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Ser tú por LadyBondage

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Notas del capitulo:

En el próximo capitulo habrá lemon, al principio y al final, que quiero recordarles que está historia sólo tiene 7 capitulos, así que esto se termina la semana que viene, gracias a todas y todos por sus bellos comentarios, les quiero mucho.

 

A leer.

Lujuria adolescente

[1]

 

—Tranquilo hijo, aún no es tarde, ya casi llegamos. —asegura Kushina, pero Naruto parece que no va a creerle y continua tamborileando sus largos dedos caramelo en su regazo.

 

Sasuke tenía un maravilloso plan, y si todo salía de acuerdo a lo trazado, Kushina y su padre se conocerían esa misma tarde. No le fue difícil convencer a Naruto de invitarlo a su casa para hacer las tareas juntos, aunque al principio lo dudó, finalmente accedió a hacerlo. Extrañamente, Sasuke se siente entusiasmado con la idea de emparejar a su padre con una mujer como Kushina.

 

Y pese a que Naruto no tiene idea de sus maquiavélicos planes, no podría quejarse mucho cuando la sonrisa deslumbrante de su madre sea lo único que porte en todo el día.

 

—Wow, ¿es aquí? —Kushina asoma su cabeza por el parabrisas, mira por debajo de sus largas pestañas una enorme mansión de veinte habitaciones, estilo clásico colonial, amplios jardines cubiertos de rosas rojas y una verja enorme de negro azabache que les impide el paso.

 

No imaginaba que la opulencia de los Uchiha fuese tan grosera, pero sin duda no le daba confianza dejar a su retoño en los brazos del tal Sasuke, a quien no había tratado nada –según pensaba ella.-

 

—Sí, aquí es. —Sasuke abre la puerta rápidamente no dándole oportunidad a la pelirroja de decir algo más, rodea el auto directo a la puerta del conductor. —Baja. —dice animado, extraño en él.

 

Kushina frunce el entrecejo.

 

—Cariño, no creo que sea buena idea, pasaré por ti más tarde, puedes llamarme.

 

La pelirroja intentaba sabotear los planes de Sasuke,  pero no iba a lograrlo. Hoy mismo conocería a su padre, se enamorarían y de eso él mismo se encargaría.

 

La rubia idiota de Shion tenía los días contados en casa.

 

—No, quiero presentarte a Sasuke, mamá. —insiste entre dientes. Kushina esboza una sonrisa tímida.

 

No creía que Naruto fuese tan malditamente educado, sin embargo, contra todas sus convicciones, Kushina accede a bajar del auto para dirigirse a la enorme casona. Sasuke sonríe de lado.

 

Su poder de convencimiento aún seguía vigente, sólo esperaba que en verdad Fugaku estuviese en casa y no se le hubiese presentado algo del trabajo.

 

 

[2]

 

Martes.

 

Naruto sentía la preocupación menguar en sus venas y arterias, no quería pensar que se quedaría así para siempre, en el cuerpo de Sasuke Uchiha y con su vida. Aunque no estaba nada mal vivir entre lujos y demás, pero echaba de menos a su madre, su cama, su comida, el gato del vecino. Naruto quería volver a casa como él mismo, no como una visita, como Sasuke Uchiha.

 

Y al contrario de sus preocupaciones, Sasuke parecía tan relajado y feliz que juraba que nada de lo que Naruto sentía lo sentía Sasuke. No sabía que tramaba, porque el Uchiha no podía simplemente fingir que estaba bien con ser Naruto, algo más merodeaba por esa cabeza tan difícil de decodificar pero sea como sea, Naruto no quería involucrarse en ello, sus problemas ahora eran más importantes.

 

Encontraría la manera de regresar a su cuerpo, continuar con su vida y olvidar ese mal trago.

 

—Joven Sasuke, un chico llamado Naruto lo busca. —Naruto gira la silla de escritorio dándole la cara a la sonriente sirvienta.

 

Sonríe por inercia, se pone de pie torpemente para ir al encuentro de su antítesis. Habían quedado en hacer las tareas juntos, aunque Naruto no entendía porque de repente Sasuke quería estar a su lado si según él, no lo soportaba. Por otro lado, eso estaba bien, porque así podría averiguar cómo romper el hechizo.

 

—Hola bas… —pero Naruto se corta a si mismo cuando junto a Sasuke, ve a su hermosa y risueña madre sostener un bolso entre sus manos.

 

Inmediatamente los ojos se le inundan de lágrimas que amenazan con surcar sus mejillas.

 

Dios, Kushina estaba tan bella con el cabello recogido en un moño francés, la falda recta hasta las rodillas en tono gris a juego con el bonito blazer, luce tan linda que Naruto por momentos se centra en admirarla y se olvida de la otra presencia.

Quería abrazarla, darle miles de besos por las mejillas y la frente, decirle lo mucho que la extraña.

 

Pero no puede, no es él, no es el Naruto que Kushina conoce y si lo hace dentro del cuerpo de Sasuke, ella se asustaría, no entendería absolutamente nada. Y no quiere ni debe preocuparla.

 

—Hola señora, buenas tardes. —dice con la voz de pajarito que a Kushina le suena muy familiar, la pelirroja entrecierra los ojos escaneando al muchachito frente a ella.

 

Sasuke Uchiha es un chico guapísimo, el sueño húmedo de cualquier adolescente, tiene un rostro sereno de tez marfil y ojos negros como el manto nocturno que envuelve a la ciudad pasada las doce.

 

Reconoce que le parece agradable sin saber por qué, a su vez, desconfía de sus intenciones ya que al inicio del año escolar, gracias a Sasuke, Naruto tuvo muchos problemas, así que no se dejaría fiar por la apariencia.

 

—Uhm, hola. —responde ella, indiferente. Y eso le cala a Naruto en lo más hondo de su corazón.

 

Sasuke se percata de la tensión en el aire, y decide que si no actúa ahora, Kushina se irá sin conocer a su padre, y eso no iba a suceder.

 

—Má, él es Sasuke Uchiha, Sasuke, ella es mi madre, Kushina Uzumaki. —Sasuke quiere rellenar el tiempo con una banal presentación esperando que Fugaku salga de donde quiera que esté.

—Un placer, señora. —Naruto extiende la mano hacia su madre, como un completo desconocido.

 

Kushina con la desconfianza desbordando por cada poro de su piel, extiende la derecha, los dedos se rozan y un ramalazo de corriente eléctrica les provoca cosquilleos a ambos.

La Uzumaki mira esos ojos negros, como si a través de ellos pudiera ver algo más, algo que no anda bien ahí.

 

Sasuke advierte la extraña actitud entre los dos. Seguramente la pelirroja comenzaría a cavilar sobre la situación y aunque no tenía idea de absolutamente nada, Sasuke no quería que sus averiguaciones rindieran frutos. ¿Cómo le explicarían sobre el hechizo? Y peor aún, lo odiaría a él porque gran parte de lo que sucedió con Naruto fue su culpa.

 

—No sabía que tendrías visitas, hijo.

 

El alivio que anega el corazón del Uchiha es más grande que todas sus preocupaciones. Los tres giran sus cabezas en dirección a las escaleras, por donde minutos antes bajó Naruto.

 

Kushina se conecta con aquella mirada dura, vacía. Esos ojos obscuros indolentes, y se asusta por ligeros espacios de cinco segundos. ¿Ese hombre era padre de Sasuke?

 

El parecido era innegable, empero, es como ver una versión adulta de Sasuke, pero madura, fuerte, que exuda un éxtasis incapaz de apaciguar, entonces Kushina siente un hormigueo entre las piernas, nadie le había hecho sentir tan tonta como ese hombre que aparentemente tendría unos cuarenta y tantos años.

 

Lentamente desciende de las escalinatas a paso elegante, la pelirroja se sonroja como un tomate cuando el aroma a puro golpea sus fosas nasales. Y esa actitud de adolescente no pasa desapercibida para Naruto quien frunce el ceño.

 

Sasuke sonríe para sus adentros, su plan estaba saliendo mejor de lo que esperaba, Kushina se lo dejaba fácil, imaginaba que su padre no le sería indiferente, ahora era cuestión de indagar en los pensamientos de Fugaku.

 

Y si Sasuke fuese más audaz, notaria que la mirada de Fugaku se llenó de un sentimiento que había muerto en su interior, algo que despertó la mirada de esa pelirroja, el color de ojos más extraño y bonito que haya tenido la oportunidad de ver.

 

En el mismo momento en el que posó la mirada sobre ella, los adolescentes dejaron de habitar el rellano y sólo se enfocó en admirar la sensualidad esbelta de la figura femenina.

 

¿Quién era esa mujer que acompañaba al chico rubio? ¿Por qué su cabello de fuego le parecía endemoniadamente sexy? Y ese dulce sonrojo… joder, hace cuanto que no tenía un orgasmo visual como aquel.

 

Menea su cabeza alejando todos esos pensamientos impuros, seguro que la bella pelirroja es una mujer casada, y no le parece correcto desearla así, además él tiene a Shion, y no puede ser desleal con una jovencita que ha dado lo mejor de sí misma.

 

—Buenas tardes, soy la madre de Naruto, compañero de clases de Sasuke-kun. —Kushina titubea y su labio inferior temblequea nerviosamente.

 

Joder, siente que las piernas en cualquier momento van a fallarle, el corazón lo siente en la garganta y sólo es capaz de sostenerse de los hombros de su hijo para no irse de bruces. ¡Qué magnetismo posee el padre de Sasuke! No puede ignorar su pesada mirada ni su hombría envolviéndola con garras de hierro.

 

—Fugaku Uchiha, un placer…

—Ku-Kushina hehehe… —Naruto levanta una ceja, ¿Qué carajos pasaba con su mamá? ¿Por qué actuaba de esa manera tan tonta?

 

Sin querer, sus celos de hijo salen a flote y Fugaku, como todo macho alfa percibe la densidad en el aire.

—Bueno… yo… mi hijo y su hijo tienen cosas que hacer, yo… hehehehe, me retiro. Pasaré más tarde por ti, cariño.

 

Kushina quiere salir de ahí a como dé lugar, montar el auto y arrancar pero la suerte no está de su lado en está ocasión.

 

—Oh, se va tan pronto… —alega Fugaku, como si quisiera retenerla.

 

La pelirroja asiente con las mejillas coloradas, a Naruto eso no le gusta nada. Posa su mirada en Sasuke, y nota aquella sonrisa ladina.

 

¡Ese bastardo lo planeó todo!

 

Y él como idiota le brindó a su mamá en bandeja de plata, si, lo hizo adrede.

 

 

 

[3]

 

Naruto se enfurruña en la esquina de la cama mirando hacia la ventana pasando olímpicamente de Sasuke.

 

—Perdedor deja de ser tan infantil y ayúdame con esto… —Sasuke señala el libro de aritmética avanzada. Naruto es todo un cerebrito en matemáticas, y lamentablemente y a su pesar, se atoró en un problema que no puede resolver por más que lo intente.

 

Naruto suelta un gruñido, quisiera ser un cabrón y darle la espalda a su buen corazón pero no puede. A regañadientes se pone de pie y va directo al escritorio junto a Sasuke.

 

—Lo hiciste a propósito idiota.

— ¿El qué?

—Joder… lo de mi madre. —Naruto comienza a revolver el problema sin ninguna dificultad, para sorpresa de Sasuke quien no deja de mirar a Naruto como si este fuese de otro planeta.

 

Ni siquiera le tomó un minuto leer lo que el texto pedía cuando Naruto ya se encontraba revolviendo el ejercicio mientras soltaba bufidos que mostraban toda su inconformidad.

 

—No es como tú piensas.

— ¿Qué no es como yo pienso? —Naruto arroja el lápiz, éste cae con un rígido tintineo contra el piso de madera.

 

Se pasea las manos por la mata ébano varias veces, Sasuke lo mira con preocupación, no quiere que Naruto lo deje calvo tan pronto.

 

—Tu madre es una mujer increíble, ¿no crees que ya es momento de qué dejé su eterna soltería?

 

Naruto frunce el ceño, encara a Sasuke y lo mira fijamente como si quisiera matarlo.

 

—Me tiene a mí, no necesita de otro hombre, además tu padre tiene novia, idiota.

—No por mucho tiempo.

— ¿En serio crees que mi mamá caerá en los brazos de tu padre? ¡Ja! —a este punto Naruto ya estaba de pie airado, conteniendo toda su rabia para no írsele encima a Sasuke.

Le importaba un rábano lastimarse a sí mismo si con eso lograba quitarle esa sonrisa estúpida al Uchiha.

 

Kushina no se haría novia de Fugaku Uchiha, jamás, y él se encargaría de alejar a su madre de los brazos del padre de Sasuke.

 

—Sólo creo que ella necesita de alguien que la cuide, que la consienta y le dé un amor distinto al de un hijo.

 

Entonces, Sasuke, en una actitud empática y fuera de foco, comienza a divagar en todo lo que ha sido su vida desde la muerte prematura de su madre y hermano mayor.

Si bien nunca se llevó de maravillas con Itachi, Sasuke echaba de menos tener la familia que Naruto tenía al lado de Kushina.

 

Mikoto no fue tan cariñosa pero a Sasuke eso ya no le importaba, tenía buenos recuerdos de ella y quería que Fugaku dejase de lamentarse, dejase de ignorarlo, Sasuke aún seguía siendo un niño asustado en el cuerpo de un adolescente.

 

Y Naruto pudo verlo a través de esa mirada cargada de anhelo, y ahí, en sus propios ojos azules, pudo verse a sí mismo. El niño abandonado por un cruel padre que decidió salir de sus vidas, dejó a Kushina a la merced de miradas lastimeras, burlonas, sonrientes.

 

Naruto no conoció la mano dura de un hombre, la complicidad masculina, se privó de ello y por ende desconfiaba de todo aquel hombre que rondaba la vida de su madre.

 

El pasado de ambos adolescentes era triste, lleno de drama para ser tan jóvenes.

 

¿Cuánto tiempo más se negarían la posibilidad de ser felices abiertamente?

¿Cuánto tiempo más Sasuke se culparía por la muerte de su madre y hermano?

¿Cuánto tiempo más Naruto se negaría a perdonar al hombre que lo abandonó cuando aún no daba sus primeros halos de vida?

 

Los dos se miran tan fijamente, perdiéndose en el tono de sus ojos.

 

Naruto nunca pensó que verse a través de otra persona seria tan terapéutico, y Sasuke, finalmente se abrió a alguien a quien pensó que odiaba.

 

No odiaba a Naruto, odiaba sentir algo por el rubio, no aceptarse a sí mismo, no hacerle frente a sus sentimientos, y tuvo que estar en el cuerpo del tonto rubio para sentirlo tan cercano a él, tan suyo.

 

No lo piensa, simplemente junta sus labios a los del otro, haciendo una conexión tan especial como mágica. Muy diferente al beso apresurado que se dieron cuando Shion entró a su habitación.

 

Y Naruto se olvida de todo lo que ha sucedido alrededor de ellos, del miedo, de las peleas, de los insultos, y simplemente se abandona a los labios de Sasuke, bueno, sus labios pero le saben a Sasuke.

 

Ambos se enrolan en un ósculo ligero, que sabe a dulce de leche, menta y eucalipto, mezclando sus salivas, acariciándose con la lengua, una entrega total que no pensaron tener el uno por el otro.

 

Sasuke guía a Naruto a su cama, y una vez ahí, toda duda se disipa.

 

Está enamorado de Naruto Uzumaki.

 


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