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Nunca se debe rogar por amor (KageHina) por kyumin137

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Notas del capitulo:

Hola a todas y todos.


Primero que nada perdón por la demora de este capítulo :( y principalmente muchas gracias por darse el tiempo de leer estas locuras mías.


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En relación a la trama de hoy, nos enfocaremos en su totalidad desde la perspectiva de Kageyama. No lo odien, el es buenito. 

CAPITULO 3  -el peor de los cobardes

 

Era el último día de clases de su primer año escolar en Karasuno. Llegar ahí y comenzar a compartir con otros estudiantes había sido un gran reto, especialmente por su carácter bastante singular y esa expresión que cargaba todos los días, desde aquella vez en que su equipo le dio la espalda y ya nadie estuvo ahí para recibir sus levantadas.

Había pasado tanto en solo un año. Pudo socializar, confiar en otros y lo más importante, ya no se sentía solo. Tenía a su equipo, sus amigos y especialmente a aquel individuo hiperactivo de cabellera naranja. Pero era ahí donde existía su único problema, se había dado cuenta – luego de una pelea interna que duró por al menos 3 meses-, que estaba loco y horriblemente enamorado de ese enano salatarín. Desde ese momento no sabía si estar feliz por experimentar aquellos sentimientos u odiarlos  con todas sus fuerzas por hacerlo sufrir todos los días desde entonces.

Hinata era amable y cercano con todos –excesivamente-, aceptaba los abrazos y mimos de muchos, y eso, realmente lo cabreaba. Simplemente porque no podía comportarse de esa manera tan “íntima” con él. Pero como toda en la vida tiene un límite, su paciencia y su forma de ser –actuar y después pensar- lo llevaron a  la impulsiva decisión de citar a Hinata de la manera más cliché que puede haber, tal como en un manga shojo, gritándole en medio del pasillo frente a todos para luego salir corriendo como un cobarde.

Ahora, detrás del gimnasio, espera impaciente a que el más bajo aparezca. No sabe si él ha llegado muy temprano o el otro está atrasado.

-Estúpido Hinata, que me hace esperar. Ya verá cuando llegue… ¡Estúpido Hinata!

-¿Acaso no hay un momento del día en que no me estés insultando, Bakeyama?

 

Hinata estaba parado detrás suyo, con su típico bolso colgando de su hombro, su típico cabello alborotado, con su típica mirada desafiante, pero ahora todo era diferente. El que lo haya llamado Bakeyama ni siquiera le molestó y el que lo esté mirando buscando pelea tampoco produjo ese efecto competitivo. Nada. Ahora su cuerpo estaba siendo apoderado por los nervios, el pudor y el miedo.

¿Y si ahora lo odiaba? ¿Si nunca le volviese a hablar? ¿Si ya no quisiera recibir sus levantadas? Qué sería de él sin Hinata.

 

-¿Para qué me citaste aquí? Debemos apresurarnos, pronto comenzará la práctica.

Estúpido Hinata que lo hacía poner nervioso.

 

Voltear a verlo, darse valor y caminar hacia él como si el tiempo corriese más lento de lo normal. Sentir en la palma de sus manos que las mejillas de la carnada de Karasuno comienzan a calentarse, y por último, confirmar fehacientemente que los labios de Shouyou son áspero, pero de igual forma acogedores y adictivos.

 

Mentiría si dijera que no se aterró cuando se hubo separado del más pequeño. Estando a unos centímetros de distancias, podía sentir el aliento de Hinata sobre su boca y sus manos húmedas. Shouyou estaba llorando. Pero sus ojos no mostraban asco, si no que tenían ese brillo fulminante, entre desconcierto y felicidad desbordante.

 

-Tú también me gustas. –no tuvo tiempo de procesar su actuar ni menos en las palabras para confesarse apropiadamente, cuando el otro ya se las había arrebatado y apropiado de ellas. Tenía sus palabras y tenía su corazón.

 

Desde ese momento comenzaron una silenciosa relación. Para aquel entonces, la única persona que –creía- sabía de la relación que ellos mantenían era Ennoshita-san, y eso no porque ellos se lo hubieran dicho. Todo lo contrario. El mayor los encontró una tarde después de la práctica, en los vestidores. Él había regresado para buscar algo que había olvidado, y pensando que no se encontraba nadie entró al cuarto, viéndolos en una posición bastante comprometedora.

En ese entonces, ellos ya llevaban 7 meses saliendo.

 

Cuando cumplieron 1 año juntos, estaban terminando su segundo año en Karasuno.
La relación que llevaban no era perfecta, pero tampoco era mala. Peleaban como siempre, había insultos de por medio, habían golpes y miradas desafiantes. Como desde antes que se diera cuenta de sus sentimientos. Había momentos en que realmente quería golpear fuertemente a Hinata por  lo testarudo que este podía llegar a ser. Pero, lo amaba demasiado como para hacerle un real daño. Amaba sus ojos expresivos, amaba su sonrisa, amaba cuando ponía todo de sí en cada partido y ante cualquier rival, amaba esa fuerza de voluntad para enfrentarse ante todos aunque estos le hagan sentir inferior.

Lo amaba tanto como para estar en ese instante frente a sus padres, sosteniendo con firmeza la mano de Hinata, mordiéndose la lengua para no soltar todos aquellos insultos que se estaba guardando. Se encontraba realmente furioso, decepcionado, triste.
Sabía que sus progenitores eran estrictos y algo crueles, por algo él también era así, pero jamás pensó que serían ellos quienes descalificarían de tal manera a la persona que más quería.
Lo más suave que le dijeron fue que era un insignificante niñato que nada favorable podría entregarle a su preciado único hijo, hasta escupiéndole en la cara que su padre había abandonado a su madre y a ellos cuando eran pequeños. Algo malo había hecho la mujer para que el hombre los dejará –había sido el venenoso comentario.

En ese punto Hinata Shouyou soltó su mano dirigiéndose para enfrentar a la madre de Kageyama, quien había dicho aquella hiriente frase.

 

-Retráctese de lo que acaba de decir.

 

Fueron las firmes palabras del más bajo. La mujer solo sonrió de lado para luego poner una mueca de desprecio.

-Retráctese de lo que ha dicho, señora.

Hinata avanzó un par de pasos más hacía la alta mujer y desde ahí todo fue en cámara lenta. Shouyou volviendo a caminar con determinación, esperando una disculpa por parte de la madre de Tobio, y está ya exasperada levantando la mano en clara señal de querer golpearlo.

Sus piernas se movieron solas y solo reaccionó cuando sintió su mejilla arder producto de la cachetada propinada por la mayor.

-¡Por Dios Tobio! ¿Por qué lo proteges? ¿Acaso no te das cuenta que él te está utilizando? Solo quiere beneficiarse de ti. –gritaba ya histérica la mujer, fuera de sí, con el rostro rojo de furia, producto de que su querido hijo no estuviera a su favor ni obedeciendo sus órdenes y caprichos, como siempre.

-Porque yo lo amo.

Las palabras sonaron firmes y con convicción. El corazón de Shouyou latió con más fuerzas y sus mejillas de colorearon. Kageyama lo estaba poniendo a él por sobre su propia familia.

 

-Gracias…

Shouyou lo observaba con los ojos llorosos, aunque no había derramado ninguna lágrima desde que habían salido de la casa de los Kageyama y ahora estaban próximos a llegar a la suya.

-No tienes porqué agradecer nada. –fue la respuesta seca del más alto, pero no menos emotiva. El pelinaranja ya conocía aquellas facetas de su pareja y podía leer entre líneas.

Cuando estuvieron ya cerca del hogar de Shouyou se detuvieron a secas. Ninguno de los dos quería despedirse.

-Gracias por quererme tanto Tobio…

-Idiota.

En ese abrazo, profundo y necesitado Kageyama experimentó por primera vez el miedo.- Yo no te quiero… Yo te amo.

Cuando llevaban un año y un mes saliendo, decidieron enfrentar a la madre de Shouyou. Para la calma de ambos, ella reaccionó mejor de lo que esperaban y los aconsejó muy bien, especialmente debido a que Hinata era un doncel. Esa tarde, ambos chicos se despidieron avergonzados como nunca lo habían estado, pero agradecidos de al menos, tener a alguien en quien confiar y que los apoyaba.

Un mes después, y luego de varios intentos fallidos producto de la vergüenza y la inexperiencia de ambos, dejaron de lado todo el pudor y se entregaron a aquellos deseos que los invadían.

Aquella mañana, antes de marcharse a sus clases, su madre le había nuevamente advertido que dejara esa “estúpida idea” de que estaba enamorado, que aún era un crío para saber qué era eso y que se enfocará al cien por ciento en su entrenamiento.

 

-Si solo es tu calentura como adolescente, puedo conseguirse alguna chica de buena familia para que te haga compañía.

Luego de eso, se había alejado de su casa con un portazo. Sus padres cada vez estaban más encima suyo para que dejara su relación con Shouyou, inclusive semanas atrás habían invitado a su casa a una muchacha, que luego se enteró, había sido transferida a su escuela y era de una “buena (adinerada) familia”. Desde ese día, esa molesta chica lo seguía a todas partes, con la excusa de que no conocía a nadie más. Producto de aquello, había tenido que alejarse de Hinata, para que ella no fuera con el chisme a sus padres.

Y eso, le dolía demasiado.

¿Por qué no podía expresar libremente lo que sentía? ¿Acaso eran tan malo amar a alguien? ¿Había una lista de las personas a las cuales sí podías querer dependiendo de tu condición social?  Todo eso era absurdo y  lo agotaban mentalmente.

Aquel día no había tenido la oportunidad de poder ver a su novio, lo necesitaba demasiado. Deseaba sus abrazos, sus cariños, sus besos, todo. En su búsqueda fue cuando volvió a encontrar a esa molesta chica.

-¿Son cierto los rumores que andan circulando, Kageyama-kun? –le había preguntado, desconcertándolo por completo, pero como quería largarse de ahí lo antes posible, le siguió el juego.

-¿Qué rumores? No creas las cosas que dicen en los pasillos.

-Pero dicen que los han visto muy juntos.

-Pues es lógico, somos del mismo año y del mismo equipo.

-Pero, no ese tipo de cercanos, si no uno más…cariñoso. –Sonrió con sorna, esperando alguna reación por parte de Kageyama que la beneficiara.

-¡Qué tonterías son esas! Es los más absurdo y asqueroso que he escuchado.
Con Hinata con suerte y nos hablamos, y por obligación. Si por mí fuera ni me acercaría a él. Pero es tan persistente.

-Eso es cierto. Debe ser cansador convivir con él… Qué bueno que me tienes a mí para despejar la mente To-bi-o… -como detestaba que se tomara aquella atribución de llamarlo por su nombre.

 

 

¡Oh! Maldito el momento en que aquellas estúpidas frases salieron de sus labios. Estúpido él por haber caído en la trampa, por haber perdido a la persona que más amaba, y por no haber luchado por su tan proclamado amor. Era un cobarde.

 

 Y ahora,  lejos de la casa de quien decía amar, cae de rodillas al suelo, explotando en llanto y desesperación, porque se odia demasiado como para pedir que lo perdonen. Menos ahora que comprende que nunca será un padre para aquel ser que se desarrolla en el interior de Hinata.

 

 

 

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Notas finales:

Nos estamos leyendo!
 toda sugerencia siempre es bien recibida ;) 


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