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Ser tú por LadyBondage

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Notas del capitulo:

Holaaaa, me retrasé demasiado con este fic, y sólo dura poquito, prometo subir más rápido y no demorar como he estado haciendo, ojala les guste la continuación. Un beso y abrazo a todas y todos.

 

A leer. 

¿Quién soy yo?

[1]

 

A la mañana siguiente, el alba arrinconó cada lugar en la ciudad. La luz matinal se cuela por cada ventana, rendija o cortina que está abierta, y la de su habitación no es la excepción.

 

— ¡Naruto, a desayunar! —escucha una voz femenina, dulce y aguda. Frunce el ceño por consecuente.

 

¿Naruto?

 

Con esfuerzos sale de la cama, que le parece más pequeña de lo normal, arrastrando los pies se dirige hacia su propio baño, pero al abrir la puerta es recibido por montones de ropa que consiguen derribarlo.

 

¿Pero qué demonios?

 

Sasuke aleja todos esos harapos, uno de ellos llama su atención, una chaqueta naranja con un borde de espiral en el pecho, es la típica prenda que lleva Naruto a deportes, su favorita, de ese horrible color chillón.

 

«Un momento… ¿Por qué tengo la chaqueta de Naruto en mi closet?» se pregunta así mismo. Sin embargo otro cuestionamiento nace en sus adentros. « ¿Por qué este es mi closet y no el baño?»

 

Se le revuelve el estómago ligeramente cuando esas dos preguntas conectan con el grito femenino de hace rato.

 

Sin dudarlo se pone de pie, hay otra puerta, empero, con la mirada recorre tramo a tramo la habitación; todo es un completo desorden, ropa por doquier, el escritorio con cientos de basura de esa porquería plástica: ramen.

 

Nada tiene sentido, esa no es su habitación. Tiene que haber un error.

 

— ¿Mamá? —pero lo más grave es su voz, suave y con un retintín chillón.

 

Y reconoce a quien pertenece ese tono tan molesto. Torpemente se acerca a la siguiente puerta que supone es el baño, el espejo empotrado en la pared arriba del lavabo lo recibe, y un rostro aparece con burla plasmada.

 

El grito que nace de la garganta de Sasuke es demasiado femenino, Kushina corre escaleras arriba en cuanto escucha a su hijo gritar como si le hubiesen golpeado la entrepierna.

 

—Cariño, soy yo, ¿estás bien? —la pelirroja intenta abrir la puerta de la habitación de Naruto pero está asegurada con el pestillo. Frunce el ceño, Naruto jamás había cerrado su puerta para evitar que entrara.

 

Se encoge de hombros, los adolescentes son complicados, se dice así misma. Vuelve a tocar la puerta con los nudillos.

 

Sasuke está sobre la tina con el corazón latiéndole a mil por hora, el sudor perla su frente y adhiere sus cabellos, que son rubios y no negros. Le duele la espalda debido al tremendo porrazo que se dio contra la orilla de la bañera pero el dolor es superficial a comparación de su nuevo descubrimiento.

 

Ya entendía porque nada cuadraba; esa habitación era del torpe de Naruto, esa chaqueta y esa mujer detrás de la puerta que llama con insistencia es parte de ese perdedor, porque Sasuke no está en su casa, ni en su cuerpo. Es Naruto. ¡Naruto Uzumaki!

 

—Ehm… si mamá, estoy bien, bajaré en un momento, sólo me… —su cerebro no procesa una mentira. —ehm…

—Como sea, quitaré el desayuno en cinco minutos si no bajas.

 

Sasuke asiente, o bueno, Naruto lo hace. Tiene que descubrir porque razón está en el cuerpo del idiota perdedor y porque no en el suyo. ¿Qué paso anoche?

 

Tratar de recordar le provoca un dolor de cabeza que le es imposible soportar, resignado se pone de pie y busca ropa que ponerse, es domingo, así que un pensamiento menos pesimista llega a su cabeza:

 

Quizá esa condición sólo dure un día, nada del otro mundo…. ¿O sí?

 

 

 

[2]

 

Domingo, un día tranquilo para poder hacer sus deberes y después un poco de videojuegos o salidas con Kiba al centro comercial a buscar comics, mangas y comer alguna porquería nada sana en un McDonald’s. Sí, todo está perfectamente planeado.

 

Lo de anoche fue un trago amargo que pretendía olvidar, ese idiota de Sasuke no se saldría con la suya, se las haría pagar. Como que por algo se llamaba Naruto Uzumaki, sí señor.

 

Da un gran bostezo, es un día precioso, el clima abrasador de otoño acaricia toda su piel, aspira una bocanada de aire llenándose los pulmones de hierbabuena y jengibre. Uhm, frunce la nariz, ese aroma no es el de su habitación, huele muy al imbécil de Sasuke.

 

—Tal vez mamá usó un nuevo aromatizante.

 

Uno que le pica la nariz, se despereza tranquilamente, estira sus manos en el colchón descubriendo que su cama es tan amplia como la de su madre. Vuelve a fruncir la nariz.

 

— ¿Dormí con mamá? —Naruto se incorpora rápidamente, ve a su alrededor.

 

Todo es diferente, la cama es amplia de sabanas satinadas color vino y un edredón fresco, azul, casi negro. Hay un enorme closet en la pared izquierda, está abierto de par en par, es de puerta corrediza. En la otra parte hay una escritorio ergonómico, de esos que sólo tienen los empresarios riquillos, una Mac encendida, un librero pequeño con tomos por orden alfabético, echa una mirada al suelo; madera fina, y una alfombra que se nota picosa a la vista, quizá es de esas costosísimas de origen persa. Naruto baja los pies cuidadosamente, una sensación de cosquilleo le propicia la tela hirsuta de la alfombra.

 

Se echa a reír suavemente.

 

—Estoy soñando, llevarme mal con el idiota de Sasuke me está pasando factura. —ergo, esa risa no suena a la suya, tan escandalosa y aniñada, es una risa suave, discreta y muy…

 

¡Sasuke!

 

Entonces sus ojos caen hasta sus manos, que son jodidamente blancas.

 

—Oh santo por dios.

 

Casi inmediatamente corre al baño, abre una puerta encontrándose con demasiado lujo para ser su habitación; hay lámparas de techo de estilo francés, una enorme tina minimalista de material más costoso, todo el piso es de mármol craquelado, negro y limpiecito. Una ducha y en la pared un pequeño artefacto donde hay varios botones, parece ser de esos baños modernos donde nivelas el agua, la cantidad y si la quieres tibia, caliente, medio. El lavabo es lo más impresionante, es amplio como para cinco personas, un espejo rectangular que le permite ver hasta su cintura, luces halógenas que brillan intrínsecas.

 

Y Naruto lo ve; Sasuke, con una expresión de terror difícil de esconder, lleva sus manos a su rostro, bueno, el de Sasuke.

 

No grita, no chilla o algo por el estilo. Nuevamente rie a carcajadas, tocándose los labios, la nariz, la frente. Reconociéndose, parece una locura, todo tiene que ser producto de un mal sueño. Aún sigue dormido.

 

—Vamos a comprobarlo. —se dice así mismo. Con el puño derecho se mira a través del espejo. —Si esto es un sueño, el golpe no me dolerá.

 

Cuenta hasta tres, el golpe arde y duele a partes iguales. Naruto cae al piso de sentón lloriqueando y maldiciendo.

 

—Me lleva la ch…

— ¿Joven Sasuke?

 

Alguien le habla al idiota del Uchiha. Ah. Pero él es ese idiota.

 

— ¿Eh? ¿Sí? —su voz tiene un tono ronco, delicioso que endulza las vocales con ese acento aristocrático que siempre ha envidiado de su compañero de clases.

—El desayuno está listo. —dice la voz femenina detrás de la puerta. Naruto asiente.

—Voy en unos momentos.

 

 

[3]

 

Sasuke mira el plato y luego al rostro de Kushina, la madre de Naruto. Nunca antes la había visto, es demasiado hermosa, se sonroja de pensar que el perdedor de Uzumaki tenga una madre tan joven y bonita, lo ha abrazado incontables veces sin razón aparente. Él, acostumbrado a esos actos forzados como parte de una etiqueta obligada jamás había visto que dos personas se regalasen gestos cariñosos que no sean obligados. Y al parecer la relación entre Naruto y su madre es tan cercana que se llevan demasiado bien, casi como amigos pero Kushina ocupa un carácter fuerte cuando debe de corregir algún acto imprudente de Naruto.

 

Ahora es consciente del porque Naruto todo el tiempo está sonriendo. Kushina lo hace feliz.

 

— ¿Qué? ¿No te ha gustado? —se apresura a decir. —Puedo preparar otra cosa. —sugiere la pelirroja.

 

Pero Sasuke niega impetuosamente. ¿Otra cosa? Por todos los cielos, ha hecho panqueques con miel, waffles franceses, fruta picada con yogurt, una deliciosa infusión de menta con leche de soya, ¿eso existía?, en fin. Un desayuno que ella llamaba ligero. En su dieta estricta de niño rico eso no estaba permitido, avena y jugos de dudosa procedencia eran lo único a lo que tenía derecho.

 

Sin embargo Kushina insistía en que estaba esqueletico, bueno, no él, Sasuke, sino Naruto, su hijo. Y a decir verdad Naruto de esqueletico tenía lo que él de problemático. Entenderán el punto.

 

Uzumaki estaba esbelto como él aunque sin nada de pectorales firmes ni un orgulloso six-pack como el suyo. Aunque en esos momentos no pudiera sentirse orgulloso de su cuerpo porque no estaba en el suyo propiamente dicho sino en el de Naruto.

 

—Está delicioso, madre.

 

Kushina sonríe divertida, ladea la cabeza a la derecha, mirando a Naruto como si éste se hubiese golpeado la cabeza con una enorme piedra.

 

—¿Madre? ¿Desde cuando eres tan correcto? ¿Acaso es para impresionarme o estás ensayando para impresionar a la chica que te gusta?

 

La armoniosa risa de la pelirroja inunda la cocina, y Sasuke se sonroja como un tomate maduro. Cierto, es Naruto ahora, tiene que comportarse como un perdedor.

 

—Por cierto, cariño. ¿Cómo te fue anoche en el festival de flores?

—¿Eh? Ahm… bien, mamá.

—Ya no me contaste nada. —suspira alicaída.

—¿No? ¿Por qué? —cuestiona vacilante. Kushina esboza una preciosa sonrisa mostrando sus blanquísimos dientes.

—Te fuiste a la cama alegando que estabas muy cansado, Hinata-chan te trajo a casa anoche. Me dijo que estabas muy mareado, creo que mencionó que comiste muchos dulces y cosas así. Al menos espero que te hayas lavado los dientes, la última vez lloraste como un bebé cuando te llevé al dentista, que eso fue hace dos semanas. Estuviste a punto de quedarte sin tus muelas, ¿recuerdas? El dentista dijo que si seguías consumiendo azúcar se te volverían a picar los dientes.

 

Aquella anécdota le provoca una carcajada a Sasuke, y Kushina lo secunda. No tenía idea de lo idiota que era Naruto y que se pusiera a llorar como bebé. Tenía que usarlo a su favor.

 

—Hinata-chan me dijo que viste a ese idiota. —cambia la conversación abruptamente, Sasuke se retira algunas lagrimitas de los ojos.

 

¿Qué idiota?

 

—¿Ah sí?

—Ese Sasuke me cae tan mal. —de pronto empalidece. Kushina endulza su mirada, Sasuke se hunde en la silla.

—No es tan malo como parece.

—No lo defiendas Naruto, Sasuke te ha hecho la vida imposible casi desde que entraste a esa escuela. He pensado seriamente en cambiarte.

—¡No!

 

Se sorprende alzando la voz, dejando los cubiertos en la mesa con un sonoro tintineo. Kushina deja su taza de té sobre un plato pequeño.

 

—Pero…

—Ya nos llevamos mejor, mamá. Sasuke no es tan idiota como parece ser.

 

Kushina levanta una ceja, dubitativa.

 

—¿En serio?

—Sí, él es un chico difícil, solamente eso.

 

Sasuke no sabe porque le entran ganas de hablar sobre su vida con alguien que apenas conoce, tal vez es el efecto embriagador que ejercer Kushina con su modo materno, o tal vez es la forma en la que quiere a Naruto. Quisiera que alguien lo quisiera como ella al torpe rubio.

 

Una mujer tan buena como Kushina no debería estar soltera.

 

Una idea surge en su cabeza. Su padre estaba con una arribista chupasangre que lo único que quería era su dinero. En cambio Kushina es una mujer dulce, trabajadora y madre ejemplar. Tal vez estar en el lugar de Naruto no sea tan malo…

 

—¿Te he mencionado que tiene un padre genial?

—Uhm…. ¿no? Pero a mí eso no me im….

—Deberías conocerlo, es decir a Sasuke y a su padre.

—¿Conoces a su padre?

—¡Sí! Sasuke…. ¡Lo llevó al festival! Nos llevamos bien anoche, es un buen chico mamá, de verdad, te caería muy bien si lo conocieras.

 

 

[4]

 

Esa mujer no tiene descaro, ahora comprende las rabietas de Sasuke o su pésimo carácter. ¿Es que el padre de Sasuke no se daba cuenta de cómo lo miraba su ‘novia’?

 

Parecía que en cualquier momento se le iría encima.

 

—¿Y cómo te fue anoche, hijo?

—Bien pá.

 

Fugaku frunce el ceño. ¿Pá? ¿Desde cuándo Sasuke era tan informal?

 

Naruto se percata del estúpido error que ha cometido, carraspea y de nueva cuenta vuelve a tomar la palabra.

 

—Padre. —se corrige. En cambio recibe una sonrisa amable por parte del padre de Sasuke.

—Pá me gusta, suena más jovial.

 

El hombre se echa a reír ligeramente, y Naruto esboza una sonrisa tímida. Pensaba que el papá de Sasuke era de lo peor, un ogro malhumorado y mandón. Pero se estaba portando tan amable que le sorprendía que ese hombre fuese pariente del estreñido.

 

—¿No te comerás el desayuno, hijo?

 

Naruto fija su mirada en el plato. Remueve con la cuchara el dudoso contenido. ¿Qué carajos comía Sasuke?

 

—Bueno, pá es que… es un desayuno muy ligero. ¿No crees?

—Yo pienso lo mismo Sasuke pero eres tú quien siempre pide lo mismo. Le diré a Shizune que te preparé algo más ídem a lo que desayuna cualquier chico de tu edad.

 

Naruto sonríe abiertamente, Shion bufa fastidiada. ¿Y qué pasaba con el supuesto regaño que se merecía el idiota de la otra noche? Este Sasuke parecía tan alegre y eso complacía a Fugaku, nada que ver con el Sasuke que refunfuñaba por todo.

 

 

[5]

 

—¿Y cree que funcione, Mei-sama?

 

La bruja dibuja una sonrisa ladina, Kurotsuchi no sabe exactamente a qué ha venido ese gesto.

 

—Ya lo verás querida, ya lo verás.

 


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