Hola soy Ji Young y vengo de Gyeongju. Estoy camino al dormitorio de la universidad, al cual me mudaré. Las clases están por empezar y muero de la emoción pues Seúl es una ciudad muy grande.
Se me hace difícil en cierto modo acostumbrarme a este lugar lleno de gente. Por ejemplo el metro. Es mucha gente junta. Empiezo a sentirme algo sofocado. Pero al menos no es un lugar tan aburrido como mi hogar.
Nos detenemos en la estación. Una suave voz anuncia la parada y las puertas se abren dando paso a una manada de gente que entra empujándome a las puertas del otro lado del vagón. Trato de tomarlo de buena manera cuando algo hace que mi corazón pare. No, no puede ser. Siento como mi sangre se hiela y una fría corriente me recorre, empiezo a sudar. Mi entorno da vueltas mareándome y siento nauseas.
Que asco que asco que asco que asco. Un repugnante tipo me está tocando el trasero. Sé que mi trasero es grande, muchos lo han confundido con el de una chica y mi 1,60 y complexión delgada no me ayudan en nada. Pero este tipo se está propasando y no puedo moverme. El miedo y repulsión me tienen paralizado. Quiero gritarle que me suelte. Siento como estruja y pasea sus manos por la zona. Todo me está revolviendo el estómago. Mi corazón late frenéticamente y el sudor frio corre por mi frente. Puedo al fin mover mi mano despacio para soltarme cuando el mal parido pone la suya encima de la mía en el tubo del transporte. Me aprieta muy fuerte, recargando todo peso inmovilizándome, siento su asquerosa erección en mi cadera.
-“Que delicia de trasero tienes, pequeña zorra”- siento como aprieta y al soltar la zona me nalguea. Un grito desesperado es sofocado por el horror que me invade. Trato de tranquilizarme y pedir ayuda. Tiemblo de pies a cabeza. Siento que el color me ha abandonado, así como la respiración me hace falta.
………………………
Felicidades Seung Hyun al fin saliste de la casa de tus padres. Estoy rumbo a los dormitorios de la universidad. Entre después de todo. Pensé que volvería a reprobar ¡Pero no! Esta vez me concentre y dedique a muerte.
Me emociona poder estar independiente y en la universidad que elegí. Voy tranquilo en el metro, es el medio más rápido. Aunque no me agrada, la gente se amontona y siento no poder respirar. Además mucha gente se me queda viendo y los niños son los más descarados mi más de 1,90 es demasiado llamativo a veces. No sé si sentirme bien o mal al respecto.
Estoy tranquilo en mi lugar. A lo lejos veo una pequeña chica. Tal vez mida 1,50 y tantos, es delgada. Trae un pantalón suelto y una sudadera con la capucha puesta. Es algo despreocupada pero, se me hace tierna. Siento sonrojo de pensar en algo así. Soy un total desconocido para ella y terminare asustándola por lo matón que parezco con mi estatura. Me dedico a solo verla por un momento. Mi atención es desviada a la siguiente parda, una voz suave anuncia la estación y un torrente de gente se adentra al vagón, término lejos de mi lugar y un poco abrumado. Es lo que siempre he odiado de este transporte. Después de un par de minutos me concentro en encontrar a la pequeña chica. De seguro la aplastaron contra las puertas.
Tardo poco en encontrarla, mi estatura me permite ver todo. En efectivo está pegada a las puertas, es algo peligroso porque la siguiente estación se abrirán y podría caer. Estoy pensando en tontería y media cuando noto algo raro. Su cara refleja miedo puro, le falta color. Parece temblar y ahora que veo bien un tipo está demasiado cerca de ella.
Un enojo se apodera de mí, odio el acoso en transportes públicos, esos tipos son un asco. Me abro paso rápidamente hacia ella cuando me paro atrás del tipo, puedo ver perfectamente el acoso. El muy imbécil le esta manoseando y recargándose en ella. Me imagino su terror y con fuerza lo agarro del brazo y aparto de ella.
-“Aléjate maldito pervertido”- lo jaloneo tan fuerte que ella en el jalón se gira y queda recargada en mi torso. El imbécil se asusta tanto que se zafa brusco, más el movimiento del transporte no ayuda mucho y ella y yo trastabillamos. Trato de sujetarla cuando siento algo muy suave y esponjoso entre mis manos ¿Qué es esta sensación? Aprieto mis manos y siento mis dedos se hunden, la textura es lisa y turgente, bastante deliciosa al tacto. Siento como el pequeño cuerpo recargado en mi tiembla completo. En ese momento me doy cuenta que estoy agarrando con ambas manos su muy generoso trasero. Oigo un ruidito tan excitante, un pequeño gemido y su aliento caliente en mi pecho. Sus pequeñas manos estrujan mi playera. Estoy tan inmerso en la sensación de su carne entre mis dedos que vuelvo a apretar ese par de nalgas tan al tamaño de mis manos y vaya que mis manos son grandes. Su cuerpo se vuelve a sacudir, sus uñas alcanzan arañarme a través de la ropa y esta vez oigo un fuerte, quebrado y agudo grito de placer. Bajo mi vista y quedo perdido. Tiene unos labios rellenos, muy rosas y mojados. Su piel es pálida y las mejillas actualmente están de un rojo incandescente, una naricita perfilada, sus ojos acuosos, el ceño fruncido y parte del rojizo cabello pegado a su frente. Es la expresión más erótica que he visto nunca. Trato de respirar con normalidad, fuerzo a traerme a la realidad. Un poco del movimiento del vagón me hace ver que mi erección choca contra su cuerpo y no solo eso.
-“P-por favor… suéltame mmmn”- su voz, más bien parece un suspiro caliente contra mi pecho. En ese momento me doy cuenta que no es una chica. No siento pecho alguno recargado en mí y si noto una erección en mi muslo, frotándose por el movimiento.
Me asunto tanto, porque estoy siendo así o más maldito que el acosador ese y aparte ¡es un chico! ¡Un chico!
Dejo de aplicar fuerza, él al sentirse libre me empuja justo al tiempo que paramos en la estación, las puertas se abren a sus espaldas y sale corriendo.
En mi cabeza solo queda el eco de su voz. Un lloriqueo acusándome. ¡Pervertido! Lo que me dijo al empujarme.
Cielos ¿Qué ha pasado? ¿Qué he hecho?
…………………..
Llego agitado a mi dormitorio, reviso y por ningún lado esta. No está mi compañero. Uuuff llegue antes que él.
Busco las cosas de la mudanza que mande primero. Veo que esta todo. Por más que intento distraerme no puedo concentrarme, organizo mi ropa. Busco arreglar o ubicar mis pertenencias. Mi corazón aún no se ha podido tranquilizar. Fue horrible lo que me paso en el metro.
¡No me vuelvo a subir a ese infierno! ¡CASI PIERDO MI VIRGINIDAD AHÍ!
Me siento horrible. Veo mi reflejo en el espejo. Mis cachetes hacen competencia con mi cabello, estoy sonrojado, sudando por lo que tuve que correr hasta acá. Me siento sucio. Y no solo por el acosador ese. Si no por el tipo que vino a “ayudarme”. Cuando me toco el acosador solo sentí asco. Quería vomitar y tenía mucho miedo. Pero en cuanto el tipo este alto puso sus manos en mi trasero. Toda una corriente eléctrica me recorrió el cuerpo. Sentí placer con cada apretón. Incluso sus dedos se movían y hundían en mi carne. Fue tan extraño. Me sentí excitado, incluso me puse duro. No pude controlarme. No es la primera vez que me tocan el trasero. Siempre me acosan por eso. Pero nunca, NUNCA he sentido placer o algo así, solo asco, miedo y enojo. Pero nunca me pareció tan bueno. Por el mismo placer que me produjo sus enormes manos no podía moverme. Incluso en cualquier momento sentía que me venía.
Me dejo caer al suelo, no pude ser. Me pongo duro con pervertidos que me manosean en el metro. Sinceramente quiero llorar. Me resigno a que mi trasero siempre me va a traer problemas, mejor me cambio.
Voy por un par de cosas al otro lado de la habitación, la sensación de las manos del tipo en mi trasero no se va todavía. Me quito los pantalones, y por mera curiosidad me toco el trasero. Demoni…
En ese momento se oye como la puerta se abre de improvisto. Y aquí estoy yo medio recargado en la cama en bóxer tocándome el trasero….