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Permanece a mi lado por ysol26

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Notas del fanfic:

Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales.

Prólogo

¿Qué podía decirles a mis hermanos sobre el amor? ¿Quién era yo para juzgarlos si ahora podía entenderlos? Ahora que era yo quien sentía ese amor incontrolable por la persona incorrecta. No es como si uno pudiera frenarlo, controlarlo, reprimirlo; no se trata de eso. Contra más te resistes, más lucha por salir a la luz, y claro que no ayuda que la otra parte mande mensajes confusos todo el tiempo. Yo los veía a ellos tratando de ocultar sus sentimientos y parecía algo fácil. Pero no. No lo era. Tratar de no sentir, tratar de no amar, tratar de mirarlo queriendo agarrarlo y apretarlo contra mí para que se quede conmigo y no poder hacerlo, no era fácil. Se trataba de disimular todo el maldito tiempo y era algo absolutamente desgastador. ¿Fácil? Fácil es respirar a pesar de no sentirse vivo. Amar no es fácil, no sería amor si fuera así. Sufres, lloras, aprendes y al final te preguntas ¿Valió la pena? Y entonces sonríes, porque aunque no lo valga sabes que fue algo malditamente increíble.

 

Capitulo 1

 

Siempre me sentí diferente. No sólo por la familia en la que me había criado que ya es mucho decir, sino porque me daba cuenta que sentía diferente a los demás; muchas cosas que hacían los muchachos de mi edad no me gustaban: odiaba el deporte, odiaba las fiestas, odiaba las relaciones serias, las relaciones libres, las relaciones en general.

No tenía muchos amigos, visto y considerando que nos habíamos mudado hacía poco a este nuevo lugar, y más aún porque era totalmente antisocial.

Cuando recién ingresé al colegio, mis hermanos ingresaron al mismo lugar que yo. Piera se hizo de tres amigas el primer día, Fidel hablaba con todos los profesores y los alumnos lo buscaban para entablar una conversación también. Yo no. Estuve solo alrededor de cuatro o quizás cinco meses. Sí. Había muchachos y hasta chicas que se acercaban a mí, pero simplemente yo era como un repelente de personas.

Comencé a hablar con unos muchachos que fumaban en los recreos detrás de la escuela, ellos eran tan antisociales como yo y me gustó su "onda", sobre todo porque no hablaban demasiado, les gustaba escuchar música más o menos aceptable, y no se metían en la vida de los demás. Luego de un par de meses me había dejado el pelo bastante largo, un poco de él tapaba uno de mis ojos; vestía de negro, fumaba a escondidas y salía sólo a ver algún otro recital. Lo más importante, tenía un grupo al cual pertenecer.

Pero entonces llegó él. Ese estúpido muchacho, alto, buen mozo, atlético, popular. Tomás.

Todos lo conocían, quiero decir, era el muchacho más inteligente de la escuela, y siempre había sido amable con todos. Fue cuando tenía 16 años, él se cambió de curso porque a uno de sus amigos se había cambiado de colegio y había quedado en el mío; lo conocía desde antes por supuesto, Tomás era el primero en todo y su nombre era reconocido. Lo había visto en educación física un par de veces, tantas que mis ojos ya lo buscaban automáticamente cuando empezábamos a practicar algún deporte. Claro que él no sabía de mi existencia, ni lo haría tampoco, no podría ser amigo de un hombre que llamaba más mi atención que cualquier muchacha del colegio.

Día tras día me fui dando cuenta que en cada lugar en que Tomás aparecía mis ojos estaban sobre él; sé que no se había dado cuenta de mi mirada, él sólo tenía ojos para las chicas bonitas del curso.

-Entonces ¿Haces algo este fin de semana? –consultó Samara, una de nuestras compañeras. Por lo que había oído lo había intentado varias veces con él, pero Tomás era más de muchachas tranquilas y no tan "regaladas".

-Tú sabes –respondió él con la voz gruesa, baja y calmada que tanto lo caracterizaba –debo estudiar un par de cosas porque quiero mis vacaciones en paz este año.

-Oh... vamos, es sólo un día –insiste la muchacha y me resisto a verlos, tengo los ojos clavados en la lluvia del exterior. –No pasará nada porque salgas a divertirte un día...

-¿Quién dice que no me divertiré este fin de semana? –consulta con voz seductora y miro en su dirección.

Nuestros ojos nunca se habían encontrado. Pero ese día fue distinto. Me miró y mantuvo sus ojos en los míos mientras mi corazón dejaba de latir por algunos segundos...
Respire profundo sin dejar de verlo y desvíe la mirada al exterior justo en el momento en que él vacilaba una sonrisa. De seguir así, él terminaría por dejar mi mundo patas para arriba.

No sé que habrá hecho ese fin de semana pero lo que sí sé es que desde ese día comenzó a acercarse a mí, me saludaba, se sentaba conmigo, me invitaba a actividades e incluso me llamaba a mi casa. Todo esto si tener ni una respuesta de mi parte, más que un par de "no", "no quiero", "no me agradas", "déjame tranquilo". Claro que él no se daría por vencido tan fácilmente.

-Hey –dijo sentándose en el banco frente a mí en el segundo recreo, dónde todos estaban tomando el refrigerio.

-Hey...

-¿Cómo estás Rocco?

-Bien.

-¿Has visto el día? –lo miré, realmente estaba tratando de ignorarlo, pero esa pregunta estúpida me hizo posar mis ojos en él. Tomás estaba colorado y había desviado sus ojos al exterior. –Lo lamento, estoy nervioso. No sabía que más decir... es difícil tratar de acercarse a ti, no quiero fallar y no sé qué hacer.

-¿Qué importa de todas maneras? –dije volviendo mi vista al dibujo que estaba haciendo. –No eres menos inteligente por no poder entenderme. Soy así –sentí sus ojos en mí nuevamente, pero no volvería a verlo; sentía algo extraño cuando nuestros ojos se encontraban, algo que no debería sentir. –Deja de intentarlo.

-No quiero –me resistí. No lo miraría. –Quiero ser tu amigo.

-¿Por qué?

-Sólo quiero... -una de sus manos tomó la mía, la que no paraba de trazar el boceto que hacía. Captó mi mirada, eso era una situación incómoda. ¿Él me estaba tratando como a una chica o sólo quería que me quedara quieto? -¿Por qué no sólo amigos? Ni siquiera lo tienen que saber los demás, es algo...

-Déjame –corro mi mano y lo miro furioso. No era furia con él, era con lo que me hacía sentir. Eso estaba mal, a mí me tenía que gustar la mujeres, pequeñas, suaves, delicadas, no él. –Deja de molestarme.

-Rocco –ahora tomó mi mentón para obligarme a mirarlo. –No me rendiré, tarde o temprano cederás.

-Si Fidel te pidió que hicieras esto lamento decirte que no funcionará –digo con enojo. Piera se había ido y las cosas habían estado cayendo en picada, Fidel ya no podía manejarme.

-¿Piensas que tu hermano me pediría algo así?

-Eres uno de sus mejores alumnos, claro que lo haría.

-No es por él –me soltó y se sentó cómodamente. –Digamos que siempre quise tener un amigo emo.

-No soy emo –espeto de mala gana.

-Lo que sea –se pone de pie. –Hay tarea de historia, hoy vamos a mi casa después de clases.

-Para ser un nerd eres bastante extraño –aseguro suprimiendo una sonrisa. Esa había sido una orden.

-Si fue un alago muchas gracias, te veo a la salida.

Y me esperó en la salida. Ese día y los siguientes de allí en más.

Notas finales:

Espero haber subido bien el cápitulo! Me maree un poco pero creo que hice todo bien! Que lo disfruten <3


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