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El dolor de ser. por Kishi Amane

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Notas del capitulo:

Espero que os guste.

-¡Mamá, rápido mamá! Si no nos apuramos mi padre nos dejará- decía una joven con unos gritos ensordecedores.

-Ya voy, ya voy, tranquilízate. Además tus hermanos aún no están listos. Ten paciencia por favor- decía Lorena a esa inquieta persona.

-Pero papá dijo que si no estábamos listos nos dejaría, y realmente quiero ir al pueblo- le decía la joven ahora ya más calmada.

-Sí, sí, ya escuche. Mejor porque no vas a ver si ya están tus hermanos preparados ¿sí?- le decía mientras terminaba de polvearse el rostro.

-Bien, voy a apúralos también.- salió tarareando y cantando alguna canción que había escuchado.

 

Salió de la habitación de su madre y fue directo a la de su hermano. Tocó la puerta pero no hubo respuesta;  en seguida abrió la puerta sin permiso alguno.

-Josh, dice mamá ¿qué si ya estás listo?- decía mientras entraba por completo a la recamara de su hermano.

-¡No! ¡Aún no estoy listo! Por favor deja de molestarme- se volteó para ver a su hermana- Niñas, no pueden pensar en otra cosa que no sea en comprar vestidos y esas cosas- tenía una cara de molestia, pues su hermana no paraba de hablar del dichoso día de compras y a él realmente le estaba hartando todo ese lío, aunque no podía decirlo directamente.

-No es por eso que quiero ir. Tú lo sabes más que nadie Josh. Tengo mucho tiempos sin salir de casa, realmente me emociona ir al pueblo-tenía una cara entre melancólica y feliz- Tú vas con papá y con los demás casi cada semana por eso es aburrido para ti, pero yo…-puso un rostro aún más triste.

 

Y es que realmente era cierto, al menos para él quien iba cada semana o quincena a comprar los víveres del hogar junto con su hermano menor si que era algo casual ir al pueblo, pero comprendía la emoción de su hermana que aunque fuera mayor que él no salía. Por lo general su hermana se pasa el tiempo en casa ayudando a su madre en quehaceres como la limpieza de la casa y salones, al igual que lavar la ropa de cada uno de los hermanos y de vez en cuando en la preparación de los alimentos, aunque tenían servidumbre, su padre Roberto designo a su hermana a ayudar en casa pues según él “tenía que ayudar aunque fuera mujer” por ello es que ese tipo de salidas al pueblo para ella eran algo grandioso algo realmente alucinante, pues recordaba que tan solo su pequeña hermana salía del hogar dos o tres veces al año.

-Está bien, lo siento. Estaré listo en seguida, ¿bien?- se incorporó y siguió arreglándose- Porque no vas a apurar a tu hermano mayor, él sí que tarda eternidades para salir.

-Pero apúrate, no pierdas el tiempo ¡¿Bien?!- le dijo mientras ahora salía de la recamara.

Ahora iba a molestar a su hermano mayor, pues bien decía Josh, para salir a cualquier parte, su hermano pasaba horas arreglándose antes de poder estar listo y aunque era el primero en empezar a arreglarse siempre era el último en salir, no importaba a donde fuese la visita siempre era lo mismo.

 “¡ah! ¿Por qué me molesto? Cada quien va a salir a la hora que les venga en gana” decía mientras atravesaba nuevamente el pasillo ahora rumbo a la habitación de su hermano mayor. Se detuvo frente a la puerta y suspiro.

-Hermano ¿qué si ya estás listo para poder salir?- le decía mientras tocaba la puerta, pero aun así no hubo respuesta-“esto me está cansando realmente”- ¡Hermano te estoy hablando!

-Ya voy pequeña ¿Ya están todos abajo en la sala?- se escuchó del otro lado de la puerta.

-Sí, así es, ya estamos todos esperándote, soló faltas tú. Así que apúrate- sabía que tardaría milenios en bajar si no le decía eso.

-Voy, solo falta peinarme y bajo con ustedes- mientras se escuchaba cajones abrir y cerrar al parecer era un lío en aquel cuarto.

 

Después de varios minutos más la familia entera estaba en la sala pues esperaban al hijo mayor para poder salir rumbo al pueblo.

-No tengo que decirte como te tienes que comportar ¿cierto?- su voz era dura y dirigida a una sola persona en aquella sala

-Sí papá, no hablaré con nadie desconocido ni me separaré de ustedes- decía la pequeña joven ya una vez sentada y esperando al último miembro de la familia.

-Ya lo sabe cariño, no tienes que repetírselo cada que salgamos- volteo a verlo con cara de cansancio pues cada salida Roberto le recordaba  una vez más que era lo que no debía hacer en público- Ya está grande, sabe que debe y que no debe hacer nuestra hija.

Se hizo un pequeño silencio en la sala hasta que, bajando por las escaleras se oyó la voz del único faltante en esa reunión

-Ya estoy listo, perdón por la demora- se peinaba su cabello hacia atrás

-No sé que tanto haces en tu cuarto si sales igual o peor-se burlaba el hijo menor.

-¿qué acabas de decir niño? Van acá- mientras aún discutían y hacían un escándalo en la habitación se escuchó la voz del padre

-¡Ya basta! Por dios, David ya estas lo suficientemente grande para caer en las payasadas de tu hermano y tú Marcos debes respetar a los mayores- se estiró el cuello de la gabardina y alzo nuevamente la voz- Si ya están todos listos y “educados”- haciendo entonación a la última palabra prosiguió- Ya nos podemos ir, el carruaje nos está esperando desde hace más de media hora- caminando por el pasillo directo a la entrada principal de la hacienda se dispuso a salir y entrar al carruaje.

Enseguida del padre siguió David, después Josh, el pequeño Marcos y al final las dos damas. Ya todos acomodados en el carruaje prosiguieron el viaje.

 

La pequeña jovencita, veía por el vidrio del carruaje, cada flor, cada tienda nueva o cada parada se detenía a observarlo todo con atenta admiración, pues el viaje que ya estaba planeado desde la semana pasada lo estaba esperando con ansias. A pesar que Roberto se negó de primeras a llevarla su esposa logró convencerlo.

-¡Me estas picando las costillas enano! ¡Quítate!- le reclamaba Josh a Marcos.

-Deja de molestar. De primera yo no quiero ir a esa horrenda reunión- haciendo un mohín de disgusto- Nunca hay niños con quién jugar, todos hablan de negocios y cosas de adultos y…

-Pues claro, tú estás enano y no entiendes de eso- Ahora quien le respondía era David.

-Por eso le digo a papá que me deje en casa- para jugar con los animales y no estar aburrido en esa cochina reunión- se dirigía a su padre con cara de súplica.

-Tenemos que ir, es una invitación familiar amor, además en esta ocasión si habrá niños de tu edad con los cuales podrás jugar, pues irán los niños de otras familias- le decía con total dulzura Lorena al pequeño Marcos pues solo tenía 10 añitos para ir a reuniones de negocios. Y es que tuvo una mala experiencia en la que lo llevó su esposo y ahora no quería ir a esas cochinas reuniones como les decía él.

-¿En serio mamá?- con una cara realmente feliz preguntaba a su madre.

-Claro que sí yo no miento, en esta ocasión iremos todos- mirando ahora a su hija y dándole una sonrisa que muy dulcemente respondió la pequeña.

 

Bajaron todos del carruaje, era un día perfecto para ir de compras y la familia Bosco lo sabía. Una vez todos los miembros de la familia estuvieron en la pequeña plazuela del pueblo cada uno tomó su rumbo, Roberto y el hijo menor tomaron camino con dirección a las jugueterías pues Marcos al ser el menor su padre lo consentía en demencia. Mientras que David y Josh  se alejaban hacia las tiendas de caballeros y, Lorena y su hija a la de damas.

 

-Mamá, no puedo respirar, ¿Podrías desajustar un poco el corsé?- agarraba su vientre y se quejaba con su madre- Podría morir un día de estos. Últimamente los ajustas demasiado y al final del día duele.

-Las mujeres deben llevarlo incluso cuando dormimos, así que no te quejes- y seguía ajustando aún más ese estrecho corsé.

- Mamá ¿Por qué aun no me crecen los senos? Mónica la otra vez estaba contándole a Vero que tenía que cambiar de talla pues ya no le quedan, y ella no es mayor que yo- Ahora se tocaba el pecho y miraba el vestido un poco desanimada.

-Ya discutimos ese tema- seguía atando el corsé y dando jalones, haciendo que la pequeña se moviera como una muñeca- ¿Y tú dijiste algo respecto a ti?- preguntó, observando los gestos y ademanes de su hija.

-No- “No es como si quisiera contarle a todos que no tengo pecho”

-¿Segura?

-Sí mamá- “Se burlarían de mí”

-Hija, eres diferente. Sabes muy bien que al nacer tuviste una complicación y por ello te pasa eso, en un futuro te crecerán. Debes usar el comodín que te di mientras tanto para que no se note y con ello no tendrás problemas- estaba acabando de atar el corsé y ayudándole a ponerle el vestido de gala que habían escogido en aquella tienda- Además no tienes que decirle a nadie de esto, menos a la servidumbre.

-¿Y sí algún día necesitará ayuda?- estaba claramente poniendo a prueba a su madre.

-Siempre te ayudaré yo, no necesitas pedir ayuda y nadie debe verte desnuda. Y por eso mismo tendremos que confeccionar este robé* para ti, al igual que los otros. Hay que subir el cuello y bajar más las mangas y también...- agarraba el vestido y veía con atención los detalles que tenía que hacer, pues a todos los vestidos de su hija tenía que hacerles modificaciones y entallarlos y estás eran hechas por ella misma- Creo que nos llevaremos esté, te queda muy bien y son pocas las modificaciones. Te ayudo a quitártelo de una vez.

-Pero este tiene muchos adornos. Me gustaría algo más sencillo mamá-Le suplicaba aunque de antemano sabía claramente la respuesta.

-Este está bien. Disculpe ¿señorita?- le hablaba a una empleada de aquella lujosa tienda ignorando completamente la petición de su hija- Nos llevamos el rosado, le quedo a la perfección a mi hija- se volteó nuevamente al probador y observo como su hija que terminaba de vestirse con sus prendas con las que entró a la tienda. -Iré ahora a escoger el mío, espérame afuera querida.

-Sí madre- cogió su bolso y paraguas y salía del probador.

 

Salió de la tienda y dio un vistazo a la plazuela, era colorida había personas que iban y venían unas conversando, otras con paquetes en sus manos, se podía distinguir las personas de alta y baja sociedad pues las primeras llevaban mayordomos y las otras iban incluso descalzos ofreciendo sus productos, era una gran diversidad de categorías, de trabajos, de personas, había ruido, carruajes pasaban, comerciantes gritaban…era un sinfín de mundo y ella se sentía más viva que ni en muchos años.

A lo lejos se escuchaba la música y todos encerraban en un círculo a lo que se veía era un comediante. Llamó su atención y se acercó casi instintivamente no quitaba su mirada de aquella pequeña multitud casi sin parpadear hasta llegar hasta atrás de las personas. Llegó al frente de esta misma y pudo observar a un hombre vestido muy raro para ella y el cual estaba haciendo un pequeño truco para impresionar a su audiencia.

-¡Oh que vemos aquí! ¡Que hermosa dama!- estaba observando a la joven- ¿¡Me haría el privilegio de ser mi ayudante esta tarde!?- extendió su mano y la puso frente a ella.

-E…est…este…no, gra…gracias pe…- se ruborizó y fue en ese momento cuando se dio cuenta que se había alejado bastante de la tienda en donde estaba su madre y que ahora se encontraba en aquella posición.

-¡No hay nada que temer mi pequeña! ¡Soló escoge una carta y yo adivinaré la que tomaste! ¡Es sencillo, anda el público te está esperando! ¿O me equivoco?- no se hicieron esperar las respuestas de los presentes obligándola a aceptar aquella invitación.

Muy tímida escogió la carta se la enseño al público y mágicamente el hombre acertó en el resultado, se reía y sorprendía por tal acto ahora más relajada pues nunca había visto algo igual parecía magia o cosa de otro mundo.

Siguió ahí un buen rato viendo el espectáculo y riéndose a carcajadas. Poco tiempo después el hombre termino, agradeció a su público y recogió sus propinas.

Ella al ver que se dispersaba las personas opto por también irse. Estaba retirando cuando escuchó una voz.

-¡Oh, hermosa dama!- tocó el hombro de la joven y esta volteó a quien la llamaba- tengo un obsequio para ti, no pongas esa cara, es soló por agradecimiento por ayudarme con el público.

-Gracias pero debo ir a otro lado- se disculpó y siguió su camino.

-No, no, espera por favor- ahora con más confianza la agarró del brazo- es para ti el regalo, es de mala educación no aceptar un regalo- haciendo una gran sonrisa continuo- ¿Acaso no te enseñaron modales? ¿Cuántos años tienes?

-Te…tengo dieciséis años, pero realmente debo irme- trato de soltarse cuando sintió un objeto apuntando en su costado.

-¡Que lastima! Yo quería que me acompañaras un momento para darte tu obsequio o al menos ¿qué quieras desangrarte aquí mismo?- apuntando más con esa pequeña navaja que podía verse entre sus guantes- anda camina conmigo.

Sintió su cuerpo frió nunca había pasado por eso. Y es que nunca se había separado de su madre, jamás estaba sola, siempre estaban sus hermanos cuando su madre no podía, que era muy rara la ocasión pues nunca salió sola al pueblo. Y sintió miedo. Observaba a todos lados y nadie la veía, todos estaban ocupados y apresurados como para molestarse a ayudarle o tan siquiera a ver lo que ocurría a su alrededor.

-¡Ni se te ocurra gritar estúpida!- ahora le decía muy cerca de su oído.

Se alejaron de la avenida y entraron a un callejón.

Seguía acercándole el metal al abdomen y ella cada vez iba retrocediendo más hasta que piso una tabla y está hizo que cayera de sentón sobre el suelo sucio y enlodado en el que se encontraban.

-¡Levántate, eres una estúpida!- le gritaba con enojo y al mismo tiempo ayudándola a ponerse de pie- ¡Anda no tenemos todo el día!- podía sentir el temblor de la chica en sus brazos y eso muy dentro de él lo alentaba a tomar una postura más indiferente, hasta que levantó su mano y le azotó una gran bofetada.

-¡Esperé! No me lastime, le daré todo lo que traigo, no siga.- las lágrimas empezaban a salir y su miedo era incontrolable. Le entrego su bolso y la cadena que traía en su cuello- ¡Tome, es todo lo que tengo conmigo!-en su rostro reflejaba la total desesperación.

Extendió el brazo y revisó el bolso-¿Estas de broma, no? No traes nada… ¡Nada!- la iba a abofetear otra vez pero ella hizo un movimiento rápido y aparto su mano y corrió pero para su mala fortuna resbaló con el vestido y calló de frente.

-¡Sí que eres tonta!- se acercó a ella y la tomó del cabello y la obligó a levantarse, acercó la navaja a su rostro y fue hundiéndola en su mejilla.

Estaba totalmente aterrada, las lágrimas empezaron a salir sin control, su pecho latía deprisa y cerró los ojos.

 

-Que milagro Mago ¿aún te estas divirtiendo?- se escuchó una voz en lo profundo del callejón- Pensé que habías cambiado un poco y que eras más decente- se burló y se acercó a donde estaban los otros dos.- Que viejos tiempos ¿no?

La chica abrió los ojos y observo a aquel hombre, aunque por la oscuridad no lo distinguió muy bien, solo sabía que era alto y con una voz profunda.

-¡Amigo pero que milagro! Tenía tiempo sin escuchar de ti- dejó de un lado a la joven y se acercó- ¿Cómo llegaste hasta acá?- lo agarró de la cabeza y junto su frente con la de otro- Que bueno que estés aquí, se te extrañaba- el hombre correspondía el gesto

-Tengo asuntos pendientes y vengo con mis hombres, y son asuntos que me gustaría que supieras- estrecharon manos y ambos rieron como viejos amigos. La joven los miraba extrañados y de un momento se desconcertó.

-Pero espera tengo algo que hacer- miro a la chica y se acercaba nuevamente a ella.

-Ya déjala, tenemos que ponernos de acuerdo en unas cosas- le dijo mientras llegaba y ayudaba a que se pusiera de pie la joven- además Klein está en el bar y quiere verte, vinimos especialmente por ti.

-Bien, iré enseguida a ver a ese bastardo- sonreía- Encárgate de ella- se marchó y fue directo al bar.

-Deja de temblar, ya no vendrá- observo con más detenimiento a la joven, era hermosa pero ahora estaba toda sucia de lodo y su cara totalmente roja del llanto- Mejor dime ¿cuál es tu nombre?- la soltó y esperó a que se recuperará un poco del susto.- Anda dime

-Me… me llamo Ad…Adeline- aún tenía el llanto pero más controlado- y… y usted ¿cómo se llama?- pregunto por puro nerviosismo.

-No soy tan viejo para que me llames de usted- se carcajeo- Me dicen Bast, pero todos me dicen jefe- le sonrió- Mejor te llevo a un lugar menos peligroso, este no es lugar para ti, hermosura.

Salieron del callejón y ahora podía verlo con más claridad, era joven como le había dicho antes, no pasa de los 30 años, era alto, y bien formado, cabello oscuro y barba cerrada, con unos ojos marrones y cejas gruesas y tupidas, realmente era apuesto aquel hombre, aunque su vestimenta daba a conocer que era de clase trabajadora. Quedó embobada por un momento, hasta que aquel hombre la dejó en un lugar más transitable. Muchos que pasaban se le quedan viendo pues ahora Adeline estaba en esas fachas no tan bien aceptadas para un lugar muy concurrido.

Se observó y vio su estado tan mal, “mi padre me va a matar” fue lo primero que pensó. Cuando se dio cuenta ya no estaba aquel hombre y se encontraba sola, limpió su rostro del poco rastro de lágrimas que aún había y camino directo a la tienda en la que se encontraba su madre.

 

-Pero ¡¿en dónde estabas muchachita?! ¡Llevo horas buscándote! Mírate, estas toda sucia y… ¡¿en dónde demonios estabas Adeline?!- su madre le gritaba por tales fachas en las que se encontraba y es que desde hace una hora estaba buscándola y no encontraba a su hija- ¡Por Dios, si yo me pongo así, ¿Ahora imagínate a tu padre?!

-Me caí mientras caminaba en la plaza- fue lo único que se le ocurrió decir y, es que si decía la verdad temía que tal vez esa fuera su última salida de la hacienda o incluso de su habitación- Lo siento.

- Ya no importa, vamos tu padre y tus hermanos están esperando en el carruaje- No podía regañarla más. Caminaron directo a donde se encontraba el carruaje.

 

 

Roberto estaba de pie a lado del carruaje esperando. Cuando llegaron su esposa e hija, observo a la última y su rostro cambió por completo a ver en qué situación llegaba. Enfureció y sin rechistar la golpeó en la mejilla y subió al carruaje. Nadie dijo nada, ni sus hermanos ni su madre. Lorena subió al carruaje después de darle un paquete al chofer y enseguida subió ella y el chofer se puso en marcha de regreso a la hacienda.

 

Llegando a la hacienda los empleados ayudaron con los paquetes y los patrones e hijos bajaron.

Adeline corrió a su habitación a cambiarse y enseguida bajo a la cocina con Verónica su amiga, pues debe muy pequeña llegó a la hacienda a trabajar y no esperaron en hacerse amigas.

-¿Ahora que te paso en la mejilla?- le decía mientras amasaba la harina para el pan de la cena

-Mi padre me golpeó- bajo la cabeza- pero no es nada ya sabes cómo es conmigo- suspiró

-Ni que decirte Adeline. Tu padre es una bestia contigo ¿no sé qué le pasa?- le decía con voz dulce, pues Verónica era mayor que ella por 3 años- ven acá- la tomó del brazo- ponte esto en la mejilla antes de que se te hinche- le acercaba un trapo mojado.

-Gracias Vero- tomó el trapo mojado y se lo puso en la mejilla- pero vengo realmente a contarte lo que me paso hoy- cambió tan rápido de expresión de una triste a una alegre.

-¿Pues qué te paso? ¿Por qué tan alegre?- pues notó el cambio de humor de Adeline.

-Te cuento, hoy fuimos a la plaza y…

No cortó ningún detalle a su amiga, pues había vivido una gran aventura, contaba la historia muy emocionada, pero al final salió regañada por Vero pues no estaba tomándole la real importancia al asunto.

-¿Qué tal si te hubiera dañado de verdad? Adeline piensa antes de actuar por favor- le regañaba sin parar.

-Pero Bast llegó y me salvó y es muy guapo también y…- se ruborizó hasta las orejas.

-Parece que te intereso además de un gran salvador- ironizó- Pero bueno, es ventaja, pensé que jamás te atraerían los hombres-  se carcajeó

-No es eso- su cara estaba completamente roja- soló que él me salvó y estoy agradecida.

-A veces eres rara Adeline. Nunca pensé que te fuera a gustar alguien- sonrió- Y te viene a gustar por primera vez un tipo como el que me dices- se puso pensativa-Tal vez sea tu primer amor- le sonrío.

-¿Tú crees?- y se echó a reír Vero por la inocencia de su amiga- No te burles- infló los cachetes- Además nunca lo veré, nunca salgó- entristeció de inmediato.

-Ah, tranquila Adeline- la abrazó- es porque eres muy pequeña y a tu padre no quiere que te dé ni el aire- Toma esta experiencia como un amor platónico.

-Gracias por escucharme Vero- Tenía razón su amiga, lo dejaría como un lindo sueño y como su primer amor platónico, como su salvador. Bast, ahora significaba más que la simple palabra de  líder para ella y menos que un sueño para su vida.

Notas finales:

Me encanta la epoca en donde las mujeres usaban vestidos ampones, sombreros y sombrillas. Era una epoca muy elegante y fascinante para mí. Por ello lo estoy basando en está epoca n.n

Bueno, me despido.


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