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Máscara de encantos por deep desire

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Notas del capitulo:

Hey! como últimamente estuve perdida, he decidido actualizar más rápido, así que espero que lo disfruten! y nos leemos pronto! :)

Capítulo 12

 

 

 

Aomine Daiki 

 

 

 

 

 

– ¿Quiere esto también? –pregunta la chica mientras pasa los objetos por debajo del láser.

 

– Sí… ¿Puedes dejar de preguntar si es que quiero esto o no? Por algo lo traje ¿no crees? –mascullo sin mucha paciencia.

 

– Lo siento –me da una mala mirada pasando todo el resto de cosas hasta que me da el monto a pagar. Cancelo rápidamente y guardo todos los implementos dentro del bolso que traje conmigo.

 

Este es el tercer lugar que visito en menos de dos horas. He buscado y reunido todo lo que necesito de acuerdo a la lista que hice esta mañana. Ahora sólo debo organizar y ensamblar las cosas, luego planear todo hasta que cada detalle esté completamente cubierto.

 

La capucha de la chaqueta cubre en su mayoría mi rostro. No me molesto en levantar la mirada para evitar chocar contra alguien porque las personas se dispersan solas sin necesidad de esquivarlas. Saben a quién temer y a quién no, sin embargo, no sé por qué ni cómo es que llego a detenerme frente a un escaparate… un destello de color rubio o quizá simplemente fue cosa de mi instinto policiaco, que hizo detenerme justo aquí.

 

Frunzo el ceño antes de quitarme la capucha. Quito los audífonos prestándole completa atención a las imágenes que muestran en las pantallas de televisión del otro lado del vidrio transparente. No logro escuchar lo que la mujer dice, pero puedo leer los eslogan “El criminal más buscado del siglo XXI” “Se le atribuyen más de treinta asesinatos en menos de cinco años” “No duden en llamar a la policía si lo ven”.

 

Suelto una risa divertida al ver las imágenes del rubio ruidoso en la televisión. Así que de ahí viene todo aquello. La mirada en sus ojos, el trasfondo detrás de la máscara de encantos que siempre trae puesta para embaucar a las personas. Un sicario. Y al parecer de los mejores.

 

Vuelvo a poner los audífonos para envolverme en la música y desconectarme del mundo. Pongo la capucha sobre mi cabeza y niego con la cabeza cuando mis pensamientos quieren girar en torno a Ryota Kise. Debo enfocarme en otras cosas, no en un rubio fugitivo que ha escapado no sé cuántas veces de la policía.

 

***

 

Apenas llego a mi “hogar” lanzo el bolso al suelo para comenzar a ordenas las cosas. Una a una. Cada cosa tiene su lugar en este plan. Y la primera parte de este plan ya está corriendo.

 

Enciendo la computadora portátil que compré provisionalmente. La conexión a internet es una mierda, pero me sirve para obtener lo que quiero, y eso es la ubicación exacta de Satsuki.

 

Hace un tiempo atrás, cuando ingresé a la cárcel, tuve un par de visitas que no esperaba. Y una de esas visitas fue uno de mis ex compañeros de la academia. Éste amigo llegó en el momento en el que mi odio hacia Satsuki estaba en su punto más alto, y mi rencor y ansias por venganza eran tantas que pedí un pequeño favor, ese favor consistía en mantener a Satsuki vigilada sólo por precaución.

 

Creí que mi petición iba a ser denegada, pero él me debía un favor y accedió de buena manera. Esta mañana llamé a ese amigo para preguntarle si acaso todavía tenía esa información… y no tuve que esforzarme demasiado ideando alguna loca estrategia para lograr rastrear a una mujer que no vale tanto esfuerzo ni gasto de dinero.

 

Más que nada sólo conseguí un teléfono desechable, un portátil, comida a montones, cuerdas, cinta adhesiva y un arma que compré ilegalmente a unos sujetos del barrio bajo. Realmente fue más fácil de lo que creí. Iba dispuesto a tener una pelea, incluso a resultar con alguna puñalada o algo típico de la clase más baja de la ciudad, pero no fue así. Creo que en mi vida de adolescente, vi demasiadas películas de acción o algo así.

 

Así que aquí estoy. Ingresando la clave que me dieron para entrar al sistema de rastreo. Tomó un par de apuntes y luego cierro la computadora. Me pongo el abrigo negro, guardo las cosas en los bolsillos correspondientes y, por último, el arma.

 

Doy un largo suspiro mientras abotono el abrigo. Será un viaje largo hasta la ciudad donde se encuentra Satsuki, pero para el día de mañana, en la madrugada, estaré llegando… y lograré mi cometido en ese mismo lapsus de tiempo, si es posible. Quiero evitar hacer algún movimiento a plena luz del día, porque de esa forma, seré más fácil de reconocer.

 

Salgo con el bolso vacío entre mis manos para luego arrojarlo en el primer basurero que encuentro. Una vez llego a la recepción del hostal, entrego la llave de la habitación y pago la tarifa correspondiente por los días que estuve habitando el lugar.

 

Tomo un taxi en dirección a la estación de trenes. En todo el trayecto no puedo evitar mirar por la ventana, pero no estoy observando el paisaje difuminado por la velocidad del vehículo, sino que estoy pensando específicamente en el rubio que fue mi compañero en prisión por un día y horas… el mismo que en estos momentos debe de estar viviendo desconfiando incluso hasta de su propia sombra por temor a ir a la cárcel nuevamente, bueno, tanto temor, temor, no lo creo, más bien debe de estar con una sonrisa en el rostro disfrutando de tener tanta atención sobre su persona.

 

– Hemos llegado –avisa el conductor.

 

Le pago y le digo que se quede con el cambio. Compro un boleto en primera clase y abordo el tren caminando por los vagones, cuando encuentro el lugar correspondiente a mi boleto, entro y me acomodo cerrando con seguro. Cierro las cortinas y me preparo para el largo viaje que queda por delante.

 

Trueno los dedos de mis manos y cierro los ojos con el ceño fruncido. Estoy tan tranquilo por lo que estoy a punto de hacer… que realmente siento que no estuviera haciendo nada malo. Mis intenciones son, desde luego, malas. Sé que si realizo un buen plan, saldré invicto, sin dejar rastro y sin temor de ir a parar a la cárcel nuevamente, pero un movimiento en falso y todo volverá a ser como antes, cinco años en la cárcel nuevamente… o quizá más debido a los antecedentes que ya tengo.

 

Dejo de pensar tanto en ello porque no me sirve de nada en estos momentos. Los resultados serán los debidos, mientras el cometido se realice.

 

***

 

Sigilosamente entro al edificio. Cuando el hombre de la recepción me ve, me detiene de inmediato, impidiendo que dé un paso dentro del ascensor. Había olvidado que existen hombres que se toman en serio su trabajo. No quiero recurrir a lastimarlo, es un inocente.

 

– Lo siento, pero no puede subir a menos que dé aviso a la persona a la que va a visitar.

 

– Está bien –respondo tranquilo, finjo una sonrisa amistosa y me llevo una mano a la nuca– Quería darle una sorpresa a mi novia.

 

– ¿Quién dijo que era? –pregunta el hombre de mediana edad viéndome de pies a cabeza. Mi ropa no es la adecuada para pasar desapercibido, es demasiado sospechoso que un hombre se vista completamente de negro.

 

– Oh, no lo mencioné, ella es Satsuki, Momoi Satsuki, de hecho es mi prometida. Me encontraba en un viaje de negocios, he llegado esta madrugada y he venido a darle una sorpresa. ¿Podría dejarme subir? –el hombre me observa fijamente sopesando mis palabras de acuerdo a mis expresiones. Trato de adoptar una actitud amable.

 

– Está bien. La señorita Satsuki está en el octavo piso.

 

– ¿Cuál era el número de la habitación? Lo he olvidado –veo como sus ojos me escrutan con sospecha.

 

– Habitación 204-A –murmura frunciendo el ceño– Tal vez debería de avisarle… –dirige su mano hacia el teléfono.

 

– Por favor, no lo haga –murmuro con tranquilidad. Saco un par de dólares y los dejo sobre la mesa– Le agradecería discreción, es muy importante para mí… no sé si me entiende.

 

– Claro, entiendo, adelante –toma el dinero con una sonrisa y me indica para que entre al ascensor.

 

Niego con la cabeza mientras camino al ascensor. Los hombres, todas las personas son iguales. Se venden por el precio indicado, y siempre buscan un poco de dinero fácil.

 

Cuando el ascensor se detiene en el octavo piso, salgo sintiéndome ansioso. Apenas encuentro la habitación correspondiente, llamo al timbre dos veces seguidas. Espero unos minutos y al no tener respuesta vuelvo a llamar, ésta vez tres veces, entonces escucho un grito del otro lado.

 

– ¡Voy! –su voz… aquella voz que conozco tan bien y que no he olvidado para nada.

 

La puerta se abre dejándome ver a una chica de cabello rosa despeinado, una camisa de hombre blanca que se le desliza por el hombro, estoy muy seguro de que está desnuda debajo de aquella prenda. Se restriega los ojos y frunce el ceño mirando desde mis zapatos hasta mi rostro… entonces cuando ve mi rostro se despierta completamente abriendo los ojos como platos y tragando saliva con dificultad.

 

– Da-Daiki… –susurra con pánico en su voz.

 

– Hola, querida amiga –ironizo sonriendo.

 

Doy un paso adelante antes de que trate de cerrarme la puerta en la cara. Entro a su departamento observando todo a mi alrededor.

 

– Veo que vives llena de lujos –murmuro mirando las costosas pinturas colgadas de las paredes y los ostentosos muebles– ¿Has vivido bien luego de estafarme?

 

– Daiki… ¿cómo me encontraste? –su voz tiembla de miedo.

 

Volteo a mirarla y la encuentro precisamente tratando de agarrar algo de un cajón.

 

– Ni siquiera lo intestes, maldita –sonrío– En el momento en que trates algo, estás muerta… bueno, técnicamente ya estás muerta.

 

– Vete de aquí, Daiki, te vas a arrepentir de haber venido –masculla sonando más segura que antes.

 

– Jamás me voy a arrepentir de…

 

– ¿Qué está pasando aquí? –una tercera voz se suma a nuestra conversación, una voz masculina. Giro un poco la cabeza para ver al responsable y veo a un hombre semidesnudo, alto y corpulento, me mira con el ceño fruncido mientras se acerca a la peli rosa.

 

– Cariño, no quería despertarte… –dice Satsuki apoyando las manos en el pecho del sujeto– Este hombre entró al departamento como si nada… no sé quién es y no sé cómo logró entrar.

 

– No te atrevas a mentir tan descaradamente, Satsuki –suelto una risa divertida– Veo que has agarrado a otro pobre idiota para tus juegos. Me pregunto… ¿Tienes dinero?

 

– No sé cómo te atreves a hablarle así a mi novia, pero más vale que te vayas de una vez –gruñe el sujeto situando a Satsuki detrás de su espalda, tratando de protegerla, ella sólo sonríe con suficiencia detrás del sujeto.

 

– Oh… ya veo, entonces ¿llamaras a la policía? –lo provoco con una sonrisa divertida.

 

– Sí y también te sacaré la mierda a golpes.

 

– Vaya, ¡Qué valiente! –exclamo riendo– Mejor déjanos solos, debo arreglar un par de cuentas con tu novia.

 

– ¿Eres sordo? Te dije que…

 

– Apártate de una vez, imbécil –gruño sacando el arma porque ya me estoy hartando de tanta estupidez. No tengo tiempo para perderlo de esta forma.

 

Abre los ojos lo más que puede y retrocede totalmente acobardado, agarra a Satsuki de los hombros y la sitúa delante de él mientras que sigue retrocediendo hasta la puerta principal.

 

– Y ni se te ocurra huir, cobarde –murmuro– Más vale que te sientes aquí, en este bonito y caro sofá. Anda, siéntate –el idiota se acerca temeroso y toma asiento sin dejar de mirarme– Menudo valiente encontraste –me burlo mirando a la peli rosa que se encuentra temblando de ira– ¿Cuánto es el alcance de su dinero?

 

– Eso no te importa, Daiki –gruñe ella mirándome con odio.

 

– Oye, perdedor –guardo el arma en la pretina del cinturón, me acerco hasta el borde del sofá y tomó asiento un momento– Dime, ¿en qué trabajas?

 

– Soy… soy empresario –responde tartamudeando.

 

– Vaya, ya entiendo. ¿Tienes una chequera bien grande?

 

– Algo así –responde dubitativo– ¿Por qué…?

 

– Una última pregunta y te dejo descansar –le digo sonriendo– ¿La conociste en alguna fiesta importante?

 

– Sí, en la inauguración de un bar exclusivo –murmura frunciendo el ceño.

 

– Bien, deberás agradecerme que eliminaré a un parásito de tu vida, de nada –.

 

Me levanto y me sitúo detrás de él en el sofá. Le doy un golpe con el arma, justo en el cuello y queda inconsciente de inmediato.

 

– Ahora estamos solos.

 

– Llamé a la policía Daiki, estás perdido si no te vas ahora –dice con una sonrisa en el rostro y el teléfono en la mano.

 

– Oh, genial, así me ahorras tener que desperdiciar el tiempo hablando contigo –le sonrío falsamente. Levanto la pistola apuntando a su persona– Espero que disfrutes de tu vida en el otro lado, a ver si pagas un poco lo que has hecho con tu miserable vida.

 

– No te atreverás –se burla cruzándose de brazos.

 

– Tienes razón, debería de hacerte sufrir un poco más ¿no? –disparo a su pierna tomándola totalmente de sorpresa. Me mira horrorizada antes de comenzar a gritar como una loca por el dolor– Jamás creíste que volvería por ti. ¿Crees que le tengo miedo a la cárcel? Eres más ilusa de lo que creí, pero aquí me tienes. Te dije que volvería.

 

– ¡Eres un maldito! ¡Te odio! ¡Vas a ir a la cárcel otra vez! Debí haberte matado en el momento en que te negaste a mí.

 

– No todos los estúpidos caerán por ti.

 

– Todos caen –masculla con lágrimas de dolor mojando sus mejillas. Se sujeta la pierna con ambas manos mientras yace en el suelo.

 

– No todos.

 

– Tú fuiste el maldito que se negó, si no te hubieras negado nada de esto habría pasado –solloza, pero no sé si es de dolor o rabia– Por favor no me mates. Puedes irte ahora. No diré nada, lo prometo, por favor no me mates.

 

– No te preocupes, no correré el riesgo –me encojo de hombro y levanto nuevamente la pistola– Nos vemos del otro lado entonces –.

 

Disparo directamente a su corazón, no quiero arriesgarme a que quede con vida si la dejo desangrarse. Definitivamente hubiera esperado que las cosas tuvieran un final diferente, pero en vista de que llamó a la policía, todo tuvo que terminar de esta forma, más rápido de lo esperado. No sabía que iba a haber un hombre, pero debí de esperarlo, sin embargo, de esta forma, tengo a quien culpar. Sé que no debería ser así, pero tiene dinero, y sé muy bien que personas con dinero, como él, no van a estar detrás de las rejas por mucho tiempo.

 

Limpio mis huellas de la pistola meticulosamente para luego acercarme al desafortunado millonario y dejarle el arma entre las manos, llenándola de sus huellas digitales.

 

– Estarás bien –murmuro mientras veo su rostro relajado– Serás una buena pasiva para el grupo de Knife, deberían de agradecerme por ello –sonrío.

 

Voy hasta Satsuki y le amarro las muñecas con la cinta adhesiva, corto un pedazo de la misma para ponerla sobre su boca. Su rostro tranquilo me hace soltar un suspiro de tristeza… ella también fue mi amiga en su tiempo… los primeros años al menos creo que fue una amistad honesta, pero luego al parecer ya no.

 

– Todo terminó así por tu culpa –susurro tocando levemente un mechón de su cabello.

 

Una vez listo, dejo la cinta adhesiva junto al sujeto inconsciente luego de haberla llenado de sus huellas dactilares.

 

Abro la puerta con mi abrigo para no dejar alguna evidencia y me marcho rápidamente.

 

Para cuando llego a recepción me encuentro con el mismo hombre que me recibió.

 

– Yo nunca estuve aquí –le digo acercándome. Saco un gran fajo de dinero y se lo tiro– ¿De acuerdo?

 

– No ha venido nadie por aquí a estas horas –dice levantando las manos.

 

– Bien –sonrío– Quiero las grabaciones de esta noche, ahora –ordeno.

 

– Si te las entrego, sabrán que colaboré contigo en lo que sea que hayas hecho –dice sin moverse.

 

– No te preocupes, vas a decir que las cámaras dejaron de funcionar porque se acabó la memoria de almacenamiento.

 

– Pero no es verdad, será extraño que las cintas desaparezcan así como así, ¿para qué las quieres?

 

– Bueno… –tiene razón, es sólo que no quiero que nadie sepa que estuve aquí, de otra forma si llegaran a revisar las cámaras de seguridad, van a verme llegar y sabrán que no fue el millonario quien mató a Satsuki sino que fui yo– Si no quieres que te lleven a la cárcel por colaborar y ayudar a un delincuente, entonces más te vale que no dejes a nadie ver las cintas de hoy. Yo no estuve aquí y tampoco recibiste dinero. Adiós –.

 

El hombre se queda con la boca abierta pero luego asiente con el ceño fruncido. Sé que entendió el mensaje así que al menos creo que tengo el cincuenta por ciento de probabilidades de no caer en la cárcel, y el otro cincuenta por ciento por caer.

 

De cualquier modo, estaré muy lejos de aquí para cuando la policía cierre el caso, y todavía tengo un amigo que puede encubrirme un poco las huellas.

 

Rápidamente me alejo del edificio para tomar un taxi que me lleve nuevamente a la estación de trenes. Mi propósito se ha cumplido al fin… ahora sólo me queda un problema: devolver el dinero que he pedido prestado.

 

Solo espero que las cosas no se salgan de control.

Notas finales:

El próximo capítulo... quizá sea subido el martes 6 de diciembre, y si no es así, pues entonces será el domingo 11, espero que les haya gustado y no olviden dejar review! l@s amo!! besos ;) <3


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