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Notas del capitulo:

Aquí les dejo el segundo capitulo! disfruten!

La madera crujiendo, el balanceo producido por las olas y la incomodidad que sentía le hicieron ir despertando poco a poco, intentando orientarse en el espacio y tiempo, pero el cuerpo le dolía horrores, la cabeza le daba vueltas y sentir como su ropa se pegaba a su cuerpo le hacían tener escalofríos al estar completamente mojada, contrastando esa sensación helada con un intenso calor en sus mejillas y un hormigueo general. Acaso tenía fiebre? Qué le había ocurrido? Dónde estaba? Lo último que recordaba era…

- ZORO!!!- se quejó en el mismo instante en que se movió, sintiendo un dolor electrizante recorrerle todo el cuerpo- Mierda…

Si, había estado en el Sunny con sus Nakamas intentando salir de la tormenta, había empujado al Marimo para que la ola no le diera, se había golpeado contra la baranda del barco y había caído al mar inconsciente… entonces, cómo es que no estaba muerto? 

Miró a su alrededor, que estaba algo oscuro y húmedo, pero pudo ver a la perfección que estaba dentro de una celda y que sus manos estaban amarradas con unos grilletes.

- Demonios…- masculló con enfado al mismo tiempo que alzaba sus manos frente a su rostro para ver los grilletes, ideando la forma de poder sacárselos, pero su cuerpo estaba tan adolorido que apenas podía moverse; no se sorprendería al saber que tenía más de una costilla rota.- Ahhh! lo que me faltaba… - apoyó su espalda contra la pared húmeda de la celda y cerró los ojos, pero volvió a levantar la mano  al sentir algo extraño en su cabeza, comprobando que estaba vendada.

- Con que ya has despertado.

Levantó su mirada en busca del dueño de esa vos, sintiendo que su suerte era cada vez peor al ver que frente a él estaban dos soldados de la Marina mirándole con seriedad, ambos armados con escopetas.

- …De seguro el Marimo me golpeará por esto…-susurró para si mismo, ya imaginándose la cara de demonio que pondría el espadachín al ver que se había dejado capturar tan fácil.

- El capitán desea verle de inmediato- dijo el otro Marine mientras habría la celda- Será mejor que obedezcas!

Se dejó agarrar y de mala gana comenzó a caminar en medio de los dos Marines, comprobando que si no fuera porque le llevaban agarrado de ambos brazos a cada lado, de seguro caería al suelo. Su cuerpo estaba más lastimado de lo que creía y una de sus piernas le dolía horrores.

Lo sacaron hacia la superficie del barco, cegándole la vista por unos momentos por el intenso sol.

Esperen, sol? Y la tormenta qué!?

Se dedicó a mirar con mayor interés a su alrededor, a ver si tenía alguna pista de dónde estaba, pero el buque de la Marina estaba en medio del mar, que se mantenía calmo a diferencia de la noche anterior. Aquello no era bueno, estando en una isla sería más fácil escapar, pero si estaban en medio del mar la cosa se le haría más difícil. Tendría que idear un plan rápido para salir de ahí.

Ignoró las miradas del resto de los marines y vio como lo volvían a internar en el barco, recorriendo un pasillo visiblemente más cuidado que el lugar en donde le habían tenido. 

Se detuvieron frente a una puerta y uno de los soldados la golpeó con cuidado.

- Capitán Gazze, lo hemos traído.

- Entren- se escuchó la vos desde dentro.

El marine abrió la puerta y volvió a agarrar su brazo, haciendo que caminara hasta entrar a la habitación, viendo que esta estaba elegante y pulcramente decorada. Seguramente esa era la recamara principal del encargado de ese buque, pero su mirada analítica comenzó a buscar cualquier cosa que le diera un plan; un arma o una salida por la cual escapar, divisando con rapidez una ventana. Si las cosas salían mal, no le quedaría de otra. Preferiría morir ahogado que dejarse capturar por la Marina.

- Con que ha despertado.

Quitó su vista de su posible vía de escape y los dirigió hacia el hombre que le hablaba, quien estaba sentado tras un escritorio, con unos papeles en la mano y con los pies sobre la mesa. Dejó los papeles sin cuidado sobre el escritorio y se levantó con algo de pereza al mismo tiempo que se acomodaba un poco su camisa semi abierta.

Era un hombre alto de cabellos negros, algo desordenados, que le llegaban hasta el cuello, de contextura fuerte, casi como el cuerpo de Zoro, pero de ojos verdes y piel tostada. A pesar de que su ropa estaba desarreglada, vestía el traje de Capitán de la Marina, lo que quería decir que era él el hombre encargado de ese buque. 

Era joven, tal vez unos cuantos años mayor que él, pero de todas maneras lo consideraba muy joven para tener el título de Capitán y aquello no era señal de buen presagio. Si a su edad ya tenía ese rango, significaba que era fuerte y él, estando en las condiciones en la que estaba, no podría hacer mucho. Chasqueó la lengua y se enfadó consigo mismo por no haber podido hacer algo para evitar esa captura.

- Siéntenlo- frente a la orden, los marines lo sentaron en una silla que estaba frente al escritorio del Capitán. Vio como el peli negro pasaba lentamente detrás de él, deteniéndose justo a su lado mientras lo analizaba, sintiendo la mirada de ese hombre sobre su cuerpo- Ya tienen permiso para retirarse.

Ante las palabras del capitán, los marines hicieron una inclinación y abandonaron la habitación.

Esto no pintaba nada bien y la cosa ya le olía raro. Si sabían que era un pirata por que se tomaban tantas formalidades? acaso intentarían sacarle algún tipo de información para encontrar a sus Nakamas!? Antes muerto que decir una sola palabra!

- Dime, cuál es tu nombre?

- Ah?

Su nombre? Por qué le preguntaba esa estupidez si ya sabía cual era su nom...! esperen... y si…?

- Tú nombre, te he preguntando tú nombre- dijo el Capitán mientras no dejaba de ver al rubio, analizándolo por completo.

La mente de Sanji pensó con rapidez. Acaso no sabían que él era un pirata?
Levantó la mirada para observar a ese Marine, comprobando que este estaba comenzando a perder la paciencia con su mutismo, esperando una pronta respuesta.
Entonces… no lo sabían! Debía agradecer solo por esa vez el maldito cartel de recompensa que mostraba un abominable “retrato” suyo; la verdad es que había que tener demasiada imaginación para darse cuenta que era él.

Dejó sus pensamientos de lado al sentir como el respaldo de su silla era jalado rápidamente hacia atrás, viendo a continuación el rostro de ese hombre muy cerca del suyo, mirándole con esa mirada analítica que estaba comenzando a detestar.

- Qué pasa? A caso no lo recuerdas?- la fría voz de ese marine le retumbó en el cerebro. Una idea loca se formuló en su mente.

- No- le miró como si no comprendiera nada- No lo recuerdo.

La verdad a el no se le hacia fácil mentir. Generalmente cuando lo hacia sus Nakamas le descubrían con facilidad por lo que simplemente dejó de intentarlo y comenzó a confesar descaradamente cuando le ponía picante al plato de Usopp o algún somnífero en la carne de Luffy para que se dejara de joder y se quedara dormido, pero en este caso, tendría que esforzarse ya que su vida dependía de ello.

Intentó colocar y mantener un semblante de confusión lo mejor que pudo, recordando las enseñanzas de Usopp, pero frente a esa mirada inquisidora le era mas difícil de lo normal. Lo único que quería era mandarle una patada giratoria en la cabeza y tirarle uno de sus mejores insultos, pero si quería salir ahí en una pieza debía de fingir que no recordaba nada; ya tenía su plan ideado, solo esperaba que se lo tragara. 

- De seguro el golpe que tienes en la cabeza es el causante- dijo el Capitán después de unos momentos de silencio, regresando la silla y por ende el cuerpo del rubio en la posición de antes. 


Sanji parpadeó un par de veces al creer que el marine le había creído, pero dejó de cantar victoria dentro de su mente al ver como el peli negro fruncir el ceño mientras le miraba y se dirigía a su asiento detrás de su escritorio. Parece que convencerle no seria tan fácil.

- Hemos tenido informes de muchos barcos hundidos por culpa de la tormenta de anoche y te hemos encontrado esta mañana flotando sobre un pedazo de madera, por lo que supongo que tu barco naufragó.

Sanji intentó mantenerse internamente tranquilo al irremediablemente imaginarse al Sunny sucumbiendo por la tormenta, rezando a los dioses del océano que sus Nakamas estuvieran bien… que Zoro estuviera bien.

- Entre esos barcos había uno que transportaba alimentos de una isla a otra y el resto era de piratas- llevó su mano hacia su rostro y apoyó su mejilla en él con aire cansado- dime, estarías en el barco de transporte, o en el de piratas?

- Yo… -cerró los ojos unos momentos, como disimulando que intentaba acordarse- la verdad no lo sé- debía ser realista, si decía que iba en el de transporte sería muy obvio y no sería tan tonto como para decir que iba en uno de piratas.

- Mmm, ya veo. Bueno, a juzgar por tu ropa no pareces un pirata.

Suspiró para sus adentros. Otro punto a su favor por saber vestirse bien. Si fuera Luffy o el Marimo ya estaría encadenado bajo cien llaves. 

Dejó de divagar en el estilo de vestir del peliverde al ver al Capitán de la Marina agarrar una fruta entre tantas que estaban en un cuenco sobre su escritorio, llevándosela a la boca. Sanji abrió sus ojos sorprendido al reconocer de inmediato esa fruta.

- No lo hagas!!!- sin siquiera pensarlo, se levantó de su silla y de una rápida patada tiró la fruta hacia el otro extremo de la habitación.

Sin preverlo, sintió como su cuerpo fue tirado al suelo, seguido de un frío metal sobre su frente.

Abrió los ojos y vio al peli negro hincado sobre su cuerpo con un revolver apuntándole. Había sido demasiado rápido, tanto que ni lo vio acercarse.

- Vaya, ese movimiento si que ha sido ágil, dudo que un simple pasajero de un barco de transporte se mueva de esa manera.- le susurró con una sonrisa ladeada.

- Demonios…!- se maldijo mentalmente por hacer aquello. Es que simplemente sus reflejos de cocinero lo controlaron al ver que comería esa fruta.

- Dime, por qué has hecho eso?

Sanji meditó por unos momentos al no saber muy bien qué contestar, viendo como esos ojos verdes volvían a impacientarse por su falta de comunicación. No le quedaba de otra que soltar un poco de verdad.

- Esa fruta era venenosa…

- Qué?- le miró con incredulidad- Cómo lo sabes si dices no recordar nada?

- Solo lo sé, es venenosa, estoy seguro de ello.

El peli negro le miró penetrantemente, como si estuviese decidiendo si creerle o no. 

Le sostuvo la mirada, no dejándose intimidad por la intensidad de esta, pero un fuerte malestar le obligó a cerrar sus ojos, sintiendo como todo comenzaba a darle vueltas.

- HOMBRES!!!- El rubio dio un respingo por el grito del otro. Miró de reojo  como unos marines entraban a toda velocidad con sus armas listas, pero se detenían en la puerta a la espera de más ordenes.- Tomen esa fruta que está ahí y dénsela a alguno de los prisioneros que tenemos!

- La fruta? Habla de ésta señor?- preguntó uno de los soldados, agarrando la fruta que estaba en el suelo- P-pero por qué? Son prisioneros y no merecen nada!

- No cuestiones mis palabras y solo hazlo! Si notan algo diferente en el prisionero háganmelo saber de inmediato!

- Si!- hicieron una inclinación y se marcharon.

Vio a los soldados marcharse y volvió a dirigir su mirada hacia ese peli negro quien no se le salía de encima, mirándolo con esos ojos verdes y acusadores que comenzaban a irritarle.

- Si lo que dices es cierto y la fruta es venenosa, solo si es así, te dejaré con vida.

Demonios, tal vez debió dejar que se comiera la maldita fruta, de esa manera ya estaría muerto, pero si eso hubiese pasado se echaría encima al resto de la Marina al creer que él lo habría matado.

Vio como el Capitán agarraba el grillete de sus manos y lo jalaba hacia arriba al mismo tiempo que se levantaba. Le vio colocar la silla nuevamente frente a la mesa y lo sentó en ella con algo de brusquedad, sentándose el pelinegro esta vez sobre el escritorio frente a el.

La estancia quedó en completo silencio. Sanji intentaba pensar en lo que fuese para distraerse del malestar que sentía y de la mirada que aquel hombre tenía sobre él. Le miraba intensamente, como si lo estuviese estudiando y aquello le cabreaba, sobre todo por que no podía actuar con chulería como siempre lo hacía en ese tipo de situaciones, mucho menos insultarlo. Como deseaba un cigarro en esos momentos…o que llegara Zoro, los cortara a todos y lo sacara de ahí.

Bufó para sus adentros. Basta con esos pensamientos! que el no era una princesa a la cual salvar!

- Solo espero que el Marimo y los chicos estén bien…-pensó el cocinero al mismo tiempo que se miraba sus manos sujetadas por los grilletes- Zoro…

Cualquier pensamiento que tuvo con respecto a su Marimo se vio interrumpido por un agudo dolor en su cabeza que le izo cerrar los ojos con fuerza. Estaba a punto de llevar sus manos hacia la zona adolorida pero prefirió no moverse al sentir a ese hombre aun observándole. Tenía una herida en la cabeza y sentía como su sangre posiblemente estaba manchando los vendajes improvisados que le habían colocado. 

Zoro había sufrido una herida similar en su cabeza, solo esperaba que Chopper lo hubiese atendido rápidamente.

- Capitán Gazze!- uno de los marines que habían entrado antes llegó hasta la habitación algo exaltado.

- Habla- le dijo el pelinegro, dirigiendo sus ojos ahora hacia el soldado- Qué fue lo que ocurrió?

- El prisionero… comió la fruta y ahora está… está muerto!

Gazze solo abrió los ojos con sorpresa, dirigiéndolos ahora hacia el rubio que aun permanecía con los suyos cerrados. Podía verlo sudar al mismo tiempo que contraía sus facciones.

- Capitán, la fruta estaba envenenada!?

- No- dijo Sanji con la voz algo rasposa- La fruta es venenosa… es una fruta que solo se ve… en el North Blue- su respiración comenzó a hacerse cada vez mas forzosa.- Las personas que la comen comienzan a convulsionar y luego mueren por el veneno, quedando la sangre del cuerpo contaminada.

- Saquen el cuerpo del prisionero y láncenlo al mar!- dijo de inmediato el Capitán al escuchar aquello, levantándose del escritorio mientras miraba al rubio que parecía estar a punto de desmallarse- Quiero que tomen preso al cocinero y traigan al médico en este preciso instante!

- Si!!

Sanji entre abrió los ojos, viendo a penas como el marine salía corriendo de la habitación y como el Capitán se le acercaba, agachándose a penas para mirarle, escuchando como parecía estarle diciendo algo, pero la voz era lejana y no la alcanzó a oír, ya que de un momento a otro, se desmayó.

 
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- SANJI!!!!

Respiraba con fuerza e irregularidad, sintiendo como su cuerpo sudaba y temblaba por una extraña sensación, recordando aquellos fragmentos de un sueño aterrador. En el, Sanji caía al mar por una tormenta y no volvía a salir a la superficie. 

- Sanji...?- le llamó algo mareado mientras tanteaba el colchón a su lado, pero cuando sus ojos se despejaron pudo ver que se encontraba en la cama de la enfermería.

Que hacia ahí? Y por que tenía vendas en la cabeza?

Sin saber bien porque, su corazón comenzó a retumbar con frenesís y el miedo le empezó a invadir todo el cuerpo.

Ignorando su mareo, se levantó de la cama de la enfermería, tomó sus katanas y con rapidez salió a cubierta. Vio ahí a sus Nakamas reunidos con unos semblantes extraños que ignoró al no ver al rubio con ellos. Lo buscó con desesperación, sintiendo como el resto le miraban con preocupación y tristeza.

- DÓNDE ESTÁ!?- bajó por las escaleras, hiendo hacia la habitación de los chicos- DONDE ESTÁ SANJI!?- se giró hacia su Capitán, que permanecía sentado en la cabeza del Sunny, sin mirarle- LUFFY!! DONDE DEMONIOS ESTA!?- la desesperación comenzó y le izo llegar hasta el capitán para agarrarlo fuertemente de los hombros y girarlo- DONDE ESTA SANJI MALDICION!!!

- Zoro…- Luffy estaba llorando y fue ahí cuando Zoro comprendió lo que sucedía.

No había sido un sueño, había sido real. Sanji cayó en el mar por la tormenta, saltó tras de él para buscarle… y no le encontró.

- No…- negó lentamente al procesar la información- no… eso no….- con una mirada desesperada intentó buscar a su cocinero por la borda, pero sus ojos quedaron plantados en la barandilla rota del Sunny, entregándole la devastadora noticia que todo aquello era verdad- NOO!!! SANJI NO PUEDE ESTAR MUERTO!!!!- se giró nuevamente hacia Luffy y lo agarró del cuello de su camisa, moviéndolo con brusquedad- DIME QUE NO ES CIERTO!!! SANJI ESTA VIVO! ESTA VIVO!!!

- Zoro… por favor tranquilízate- le dijo Nami entre lagrimas, intentando tranquilizar al otro que no dejaba de mover de un lado a otro al Capitán, quien solo se dejaba hacer, también con lagrimas en sus ojos.

- NO ME DIGAS QUE ME CALME! NO ME VOY A CALMAR!!! SANJI NO ESTÁ MUERTO YO LO VOY A ENCONTRAR!!!- soltó a Luffy y se encaminó hacia la baranda del Sunny; se quitó sus katanas y las tiró sin cuidado en el suelo, dispuesto a lanzarse al mar.

- ZORO QUE HACES!?-le gritó Usopp al ver las intenciones del otro.

- FRANKY DETENLO!!!- le gritó la navegante con desesperación, provocando que el peli azul agarrara el cuerpo de Zoro antes de que se lanzara al mar, pero este se movía bruscamente para liberarse del agarre.

- SUELTENME MALDICION!!! SUELTENME!!!!

- Lo siento espadachín-san.

Y Robin, haciendo uso de sus habilidades, noqueó al peli verde con un certero golpe en su nuca, dejándolo inmóvil en los brazos del cyborg.

- Sa…San…ji….- susurró el espadachín antes de que cayera en la completa inconsciencia.

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El constante golpeteo de las olas chocando contra la embarcación y la bulla de las pisadas que iban y venían de un lado a otro terminaron por despertarlo, encontrando frente a sus ojos un cielo de madera bañado en un color que sería el ocaso del sol entrando por una ventana de la estancia.

Le retumbaban los oídos y se sentía mareado y débil, pero aun así levantó un poco la cabeza para ver mejor el lugar en el que estaba.

Parecía ser una enfermería. Era más grande que la que tenían en el Sunny y a lo lejos, en unas camas mas allá que la suya, habían un par de marines echados con vendas en el cuerpo y una persona al lado de ellos parecía estarles revisando.

Marines… ahora lo recordaba. Había caído del Sunny y un grupo de Marines lo rescataron del mar, luego lo llevaron donde el Capitán, evitó que se comiera una fruta venenosa y… al parecer se desmayó.

- Ya has despertado jovenzuelo- dijo una voz ronca a un lado del rubio, provocando que este centrara su mirada aun algo perdida en el hombre que le miraba al mismo tiempo que escribía algo en una libreta. 

Era un hombre ya de edad, de cabellos blancos y un singular bigote del mismo color, con grandes anteojos que hacían ver sus ojos enormes, pero con una gran cicatriz en todo el lado izquierdo de su rostro, haciéndole entender que era un hombre que llevaba ya mucho tiempo en el mar y que seguramente había participado en muchas batallas en sus tiempos de juventud.

- Tienes un feo golpe en tu cabeza y tuve que hacerte unos puntos, pero nada que no sane, además que tenías un tobillo fracturado y tres costillas en no mejor estado, una de ellas casi perforó uno de tus pulmones. Te desmayaste por la falta de sangre y por una fiebre muy alta, has dormido aquí durante cinco días pero ya vas mejorando rápidamente- terminó de ver los papeles y dirigió sus ojos hacia el rubio- Tienes suerte, de los náufragos que encontramos eres el único con vida y al parecer el Capitán te tiene algo de estima ya que ha venido todos los días a ver cómo te encuentras. Supe que le salvaste la vida! Vaya que es un idiota Naraf, él era el jefe de cocineros a bordo, o más bien era una sabandija que se izo pasar por Marine para cobrar una venganza personal contra nuestro Capitán, ahora duerme con los peces, tal vez no merecía morir de un disparo en la cabeza pero él se lo buscó!

- Anciano… hablas demasiado y muy rápido…- susurró Sanji a la vez que llevaba una de sus manos hacia su cabeza, sintiendo como le retumbaba por el dolor.

- Oh lo siento, de seguro te duele! Iré por una inyección para calmar el dolor!- dejó los papeles en la mesita que estaba al lado de su cama y se dio la vuelta para ir a un estante a preparar la inyección.

Sanji, a pesar del dolor, podía sentir un cuchicheo cerca suyo, pero no izo falta levantar la cabeza para saber qué pasaba ya que pudo ver a tres marines que se le acercaron rápidamente hasta colocarse a su lado.

- Eh?- Sanji les miró extrañado al ver como esos hombres le miraban con admiración.

- Usted es el hombre que salvó a nuestro Capitán!-dijo uno de los soldados al mismo tiempo que se ponía completamente derecho y llevaba su mano recta hacia su frente- muchas gracias! Si no fuera por usted nuestro Capitán tal vez estaría muerto!

- Muchas gracias!- dijeron los otros dos, con los ojos húmedos, a punto de soltar lagrimas mientras llevaban sus manos rectas a su frente.

Sanji les miró con una gota deslizándose por su cara al ver a los emocionados cadetes dándole las gracias. Quien lo diría… unos Marines dándole las gracias a un pirata, aunque claro, ellos no lo sabían.

- Qué hacen ustedes aquí?- les preguntó el médico que se acercaba con una gran inyección en la mano que solo daba escalofríos de verla- El Capitán Gazze ha dado una clara orden de no disturbar al jovenzuelo!

- Teníamos que mostrarle nuestra gratitud!

- Y si ya lo han hecho entonces será mejor que retomen sus deberes- dijo una profunda voz del otro lado de la estancia, provocando que los Marines mirasen con rapidez a su superior quien caminaba lentamente hacia ellos. Sanji le miró de reojo, volviendo a sentir esa irritabilidad al estar a su lado- Quiero que vayan a la torre de vigía y me mantengan informado de cualquier anomalía.

- SI CAPITAN!- dijeron los tres cadetes, para después hacer una rápida reverencia y marcharse.

- Cómo ha despertado el paciente, Gabu?- preguntó el Capitán al mismo tiempo que tomaba y revisaba los mismos papeles que el médico había estado viendo.

- Adolorido y desorientado, pero nada que no pueda arreglarse con un pequeño pinchazo!- dijo el anciano doctor al mismo tiempo que mostraba con orgullo la enorme jeringa que estaba rellena de un espeso liquido morado.

- Tú sabrás lo que haces…- susurró con algo de desconfianza al ver esa jeringa, pero luego tomó una silla y se sentó a un lado del rubio, centrando su atención en él- Dime, recuerdas algo de lo que ocurrió?

- Eh…- Sanji meditó bien sus palabras antes de hablar- Recuerdo… que desperté en una celda sucia y mal oliente,  me llevaron ante ti, luego la dichosa fruta venenosa y…

- Y tú impediste que la comiera con un rápido movimiento de piernas a pesar de que tuvieras tres costillas rotas, una brecha en la cabeza y un tobillo fracturado- terminó la frase por el rubio, aun con esa mirada penetrante- Nada mal para un simple pasajero.

- Cocinero- dijo de repente el rubio. Ya le había dicho que la fruta era venenosa, si seguía tratando de aparentar que no recordaba nada seria aun mas sospechoso- Soy cocinero. Creo que trabajaba como chef en un barco…- izo una mueca de molestia al sentir el pinchazo que el médico le deba en el brazo al colocar la jeringa de forma imprevista.

- Ya veo- dijo con un aire pensativo al mismo tiempo que se rascaba el mentón- Con que cocinero… eso explica porqué sabías de la fruta- colocó una mirada desconfiada que solo puso en alerta al rubio- Pero no me aclara otras dudas que tengo.

- Pues lamento no aclarar todas tus dudas- dijo con un poco de recelo, siéndole casi inevitable el tratar a un Marine de manera desafiante.

- Hm… es una lastima- dijo el Capitán, esta vez sonriendo un poco al percibir el tono altanero del rubio, mostrando por primera vez una expresión que no fuera tan rígida.

Sanji sostuvo la mirada del peli negro que le analizaba meticulosamente, colocando una expresión que no parecía para nada convencida con lo que le había dicho, pero al mismo tiempo había un extraño brillo en sus ojos y una imperceptible sonrisa en sus labios.

Ese hombre sabía algo, sabía que le estaba engañando, podía verlo en sus ojos, entonces si es que lo sabía, por qué no lo encerraba y ya?

- Bien- el Capitán se levantó ágilmente de la silla y caminó con un porte solemne hacia la puerta mientras decía- Mañana te quiero en la cocina- se detuvo en el plomo de la puerta y se giró a ver a Sanji, quien se estremeció al ver al sujeto sonreírle extrañamente- Ya que he matado a mi cocinero, creo que tú serás un buen sustituto mientras averiguo acerca de ti, mientras tanto, descansa.- y al finalizar sus palabras, tomó la manilla de la puerta y se giró, cerrándola suavemente tras de si.

- Bienvenido a bordo cocinero- dijo el doctor con gracia, llamando la atención del rubio quien no alcanzaba a reaccionar.

- Eh?

- Tienes suerte, perfectamente podría encerrarte otra vez al no saber quien eres, pero como te dije jovenzuelo, al Capitán pareces caerle bien, si no la historia de tu vida sería otra, así que mejórate pronto ya que tendrás que alimentar unas doscientas bocas!

- Demonios…-susurró Sanji al percatarse de la situación en la que se había metido. Se llevó una mano a la cabeza al sentir un leve mareo muy repentino.

- Parece que la inyección ya está surtiendo efecto.

- Q-qué mierda me colocaste??- preguntó a penas el rubio, sintiendo como sus párpados comenzaban a pesarle.

- Esa “mierda” como tu le llamas te ayudará con el dolor y así podrás dormir mejor, te recuperaras más rápido y estarás mejor para mañana!

- Anciano…- le llamó con un tono adormilado, provocando que el doctor se le acercara para poder escucharle mejor- Dime… a dónde nos dirigimos…?

- Estamos patrullando el océano a la altura del archipiélago Lao, en unas semanas más llegaremos a la isla Soldan.

- Ya… veo- cerró por completo sus ojos, sintiendo como el efecto de la medicina surtía un rápido efecto.

- Descansa jovenzuelo.

 

Notas finales:

Hola! espero les haya gustado! espero sus comentarios!


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