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Pupilo por HoneyLemon

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—   ¿Por qué pones esa cara? Ya lo sabías, ¿no?

Kris tenía razón, ¿Por qué se enojaba tanto? Si al final de cuenta siempre supo que Bora era una desequilibrada cuando se trataba de mantener las piernas cerradas. Aún no entendía como habían durado tanto juntos.

—   Te iba a comentar. —comentó de repente su amigo mientras bajaba la taza de café

 

—   Buenos días

La repentina entrada de Hyoyeon hizo que ambos se enderezaran aún más en la silla. Sus columnas estaban tan derechas como una varilla. Fue cuando ambos respondieron al unisón:

—   Buenos días

La mujer de tez blanca solo había entrado para intercambiar palabras con el chino acerca de una clase mientras buscaba sobrecitos de azúcar para su té orgánico y vigilaba discretamente lo que hacían en su tiempo libre. Su jefa era una mujer muy estricta. Rara vez la había visto sostener una sincera amplia sonrisa o una risa espontanea, todo era fingido, como si fuera su deber parecer la más pulcra y la más correcta.

—   Al fiiiiiiiin…

Hyoyeon había traspasado la puerta, no sin antes advertirnos someter las calificaciones de los estudiantes al nuevo sistema computarizado. Estaba siendo un desastre para todos adaptarse a la tecnología y sobre todo implementarla durante las clases. No creía que duraría mucho el invento, tarde o temprano todos se alzarían en protesta.

—   Como te iba diciendo…

Kris suspiró y peinó con sus dedos su rubia cabellera mientras volvía en sí.

—   Este fin de semana que pasó, me di el lujo de probar ese nuevo programa o fraternidad que se está volviendo famosa, ya sabes, la de los chicos buscando trabajos en oficinas de alta gerencia y lugares de alto nivel para mantenerse.

 

—   Sé directo.

Si había algo que conocía de Yifan desde hace mucho, era lo compulsivo que era para restarle importancia a las cosas. A primeria instancia lo ves y piensas en la arrogancia, está vestido siempre de traje, zapatos de marca, relojes de diseñadores, y todo ese tipo de cosas que la gente asociaba con lo superficial; pero en realidad él no era arrogante, era un hombre aventurero y amante de los gustos que nunca se pudo dar por la extrema pobreza que vivió en China. Era un gran amigo y compañero de trabajo.

—   Pedí los servicios de “Sugar Daddy” —comentó directamente mirando como Suho escupía todo su café encima de la mesa

 

—   ¿QUÉ? ¿ESTAS DEMENTE?

 

—   Te puedes calmar, pedí los servicios de otra universidad, no de ésta. No estoy tan loco para que me boten de aquí. —tomo de su taza de café tranquilamente mientras cruzaba los pies y arreglaba su gabán

 

—   Sigue siendo una locura, alguien puede enterarse y…

 

—   No hay forma de que pase —lo tranquilizó— hay contrato de privacidad de por medio y créeme cuando te digo que les costará mucho si algo sale de las cuatro paredes.

 

—   Sigue siendo una locura.

Claro que era una locura total. ¿Cómo podía pagar por favores sexuales a estudiantes? Los Sugar Daddy son una organización —por así decirlo— que se dedican a permitirle a los estudiantes que cursan para obtener un bachillerato, maestría y doctorado, una oportunidad para conseguir a alguien que pague sus cursos a cambio de sexo. En otras palabras, era PROSTITUCION.

—   Bueno —lo miró y sonrió maliciosamente, ahí venía un comentario de los suyos— para ser estudiantes tienen una habilidad increíble con las manos y la boca. Es cierto eso que dicen de los universitarios, son “multi-tasking”.

 

—   ¿Tienen? —entrecerró los ojos de forma acusadora— ¿Fue con más de uno?

 

—   Oh, sí. —Kris apoyó los codos sobre la mesa envuelto en la conversación— Dos ángeles hechos exactamente para coger. Uno de ellos era menudito de ojos pequeños y piel blanca, tenía una boca tan malditamente deliciosa —negó con la cabeza de pronto— y lo que hacía con ella era tan….

 

—   CALLATE —dijo en un grito ahogado— si alguien te escuchas vas preso, y de paso me meten a mí por ser tu cómplice.

 

—   Pingüino, relájate. Los muchachos son mayores de edad. No es que están siendo obligados a prostituirse, al contrario —sonrió mirando más allá de los ojos de Suho— están más que dispuestos a complacer.

 

—   Voluntarios o no, ellos…

 

—   Inténtalo

 

—   ¿Qué? —Suho parpadeó un par de veces a la vez que se subía los espejuelos al puente de su nariz— Estas delir…

 

—   No, no lo estoy. Estoy viviendo mi vida a base de mis gustos, ¿recuerdas?

La habitación se había vuelto aún más pequeña con el cambio de ánimo del chino quien lo miraba de forma seria. ¿Cómo podía olvidar su promesa? Cada día se levantaba y se miraba al espejo y decía: “Hoy será ese día, hoy me dejaré llevar por que lo que siento y quiero. Hoy le daré un cambio a mi vida” Todo para terminar sentado frente al televisor antes de las 4 p.m.

Había acordado hace unos meses cambiar, no, había prometido cambiar junto a Kris. Cometer locuras, irse de fiesta, amanecerse bebiendo o hablando con alguien, pero simplemente no tenía energía ni motivos.

—   Bora se ha ido —se levantó de repente tomando su maletín— Bueno, nunca realmente ha estado ahí para ti. Nunca, ni cuando más lo necesitabas.

 

—   ¿Quieres que termine con ella?

 

—   Para serte honesto, no. La perra tiene acceso al Club de Golf de Busan y realmente adoro a las masajistas de ahí. No estoy listo para decirle adiós a esas manos.

 

—   Explícame —rodó los ojos rendido ante su contrariedad

 

—   Te daré el número al que llamé. Ellos te enviarán una revista, escoge al que te guste. Yo pago esta noche. —se detuvo frente a la puerta— En cuanto a tu novia, no tienes que dejarla ni decirle nada, después de todo, ella no te dijo que se acostaba con Yunho.

 

El día había transcurrido con normalidad, dio sus clases como de costumbre, sin ningún incidente. Había estado pensando toda la mañana acerca de las palabras de Kris, sobretodo no podía quitarse de la cabeza lo molesto que estaba cuando había cuestionado su cordura.

Su intención no era ofenderlo. Quería que viera el peligro de sus decisiones aventuradas. ¿Fornicar con estudiantes? Ni loco…

Su bolsillo vibró de momento sacándolo de sus pensamientos, metió la mano en el bolsillo y sacó el móvil dejando con la otra mano en el mostrador de la cocina las bolsas plásticas que cargaba desde el supermercado.

Toco en la mensajería el chat que tenía con Kris y en ese preciso momento recordó que el menor le había prometido enviarle el número de los Sugar Daddy. De hecho, había archivo descargando en el chat.

Suho guardó la compra y acumuló las bolsas en una estantería en una esquina, cuando volvió a su teléfono, éste mostraba una foto con un número local que conocía, era la línea de comunicación telefónica general de las universidades gubernamentales del país. Era el mismo número al que llamaba para excusarse cuando se ausentaba, ¿Cómo podían usar el mismo número? ¿Acaso el consejo no se daba cuenta de que usaban la línea para esta clase de cosas?

Pinchó la foto con sus dedos en un intento de ampliar la imagen justamente donde estaba escrito la extensión cuando recibió una llamada entrante de Kris.

—   Dímelo

 

—   ¿Recibiste la foto?

 

—   Sí.

 

—   ¿Llamaste?

 

—   No voy a llamar.

 

—   Otra vez con la misma mierda —un suspiró se escuchó del otro lado de la línea— ¿Cuánto tiempo te queda antes de que te vayas y me abandones en manos de Lee Soo Man y el otro pendejo? ¿4 meses? Te largas en 4 meses y no has cumplido absolutamente nada de lo que prometiste, no has hecho nada de lo que pusiste en la lista de deseos. Estas viejo para estar aplazando estas cosas. ¿Cuándo vas a coger al toro por los huevos? ¿Ah?

 

—   Estaba pensando acerca de eso —susurró mientras jugaba con las llaves de la casa en las manos— ¿te gustaría ir conmigo a ver a H.O.T?

 

—   ¿A quién?

 

—   Estaba en mi lista y creo que debemos empezar por...

 

—   Suho —interrumpió fríamente— H.O.T es un grupo disuelto desde el 2001.

 

—   No jodas…

 

—   Suho llama al puto número ahora o llamo yo y hago que lleguen hasta tu casa —gritó— tú decides

 

—   Yo llamo.

 

—   Entonces llama ahora y pon la llamada en modo “conferencia”, así sé que no me estas mintiendo.

 

—   Kris no tengo fuerzas ni ánimo para hacer esto. —aunque estar con dos chicos siempre había sido su fantasía y lo más que anhelaba hacer, él sabía claramente que por más que quisiera no sería capaz de mover un dedo bajo la circunstancia— Dejémoslo para otro día, ¿sí?

 

“Gracias por comunicarse con la fraternidad Sugar Daddy, favor introduzca el número de una extensión, sino permanezca en línea hasta que uno de nuestros representantes pueda asistirle.”

 

—   ¿Qué carajo haces? —gruño el pelinegro— No haré esto.

El mayor no tuvo respuesta, en cambio se escuchaba como presionaba las teclas del teléfono para indicar la extensión. Su amigo estaba fuera de sí.

—   Habla la fraternidad Sugar Daddy, ¿en qué puedo servirle? —una chica energética y bastante jovial se escuchaba desde el otro lado de la línea, sino fuera por sus palabras, Suho hubiera pensado que estaba llamando alguna agencia de gobierno con tan esbozaste profesionalismo

 

—   Buenas tardes, quisiera saber si tienen personal para esta tarde.

Suho no sabía que decir, todo se escuchaba tan “natural”, justo las palabras que decía cuando mandaba a pedir comida a domicilio. Gruño frustrado y se dejó caer en el sofá rendido ante la inminente trampa de su amigo.

—   Claro que sí, ¿para qué provincia?

 

—   Seúl.

 

—   Perfecto. —un constante tecleo esporádico sorprendió al mayor, ¿Qué demonios tecleaba la mujer? No le había dado su información— Le estoy enviando los catálogos a su móvil. Quiero recordarle que contamos con una variedad extensa de chicos y chicas que estarían dispuesto a satisfacerle en caso de algún cambio en su pedido. En caso de algún disgusto o desacuerdo, no se abstenga de informarnos, aunque no suelen suceder, debido a que el cliente firma un contrato con nuestro personal donde ambos aclaran los límites de la relación.

 

—   Sé lo que dice. Firmé contrato el viernes pasado y realmente estoy fascinado con el servicio. Es una lástima no haber solicitado los servicios antes.

Suho se obligó a despegar el auricular de su oreja y mirar la pantalla de su celular para comprobar que en efecto todo eso estaba pasando, aturdido volvió a poner el celular en su oreja.

—   Me alegro oír eso. —dijo cordialmente la mujer— Entonces, ¿Cuál es el nombre de nuestro cliente?

Kris se tomó la libertad de “llenar” el formulario de información básica por él, desde lugar de trabajo hasta tres opciones adicionales de contacto, lo cual parecía completamente absurdo para pedir los servicios de un prostituto. La mujer luego explicó que toda esta información era en caso de que hubiera problema con el pago, algo que no creía del todo.

—   Bueno, el record está hecho en sistema, solo falta que escoja su compañero ideal.

 

—   Muchas gracias por tu servicio.

 

—   A la orden siempre, no olviden que estamos para servirles siempre. Hasta la próxima.

La mujer enganchó y Suho todavía seguía petrificado en el sofá mirando la pantalla de su tv apagado. ¿Qué carajos acababa de pasar?

—   ¿Suho? —Kris hablaba desde el otro lado del teléfono. pero realmente no quería hacer esto, él simplemente no podía— Mira el catálogo y escoge a los dos chicos que quieras. Vamos, no tengo toda la tarde para estar calentándote el culo.

A regañadientes, Suho puso en altavoz la llamada y buscó en la mensajería instantánea el supuesto catálogo. Descargó el archivo y se sorprendió que en efecto era una revista, en su portada se podía ver el nombre de la revista y un chico de espalda abrazando por la cintura a una chica que miraba a la cámara por encima del fuerte hombro. Lucía bastante profesional para ser lo que era.

—   ¿Qué opinas?

 

—   Solo veo la portada.

Deslizó su dedo sobre la pantalla cambiando de pantalla y ahí estaba. Cada página mostraba un chico diferente, adjunto a cada foto había un pequeño cuadro que indicaba el nombre “profesional” del estudiante, intereses y costo por servicio. Los chicos no se veían mal, había una gran variedad para todos los gustos, pero ninguno le llamaba la atención hasta ahora.

Y justo cuando llegó a la página 35, se detuvo. Pinchó la imagen y la agrandó. Era un chico moreno acostado en una cama de sábanas blancas mirando de forma tan intensa a la cámara que era imposible no mirar. Sus labios eran carnosos y deliciosos.

—   Dijiste que pagarías tu hoy, ¿verdad?

 

—   ¿Ya encontrastes uno? —su voz no sonaba sorprendida por el hecho de que ya tenía su elección, sino emocionada— Sí, voy a pagar.

No había problemas con que el soltara “la torta”, al contrario, le gustaba bajar la cifra extravagante de su cuenta de banco con frecuencia y lo haría con mayor gusto si fuera para propósitos beneficiosos —como en este caso—; pero ya que el rubio lo había metido en esto, era mejor hacerle pagar.

—   Perfecto. El que quiero se llama Kai.

 

—   ¿Y el otro?

 

—   Este vale por dos. —comentó mirando aún la foto del chico, era fascinante, sumamente hermoso.

 

—   Oye, te dije que yo pago. Tranquilo que hay “torta” para gastar. Usted diga nombre que yo le voy a cumplir el sueño del trío.

Entre risas el pelinegro siguió ojeando la revista hasta encontrar a…

—   Lay, el otro se llama Lay —susurró para sí mismo, estaba fascinado con el chico detrás de la pantalla

El chico estaba tirado en el suelo, parecía el suelo de una cancha de baloncesto. Él estaba recostado sobre los codos mientras su camisa sin mangas estaba revelando su abdomen. Mordía el extremo de la camisa mientras miraba a la cámara con una sonrisa juguetona. Suho no pudo evitar mirar su fuerte abdomen mientras descendía su vista hacia el paquete abultado de sus pantalones. Era glorioso.

—   Okay, ya les envié el mensaje. La operadora con la que hablamos me dijo que llegarán a las 8 p.m.

 

—   ¿Qué?


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