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Mánager [JaeYong] [NCT] por Kuromitsu

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Las luces se encendieron y ya no hubo tiempo alguno para más preparaciones: con el aplauso del público presente la transmisión en vivo comenzó.

Y JaeHyun desplegó una confidente sonrisa.

—…como sabrán, el invitado de hoy en nuestra sección de tendencias no es nadie más ni nada menos que el naciente modelo estrella, ¡Lee TaeYong! —los aplausos no tardaron en llegar ante la voz de la presentadora y miró hacia la silla de cuero posicionada a su derecha. El aludido se levantó de ella y agitó la mano en forma de saludo por el espacio de unos segundos, sonrisa en labios, antes de volver a sentarse—. Aunque eso no es todo. Se han parado a preguntar, ¿cuál será el secreto detrás del éxito que ha obtenido este modelo novato? Pues aquí lo tenemos en exclusiva y estoy segura de que muchas acá lo reconocerán, ¿verdad, chicas?

Un largo “¡sí!” emocionado se dejó oír, y enfocó la vista en las cámaras que le grababan desde todos los ángulos posibles.

Decir que no había extrañado ese tipo de atención habría sido mentir.

—…el ya retirado de las pasarelas, pero jamás olvidado, ¡Jung JaeHyun! ¡El ahora mánager de la encantadora sonrisa!

Se levantó también, haciendo gala de su sobrenombre y sonriendo a las personas presentes, tratando de enfocar su atención en los ensordecedores gritos de emoción de las chicas. Era una experiencia que a pesar del tiempo no envejecía ni un pelo; la popularidad que en su tiempo tenía como modelo seguía igual de latente cada vez que aparecía en el ojo público. Lo único diferente radicaba en la persona que tenía al lado, donde antes él ocupaba ese lugar del estrellato.

Mas no quería volver allí; no, jamás, bajo ningún motivo o circunstancia. JaeHyun sabía que ahora, siendo él quien hilaba las acciones, habría sido estúpido volver a la forma en que funcionaban antes las cosas.

—Ha sido un largo tiempo fuera de las cámaras, ¿no es así? —asintió con cortesía ante el comentario emocionado de la presentadora—. Aunque no es la primera vez que te vemos como mánager; fuiste el encargado tras el éxito en China de aquel chico llamado…

—SiCheng —clarificó calmadamente. Escuchó algunos grititos de las presentes; de haber estado en China habría quedado prácticamente sin tímpanos. Su popularidad en aquel país era enorme… aunque ya no estuviese a cargo de la misma—. Sí, fue agradable trabajar para él.

—Me encantaría preguntarte qué fue lo que llevó a que abandonaras China y volvieses a Corea, pero me temo que el tiempo es limitado —sonrió hacia la mujer, quien pareció sinceramente arrepentida del escaso espacio que les habían dado. En su caso personal, no podría estar más aliviado de que no tocaran ese tema—. Después de todo, a pesar de que ya tienes trayectoria como mánager estrella, es la primera ocasión en la que concedes una entrevista después de abandonar el mundo del modelaje. Puedo preguntar, ¿por qué?

Asintió nuevamente, acomodándose en el sofá y repasando una mirada por los rostros de los presentes; repasando asimismo mentalmente lo que debía decir. Y lo recitó fácilmente.

—Más que nada porque ya es momento que deje de lado el hermetismo, más si planeo quedarme asociado al mundo de la moda y la fotografía por varios años —miró hacia su derecha. TaeYong no le devolvió la mirada—. Tengo grandes planes como agente de alguien tan talentoso como él.

TaeYong sonrió apenas; una mueca que probablemente no había pasado desapercibida para el resto. Lo confirmó cuando notó que la mirada de los presentes estaba completamente atenta en sus cuerpos.

Más atención, más que perfecto.

—Pero de seguro también tenías grandes planes como modelo profesional, todos recordamos que hace un par de años atrás eras la sensación entre las adolescentes…  —un nuevo “¡sí!” corearon las mujeres del lugar—. Estoy segura de que hablo por muchas en el público y en sus casas al preguntar, ¿por qué abandonaste y te fuiste a China justo cuando tu popularidad estaba en el punto más alto? ¿Fue la presión? ¿El estrés? O tal vez…

Rio armoniosamente  con las palabras de la mujer cuarentona a cargo de la entrevista. Así que a ese punto quería llegar…

La odió.

—¿…Por los rumores de citas que te envolvieron las últimas semanas como modelo?

El público estalló en cuchicheos. Fingió estar sorprendido, algo que no fue especialmente difícil; simplemente trató de imitar el rostro de perplejidad que TaeYong, un par de metros alejado, tenía en esos segundos. Tal vez debería haberle dicho aquello cuando se encontraban a solas en el camerino pero era muy tarde ya para hacerlo.

Y, en el fondo, quería que fuese una primicia para él también.

—Sí, ciertamente esos rumores me complicaron un poco el continuar… —admitió. Notó las manos tensas de TaeYong aferrarse al apoyabrazos de su sillón y no pudo evitar el levantar una de las comisuras de sus labios en una mueca de ligera suficiencia—. Pero el motivo a estas alturas no importa; lo que verdaderamente interesa aquí es que si no hubiese sido por el chico sentado a mi lado probablemente habría dejado completamente el mundo del modelaje y ni siquiera estaría aquí como mánager, ¿no es verdad?

TaeYong, girando apenas la cabeza, le miró con sus profundas cuencas; lo notó por el rabillo del ojo pues no quiso devolverle directamente la mirada, no estaba de humor para perderse en esas pupilas.

—De no haberle conocido a él, uhm... —continuó, haciendo simultáneamente como si no estuviese allí—. Tal vez no habría vuelto jamás al mundo de las cámaras…

Logró lo que estaba buscando: unos repetidos “¡no!” por parte de la audiencia femenina, pero además, la desviación del tema que de haber continuado tal vez habría terminado en un desastre.

Y había planeado todo demasiado cuidadosamente como para arruinarlo tan pronto.

—Oh, pero eso habría sido una lástima… así que Lee TaeYong, en nombre de todas las presentes, te agradezco de todo corazón —el aludido pareció un tanto ofuscado pero luego una sonrisa pequeña afloró a sus labios. El modelo lo estaba haciendo bien—. Y, ¿cómo es que se conocieron?

Al fin aquella pregunta. Le miró atentamente; la forma en que sus dedos tamborilearon en la superficie de cuero, la manera en que estiró su cuello y se acomodó mejor en el asiento, enderezándose un poco. Sus manos se apoyaron en su regazo y casi pudo notar un pequeño resoplido antes de que comenzara a hablar.

Para cuando terminó de relatar la historia, fue un éxito total. Jung JaeHyun curvó sus labios en una nueva sonrisa de suficiencia mientras aplaudía a la par del público presente y de TaeYong, quien parecía entusiasmado. Feliz.

Todo estaba saliendo mejor de lo proyectado.

———

—¿Está todo bien, señor JaeHyun?

Volteó para sonreírle a la mujer de producción, a la par que le señalaba amablemente la salida del camerino; solo cuando ella obedeció y junto con el resto terminó por abandonar el recinto, cerrando con un chasquido la puerta, fue que logró relajar los músculos que mantenían una falsa sonrisa en su rostro.

Y suspiró.

—Apresúrate.

TaeYong, de espaldas, no pareció haberle oído; mas el espejo frente a sus narices fue suficiente para notar que efectivamente le había escuchado fuerte y claro. Sus pupilas temblaron, brillosas bajo la luz de la estación de maquillaje.

Alzó una mano y la presionó en el hombro del modelo. Le sintió estremecer.

—Vamos, solo tienes que acatar —susurró, acercándose al lóbulo de su oreja. Levantó una de las comisuras de sus labios, en una sonrisa confiada cuando le vio desviar la vista hacia el suelo—. ¿Qué es lo que debes decir, TaeYong?

—Que… —enterró un poco más los dedos en los menudos hombros del modelo al escucharle un tanto inseguro. No le gustaba aquello. TaeYong levantó el rostro y le devolvió la mirada con intensidad a pesar del visible temblor de su cuerpo—. Que me descubriste mientras estaba de compras y supiste desde el primer momento mi talento como modelo. Que yo me negué en un principio, pero que apenas acepté me conseguiste mi primer contrato a la semana siguiente. Tú dirás que nos encontramos en el momento propicio, porque luego de… de SiCheng ya no querías seguir en la industria, pero que mi talento te hizo pensar de otra forma. Que estoy profundamente agradecido de ti porque me hiciste encontrar mi vocación y mi razón de ser, que hasta entonces no sabía qué haría con mi vida y eso… eso es todo, creo.

—Bien—admitió. TaeYong sonrió con alivio en el espejo, pero luego su mueca se tensó y se cayó a pedazos cuando, segundos después, continuó su frase—, eso está bien pero ahora lo realmente importante…

“¿Qué es lo que no debes decir?”

Apenas una pregunta susurrada en su oído fue suficiente para percibir su miedo a flor de piel. Sus ojos se abrieron en un instante de pavor, de pánico. Y entonces escuchó todo lo que quería oír desde un principio, algo que le había repetido hasta el cansancio de diversas formas: mientras le daba fuertes palmadas en las nalgas, mientras le halaba fuertemente del cabello cuando se encontraba en su apretado interior, mientras le escuchaba jadear con rastros de dolor.

TaeYong lo sabía de memoria. Le había obligado a aprendérselo de memoria, a mantenerlo tatuado en su piel como un símbolo de pertenencia invisible pero indeleble a la vez.

Le había enseñado a temer.

—La verdad —masculló, tembloroso—. Jamás debo decir la verdad.

Acarició su cabeza por unos instantes antes de acercarse nuevamente al lóbulo de su oído, tan cerca que percibió el varonil aroma de su perfume.

—Exactamente, TaeYong. La verdad muere con los dos.

Palmeó su hombro y se alejó con una sonrisa de oreja a oreja. Calzó sus zapatos y revisó su peinado una última vez, antes de hacerle un gesto para que le siguiera. TaeYong obedeció.

Destrabaron la puerta y caminaron calmadamente hasta detrás del escenario, sin hablarse, concentrados en los diálogos memorizados con ayuda de interminables horas de ensayo.

El show estaba a punto de comenzar y debía salir perfecto.

———

Se abrochó el abrigo hasta lo más alto de su cuello cuando el viento nocturno de Seúl hizo acto de presencia aunque no fuese realmente necesario: el auto de JaeHyun se veía a pocos metros de distancia y allí, con la calefacción, todo quedaría atrás.

Pero la sensación de intenso frío por haber mentido tantas veces seguidas probablemente se quedaría estancada ahí, haciéndole sentir más miserable de lo que ya era capaz de experimentar. Inspiró hondo y trato de recomponerse. Era solo la primera de muchas ocasiones más, porque ya tenía una respuesta prefabricada para casi cualquier escenario posible. Jung JaeHyun siempre iba dos pasos adelante y por lo mismo ya le había preparado contra cada pequeño error, después de todo.

—No pensé que vendría tanta gente —susurró, cortando el silencio que les envolvía a menudo cuando no había nadie para escuchar sus conversaciones más que ellos mismos. JaeHyun, sin embargo, pareció no haberle oído. Aclaró su garganta y puso énfasis en su voz, sabiendo que aquella era un arma infalible para obtener su atención; unas gotas de voz adorable y listo—. Es que llevo tanto poco tiempo en el mundo del modelaje y…

—No creas que vinieron a verte a ti, TaeYong. Tuve que asegurarle a la cadena de televisión que contestaría al menos un par de preguntas. Sin mí ellos no tenían interés alguno en recibirte, créeme.

Las palabras de su mánager le llegaron como un balde de agua fría. Dejó escapar una risa débil, temblorosa.

¿Qué más podía hacer para no dejarse apabullar por los sentimientos de inutilidad y fracaso?

—Sí, supongo que me falta mucho tiempo para lograr algo así…

—Muchísimo, suponiendo que algún día pudieses lograrlo siquiera… —se mordió el labio inferior. JaeHyun rebuscaba algo en sus bolsillos y parecía no darse cuenta de lo mucho que ese tipo de palabras le afectaban.

O quizá lo hacía deliberadamente.

—Me estoy congelando —masculló, friccionando sus manos una contra la otra—. ¿Está bien si prendo la calefacción en el au…?

No alcanzó a terminar la pregunta cuando notó que el más alto sacaba algo finalmente de los bolsillos de su traje, y casi pudo sentir el calor del interior del automóvil extendiéndose en su cuerpo como una oleada de alivio.

Mas, al notar que entre sus manos solo tenía su billetera y no las llaves, entendió de inmediato que algo no calzaba.

—¿Qué… por qué?

JaeHyun contó rápidamente unos cuantos billetes y se los tendió.

—No puedo llevarte a un hotel personalmente, tengo cosas que hacer —explicó, y súbitamente el frío se hizo más intenso, más asfixiante. JaeHyun volvió a indicarle la mano llena de billetes—. Es suficiente para un lugar decente y para que te alimentes mañana. Tienes el día libre.

—¿Por qué? —repitió, boqueando, sin entender nada—. Podrías… ¿podrías al menos acercarme a un hotel o al metro…?

—No —tensó su mandíbula ante el despreocupado tono de JaeHyun diciéndole ese tipo de cosas. Era la primera vez que hacía algo como eso. ¿Es que había dicho algo que no debía en la entrevista? ¿No había sonado lo suficientemente convincente? ¿En qué se había equivocado esta vez? Con JaeHyun debía estar alerta a cada momento—. Voy atrasado, debo encontrarme con alguien.

Enarcó ambas cejas y dejó salir un resoplido incrédulo, sonriendo tensamente mientras bajaba la cabeza para que el más alto no fuese capaz de verle. Así que eso era. Le arrebató los billetes de la mano y se los echó descuidadamente al bolsillo; JaeHyun no tardó en darse la vuelta y abrir la puerta del conductor sin siquiera decir adiós.

—Vas a ir a encontrarte con alguna de tus citas, quién diría que esa mujer estaba en lo cierto, huh…

Las palabras salieron de sus labios en tono bajito, tan rápidamente que estuvo seguro que JaeHyun no le había escuchado; habían sido pronunciadas en contra de su voluntad, siendo incapaz de detenerlas con anticipación.

Un portazo le probó lo contrario. Había sido demasiado inocente. Pasar desapercibido con su mánager merodeando era imposible; hasta pensar libremente se volvía a veces una tarea dificultosa. Una mirada, un mal movimiento, un suspiro: necesitaba cuidar todo en su presencia porque JaeHyun era tan perceptivo que le daban verdaderos escalofríos de solo pensarlo.

De entenderlo y saber que, de no ser lo suficientemente precavido, las cosas se podrían ir al infierno en menos de un segundo. 

Fue capaz de al fin levantar la vista y se encontró con su mánager acercándose nuevamente. Una mirada corta a ambos lados que siguió inconscientemente y que entendió de inmediato a qué venía: las inmediaciones estaban libres de otras personas que no fuesen ellos mismos. Los músculos se tensaron cuando el espacio entre los dos se redujo peligrosamente, y tuvo que hacer grandes esfuerzos para no salir corriendo cuando una sonrisa amplia apareció en el rostro del más alto.

—TaeYong, apégate al contrato, ¿quieres? —una voz amable salió de su garganta. Le dieron escalofríos—. Será mejor para los dos.

Supo lo que venía pero no fue lo suficientemente rápido: para cuando quiso retroceder JaeHyun ya le había tomado de la cintura. Intentó zafarse y cerró los ojos con fuerza, sabiendo lo que venía a continuación…

—Lo hiciste bien hoy. Muy bien.

…mas los abrió, sorprendido, cuando sintió el suave roce de los dedos del mánager desordenándole los cabellos. Era un toque gentil, todo lo contrario a lo que esperaba.

La cercanía le hizo capaz de percibir en las ropas de JaeHyun el aroma desconocido que le había encontrado innumerables veces antes, como pequeños vestigios de algo que no conocía y podía solamente especular. Se mordió el labio inferior.

Quiso preguntar nuevamente., pero no lo hizo y solo le vio marchar en su auto, quedando solo en medio del estacionamiento. La infinidad de los muros grises y el viento nocturno que se colaba por todos los resquicios posibles le hicieron encogerse en sí mismo, mientras que los billetes pesaron en su bolsillo, como llamándole para que hiciera algo con ellos.

Mas no sabía dónde ir, y probablemente su mánager estaba consciente de aquello.

Consciente y todo él no volvería. Tendría que ingeniárselas solas en Seúl, volver a golpear puertas, como una regresión al pasado. ¿Qué había arruinado esta vez para que le dejase solo así como así? ¿Acaso no había hecho un buen trabajo? ¿Por qué siempre terminaba de alguna u otra forma sintiéndose como una verdadera basura? En un arrebato lanzó los billetes al muro más cercano, imaginando que en vez de concreto se encontraba un rostro de estúpidos hoyuelos que se marcaban cada vez que sonreía con falsedad.

Si algo tenía claro era de que odiaba a Jung JaeHyun… pero más se odiaba a sí mismo por haber caído tan fácilmente en su trampa de la que ya no era ni sería capaz de salir.

Nunca más.

 

 

 

Notas finales:

¡Hola! Gracias por leer, si desean dejar un comentario como siempre será muy bienvenido <3

¡Nos vemos! 


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