió la pesada puerta, parecía empujarla con mucho esfuerzo. WonWoo no pudo reprimir su curiosidad y miró dentro de la enorme habitación. Habían un total de dieciséis camas, todas estaban perfectamente tendidas. Al lado de cada cama había un armario y al otro lado, una pequeña mesita de luz. Parecía ser una de las pocas habitaciones que tenía más de un ventanal, porque era la última del piso. Estaba iluminada solo por la luz del sol y en el medio, unos muchachos sentados en círculo estaban hablando muy animadamente. Los contó rápidamente, eran quince.
Ante el ruido, todos se voltearon a verlos. La segunda mujer había desaparecido y solo estaban NaRa y él.
— Chicos, él es el Señorito Jeon WonWoo, tiene 17 años y viene desde Changwon — Todos se levantaron inmediatamente, corrieron cada uno frente a una cama e hicieron una reverencia tan coordinada, que solo podía estar previamente organizada. — ¡Preséntense! — WonWoo juraba que iba a desmayarse por el miedo que le infundió cuando dio aquel grito. Un chico corpulento, que estaba parado justo al lado de la cama vacía, dio un paso al frente y se inclinó levemente: — Soy Choi SeungCheol, tengo 18 años y vengo de Daegu, ¡mucho gusto! — Volvió a inclinarse mientras le sonreía de forma tan brillante que WonWoo no pudo evitar sentirse abochornado.
— Señor Choi, córrase, está tapando al Señorito Lee — Leves risas, de esas que se esfuerzan por ser contenidas, se escucharon y el aludido, que parecía hacer mucho esfuerzo para no carcajearse, se corrió hasta un lado. Entonces, un chico diminuto apareció en su campo de visión. En realidad, era más llamativo de lo que esperaba. Aparte de su llamativa estatura, era terriblemente blanco y su cabello rubio caía hasta sus hombros. Su expresión dura, denotaba que no estaba muy feliz por el comentario. Se inclinó estoicamente. — Lee JiHoon, 17 años, Busan —.
Hablador el gnomo, pensó WonWoo. Pasaron muchas presentaciones, todos y cada uno de sus compañeros parecían uno más interesante que otro. Tres provenían de diferentes partes de China, JunHui, MingMing y MingHao. Había otros tres de Estados Unidos; Joshua, Vernon y Samuel, éste último tan solo era un niño de 12 años. Su corazón se encogió un poco cuando escuchó su tierna voz aún blanca. Claro, su corazón volvió a palpitar cuando el chico alto dio un paso al frente. En vez de hacer una reverencia, sacudió su mano, sonriendo.
— Mucho gusto, Jeon WonWoo-hyung. Yo soy Kim MinGyu, tengo 16 años y nací en Anyang-si.