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Máscara de encantos por deep desire

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Notas del capitulo:

:(

Epílogo


 


 


Por supuesto que no morí. La ambulancia llegó justo en el momento en que el sueño me estaba venciendo.


Llevaron al moreno en una ambulancia al igual que a mí. Una vez en el hospital todo fue un caos. No recuerdo mucho, sólo sé que apenas me pusieron en una camilla, cerré los ojos y el resto son sólo flashes de lo que vi.


Para cuando desperté nuevamente, estaba en una habitación, esposado a la camilla y con dos guardias apostados a las afueras de la habitación. Toda la escena recordándome a los viejos tiempos.


Había un par de agujas en mis venas que de inmediato me hicieron estremecer al verlas clavadas. Las quité de un tirón y me masajeé la zona hasta que dejé de ver detrás de mis párpados la imagen de mi sangre y las agujas. Ugh.


Así que ahora estoy aquí. Tratando de abrir las malditas esposas en mi muñeca derecha. Trato de buscar un clip o algo que me permita hacerlo, y luego de un par de intentos lo logro.


Encuentro mi ropa doblada debajo de la camilla, lamentablemente mi camiseta esta tiesa con la sangre seca, pero no hay nada más que ponerme, así que la uso nuevamente utilizándola al revés para que no sea vea tanto.


Veo a los sujetos que me vigilan del otro lado de la puerta, así que me acerco a la ventana para ver si es que tengo salida por aquí o no, sin embargo al ver la altura en la que me encuentro, es totalmente imposible bajar todos esos pisos con una herida abriéndose en mi pecho.


Busco alguna otra salida, entonces veo el extintor apostado en una esquina. Barajo mis opciones con rapidez. No hay mucho que hacer.


Lo saco con algo de dificultad. El dolor en mi pecho intensificándose con el esfuerzo, pero no le tomo importancia por ahora.


Le quito el seguro y empiezo a llenar la puerta del liquido luego de haber tomado una buena cantidad de oxígeno.


Me oculto detrás de la puerta, por lo que cuando esta se abre a los segundos después, soy rápidamente cubierto por esta. Los guardias comienzan a toser mientras se adentran más en la habitación buscándome por entre la bruma que se ha formado.


Levanto el extintor y cuando me acerco lo suficiente los noqueo fuertemente haciéndolos caer al suelo. Suelto el objeto en el suelo y salgo cerrando la puerta detrás de mí.


Quisiera buscar a Daiki y ver si está bien, pero no puedo, no sin correr el peligro que me atrapen. Él estará bien. De alguna forma lo estará, lo sé.


Encuentro las escaleras de emergencia y rápidamente empiezo a bajar antes de que me encuentre a algún policía en los pasillos. No sé cómo, ni por qué, pero no he bajado ni un escalón cuando escucho unos apresurados pasos acercándose desde el piso de arriba.


Trago saliva comenzando a bajar a mi vez las escaleras, rápidamente, huyendo del perseguidor.


– ¡Ryota! –.


Me detengo abruptamente. Volteo a ver si es que mi imaginación no me está jugando una mala pasada. El aire se me atasca apenas lo veo sonreír como si nada hubiera pasado minutos, u horas, atrás.


– ¿Qué ves? ¿Creíste que había muerto?


– Daiki –susurro sin poder creer que realmente nos hayamos encontrado en este minuto– ¿Cómo escapaste?


– Como tú supongo, con las piernas y algo de ingenio –responde encogiéndose de hombros– ¿No deberíamos estar corriendo? Son varios los pisos que nos separan de la salida.


– Sí… sí, vamos –tardo un poco en reaccionar, pero me toma de la mano para que le siga el paso.


Lleva vendas que sobresalen por la camiseta manchada al igual que la mía. De seguro está sintiendo que el aire le falta como yo me siento, pero no nos detenemos en ningún minuto. No cuando la meta está tan cerca.


Una vez llegamos a la salida, nos detenemos. Hay una patrulla estacionada a las afueras y varios hombres uniformados caminando a los alrededores, haciendo guardia y de seguro, pronto comenzando a buscarnos. Me detengo antes de que Daiki continúe caminando. Jamás lograremos pasar juntos.


– Debemos separarnos –susurro soltándome de su mano. Nos miramos a los ojos, sabiendo que quizá hay una gran probabilidad de que uno de los dos no pueda escaparse fácilmente– Huye tanto como puedas, te encontraré –me acerco más a su cuerpo y cierro los ojos.


– No voy a huir hasta que tú lo hagas conmigo –responde entrelazando nuestros dedos. Me toma de la nuca con su mano libre, besándome rápidamente antes de separarse por completo– Te esperaré esta noche en el bar “Gold” –susurra.


Rápidamente trato de buscar la ubicación de ese lugar, entonces llega, le asiento con la cabeza.


– Si alguno de los dos no llega… deberemos asumir lo peor y simplemente dejar al otro atrás y huir –digo haciendo que se detenga para luego seguir con su camino.


Suelto un suspiro viéndolo alejarse. Tomo la dirección contraria a la suya y mantengo la mirada baja mientras paso junto a un oficial. Sé que me han visto, por lo que rápidamente comienzo a correr sabiendo que estoy pidiéndole demasiado a mi cuerpo.


No sé de qué forma logro correr tanto como para llegar al centro de la ciudad, donde toda la gente se aglomera a esta hora del día. En pocos minutos logro perderme entre la multitud, dejando atrás a los policías.


Consigo un par de monedas y me acerco a una cabina telefónica a marcar el número de Matthew.


– ¿Salió bien? –le pregunto mirando a todos lados en busca de algún policía.


– Sí, perfecto –responde él de inmediato.


– Mantenlos a salvo, Matt, te lo ruego –pido soltando un suspiro tembloroso– Tienes todo el dinero que necesites a tu disposición. Confío en ti.


– No te preocupes, juro con mi vida mantenerlos a salvo –murmura.


– Desapareceré por un tiempo si todo sale bien, así que estaré manteniéndome en contacto de vez en cuando.


– Todo estará bien –dice.


– Lo sé. Debo irme.


– Buena suerte, Ryota –dice antes de que termine la llamada.


El resto del día me lo paso vagando por las calles, consiguiendo dinero para cambiar mi ropa. Por la tarde ya estoy vistiendo con algo diferente. Una sudadera con capucha que me cubre gran parte de la cara y unas gafas de sol son todo lo que necesito para movilizarme por las calles.


Emprendo mi camino rumbo al bar que Daiki mencionó y para el anochecer ya estoy llegando. Cerca de las once de la noche me encuentro entrando al lugar, con el nerviosismo instalado en mis entrañas, rogando inconscientemente para que el moreno esté aquí y no le haya surgido algún problema.


Luego de dos horas sentado en el mismo lugar, no veo a nadie con sus características entrar. Y no sé si debiera esperar hasta que el bar cierre o simplemente darme por vencido a que llegará.


Suelto un suspiro frustrado cuando entra una persona y no es él.


¿Y si lo agarraron? ¿Y si Yukio lo llevó de vuelta al hospital incrementando las medidas de seguridad? ¿Y si delata mi ubicación en este momento? después de todo no lo conozco tanto, él puede simplemente delatarme sin tener ninguna obligación hacia mí…


Muerdo mi labio con el pecho ardiendo. Me levanto dispuesto a irme. De todos modos ya he esperado más que lo suficiente.


Salgo del bar siendo recibido de inmediato por el frío de la noche… y no solo por eso, sino que también por la persona que no creí que volvería a ver.


No sé si reír o llorar al verlo de pie con un abrigo negro que le llega a las rodillas, las manos en los bolsillos y una sonrisa confianzuda.


– Creí que nunca saldrías –dice dando un paso adelante sólo para que aparezcan los demás sujetos ocultos en la oscuridad. Corren en silencio, sigilosos, rodeándome cuando ni siquiera he puesto resistencia… jamás opongo resistencia en las peleas contra él.


– Yukio –susurro soltando un suspiro. Sintiéndome levemente frustrado, más que nada confuso pero sobre todo, traicionado. Dolorosamente traicionado.


– Tu amigo murió –dice caminando para acercarse a mí– Murió realmente –me mantengo sin expresión– Uno de los míos lo encontró, tenía órdenes de disparar si era necesario… y lo hizo cuando se quiso hacer el listo forcejeando contra un oficial, le llegó la bala en el corazón. Murió al instante.


– ¿Por qué me lo dices? –pregunto sin emoción– De todos modos no me interesa.


– Creí que era tu nuevo romance –responde sonriendo. Solo un metro nos separa.


– No lo era, solo era un sujeto cualquiera –.


Si fuera un sujeto cualquiera mi pecho no dolería de esta forma. Las lágrimas no estarían batallando por querer salir. El nudo en mi garganta no quemaría tan profundo. Si fuera un sujeto cualquiera no me hubiera aferrado a la vida con tanta fuerza luego de decirle que nos encontraríamos más adelante.


– Oh, veo que me equivoqué entonces –dice sorprendido– Bueno, ha muerto de todos modos.


– ¿Cómo me encontraste?


– Equipo de rastreo –responde alargando una mano para meter la mano en el jeans que he estado usando todo el día. Saca un pequeño cilindro metálico del tamaño de una píldora y me lo muestra– Realmente sirven. Increíble ¿no? –.


Me sonríe aún más y yo no puedo responder a nada. Estoy furioso. No sé si con la vida, con la maldita ley o con él, por haberse esforzado tanto en arruinarme la vida, en cada momento.


– ¿Tu familia sigue viva? –pregunta como si nada, llamando rápidamente mi atención– Creí que Matthew podría manejar el asunto, pero necesitó algo de ayuda para matarlos realmente y hacer el trabajo bien… después de todo querías sacarlos del mapa ¿no? –parpadeo mirándolo fijamente.


Ellos no están muertos. Hablé con Matthew. Me aseguró que todo iba a estar bien y que ellos estaban bien.


– Si pensaste por un momento que no tenía conocimiento de Matthew, estás equivocado. Con un par de amenazas, es sorprendente lo que se puede lograr, sobre todo cuando la ley está involucrada, todos los miedosos le temen a la cárcel –suelto una risita. Sinceramente… ellos no están muertos, el nombre de Matthew es solo una coincidencia– ¿No me crees? –busca algo en sus bolsillos, sacando su teléfono. Luego de teclear algo en la pantalla me muestra una foto– Me las enviaron apenas el trabajo se terminó ¿No son hermosas? –.


El estómago se me revuelve y la visión se me nubla ligeramente. Mi mente se niega rotundamente a creer que esas personas son mi familia, la familia a la cual había estado cuidando silenciosamente. La familia que ahora mismo debe de estar viviendo. No la familia que se ve en esa foto, llena de sangre en sus cuerpos, con heridas abiertas, sus rostros ensangrentados. Mis preciadas hermanas… mis padres…


Sonrío de medio lado, al fin cayendo en su trampa. De verdad él fue capaz de llevar a cabo sus amenazas. Y yo fui tan idiota al confiar en una sola persona.


– Te dije que no confíes ni siquiera en tu sombra, Ryota –guarda el aparato nuevamente, frunciendo el ceño ligeramente– ¿Cómo no seguiste mi consejo? Fue muy simple.


– Te voy a matar –digo riendo.


– Quiero ver cómo lo intentas –responde sonriendo.


Me acuclillo en el suelo, tapando mi rostro con una mano. La sonrisa es rápidamente reemplazada por una fina línea al apretar fuertemente mis labios. Mi mano libre lentamente se desplaza por mi cintura hasta llegar a mi espalda.


Dejo salir algunas lágrimas, un par de gimoteos falsos. Lamentos que para el resto se deben de ver reales, pero para mí no. El dolor ha pasado a entumecerme por completo, tanto que ya ni siquiera siento mi corazón.


La navaja arde en mi mano, quemando mi palma cuando cierro la mano alrededor del mango. Me levanto con lágrimas corriendo por mis mejillas.


– ¿Por qué hiciste todo esto? –murmuro con la voz temblando y un sollozo escapándoseme.


– Te lo advertí –responde con un encogimiento de hombros.


Doy un paso adelante, aferrándome a su abrigo con ambas manos, la negra navaja camuflándose bajo el manto de oscuridad.


– ¿Tanto me odias? –le pregunto mirándolo a los ojos.


– Así de tanto me obsesionas –responde mirándome con suavidad en sus rasgos. Una de sus manos acaricia un mechón de mi cabello, llevándolo detrás de mi oreja con suavidad, tocando mi mejilla deliberadamente.


Asiento con la cabeza sonriendo, las lágrimas cesan de fluir, mi máscara de dolor rápidamente arrastrándose lejos, para dejar mi sonrisa divertida aflorar. Rápidamente muevo la navaja a su cuello, tomándolo desprevenido.


– Así de tanto me jodes la existencia –murmuro antes de enterrar la navaja en su cuello, cortando tan profundo como la afilada hoja me permite.


La sangre cálida rápidamente empapándome las manos. Su expresión de sorpresa y confusión me llena de regocijo. Nadie se percata de lo que sucede hasta que él ha caído al suelo tomándose la garganta con ambas manos, con la sangre saliéndole a borbotones.


Lamentablemente para Yukio, sus guardias se encuentran a bastantes metros de distancia, por lo que apenas cae al suelo, me acomodo sobre su cuerpo y clavo la navaja infinidad de veces en su torso, hasta que me separan de él a la fuerza, derribándome en el suelo, con mi mejilla raspándose contra el pavimento.


Pero mi sonrisa de satisfacción no se desvanece.


– Maldito por haberme hecho esto. Maldito mal nacido hijo de puta. Espero que ahora encuentres tu maldito lugar en el infierno, y guárdame un asiento, porque en unos años más llegaré a desgarrarte la garganta otra vez –gruño mirando su cuerpo inerte.


Suelto una risa mientras me levantan del suelo para golpearme en el estómago, quitándome el aire de los pulmones.


Yo solo hice justicia. Por todas aquellas vidas perdidas.


Por mi familia y por Daiki.


Sé que de ahora en adelante, sólo correrá sangre fría por mis venas y sé que de ahora en adelante, mi corazón no va volver a latir de nuevo. El dolor en mi alma es suficiente como para vivir por toda una eternidad de lamentos y arrepentimientos, porque yo los maté.


Por mis estúpidos errores ellos tuvieron que pagar.


Lo siento.


Perdón.


Fin.

Notas finales:

Lamentablemente... aunque me odien, éste es el final :( desde hace bastante tiempo ya tenía pensado un final así... y pues, siento que logré lo que quería con esta historia, me siento satisfecha. Espero que les haya sido agradable leer, para mí fue muy gratificante ver sus comentarios! y el apoyo y la espera... les agradezco mucho la paciencia! :c 


Les amo mucho!! :* 


Y espero que nos leamos pronto, cuando tenga tiempo, juro que voy a seguir con la serie que tengo pendiente de KNB <3


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