"No has hecho nada malo, tú me liberarse y no sabes cuánto me gustaría agradecértelo."
Eso quería decirle al pequeño castaño que lloraba desgarradoramente sobre su pecho, había deseado tanto verlo una vez más pero no era esa la forma en que lo había deseado, verlo sufrir fue algo que siempre trató de evitarle, incluso en aquella época, la felicidad de Han siempre fue primero para él.
"¿Recuerdas cuando nos vimos por primera vez?"
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-¿Quién es este tipo?-preguntaba con desdén el pequeño castaño.
-Su nombre es Kris, será tu maestro de ahora en adelante-anunció el atemorizante hombre junto al pequeño.
-No gracias, seguramente un insignificante mestizo como él ni siquiera va a enseñarme las habilidades más básicas-dijo casi con asco.
-¡Han, compórtate!-habló autoritariamente el mayor.
-¡Es la verdad!-chilló indignado el malcriado niño.
-Si me permiten... -habló él por primera vez-Me gustaría proponerle un trato a su majestad el príncipe.
-¿Un trato?-dijo ya más interesado el pequeño niño.
-Sí-asintió-Yo le propongo darme a mí un plazo de siete días para probarle que puedo ser un buen mentor.
-¿Y qué gano yo si pierdes?-preguntó con una sonrisa traviesa.
-Si en esos siete días yo no logró que usted piense que puedo ser un buen mentor, entonces ganara un esclavo personal-propuso.
-¡Genial!-chilló entusiasmado-Siempre quise uno de esos pero papá siempre estaba fastidiando con esa basura de la libertad e igualdad-dijo con fastidio.
-¡Han!-llamó su escandalizado padre.
-Esto será genial, tenemos un trato ahora-sentenció ignorando a su horrorizado padre.
-Han-volvió a hablar su cansado padre.
-Le aseguro que no se arrepentirá de esta decisión-afirmó.
-El único aquí que ya no podrá arrepentirse eres tú-dijo risueño dejándolo ver por primera vez su bonita sonrisa.
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"No volvimos a separarnos en mucho tiempo tras ese día, ¿verdad?"
-¡NO!-volvió a gritar Han con desesperación mientras se abrazaba con fuerza a su cuerpo, Han siempre lo había querido tanto que era hasta ahora que se arrepentía de que fuera así-¡No puedes hacerme esto!-berreó desgarradoramente y él mismo sintió que comenzaría a llorar de sólo ver así a su pequeño.
"Ah~, que problema con este niño, le dije que no llorar pero hace lo que quiere como siempre."
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-Muy buenos días su majestad-saludó al pequeño que recién entraba a la biblioteca.
-Mmm-fue todo lo que el menor emitió.
-¿Pasa algo malo?-preguntó un tanto preocupado, usualmente el malcriado príncipe nunca podía mantenerse callado pero ahora ni lo miraba.
-No-musitó debidamente y él no quiso presionarlo, tarde o temprano le diría e todas formas.
-Bien, comencemos entonces con la historia de la princesa Scatha, es una historia muy bonita y estoy seguro de que le gustara mucho-aseguró.
-Sí... ma-maestro-murmuró.
Los asombrados ojos del mayor se clavaron en el pequeño niño que en esos momentos estaba más rojo que la Luna que adornaba el cielo de Tenebris. Él por lo general lo llamaba Kris, mestizo y en algunas ocasiones también lo llamaba 'tú, como te llames"; pero ahora ese mismo niño caprichoso lo estaba llamando maestro y él no podía sentirse más conmovido.
-Usted es el príncipe, no tiene que llamarme maestro-aseguró.
-Ya sé-susurró avergonzado-Sólo me da la gana hacerlo.
-Muy bien, supongo que entonces yo puedo llamarlo Hannie, ¿verdad?-inquirió tan sólo por molestar.
-¡Po-por supuesto que no!-chilló el abochornado pequeño.
-¿Eh? ¿Por qué no?-preguntó fingiendo molestia.
-Porque no y punto-sentenció tratando de verse amenazante aún con la cara roja.
-Entonces usted tampoco puede llamarme maestro-declaró.
-¡Yo soy el príncipe y hago lo que quiera, así que te callas y comienzas la clase que para eso estas aquí!-ordenó antes de cruzarse de brazos con las mejillas rojas e infladas. Él por poco se ríe pero no lo hizo para no avergonzar más al adorable niño.
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-¡KRIS!-lo llamó a gritos.
"Aquí estoy Hannie, es sólo que... ya no podrás verme ni escucharme."
-¡Lo prometiste!-balbuceó dando débiles golpecitos en su pecho-¡ME JURASTE QUE NO IBAS A ABANDONARME!-gritó llorando.
"Lo sé y lamento no cumplir mi palabra pero debía ser así."
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-¿Su alteza?-llamó al pequeño niño que entraba a su habitación, era ya muy tarde y se suponía que él debía estar ya dormido.
-Kris-susurró apenas con un hilo de voz.
-¿Qué sucede Han?-interrogó preocupado.
-Es Behemot... él no despierta y... y fui a buscar a papá para que me ayudara pero él está ocupado y yo no sé que hacer-dijo tratando de no comenzar a llorar.
Kris se levantó rápidamente de la cama y corrió a ver a Behemot, ese era el nombre de un pequeño Cazador bebé huérfano que el pequeño castaño había rescatado de unos Cazadores más grandes, estaba ya muy mal herido cuando el pequeño príncipe se apareció con él y aunque, tanto Kris como el padre de Han, se habían dado cuenta que no iba a sobrevivir no se lo habían podido decir a Han luego de verlo tratar con tanta ternura a esa pequeña criatura que había llamado Behemot, sin embargo él había muerto y Kris no sabía que decirle al niño.
-Hannie-lo llamó con ternura-Behemot murió-dijo con cuidado.
Los ojos del menor lo miraron de una forma que no pudo descifrar y entonces abrazó a su pequeña mascota y negó frenéticamente con la cabeza.
-Mentiroso-lo acusó-Behemot no murió, es... es sólo que es muy flojito y... seguro no quiere despertar para que lo siga consintiendo y...
Kris vio la lágrimas de pequeño y sintió su corazón oprimirse, lo atrajo a sus brazos y permitió que llorara cuanto quisiera.
-¿Por qué?-sollozó-Yo lo estaba cuidando bien.
-Lo sé, lo sé-susurró con voz consoladora.
-Es injusto, todos a los que quiero mueren... primero mamá y ahora Behemot... ¿por qué?
-Nada es eterno, todos morimos sólo que algunos tardan más y otros menos-explicó.
-Pero yo no quiero, me dejaran solo.
-Eso nunca pasará, yo siempre estaré contigo y no te abandonare-aseguró.
-¿Lo prometes?-preguntó entre hipidos.
-Lo prometo-afirmó sonriente.
-¿Podemos quedarnos hoy contigo?... no quiero que Behemot se sienta solo y tú también eras bueno con él.
-Claro que pueden.
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"Esa noche dormí con un pequeño, que no paró de llorar y llamar a Behemot entre sueños, y una caja que contenía un pequeño cuerpo de Cazador bebé."
Nunca olvido esos muchos y hermosos pequeños detalles que muy pocos podían ver de ese niño que fingía ser arrogante y presuntuoso, porque eran esos pequeños detalles los que hacían especial a su niño.
"Nunca me cansé de decirte lo mucho que te quiero y espero que no vayas a olvidarlo."
-¡Han!-la voz de un hombre de cabello negro y unos inusuales ojos, llamó su atención pero no así la de Han al cual ni siquiera pudo llegar porque tan sólo podía llorar a gritos aferrado a él.
"Supongo que este es el famoso Sehun, parece buena persona tal como me dijo."
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-¿Quién eres tú?-preguntó desconfiadamente el joven de rubio cabello.
-Alguien a quien tu padre le debe un favor-respondió.
-Papá murió... yo soy su hijo Kris y tengo 18 años... él me dijo que tendría que ayudarte cuando te presentaras-explicó un tanto dubitativo.
-Ya veo-sonrió.
-¿Qué tengo que hacer?-preguntó.
-Me ayudaras a proteger a Sehunnie-respondió con una bella sonrisa.
-¿Sehunnie?
-No te preocupes, él es una buena persona-aseguró.
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-¡NO!-gritó Han cuando Sehun intentó alejarlo de su cadáver.
-Tienes que alejarte de él, estás haciéndote daño-decía el angustiado joven.
-¡NO! ¡KRIS ME NECESITA!
-Tranquilízate por favor-suplicaba.
-¡NO PUEDES ALEJARME DE ÉL, NO TIENES DERECHO!
-Hannie, escúchame por favor-rogó-Todo saldrá bien pequeño, te sacaré de está-prometió estrechando con fuerza el frágil cuerpo de Han.
"Ahora estoy más tranquilo porque puedo confiarle mi pequeño malcriado a una buena persona."
Si tan sólo Han pudiera verlo sonreír al ver como esa persona lo había alejado de su cadáver y lo abrazaba con fuerza dejándolo llorar en su pecho, si tan sólo supiera lo tranquilo que se sentía al verlo ser protegido de esa forma, él daría todo lo que no tenía para que Han pudiera verlo y así asegurarse por sí mismo que estaba todo bien.
"Supongo que soy muy sobreprotector cuando se trata de ti."
-No-escuchó un débil sollozó y su mirada no tardó en posarse sobre el pequeño Lu que miraba con horror la escena-No puede ser-sollozó un poco más fuerte mientras se arrodillaba a su lado y le acariciaba el rostro.
"Ya lo sabes todo, ¿no es así?"
La respuesta era sí, podía verlo en los grises ojos del hermoso niño que sollozaba débilmente manchando su rostro con sus lágrimas, lamentaba tanto verlos así pero él nada podía hacer ahora.
"Estás más grande que la última vez que nos vimos."
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-Oh-fue lo único que dijo luego de aquel pequeño golpecito que lo hizo mirar hacia abajo donde se encontró con un par de hermosos e inocentes ojos grises-Hey, ¿cómo estás amiguito?-saludó al pequeño niño.
El pequeño le mostró una inmensa sonrisa y le estrechó la mano que le había ofrecido, aún cuando sólo le había sujetado un par de dedos ya que su mano era demasiado grande para la del más pequeño.
-Todavía no hablas por lo que veo-sonrió un poco ante la mirada curiosa del rubio.
-Lu, ven aquí-llamó, una hermosa mujer que rápidamente jaló al pequeño hacia ella-Lo lamento tanto, es que está muy emocionado por visitar la dimensión humana que... -la oración terminó inconclusa y Kris no dudo en sonreírle a la hermosa mujer.
-Hola Yi Jie-la saludó educadamente.
-Kris...
-Me alegra mucho verte, pero tengo algo de prisa. Espero que podamos hablar un poco más durante nuestra estadía aquí-dijo a modo de despedida y se marchó sin mirar atrás.
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"Sus ojos eran idénticos a los tuyos."
-Lo lamento-susurró llorando-Perdóname por no haberte salvado.
"No es tu culpa, era mi destino."
-No es justo-lo oyó decir mientras estrujaba entre sus manos la tierra sobre la que estaba sentada.
"No para ustedes, sin embargo, yo ya nada puedo hacer más que rezar para que todo salga bien y puedan vencer a ese maldito bastardo."
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-Que mirada tan feroz-soltó con malicia ese perverso monstruo que usaba un parche.
-Vete a la mierda-masculló entre dientes.
-Tan valiente, siempre un perro fiel, ¿no es así?-sonrió ladino ante la expresión de rabia del rubio.
-¡Pagaras por esto, por todo lo que le has hecho a mi pequeño!-gritó derramando lágrimas de pura rabia porque no lo había podido defenderlo.
-¿De verdad?-soltó mostrando una falsa expresión de inocencia-Me gustaría ver cómo me detienes cuando te haya convertido en mi marioneta-anunció con una sonrisa retorcida.
-¡No vas a poder conmigo!-aseguró.
-Eso ya lo veremos… C-450.
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“Fui yo quien no pudo detenerlo al final.”
Dejó de prestarle atención al pequeño rubio y volvió a centrarla en su pequeño niño, ese que había visto crecer y acompañado en los mejores y peores momentos, el niño al que ahora estaba hiriendo profundamente y al que había marcado al hacer que hiciera eso que había hecho.
"Sé que eres fuerte y que podrás con esto igual que pudiste con aquello."
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-¡Argh!, hasta que por fin te dignas a aparecer, ya era... -sus palabras terminaron a medias mientras sus ojos iban de un lado a otro entre las dos personas frente a él-¿Quién es ella?-preguntó, su mirada estaba fija en la mano de Kris que estaba sobre la cintura de la bella mujer.
-Ella es Jessica-la presentó con alegría.
Sabía que estaba rompiéndole el corazón pero él tenía que entender que eso que él llamaba 'amor' no era más que una ilusión que se había creado a través de confundir la amistad, la admiración y la costumbre, eso era por su bien.
-Mucho gusto, es un honor estar frente a su alteza el príncipe-dijo con una bella sonrisa sincera mientras hacia una reverencia.
-Entonces... ¿ella está aquí por...?-ya lo imaginaba pero era un estúpido masoquista que igual necesitaba oírlo.
-Ella es mi pareja, mi 'Dimidium meae'-anunció con alegría.
Ella también sonrió inmensamente y aunque Han también se obligó a sonreír, una parte de él quería gritarle a ella que se largara y no volviera a meterse en sus vidas porque Kris era sólo suyo, pero no podía hacer cuando se trataba de algo como los 'Dimidium meae', porque aunque lograra ahuyentarla, Kris no iba a poder vivir sin ella y lo más importante para él era la felicidad de Kris, además, Jessica parecía una gran mujer.
-Felicidades-se obligó a decir.
-Muchas gracias su alteza-dijo ella con emoción.
-Nosotros... también queríamos su bendición antes de hacer el ritual-pidió Kris.
-Yo... ¡por supuesto que la tienen!-rezaba para que la sonrisa no le fallara-Les deseo mucha felicidad y que la Luna los proteja siempre.
-Muchas gracias-dijo la pareja al mismo tiempo y rieron luego de darse cuenta de ello.
-Bueno... papá me estaba buscando así que debo irme... mucha suerte-les deseó antes de largarse lo más rápido que pudo o si no lloraría frente a ellos.
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"Si pudiste contra eso podrás contra todo, confío en ti."
-Esto es mi culpa... yo hice esto... mate a Kris-lloraba desolado.
-No es culpa tuya, no podías saberlo, es culpa de ese desquiciada hijo de puta-masculló Sehun.
"Definitivamente estás en buenas manos."
Una sonrisa se extendió en sus labios, se acercó hasta donde Han estaba y se puso de rodillas junto a él, era una lástima que no pudiera ver su hermoso rostro pero no podía ser quisquilloso, era la última vez después de todo y agradecía que le hubieran dado algo de tiempo para poder despedirse aunque fuera a medias.
"Estoy orgulloso de ti y siempre lo estaré sin importar qué."
Su mano se extendió hasta pasarse sobre su cabeza, tal y como cuando era un niño y buscaba hacerlo enojar.
"Siempre serás el único príncipe caprichoso y mimado que yo recuerde con tanto cariño."
Y finalmente depositó un beso sobre su cabello como los que le solía dar antes de que fuera a dormir.
"Esto no es un adiós sino un hasta luego, te quiero, mi pequeño y dulce niño."