Había un silencio sepulcral, el ambiente se percibia pesado, solo se escuchaba el llanto de un bebé. Se podía percibir la angustia de los que estaban en aquella habitación.
-Por favor, dime que no lo vas a entregar. Dime que no dejaras morir a mi pequeño.
- …
- Por favor, si lo entregas será como matarme a mí también.
Era el año 1780 cuando corría la noticia en todo el mundo en donde las mujeres daban a luz a pequeños bebé que no podían identificarse como niño o niña, pues para ser un niño tenía el pene muy pequeño y los testículos pocos visibles y, para ser una niña su vulva sería demasiado grande; además cuando crecían, generalmente eran débiles y con el paso del tiempo se supo que aquellos seres podían dar a luz, y esto fue lo que más terror y miedo daba en aquel tiempo. Por ello el gobierno iba a las casas de parteras y cercioraban que no fueran esos extraños seres llamados donceles. Si lo eran se llevaban a los pequeños y los encerraban y mantenían en perfecta salud pues eran resguardo a aquellas parejas que no podían tener familia y los usaban como incubadoras, para los donceles que terminaban ahí era muy bueno, realmente bueno. Aquellos que no eran incubadoras eran esclavos usados por el gobierno hacían los deberes de casas de la gente importante, otros eran destinado el campo haciendo el trabajo de recolección y riego y, algunos más eran para el servicio sexual en cantinas o burdeles en los cuales eran sometidos por quienes pagaban por ellos. Y los muchos desafortunados al ser llevados eran inmediatamente sacrificados sin temor o remordimiento alguno.
-Se me ha roto la fuente. Rogelio, el bebé ya viene.
Gritaba Lorena en medio de la sala de aquella casa que era su hogar. Madre y esposa de familia, pues Lorena estaba casada con Rogelio Bosco y tenían un pequeño de 3 años llamado David.
-Voy mi cielo, espérame- decía de un lado a otro de la habitación.
Era una familia muy unida, Lorena se casó joven, pues a sus 20 años ya era Lorena de Bosco y a sus 25 años ya tendría a su segundo hijo. Mientras que Roberto trabajaba en los ferrocarriles, en un apartado de comercio con extranjeros y que por lo tanto viajaba en demasía pero posicionándolos en clase media alta, así que cuando estaba en casa todo su tiempo eran para su esposa y su pequeño David.
-Rogelio el bebé ya va a nacer, no creo llegar con la partera, mejor ve por ella.
-Tenemos que llevarte, si pasa algo y…y…yo…
-No Rogelio no podré llegar, ve por la partera. ¡Rápido!
-Ya están lo que necesita en la habitación- decía Rogelio nervioso a la partera una vez entrando a la casa.
-Está bien, ¿en dónde está la madre?-decía apurada y con mantas en su manos.
-En la habitación, sígame por favor- se dirigieron al dormitorio donde Lorena ya estaba en cama y con un dolor insoportable.
-Ya llegue señora, tranquila. La revisaré- de inmediato la checo y corroboro que estaba coronando- ya estás dando a luz, pensé que sería temprano, pero es el tiempo indicado, cuando sientas la siguiente contracción pujas lo más que puedas, ¿de acuerdo?
-Sí, sí-decía Lorena agotada y con sudor en su frente.
A los pocos segundos se escuchó un llanto, el bebé había nacido. La partera lo tomó e inspeccionó y de inmediato tapo al pequeño.
-Podrían salir un momento por favor- se dirigió a su ayudante y a la servidumbre que estaba en la habitación- y por favor llamen al padre.
-¿qué pasa, todo bien?- decía Roberto mientras cruzaba la puerta.
-¿Qué pasa, está bien mi bebé? ¿Pasa algo?- decía Lorena muy alterada.
-Lo siento, su hijo es un doncel…y lamentablemente tengo que dar informe de ello.
-¿Qué? No, esperé, déjeme verlo, por favor.
La partera lo puso en brazos de su madre. Era una bella criaturita, tenía poco cabello y de color avellana y su piel aunque un poco rojita por el momento era blanquita y pálida, sus ojitos que ya los había abierto era de un color esmeralda iguales que los de su padre, era pequeñito y delgadito, en ese momento dejo de llorar y estaba quietecito mirando directamente a su madre.
-Oh por Dios, es precioso, mi bebé es hermoso- decía Lorena con lágrimas en sus ojos y una gran sonrisa-mira Roberto nuestro niño saco tus ojos. Ven, acércate, mira a nuestro pequeño.
Rogelio lo tomó en sus manos, lo observo y admiró al pequeño-Así es, es hermoso- hizo una pausa y descubrió al pequeño por completo y vio lo que la partera decía, su pequeño era un doncel
- Amor… es un doncel. El gobierno vendrá y…
-Por favor, dime que no lo vas a entregar. Dime que no dejaras morir a mi pequeño.
- …
- Por favor, si lo entregas será como matarme a mí también.
-Tranquilízate Lorena- la tomó de los hombros y la miró directamente.
-¡No! ¡No! Es mi pequeño, no lo entregaré soló por que sea un doncel- miraba a Roberto con una mirada que nunca había visto él, tomó a su pequeño en brazos y le volvió a sonreír- Tal vez si…tal vez si nadie sabe que es un doncel, nadie sabrá que es mi pequeño doncel.
-¡Lorena! ¿Te estas escuchando? ¿Sabes lo que les pasa a las familias que ocultan esto? Ellos se enterarán quieras o no, además hay un registro, se enterarán y me meterán a la cárcel.-decía mientras veía a su esposa y bebé juntos- Lorena escucha… ellos sabrán todo, es un gran riesgo y…
-Yo puedo ayudarles-se escuchó la voz de la partera.